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Acto
del Tea Party en Madison, Wisconsin: protestan contra la
"esclavitud de los blancos", bajo el gobierno del negro
Obama |
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De
momento habría muchas cosas que decir si nuestro objetivo
es realizar una disección del movimiento político más de
coyuntura en los Estados Unidos. Una parte de ellas ya han
sido escritas por Claudio Testa en “Crisis mundial: la
recaída es un hecho: EEUU vuelve a tambalearse”[i].Ahora
bien, en la última semana han sucedido al menos dos
acontecimientos relativos a USA que merecen ser analizados:
uno, la forma en cómo los candidatos Tea
Party de la extrema derecha gringa se han salido del
“canasto repúblicano”; dos, la publicación de los más
recientes datos gubernamentales sobre los índices de
pobreza.
La
matriz general en que ambos fenómenos sociopolíticos toman
forma y contenido es, claro está, la crisis económica. Y
acá por un momento quisiera hacer recordar a los lectores
unas pocas ideas desarrolladas por Testa en el artículo
mencionado.
Parece
ser que estamos frente a la segunda etapa de una crisis en
forma W, esto significa que posterior a la aparente
“recuperación” estimulada por los bailout
federales, estamos frente a una nueva paralización del
movimiento económico, de la cual uno de sus rasgos
esenciales son sus nefastas consecuencias sociales.
Es
decir, este segundo movimiento de la crisis (cual sinfonía
monstruosa) ha dejado desnudas las crudas consecuencias en
la gente de a pie. ¡Estamos frente la monumental
cifra de 40 millones de pobres, alrededor del 15% de la
población, en el país central del capitalismo! Siempre es
importante añadir que estas cifras no cuentan inmigrantes
ilegales y otras variables importantes, por lo que fácilmente
los números pueden ser más altos.
Y
las consecuencias materiales de la crisis en sectores como
la “clase media” –pequeña burguesía
norteamericana– ha hecho proliferar los peores atributos
sociológicos que componen a este sector de clase–. La
manifestación más evidente de esta dinámica han sido los
famosos Tea Parties.
Bautizados
así en honor de uno de los episodios de resistencia anti
británica durante el siglo XVIII que componen parte de la
mitología identitaria gringa, los Tea
Parties son formaciones políticas, en principio espontáneas,
de carácter populista conservador con un discurso de
extrema derecha que oscila desde el supremacismo blanco
hasta “el fin del mundo” y la necesidad de recortar la
injerencia estatal en la economía.
Evidentemente,
estas concepciones conservadoras encontraron eco en un
Partido Repúblicano maltrecho por la derrota sufrida en la
presidenciales del 2008 donde fueron relegados a minoría en
todas las instancias políticas decisivas del Estado
norteamericano.
Como
una forma de encontrar nuevo oxígeno político, los repúblicanos
decidieron apoyar –en ocasiones explícitamente, en otras
de manera más solapada– el crecimiento de estas
organizaciones. ¡Y el crecimiento ha sido exponencial!
Hace
aproximadamente unas tres semanas, Glenn Beck –el
cuasi–fascista conductor de un programa de televisión en
Fox News– logró realizar un rally en Washington que convocó a una blanca cantidad de 500 mil asistentes, en su mayoría
participantes dentro de los Tea
Parties. Muchas oraciones se elevaron durante el evento
solicitando fuerza celestial para detener la destrucción de
su bendecida “América” amenazada por negros en el
poder, por latinos ilegales en las fronteras y otros
similares, como los musulmanes.
Ahora,
¿qué es lo que no está funcionando para los republicanos?
Sencillo, que los seguidores del movimiento Tea
Party están sobrepasando y poniendo mucha presión
a las estructuras del Partido Repúblicano.
Es
decir, los republicanos permitieron que dentro de su
organización creciera otra organización. Ahora esta
nueva entidad política está reclamando su propio
espacio.
Así,
durante las primarias republicanas realizadas la semana
anterior en Delaware, Maryland, Massachusetts, New Hampshire, Nueva
York, Rhode Island y Wisconsin, los candidatos oficiales del
establishment repúblicano
perdieron dos de ellas: en Nueva York y Delaware. A esto
habría que sumarle dos derrotas previas en Alaska y Utah,
así como la posibilidad de una derrota aún no verificada
en New Hampshire.
Uno de los peligros políticos para los republicanos,
que los analistas de los medios de comunicación burguesa de
este país han observado en este movimiento invasivo
por parte de los Tea
Parties, es que el discurso ultra derechista de estos
candidatos lejos de acercar a los electores y posibilitar un
recambio repúblicano en el Senado o Cámara de
Representantes produzca un rechazo por la impotabilidad de sus posiciones.
Mi criterio es que esto es una posibilidad objetiva,
pero a la vez parece no tomar en cuenta otro factor central:
estos candidatos son candidatos en la medida que hay un movimiento
de base que los respalda. En otras palabras, no han
surgido de una nada individual y voluntarista, sino que dan
cuenta de un fenómeno político que corresponde, a lo que
señaláramos, como la reacción de un sector de clase
norteamericano frente a los efectos brutales de la crisis.
Por eso, sobre la base de estas consideraciones, es una
posibilidad que durante las elecciones legislativas de
noviembre veamos demócratas perdiendo escaños en manos de
los candidatos
Tea Party.
Uno de los casos más sonados en esta pérdida de
candidaturas ha sido el caso de Delaware donde Christine
O'Donnell, una católica fundamentalista, logró
arrebatarle la candidatura a Mike Castle, un veterano y
popular miembro del Partido Republicano, por 53,1% de los
votos contra 46,9%.
Vale la pena graficar a nuestros lectores algunos de
los rasgos psicológicos de esta peculiar
candidata Tea Party.
Tiene 41 años y creció en New Jersey. Durante la década
de los noventas trabajó de manera constante dentro de un
movimiento de moralidad sexual que preconizaba la
abstinencia sexual, así como la negación de la masturbación
por considerarla una forma de adulterio. Todo parece indicar
que estas concepciones aún la acompañan.
El año pasado. reportó ingresos anuales que rondan
los $5.800 lo que la colocaría a la mitad de la tasa
federal para medir los índices de pobreza, pues ésta se
encuentra en los $10.800, lo que parece indicar que ha
vivido y pagado sus necesidades básicas con dinero de los
contribuyentes a su campaña (algo categorizado como delito
en este país). Está en contra de inversiones federales
relativas a investigación en células madre, está contra
del aborto aun en casos de violación y aboga por fuertes
penalizaciones de quienes contraten inmigrantes ilegales.
Incluso ha cuestionado la importancia de investigaciones médicas
sobre el SIDA.
Los
datos de pobreza
Habiendo caracterizado brevemente algunos elementos de
la psicología Tea
Partie conviene acercarse al segundo elemento que nos
propusimos abordar: los últimos datos federales relativos a
las tasas de pobreza. Fue precisamente en el transcurso de
esta semana que han sido publicados algunos de los datos
relativos a la pobreza recabados por el censo nacional del
segundo trimestre de 2009.
Cómo señalásemos arriba el índice de pobreza se
encuentra en el 14.3% lo que equivale a cuarenta millones de
personas con ingresos inferiores a los $10 800 anuales. Este
porcentaje es el más alto desde 1994 e implica un aumento
de 4 millones de personas en esta condición. En relación a
las personas menores de 18 años, una de cada 5, vive por
debajo de la línea de pobreza. A su vez, el porcentaje de
personas sin ningún tipo de cobertura médica aumentó en 5
millones desde el 2009, lo que significa 51 millones de
personas sin acceso a servicios médicos. En otras palabras:
¡La totalidad de la población pobre del país puede morir
de padecimientos médicos sin que el Estado tenga, de
momento, ningún mecanismo de cobertura que ofrecer![ii]
Sin lugar a dudas el panorama es estremecedor para la
administración Obama. Por un lado los factores objetivos propios de la crisis parecen seguir introduciendo
una inestabilidad importantísima dentro del edificio político
de los Estados Unidos y las medidas implementadas por el
gobierno federal parecen ser a todas luz insuficientes para
detener el avance de la pobreza y de tasas de desempleo
alrededor del 10%. Por otro lado, las respuestas subjetivas de sectores importantes de clase del país
amenazan con ocupar lugares estratégicos dentro de las
instituciones políticas fundamentales del país, como lo
son las dos cámaras legislativas.
Dos preguntas quedan pendientes de resolver: ¿Qué
rumbo tomará el destino político de Obama en las
elecciones legislativas de noviembre? Y claro, ¿Qué pasa
con la clase trabajadora norteamericana? Frente a la
pregunta de qué destino debe tomar la política gringa, al
menos la candidata O'Donnell parece tener una propuesta:
nadie se masturbe más…
[i] .–
www.mas.org.ar/periodicos_2010/per_181_al_190/per_184/100901_08y09_crisismundial.htm
[ii] Somos concientes del Health
Care
Bill de Obama, pero su falta de implementación de
ésta, así como sus alcances limitadísimos parecen no
ofrecer ningún tipo de solución real al problema.