Washington.–
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, espera que la
ONU apruebe sanciones contra Irán y ayude a aflojar la soga
que el Congreso le puso al cuello para que tome medidas más
duras contra Teherán.
Pero
cuando los legisladores retornen a Capitol Hill luego del
receso de Pascuas, el poderoso lobby israelí volverá a la
carga reclamando a Obama que ponga en vigor sanciones
unilaterales que ya aprobaron las dos cámaras del Congreso.
Esos
cabildeos debían alcanzar su punto culminante en la
conferencia anual del American Israel Public Affairs
Committee (Aipac), entre el 21 y el 23 de marzo.
Pero
la estrategia fracasó por la crisis que estalló entre
Estados Unidos e Israel, cuando Washington exigió al
invitado primer ministro israelí Benjamín Netanyahu,
orador principal del encuentro de Aipac, que congelara los
asentamientos judíos en Jerusalén oriental.
Sin
embargo, inclusive antes de la clausura de la conferencia,
los miembros más duros del lobby israelí elevaron el
volumen de sus demandas de castigos más duros contra Teherán,
al que se acusa de intentar fabricar su propia bomba
nuclear.
El
editor de la publicación Weekly Standard, William Kristol,
llegó a comparar la supuesta pasividad de Obama ante Irán
con la incapacidad de Francia y Gran Bretaña para frenar la
militarización nazi de Renania en 1936, en violación del
Tratado de Versalles.
Washington
parece haber logrado apoyo internacional para aprobar nuevas
sanciones contra Irán durante este año, el plazo que Obama
puso para adoptar medidas si el régimen islámico no
respondía a las condiciones estadounidenses, en especial
las referidas al programa nuclear.
En
una aparición ante la prensa el martes con el presidente de
Francia, Nicolas Sarkozy, Obama expresó su esperanza de que
estén en vigor en "unas semanas" nuevas sanciones
adoptadas por el Consejo de Seguridad de la ONU (Organización
de las Naciones Unidas).
Pero
el presidente admitió que Washington no ha conseguido todavía
"unanimidad" de los miembros claves del Consejo.
Otros
funcionarios han hecho saber que China, considerado el mayor
obstáculo para aprobar esas sanciones, aceptó por primera
vez considerar algunas medidas en una conferencia telefónica
el miércoles entre los cinco países del Consejo con
derecho a veto (un grupo que se completa con Gran Bretaña,
Francia y Rusia) más Alemania.
Diplomáticos
estadounidenses y de países europeos están presionando a
dos miembros no permanentes del Consejo, Turquía y Brasil
––que han cuestionado públicamente la utilidad de tales
sanciones—para que por lo menos se abstengan en la votación
final.
Washington
cree que una demostración de unidad en el Consejo podría
persuadir a Teherán de reconsiderar su programa nuclear, o
de lo contrario soportaría medidas multilaterales más
duras este año.
Pero
varios importantes legisladores, inclusive del gobernante
Partido Demócrata, no son tan optimistas. Creen que
cualquier medida que adopte el Consejo de Seguridad estará
muy lejos de las "paralizantes sanciones" que la
secretaria de Estado (canciller), Hillary Rodham Clinton,
prometió el año pasado, y que consideran esenciales para
obligar a Teherán.
En
efecto, en su búsqueda de apoyo en la ONU, Washington aceptó
ceder varios puntos de una propuesta de resolución que
circuló a inicios de marzo, como medidas para bloquear el
acceso iraní a servicios bancarios, mercados de capitales,
espacio aéreo y aguas internacionales.
Y
para conseguir el consenso esperado, el texto de la resolución
podría ser incluso más lavado, con la intención de
someterlo a votación este mes, si bien el proceso podría
demorarse hasta junio.
La
Casa Blanca defiende la estrategia de la paciencia para
actuar ante Irán con consenso internacional. Pero los
legisladores desesperan por ser vistos haciendo algo, en
especial porque se acercan los comicios de noviembre, cuando
se renovarán los 435 escaños de la Cámara de
Representantes y un tercio de los del Senado.
Los
legisladores del opositor Partido Republicano, cuyos puntos
de vista sobre Medio Oriente están definidos por sus
votantes neoconservadores, pro israelíes y cristianos
sionistas, quieren mano dura.
Los
demócratas se debaten entre la lealtad a Obama y sus
necesidades políticas de apoyo financiero y votos de la
minoría judía que, según se cree, apoya mayoritariamente
a Netanyahu, enemigo jurado de Irán.
Según
publicaciones especializadas, los donantes judíos
constituyen entre 25 y 50 por ciento de los mayores
contribuyentes al Partido Demócrata.
Las
dos cámaras del Congreso aprobaron textos para sancionar a
empresas de terceros países que hagan negocios con Irán,
sobre todo en los sectores de la energía y las
telecomunicaciones.
Ambos
proyectos deben ser armonizados por un comité que se reunirá
después del receso de Pascuas y que enviará luego el
resultado a Obama para que le dé fuerza de ley con su
firma.
La
Casa Blanca argumenta que imponer sanciones unilaterales
antes de que actúe el Consejo de Seguridad pondrá en
peligro el consenso multilateral que está construyendo con
los aliados europeos.
"Queremos
estar seguros de que no damos señales equivocadas antes de
que todos se sumen a lo que podamos lograr en el ámbito
internacional", dijo Clinton a los legisladores.
El
gobierno también reclama que Obama retenga la facultad de
eximir de castigos a empresas de países que, como China, él
considere están cooperando con la política de Washington
hacia Irán.
Más
aún, el gobierno sostiene que medidas radicales y amplias
como las contenidas en los textos legislativos podrían
debilitar a la aún activa oposición iraní encarnada en el
Movimiento Verde.
Si
el Consejo de Seguridad aprueba nuevas sanciones este mes,
afirman algunos asesores del Congreso, los demócratas podrían
alinearse detrás del reclamo de paciencia de Obama.
Pero
si la votación se demora hasta junio, es muy posible que el
Congreso le tuerza el brazo al mandatario.