Washington.– Si algo
demostró la primera vuelta de las elecciones primarias norteamericanas es la
existencia de una fuerte ola de enojo contra el poder político de Washington
que, en primera instancia, castiga al gobierno de Barack Obama pero, del mismo
modo, lo hace también con el opositor Partido Republicano.
Ninguno de los candidatos
oficiales –tanto los que contaron con el respaldo de la Casa Blanca y del
Partido Demócrata, en un caso, y del Partido Republicano, en el otro–
fueron consagrados por el electorado como aspirantes oficiales para las
elecciones legislativas de noviembre.
El diagnóstico de lo
ocurrido fue bastante coincidente: el resultado de las primarias en los
estados de Kentucky, Arkansas y Pensilvania mostró una radicalización del
voto en ambos partidos y disconformidad ciudadana ante la política
tradicional.
En el caso republicano, Mitch
McConnell, el candidato oficial del partido y jefe del bloque en el Senado,
fue derrotado en la interna por Rand Paul, un aspirante favorecido por el Tea
Party, el movimiento conservador que expresa el rechazo por el elevado gasto público
y el rumbo general del gobierno. En el caso demócrata, el revés más serio
ocurrió en Pensilvania, donde el candidato favorecido por Obama y el Partido
Demócrata fue arrasado por un político nuevo que se presentó como la cara
joven ante la política tradicional. El senador Arlen Specter, un moderado que
abandonó el Partido Republicano para pasarse al Demócrata en 2009, y que fue
literalmente "torpedeado y hundido" por Joe Sestak, un almirante
retirado.
"El activismo político
avanza en su control de la política tradicional", señaló el portal de
Internet Politico.
Obama tuvo ayer dos
actividades públicas en la Casa Blanca pero, en ambos casos, rehusó hacer
comentarios sobre lo ocurrido. En el caso republicano, las voces más
radicales no tardaron en ponderar el avance del candidato del Tea Party .
"Intentaron frenar a Rand Paul con todo lo que pudieron, pero no hubo
manera, porque él expresa la voz de la gente. Y la gente está cansada",
celebró el senador republicano Jim DeMint, uno de los defensores del
movimiento.
"Lo que tiene el Tea
Party es un mensaje claro para Washington que, básicamente, dice que no nos
gusta cómo se están haciendo las cosas", apuntó Paul, en el discurso
con el que celebró su victoria. La misma idea de disgusto y voluntad de
cambio fue la que expresó el ganador demócrata en Pensilvania. "El
votante quiere otra cosa, quiere una victoria por arriba del orden establecido
y de lo que diga Washington", dijo Sestak.
En Arkansas, la interna demócrata
dejó un agónico margen favorable a Blanche Lincoln, la candidata de Obama.
Pero lo que reflejan las tres primarias es un fuerte mensaje "anti–Washington",
que puede amenazar a los moderados de cada partido y complicar la agenda
presidencial.