Estados Unidos

La gran tenaza

Por Juan Gelman
Boletín Entorno Año 8 Nº 64, 12/08/10

La retirada de tropas de Irak sólo reducirá el número de las que combaten en los dos países de 177.000 a 146.000 en septiembre, menos del 20%.

EE.UU. no renuncia al sueño de un imperio ganado a fuerza militar. Obama anunció con pífanos y tambores la vuelta a casa de una buena parte de los efectivos que combaten en Irak, pero a no pocos les tocará volver a Afganistán. Las cosas andan mal por allí, aumenta el número de bajas y la opinión pública estadounidense se cansa cada vez más de la guerra: una encuesta reciente de USA Today/Gallup revela que el apoyo en la materia descendió al 36 por ciento del 48 por ciento registrado en febrero Por lo demás, de hecho y según datos oficiales, la retirada de tropas de Irak sólo reducirá el número de las que combaten en los dos países de 177.000 a 146.000 en septiembre, menos del 20 por ciento Y no hay fanfarria que valga.

Transcurre en forma menos estruendosa el armado de la tenaza con la que EE.UU. y su séquito de la OTAN se propone anular a Rusia y China. Obama y Robert Gates, el jefe del Pentágono, declararon en septiembre del 2009 que el plan Bush del escudo antimisiles sería sustituido por un sistema más vasto geográficamente, cuyo objetivo último es abarcar a toda Europa -menos a Rusia y Belorús, naturalmente- completando así el cerco que el Kremlin contempla con el ceño fruncido. Un mes antes trascendió que el gobierno Obama se inclinaba por la posibilidad de un despliegue antimisil en los Balcanes, Israel y Turquía. En febrero de este año fue concertada la ampliación del escudo mediante bases en Bulgaria y Rumania. El Pentágono ha instalado ya una batería de misiles Patriot en el este de Polonia a pocos kilómetros de la frontera rusa. Unos cien efectivos del ejército estadounidense se estacionan muy cerca de Kaliningrado.

La base rumana tiene un relieve particular para el gobierno israelí. Su viceministro de Defensa, Matan Vilnaí, no ocultó su dicha: "Volamos a Rumania, así que podemos operar bien adentro de los países árabes vecinos". Y por primera vez en la historia de Israel, tropas extranjeras -estadounidenses, claro- se estacionan por un largo período en su territorio para maniobras conjuntas de capacitación en el uso de antimisiles y el manejo de un radar del escudo basado en su territorio desde el 2008.

EE.UU. también ha extendido la instalación de baterías de Patriot en el Golfo Pérsico y emplazará otros equipos de tecnología avanzada en los países árabes -amigos- del Golfo. Cabe señalar que la capital de Israel y la de Irán están separadas por unos 1600 kilómetros, distancia que los misiles instalados en territorio israelí superan con creces. Y pueden alcanzar, además, el área oriental y casi toda la del sur de Rusia, donde se concentran sus fuerzas misilísticas. Una casualidad es una casualidad.

El primer blanco para Israel es Irán. Tel Aviv confía en que una vez que comience a bombardearlo, Teherán no dejará de responder y Washington intervendrá con todo su poderío en la nueva guerra. El lobby estadounidense pro-israelí ha iniciado una campaña para que la Cámara de Representantes apruebe el proyecto de resolución 1553 que convalida esa agresión. Su párrafo 4 es muy claro: "Expresa (la Cámara de Representantes) su apoyo al derecho de Israel a emplear todos los medios necesarios para enfrentar y eliminar la amenaza nuclear de Irán, defender la soberanía israelí y proteger las vidas y la seguridad del pueblo israelí, incluido el uso de la fuerza militar si no se encontrara una solución pacífica en un tiempo razonable". Para el lobby pareciera que el "tiempo razonable" se agotó.

La Casa Blanca está negociando el establecimiento de otra base terrestre de radar en Bulgaria o Turquía, pero esto no significa que abandone al resto del planeta. Obama visitará la India en noviembre próximo y espera vender armas a la segunda nación más habitada del mundo. Si el acuerdo se firma durante la visita del mandatario, EE.UU. desplazará a Rusia como el mayor abastecedor de armamento a Nueva Delhi y, además, ayudará a la India a encarar el ascenso de China. El valor de la compra podría ascender a más de 10 mil millones de dólares, según el diario chino Global Times. Las tensiones Washington/ Beijing se agravaron a comienzos de este año, cuando la Casa Blanca confirmó que proveía a Taiwán de 200 misiles Patriot.

El argumento de que el escudo antimisil es necesario para defender a EE.UU. y Europa de los cohetes iraníes y coreanos es inquilino del ridículo: ni Irán ni Corea del Norte los tienen de semejante alcance. Tal escudo es otro aspecto de la militarización del espacio que la Casa Blanca alimenta en su persecución de energéticos ajenos. Está enfrente la posibilidad de que sus intervenciones bélicas se prolonguen muchos años todavía y no es descartable el peligro de una guerra nuclear.


Bajas silenciosas

Por Juan Gelman
Bitácora, 12/08/10

Se producen en soledad y secreto entre los efectivos estadounidenses que combaten o combatieron en las guerras que W. Bush lanzó y Barack Obama continúa. Junio fue el mes más cruel: se suicidaron 32 soldados, un número superior al de cualquier mes de la guerra de Vietnam. Once no estaban en actividad y siete de los restantes cumplían servicio en Irak y/o Afganistán. Son cifras oficiales (www.defense.gov, 15-7-10). En el 2009 segaron su propia vida 245 efectivos y la cifra se superaría este año: 145 se suicidaron en el primer semestre y 1713 lo intentaron sin éxito. La tasa es más alta que la correspondiente a la población civil de EE.UU.

El militar Tim Embree testimonió el 25 de febrero ante la Comisión de Asuntos relativos a los Veteranos de la Cámara de Representantes. Declaró en nombre de los 180.000 asociados de Veteranos Estadounidenses de Irak y Afganistán (IAVA, por sus siglas en inglés), países a los que fue enviado a combatir dos veces. "El año pasado se quitaron la vida con sus propias manos más efectivos de los que cayeron en combate en Afganistán -señaló-. La mayoría de nosotros conoce a un compañero que lo hizo al regresar a casa y los guarismos no incluyen siquiera a quienes se suicidan al terminar su servicio: están fuera del sistema y sus muertes suelen ser ignoradas" (//iava.org, 15-7-10). Tal vez no fueran seres humanos, apenas material desechable.

Embree recordó las cifras publicadas por el semanario Army Times, que divulga noticias del ejército y posibilidades de carrera en la institución: "18 veteranos se suicidan cada día y se registra un promedio mensual de 950 intentos suicidas entre veteranos que reciben del departamento federal correspondiente algún tipo de tratamiento (www.armytimes.com, 26-4-10)". Se trata de veteranos de todas las guerras que EE.UU. desató en tierras extranjeras y padecen, en general, de PTSD. Antes se lo llamaba neurosis de guerra o fatiga de combate o shock y aun otros nombres. El PTSD los reúne a todos.

La publicación mensual Archives of General Psychiatry dio a conocer una investigación independiente sobre 18.300 soldados examinados a los tres meses y al año de ser enviados a Irak: del 20 al 30 por ciento sufrían de PTSD y una depresión profunda agobiaba al 16 por ciento (//archpsyc.amaassn.org, junio de 2010). Se explica la dificultad de los veteranos para reintegrarse a la vida civil, la violencia hogareña que protagonizan, los matrimonios rotos, la drogadicción y los suicidios. A fines del 2009, según cifras del Departamento de Veteranos del gobierno, más de 537 mil de los 2,04 millones que sirvieron en Irak y Afganistán pidieron atención médica (www.ptsd.va.gov, febrero 2010).

La dificultad se agrava porque regresan a un país con un desempleo cada vez mayor.

Según una investigación de la IAVA, el 14,7 de los veteranos son desocupados, un 5 por ciento superior al promedio nacional (//iava.org, 2-4-10). Aumenta así el número de los que han perdido su vivienda. Un informe de la National Coalition for the Homeless indica que el 33 por ciento vive a la intemperie y que un millón y medio corre el riesgo de quedarse sin techo debido a la pobreza y la falta de apoyo oficial (www.nchv.org, septiembre 2009). Están ausentes de estas cifras los veteranos físicamente incapacitados para buscar y mantener un trabajo.

Kevin y George Lucey, padres de un soldado que se quitó la vida, contaron una de las tantas historias que los números ocultan. El 22 de junio del 2004, su hijo Jeff, de 23 años, se colgó en el sótano de la casa (www.democracynow.org, 9-8-10). Era cabo del cuerpo de marines y había regresado de Irak en julio del año anterior. La madre relató que al mes de participar en la invasión enviaba cartas a su novia en las que hablaba de las "cosas inmorales" que él estaba haciendo. Una vez en el hogar, Jeff comenzó a soltar frases inconexas sobre Nasiriya, la ciudad al sudeste de Bagdad en la que tuvo lugar la primera gran batalla de los invasores contra el ejército regular iraquí. Un día recibió a su hermana Amy con lágrimas en los ojos diciéndole que era un asesino. Antes de suicidarse, dejó sobre su cama las chapas de identificación de dos efectivos iraquíes que había matado aunque no portaban armas. Jeff solía mirarlas con frecuencia.

Los psiquiatras y psicólogos militares carecen de conocimientos para enfrentar estas dolencias. Mark Russel, comandante de la Marina especializado en enfermedades mentales, descubrió que el 90 por ciento del personal que cumple esas funciones no tiene la formación necesaria para atender el PTSD. Se limita a prescribir drogas como el Paxil, el Prozac o el Neurontin, que acentúan y hasta producen los síntomas, y a devolver a los soldados a sus unidades (www.usatoday, 17-1-07).

El lunes pasado, el presidente Obama declaró ante una convención de veteranos discapacitados en Atlanta que su gobierno estaba haciendo los máximos esfuerzos para prevenir el suicidio y otras consecuencias del PTSD. Para el padre de Jeff, eso es pura hipocresía.