Comenzó la guerra de las calificadoras
entre China y Estados Unidos (EEUU), al unísono de la
guerra de las divisas.
La calificadora china Dagong
International Credit Rating (DICR) sentenció que EEUU
constituía un riesgo crediticio peor que China (Joe
McDonald, Ap 11/7/10).
DICR rompe así brutalmente con el
oligopolio de la tríada de las descalificadas e
incalificables calificadoras anglosajonas Moody’s,
Standard &Poor’s y Fitch, la cuales en forma hilarante
aseveran que la deuda del gobierno estadounidense es la más
segura del mundo. ¡Ja, ja, ja!
DICR calificó a EEUU muy por debajo de
China y de otros 11 países (como Suiza y Australia), debido
a su elevada deuda y su lento crecimiento, y advirtió que
EEUU se encuentra entre los países que podrían enfrentar
mayores costos crecientes de empréstitos y riesgos de
quiebra.
Sucede que China ya le perdió el
respeto, que por cierto nunca le tuvo, a las desprestigiadas
calificadoras anglosajonas cuando el demoledor descrédito
propinado a EEUU por DICR aparece en medio de las quejas
chinas de que la triada de calificadoras anglosajonas no le
han otorgado a China el amplio crédito que se merece.
Durante la reciente cumbre del G–20
en Toronto, el presidente chino, Hu Jintao, exigió la
creación de un sistema de calificación más preciso y
justo, a la par de Alemania, que ha criticado acerbamente a
las descalificadas calificadoras anglosajonas, a grado tal
que el Banco Central Europeo ha puesto en la picota a la
tripleta de Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch
–quienes selectivamente han degradado a Grecia– y ha
reclamado la creación de una agencia calificadora
propiamente europea.
Guan Jianzhong, director de DICR,
arremetió contra las calificadoras anglosajonas, a quienes
culpó de la crisis global y de los sufrimientos de la deuda
europea al desinformar con su tasación crediticia.
McDonald, de Ap, pone de relieve la
solicitud de Pekín para que Washington cese de dañar el
valor del dólar o las tenencias de China.
Entonces, ¿EEUU devalúa
deliberadamente su divisa para pagar al mínimo valor sus
colosales adeudos contraídos con el exterior?
El reporte de DICR cubrió 50 gobiernos
y calificó a las economías emergentes, como Indonesia y
Brasil (debido a su alto crecimiento), con mejor puntuación
que las que otorgan las descalificadas e incalificables
calificadoras anglosajonas.
Con mayor realismo, DICR calificó pésimamente
a EEUU y a Gran Bretaña (GB), debido a que tendrían
severas dificultades para conseguir dinero como consecuencia
de sus riesgos fiscales a punto de salirse de control.
A propósito, nada menos que el editor
de economía del periódico británico The Independent, Sean
O’Grady (14/7/10), desmonta toda la mendacidad de la deuda
británica que ascendería a casi cuatro veces más de la
previamente reconocida por el gobierno, es decir, unos 6
millones de millones (trillones en anglosajón) de dólares.
DICR anhela romper el monopolio de la
tríada de descalificadas e incalificables calificadoras
anglosajonas, cuya reputación dejó mucho que desear después
de haberle concedido altas calificaciones a las inversiones
hipotecarias que padecieron el colapso de viviendas de EEUU
en 2007.
Bloomberg/BusinessWeek (12/7/10) señala
que DICR otorgó a su propio gobierno una mejor calificación
de deuda que a EEUU, GB y Japón, debido a la profundización
de los déficit en Occidente.
Guan consideró que el reporte de DICR
marca un nuevo comienzo para reformar el irracional (¡supersic!)
sistema calificador internacional y fustigó que la razón
esencial de la crisis financiera global y la crisis griega
es que el presente sistema de calificación internacional no
puede reflejar verdaderamente la habilidad de pago de la
deuda.
Tras recibir una severa reprimenda
(debido a su perfidia desinformativa) de parte del solvente
blog Jesse’s Café Américain (12/7/10), el reportero
Jamil Anderlini, de The Financial Times (21/7/10)
–portavoz del neoliberalismo global y del cártel bancario
anglosajón– concede inesperado juego a las perturbadoras
opiniones de Guan, quien fustigó a las calificadoras
anglosajonas de haber causado la crisis financiera global,
por lo que el mayor país acreedor mundial, China, debería
tener mayor influencia en expresar cómo los gobiernos y sus
deudas son calificadas.
Guan fulminó que las agencias
calificadoras occidentales están politizadas, son altamente
ideológicas, y no se adhieren a parámetros objetivos.
Criticó la práctica del bazar de las calificaciones por
las empresas que ofrecen sus negocios a la agencia
calificadora que le otorga las mejores puntuaciones: La
crisis financiera fue causada debido a que las agencias
calificadoras no mostraron adecuadamente los riesgos y esto
llevó al borde del colapso al entero (sic) sistema
financiero estadounidense, causando inmenso daño a EEUU y a
sus intereses estratégicos.
Anderlini admite que entre un amplio
sector de los inversionistas prevalece el punto de vista de
que las calificadoras serían incapaces de descalificar por
debajo de su elevada clasificación a países como EEUU y
GB, debido a la gran presión política que sufrirían.
Entonces, ¿están cargados los dados y los dedos?
Baste recordar la colusión entre las
calificadoras y el establishment estadounidense al más alto
nivel, como sucedió con la gestión de John Dimitri
Negroponte (el zar del espionaje estadounidense en la aciaga
era bushiana), quien en un momento dado controló a Standard
& Poor’s.
Guan publicita que DICR ostenta una
metodología que ha desarrollado en los recientes cinco años
y que refleja una evaluación más objetiva de la posición
fiscal de los gobiernos, su habilidad para gobernar, el
poder económico, las reservas foráneas, la carga de la
deuda y la habilidad para crear riqueza futura. Entonces, a
nuestro juicio, el ranking (aún degradado) que le concedió
a EEUU y a GB ha sido excesivamente generoso.
Guan aduce en forma temeraria, pero no
sin sustento, que EEUU es insolvente (¡supersic!) y
enfrenta la quiebra (¡supersic!) como un país meramente
deudor cuando las calificadoras occidentales todavía le
conceden elevadas calificaciones, mientras el inmenso gasto
militar de EEUU actualmente no es creado por ellos, sino que
proviene de dinero prestado, lo cual no es sostenible.
Finalmente Jamil Anderlini señala que
un editoral salvajemente (sic) entusiasta de Xinhua, agencia
noticiosa oficial china, alaba el reporte de DICR al decir
que es un paso significativo para romper el monopolio de las
agencias calificadoras occidentales de las que China ha sido
víctima durante largo tiempo. ¿Sólo China?
El editorial de Xinhua aduce
persuasivamente que “comparado con la conquista del mundo
por EEUU mediante el uso de la fuerza, Moody’s ha
controlado el mundo con su dominio de las calificaciones de
crédito”.
No es por nada, pero Bajo la Lupa desde
hace 10 años pregunta(ba) que ¿quién califica(ba) a las
calificadoras anglosajonas?, a quienes urge quitar su nocivo
oligopolio.
Desde cualquier punto de vista, EE.UU.
es insolvente. No es mi evaluación personal sino la de
“expertos” y economistas de reputación mundial e
instituciones financieras. Basta con buscar “US debts”
[Deudas de EE.UU.] en Google y hay miles de analistas que
declaran que no hay forma de que EE.UU. pueda llegar a pagar
un día sus deudas. EE.UU. ni siquiera puede liquidar el
interés acumulado sobre las deudas impagadas. ¡Las deudas
ascienden a billones! [millones de millones]
El
Casey Daily Dispatch señaló:
“La
simple realidad a la que despierta la Reserva Federal es que
los fundamentos estructurales de la economía están dañados
más allá de todo arreglo rápido o fácil. Eso, porque
hasta que se saque la deuda del sistema, bien a través de
suspensión de pagos o de una inflación desenfrenada –no
hay la menor probabilidad de que se pague realmente en algo
que se parezca remotamente a los actuales dólares– el
equivalente de una Peste Negra económica que va a plagar al
país.”
Las
agencias calificadoras estadounidenses, Moody’s, Standard
& Poor’s, y Fitch Ratings todavía dan para EE.UU. una
colosal calificación AAA. Esas mismas agencias dieron
calificaciones AAA a las Obligaciones de Deuda
Colateralizadas (CDO) y a otros productos financieros
vendidos por los bancos globales
demasiado–grandes–para–caer, cuando en realidad se
trataba de basura. Fue necesario un tsunami financiero para
sacar a la luz sus fraudulentas prácticas.
Por
lo tanto no doy demasiado crédito a las calificaciones de
esas instituciones deshonestas.
La
Asociación Nacional de la Inflación (NIA) cree que la
verdadera calificación crediticia de EE.UU. debería ser
basura. Pero tampoco hay que creerle.
¿Entonces
cómo sabemos con seguridad que la deuda de EE.UU. debería
calificarse como basura?
¡Muy
simple! Apliquemos sentido común a lo que vemos.
Desde
que EE.UU. no pagó sus deudas en 1971, cuando el presidente
Nixon negó a los acreedores globales y soberanos el derecho
a la redención en oro de los dólares de EE.UU., este último
ha tenido los días contados. EE.UU. estafó al mundo para
que aceptara su divisa de papel higiénico y desplegó sus
poderosas fuerzas armadas, para asegurar su acatamiento,
contra los que se atrevieron a cuestionar la integridad de
su moneda sin cobertura.
Las
elites bancarias globales emplearon entonces a economistas dóciles
de todo el mundo para pregonar los méritos del tipo de
cambio flotante como mecanismo para determinar el valor de
una moneda. Los países fueron obligados por amenazas de
guerra o golpes a vincular sus monedas al dólar. El dólar
se convirtió en la “base” en lugar del oro. El comercio
tuvo que ser denominado en dólares estadounidenses, lo que
dio a EE.UU. una ventaja indebida.
Esta
“base” dio una ilusión de fuerza al dólar
estadounidense y solvencia a EE.UU. Mientras otros tienen
que producir y ganar un ingreso en una “moneda local” y
luego cambiarla por dólares de EE.UU. para importar y / o
comprar bienes (más de un 80% del comercio global se
denomina en dólares), el “tigre de papel EE.UU.” sólo
tiene que imprimir dinero para pagar por bienes y servicios
cuando sus ingresos son insuficientes para pagar y sostener
su nivel de vida.
¡Durante
más de 37 años, EE.UU. se salió con la suya con este engaño!
Durante
más de 37 años, gente en todo el mundo ha vendido sus
productos a EE.UU. a cambio de un papel con una cifra
impresa, una cifra que señala su valor, es decir, un
billete de 100 dólares, etc. La gente simplemente aceptó
la cifra impresa en el papel como reflejo del “verdadero
valor” de la divisa. En realidad no tiene valor. Cuesta sólo
unos pocos centavos imprimir la moneda en papel higiénico.
Mediante
una propaganda astuta se llevó a la gente a creer que el
valor es el que está impreso en el papel. Nadie se atreve a
cuestionar lo absurdo de esta proposición.
Pero
ahora hemos llegado a la etapa de colapso total del sistema
global de moneda sin cobertura. Cada país en el mundo
desarrollado está implementando la política de expansión
monetaria cuantitativa (la jerga de los banqueros centrales
para crear dinero de la nada) en un esfuerzo desesperado
para pagar crecientes deudas e intereses compuestos en
billones [millones de millones]. En menor grado, los países
en desarrollo también siguen el consenso de Washington. El
sistema financiero global está inundado de divisas en papel
higiénico.
¿Cuál
será la etapa final?
Esperemos
y pensemos brevemente. Apliquemos el sentido común.
El
dólar $, el euro €, la libra £, el yen ¥, etc. son
todas divisas sin cobertura –no tienen un valor intrínseco.
Su valor es una cifra impresa arbitrariamente sobre el papel
y sancionada por banqueros centrales como “moneda de curso
legal”.
En
esencia, todos son basura –monedas de papel higiénico–
¿Entonces, cómo “flotan” las unas contra las otras según
el sistema global de tipos de cambios flotantes?
Ahora
la cosa se pone divertida.
¿Cómo
se compara una basura con otra? ¿Cómo se determina el tipo
de cambio de una basura respecto a otra? ¡Basura es basura!
Olvidemos
las fuerzas de mercado que determinan los valores de
diversas divisas basura. Son determinados por banqueros
centrales y nadie más.
Si
un dólar estadounidense es equivalente a 3,40 Ringgit o a
1,18 Euros o a 90 Yen es arbitrariamente decidido por los
respectivos bancos centrales. Y no hay nada que vosotros o
yo podamos hacer al respecto. Si sirve el interés de un país
que su moneda se devalúe, el banco central de ese país
permitirá que su moneda se devalúe y viceversa.
Algunas
veces, los banqueros centrales hacen que sus cómplices, los
fondos de alto riesgo, manipulen con ellos el mercado de
monedas extranjeras mediante el comercio de derivados. Y
mientras los banqueros centrales y sus cómplices mantengan
las fluctuaciones en un período dado de acuerdo con los parámetros
nerviosamente acordados por los banqueros centrales, no
sucederá gran cosa. Los problemas aparecerán cuando los
banqueros centrales no se puedan poner de acuerdo en los parámetros,
lo que a menudo lleva a guerras comerciales e incluso a
guerras “calientes”.
¿No
me creéis?
Os
daré dos ejemplos:
El
Acuerdo Plaza
En
1985, a pedido de EE.UU., Francia, Alemania, Japón y EE.UU.
acordaron reducir deliberadamente la tasa de cambio del dólar.
En el momento pertinente, EE.UU. tenía inmensos déficits,
especialmente con Japón. El acuerdo, conocido como el
Acuerdo Plaza, debía ayudar a EE.UU. a reducir su inmenso déficit
comercial para ayudar a su economía a salir de la larga
recesión de los años ochenta. La intervención tuvo tanto
éxito que el dólar se depreció más allá del objetivo. A
finales de 1987, el dólar había caído en un 54% contra el
marco alemán y el yen, de su máximo en febrero de 1985.
Esta fuerte caída causó otro pánico, el de una caída
descontrolada del dólar.
Para
encarar y revertir la excesiva depreciación del dólar, el
mismo grupo de países acordó en 1987 fortalecer el dólar.
Este último esfuerzo se conoció como el Acuerdo Louvre. ¡Otra
manifiesta manipulación del mercado! ¿Desde cuándo los
mercados eran verdaderamente libres?
¿Por
qué aceptaron participar Inglaterra y Francia en esta
manifiesta manipulación del mercado? Estaban muy
agradecidos a EE.UU. por vencer en la Segunda Guerra
Mundial. Era hora de que EE.UU. cobrara la deuda. En el caso
de Alemania y Japón, naciones derrotadas y ocupadas, no tenían
otra alternativa que rendir pleitesía al gran hermano
EE.UU.
La
crisis financiera asiática
Basta
con recordar lo que sucedió durante la crisis financiera
asiática. Las economías “tigre” fueron debilitadas y
atacadas y sus monedas entraron en caída libre. El
desarrollo económico de Malasia fue gravemente amenazado.
Pero el Primer Ministro de entonces, Tun Dr. Mahathir
Mohamad tuvo la previsión y el coraje de enfrentar a las
elites financieras globales e impuso controles de capital y
divisas extranjeras. El Primer Ministro fijó
unilateralmente la tasa de cambio del ringgit en RM 3,80 por
dólar. Los especuladores del cambio de divisas fueron
fuertemente afectados y nunca se recuperaron de este
sorpresivo contraataque.
Aunque
se realizó esta intervención sin precedentes para salvar
la economía nacional y el sustento de 23 millones de
malasios, las elites financieras globales intervinieron a
través del sistema bancario fantasma para manipular el
mercado, obtener beneficios obscenos y saquear.
Ahora
plantearemos la pregunta del billón de dólares.
¿Cómo
deciden China o EE.UU. que un dólar estadounidense es
equivalente a 6.7 yuan o la tasa que se sea?
Antes
de considerar la pregunta es importante que comprendamos cómo
China pudo en un período de tiempo relativamente corto,
acumular una cantidad tan inmensa de reservas en dólares y
convertirse en el acreedor Nº 1 de EE.UU.
En
su gran proyecto de hegemonía financiera, las elites
financieras de EE.UU. propusieron a las elites financieras
chinas que a cambio de masivas FDI [inversiones extranjeras
directas] y subcontratación de industrias por EE.UU., China
debería suministrar bienes baratos al mercado
estadounidense y mantener una tasa de cambio acordada. Este
proyecto fue el punto central de una expansión de créditos
sin precedentes en el sistema financiero global, porque una
expansión tan rápida del crédito sería extremadamente
inflacionaria. Como China puede suministrar todo el espectro
de bienes a menos de un diez por ciento del precio
prevaleciente, las elites financieras sabían que podrían
inundar el casino global con dólares sin tener que
preocuparse por la inflación.
Y
como dicen, el resto es historia.
Este
arreglo sirvió bien a EE.UU. y a China durante dos
decenios, en realidad demasiado bien, ya que resultó en que
China tiene las mayores reservas en dólares del mundo y es
el mayor acreedor de EE.UU.
Volviendo
a la pregunta del billón de dólares, como indicamos
anteriormente la tasa de cambio es determinada por los
respectivos bancos centrales. Recientemente, el Gobierno de
Obama ha estado presionando a China para que reevalúe su
moneda. Ante la presión y para evitar una guerra comercial,
China permitió que su moneda aumentara ligeramente su
valor. De hecho, esto sucedió justo antes de la Cumbre del
G–20 en Toronto.
Aunque
el arreglo mencionado (específicamente el acuerdo sobre la
tasa de cambio) ha servido su propósito original, ya no se
puede mantener. Esto se debe a que el actual vínculo entre
el yuan y el dólar distorsiona el mercado de cambios y
exacerbará todavía más la actual crisis financiera
global.
Como
resultado del tsunami financiero global, EE.UU. vuelve a
estar en suspensión de pagos. Pero esta vez Obama no puede
hacer lo que hizo Nixon en 1971.
The
Daily Reckoning
evaluó correctamente la situación cuando dijo a sus
suscriptores:
Espere
un poco. Seguimos siendo Número 1, ¿verdad?
Sí…
en el sentido de que podemos, teóricamente, tener la
supremacía total en el mundo. Es decir, si los chinos lo
permiten. Tienen tanto dinero nuestro y tantos bonos
nuestros, que si deciden deshacerse de ellos, estaremos en
un maldito aprieto. Porque no pagamos suficientes impuestos
para financiar nuestros programas sociales y el Pentágono
al mismo tiempo. No nos lo podemos permitir. De modo que los
simpáticos chinos nos prestan dinero.
Pero
no os preocupéis. Nos han prometido que no se desharán de
nuestros bonos. Y estamos seguros de que cumplirán con su
promesa mientras quieran hacerlo.
Que
sepamos, ningún imperio que haya tenido que pedir prestado
a sus rivales ha durado mucho tiempo. Gran Bretaña se vio
en esa situación en la Primera Guerra Mundial. Ya no se
pudo permitir los costes de mantenimiento del imperio
–incluido el inmenso coste de la guerra en sí– De modo
que pidió prestado a EE.UU. Los alemanes también pidieron
prestado a prestamistas de EE.UU. Pero los prestamistas de
EE.UU. a Gran Bretaña tenían más dinero en Nueva York y más
poder en Washington. De modo que EE.UU. entró en la guerra
al lado de Gran Bretaña en lugar del lado alemán.
Entonces,
en la Segunda Guerra Mundial, cuando se puso a un general
estadounidense a cargo del Día D, quedó claro que Gran
Bretaña había cedido la posición del “perro guía” a
EE.UU. Fue una entrega amistosa, lograda por la fuerza de la
economía en lugar de por la fuerza de las armas. EE.UU. no
tuvo que derrotar a Gran Bretaña usando la fuerza militar.
Simplemente sólo tuvo que financiarla.
Pocos
años después, durante la crisis de Suez, Gran Bretaña
aprendió lo que era ser una potencia subordinada. Descubrió
que ya no podía mandonear a su gusto sin la aprobación de
EE.UU.
Pero
eso es en el frente militar. En casa, los británicos
descubrieron que eran pobres… y que se empobrecían
paulatinamente. Bajo el peso de crecientes programas de
asistencia social y un imperio que se achicaba, la economía
británica se hundió. Sus antiguos aliados –Francia y
EE.UU.– vivieron un boom en los años de posguerra. Lo
mismo ocurrió con sus antiguos enemigos –Japón y
Alemania– Pronto, no sólo sus amigos se hicieron más
ricos y poderosos… sino también sus adversarios.
De
modo que ahora tenemos una situación ridícula en la cual
EE.UU. debe billones de dólares a sus acreedores globales
(especialmente a China), es insolvente, y sin embargo, la
tasa de cambio no refleja la debilidad subyacente de EE.UU.
También
tenemos la situación en la cual China ha estado vendiendo
bienes y servicios a EE.UU. y se le está pagando con una
moneda de papel higiénico que no tiene otro valor que el
valor artificial y arbitrario impreso en el papel. China,
por su parte, presta esos papeles higiénicos de vuelta a
EE.UU. para que pueda comprar más bienes y servicios de
China. EE.UU. no tiene dinero para pagar a China, de modo
que crea dinero de la nada, a través de la impresora electrónica
y lo utiliza para pagar a China.
Hablando
en serio, ¿cuánto puede durar esta farsa?
En
1985, tuvimos el Acuerdo Plaza para rescatar al tigre de
papel estadounidense. La respuesta entonces fue devaluar el
dólar de EE.UU. Pero Japón sufrió veinte años de
estancamiento.
¿Por
qué no han adoptado los mismos países –el Reino Unido,
Francia, Alemania y Japón– una estrategia similar en esta
coyuntura, aumentando así las exportaciones de EE.UU.?
¡Es
simple!
1. EE.UU.
ha subcontratado una parte tan grande de sus exportaciones
anteriores a China y a otros países que no tiene
suficientes productos significativos que exportar para que
conseguir una diferencia sustancial en el déficit
comercial.
2. Durante
el último decenio, las principales exportaciones de EE.UU.
fueron, y siguen siendo, “Productos Financieros” –las
basuras empaquetadas como Obligaciones de Deuda
Colateralizadas (CDO), calificadas AAA y vendidas a
inversionistas (es decir jugadores) ingenuos en todo el
mundo– EE.UU. fue el centro del casino global de
derivados, administrado por el Cártel Bancario Fantasma.
3. Ha habido tal expansión crediticia
en dólares de EE.UU. en los últimos diez años, así como
de dólares de papel en el sistema financiero global, que
todo intento de devaluar el dólar resultaría en una caída
libre descontrolada, y la destrucción total de la economía
de EE.UU.
4. Y
China ha mantenido artificialmente el valor actual del dólar
de EE.UU. para evitar el estatus de que lo degraden a basura
al mantener su actual tasa de cambio con el dólar (y dentro
de una estrecha banda de fluctuación).
5. Por
lo tanto, a corto plazo, China es cómplice, junto con otros
bancos centrales importantes, en el engaño a la gente de a
pie en el sentido de que el sistema global de dinero sin
cobertura sigue siendo saludable. Pero, al desclasificar un
punto a EE.UU., China y las elites globales esperan que el
engaño pueda mantenerse durante un cierto tiempo para que
China y otros países puedan librarse de sus masivos activos
en dólares estadounidenses. Pero la situación es tan volátil
que nadie, absolutamente nadie, puede decir con seguridad cuándo
un niño llegará a gritar la denuncia proverbial: “¡Eh,
el emperador está desnudo!”
6. También
es obvio para las elites financieras globales que si hubiera
una fuga masiva de los activos en dólares hacia activos en
euros habría una caída descontrolada del dólar de EE.UU.
Los bancos globales europeos están hasta aquí con sus
posesiones de activos en dólares basura y por lo tanto
sufrirían inmensas pérdidas muy por encima de su exposición
en préstamos en euros a los países “PIIGS” (Portugal,
Irlanda, Italia, Grecia y España). A diferencia de la época
del Acuerdo Plaza, ahora mismo nadie quiere una devaluación
del dólar. Cuando comience el descenso, nadie podrá
detener la caída. Los banqueros centrales están sentados
sobre el filo de la navaja. ¡Huy!
7. De
modo que, la “crisis griega” se creó para impedir una
huída semejante de activos en dólares a activos en euros.
Grecia es la “Mary Poppins” en el sistema financiero
general. Su PIB no es ni siquiera un 3% de la eurozona. En
contraste, California está en bancarrota y es más crucial
para la economía de EE.UU. Es la 7ª economía del mundo
por su tamaño. Sin embargo, la bancarrota de California no
tuvo el impacto debido en la economía de EE.UU. Esto se
debe a que los medios de comunicación globales aseguraron
no destacar la bancarrota. En vez de eso, el sensacionlismo
fue que el euro iba hacia un crac. ¿El resultado? La huida
hacia el euro se paró en seco.
8. Alguien
lo fastidió todo. El culpable desde el punto de vista de
las elites financieras globales fue el indomable Irán.
China y Rusia estaban jugando juegos geopolíticos en sus
relaciones comerciales con Irán con la esperanza de que el
presidente Ahmadineyad no arruinaría la fiesta antes de que
estuvieran listos para librarse de sus masivos activos en dólares.
EE.UU. e Israel jugaron el papel del implacable mientras
China y Rusia se hicieron inicialmente los blandos, en un
papel tan típico de los roles policiales cuando se trata de
extraer concesiones y / o confesiones. Pero las verdaderas
intenciones de China y Rusia se revelaron cuando,
exasperadas por la resistencia y el desafío de Irán,
optaron por imponer severas sanciones a ese país. El
cuarteto no se preocupó por mantener la farsa. El tema de
las armas nucleares sólo fue una pantalla de humo para engañar
al mundo ante la inminente implosión financiera.
La
desclasificación por China tiene que verse como lo que es,
una seria advertencia de que se acerca el fin. Hay que bajar
el telón sobre la farsa.
Otra
señal de que se acerca el fin fue cuando el Banco de Pagos
Internacionales (BIS) cambió al oro como garantía para un
crédito extendido a un fondo soberano (con gran
probabilidad Portugal) a través de entidades comerciales.
El oro, considerado otrora una “reliquia primitiva” ha
vuelto a estar de modo en cambios de moneda. ¿Quién lo
hubiera imaginado hace unos meses? En cierto sentido, hemos
vuelto al punto de partida. En 1971, Nixon suspendió la
convertibilidad del dólar de EE.UU. Hoy, el BIS ha dado los
primeros pasos para devolver al oro al lugar que le
corresponde.
No
importa cuánto traten los banqueros centrales y China de
impedir que reviente la burbuja de la deuda soberana, no lo
lograrán.
Tarde
o temprano, China tendrá que tomar la decisión del Siglo
XXI –deshacerse del dólar y permitir que las economías
globales sufran severo dolor a corto plazo, durante cinco o
diez años, o cometer suicidio masivo junto con EE.UU., el
Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia y Japón.
China
es actualmente el único país que puede sobrevivir a la próxima
devastación financiera con el menor dolor, ya que le será
relativamente fácil transformar su economía impulsada por
la exportación a otra basada en el interior –aprovechando
el ilimitado potencial de sus 1.500 millones de habitantes.
China puede hacer en un breve año, tal vez en un máximo de
dos, lo que para otras economías desarrolladas significaría
una tarea de una generación.
Un
aumento marginal en el poder de compra de sus ciudadanos
absorbería toda la disminución en los mercados de
exportación.
El
hecho de que el yuan esté apuntalando al dólar significa
que el yuan y no el dólar es la moneda indiscutida de
reserva global. Si China reevalúa drásticamente el yuan,
todas las monedas sin cobertura se orientarían hacia una caída
libre descontrolada.
No
seamos ingenuos y no nos engañemos. Es pura pantomima que
EE.UU. pida a China que reevalúe el yuan y que China se
resista a una reevaluación. Este juego de tira y afloja
monetario es una pantalla de humo para dar crédito al hecho
de que el dólar no es basura sino AA, aunque haya bajado un
punto desde AAA.
El
hecho de que tantos economistas entrenados en Occidente no
hayan encarado o sacado a la luz este tema sólo puede
significar dos cosas, o son verdaderamente ignorantes o
forman parte de esta gran farsa, echándonos humo a los
ojos.
Sea
paciente. Invierta en oro. ¡Prepárese para el Acto II del
Apocalipsis financiero!
(*)
Matthias Chang es malasio. Es abogado de 32 años y fue
secretario político del cuarto Primer Ministro de Malasia,
Tun Dr. Mahathir Mohamad. Es autor de tres libros: “Future
Fast Forward”, “Brainwashed for War”, “Programmed to
Kill”, publicados en EE.UU. y en Malasia. Reside en Kuala
Lumpur, Malasia. Para contactos escriba a
matthiaswenchieh@gmail.com.