Nueva
York.– San Francisco fue la primera gran ciudad de EEUU en
sumarse al boicot contra Arizona por la nueva ley de
inmigración firmada por la gobernadora Jan Brewer. Desde
entonces se han ido sumando más y más ciudades, desde
Boston, Los Ángeles y San Diego hasta El Paso o Austin.
La
intención es la misma: criticar una norma que criminaliza
injustamente a los sin papeles. Y las consecuencias,
similares: cancelar hasta nuevo aviso los contratos
municipales con empresas de ese estado y reducir a la mínima
expresión las visitas oficiales a Arizona.
Arizona
sufre la cancelación de visitas oficiales y congresos
El
boicot se ha notado ya en el turismo de congresos, con
numerosas cancelaciones en las últimas semanas, y ha
obligado al Gobierno estatal a poner en marcha una campaña
para intentar mejorar la imagen de Arizona.
La
última en pronunciarse ha sido Sarah Palin tras conocer que
un colegio de Chicago no acudirá a un torneo de baloncesto
en Arizona. "Un boicot no es la mejor manera de
proteger nuestras fronteras", dijo la exgobernadora,
que acusó de "niñatos e inmaduros" a los
responsables del colegio.
Protestas
Los
ultraconservadores del Tea Party también han dado un paso
al frente y anuncian una manifestación a favor de la ley en
Phoenix para el 29 de mayo, el mismo día en que
organizaciones de apoyo a los inmigrantes planean una gran
marcha por las calles de la capital.
Hasta
el fiscal general del Estado, Eric Holder, se ha llevado en
los últimos días una reprimenda de los republicanos por
haber criticado la ley de inmigración de Arizona sin
haberse tomado la molestia, aseguran, de leer su contenido.
Eso
sí, a pesar de los apoyos que está ganando el boicot, la
mayoría de los estadounidenses, el 59%, se muestra
partidario de la nueva legislación aprobada en Arizona, según
una encuesta del centro Pew.
Los
Ángeles se convirtió en la ciudad más grande en sumarse
al creciente boicot. Mantiene contratos por 52 millones de dólares
con empresas de Arizona, de los cuales ocho millones de dólares
quedarán suspendidos de forma inmediata.
La
ya áspera disputa sobre la ley de inmigración de Arizona
alcanzó esta semana un nuevo pico de tensión cuando se
supo que la ciudad de Los Angeles declaraba un boicot contra
ese estado, en protesta por lo que consideran una afrenta y
persecución contra los trabajadores indocumentados. En el
Consejo Municipal de Los Angeles los legisladores compararon
la ciudad de Phoenix del siglo XXI con la Berlín de Adolf
Hitler, justo antes de votar, por 13 a uno, la suspensión
de todos los viajes oficiales a Arizona. La resolución, que
fue aprobada el martes pasado, también desembocará en la
cancelación de todos los acuerdos comerciales del gobierno
municipal con las empresas privadas, con sede en Arizona.
Las
relaciones comerciales entre la ciudad y el Estado también
se verán afectadas. Los Angeles se convirtió en la ciudad
más grande en sumarse al creciente boicot. Mantiene
contratos por 52 millones de dólares con empresas de
Arizona, aunque solamente unos ocho millones de dólares
quedarán suspendidos de forma inmediata.
Arizona
quedó en el centro de las críticas, nacionales e
internacionales, el mes pasado, cuando la gobernadora
republicana, Jan Brewer, promulgó una ley, en la que
ordenaba a la policía a detener y cuestionar a todos los
que presenten una "duda razonable" sobre su
ingreso ilegal al país. Si esa persona no puede presentar
todos los documentos requeridos, serán detenidos hasta que
las autoridades logren confirmar su status legal.
Los
detractores de la ley, que comenzará a regir en julio,
sostienen que desembocará en una discriminación racial
hacia toda la comunidad hispánica de Arizona, la cual
representa un 30 por ciento de sus 6,5 millones de
habitantes. Según se estima, alrededor de medio millón de
ese 30 por ciento son inmigrantes ilegales. La policía,
aseguraron las organizaciones hispánicas y defensoras de
los derechos humanos, comenzará a acosar a todos los
ciudadanos que tengan aspecto de que provienen del otro lado
de la frontera sur. "Bajo la nueva ley, como un
estadounidense, yo no puedo ir a Arizona sin un
pasaporte", se quejó Ed Reyes, un legislador latino
del Consejo Municipal de Los Angeles, que apoyó la aprobación
del boicot el martes pasado. "Si me cruzo a un policía
que está teniendo un mal día y piensa que el de la foto de
mi documento no soy yo, me puedo mandar a deportar, sin una
pregunta de por medio. Ese no es el estilo
norteamericano", agregó.
En
un momento, durante el debate del martes, uno de los
concejales describió el boicot como una respuesta necesaria
a la ley más racista que haya sido aprobada en Estados
Unidos desde que el gobierno nacional envió a ciudadanos de
origen japonés a campos de detención durante la Segunda
Guerra Mundial. La comparación es un poco forzada, pero
demuestra el tono que se está imponiendo en el debate
nacional, justo cuando el presidente Barack Obama se prepara
para retomar su promesa de una reforma migratoria integral.
Aún no se conocen los detalles del proyecto, pero el
objetivo sería crear una solución legal para los 12
millones de residentes ilegales que trabajan, estudian y
viven en Estados Unidos.
Decenas
de miles de norteamericanos ya salieron a las calles para
protestar contra la nueva ley migratoria de Arizona,
mientras que esta semana los concejos municipales de Boston,
Oakland, Nueva York y San Diego aprobaron resoluciones, en
las que prometen analizar la mejor forma para cortar los vínculos
comerciales con ese estado. La ciudad de San Francisco
prohibió todos los viajes de funcionarios a Arizona.
La
gobernadora Brewer, quien enfrentará una difícil elección
en noviembre próximo, ha intentado bajar el tono a la
lluvia de críticas y ofensivas que recibió de todo el país
y de los países latinoamericanos. "¿Por qué quieren
dañar a las personas que están peleando aquí por obedecer
las leyes? ¿Cuándo sucedió algo así en nuestro país?",
se quejó Brewer.
La
mayoría de sus votantes coinciden con esa visión. Sin
embargo, está empezando a crecer un temor sobre el impacto
que podrían tener los boicots sobre la industria turística
en Arizona. Los hoteles del estado ya han denunciado una
seguidilla de cancelaciones, tanto de conferencias de
negocios como de visitantes particulares.
Muchos
empresarios aún recuerdan la disputa que provocó la decisión
del gobernador de turno de no conmemorar el feriado nacional
en honor a Martin Luther King en los ochenta. Aunque el
boicot no fue total, Phoenix perdió su oportunidad de ser
la sede del Superbowl, el evento de fútbol americano que
recauda cientos de millones de dólares.