A pesar de las apariencias, el
electorado estadounidense no dio un giro a la derecha en las
elecciones intermedias, sino que principalmente expresó su
repudio al manejo del país por la cúpula política y su
desaprobación a demócratas y republicanos.
Nueva York, 3 de noviembre.– Sólo
una minoría de votantes (aproximadamente 40 por ciento)
acudió a las urnas; los sectores de mayor edad y
conservadores otorgaron un triunfo a los republicanos,
mientras que las bases más jóvenes y de color, que fueron
claves en los triunfos del presidente Barack Obama y los demócratas,
participaron en índices muy reducidos. Esto resultó en que
los republicanos lograron cosechar un triunfo electoral con
base en este desencanto generalizado.
Los republicanos conquistaron el
control de la Cámara de Representantes al añadir por lo
menos 60 escaños más (el triunfo numérico más grande
desde 1948), elevaron su número en el Senado en seis más
(no alcanzaran los 10 que necesitaban para obtener la mayoría),
y obtuvieron el control de por lo menos ocho gubernaturas más
(ahora tendrán la mayoría de las 50 gubernaturas). Aún
están pendientes los resultados en algunas contiendas en
varios puntos del país, por lo que no hay totales finales.
La elección también logró establecer un nuevo récord
como la intermedia más cara en la historia del país.
Los resultados de última hora son:
para la cámara baja 239 republicanos y 185 demócratas (se
requiere por lo menos 218 para ser mayoría), 11 aún no están
definidos; en el Senado 52 demócratas contra 46
republicanos y dos por determinarse; y 29 gubernaturas
republicanas por 15 demócratas, una de un independiente, y
cinco por determinarse.
El presidente Barack Obama declaró hoy
que los votantes “han expresado gran frustración debido a
que no hemos logrado avanzar lo suficiente en la economía”.
Agregó que el mensaje del electorado es que se necesita más
trabajo conjunto, “tenemos que buscar terreno común”,
aunque reconoció que “no será fácil”.
En conferencia de prensa en la Casa
Blanca reconoció las dimensiones de la derrota, pero
insistió en defender sus logros, al reiterar que se evitó
una segunda Gran Depresión y se estabilizó la economía,
aunque admitió que “hay gente en Estados Unidos que no ha
sentido ese progreso”. En una especie de mea culpa, Obama
declaró en este contexto: “creo que tengo que asumir la
responsabilidad directa, por el hecho de que no hemos
logrado el progreso que se requiere”.
El representante John Boehner, próximo
presidente de la cámara baja, y el senador Mitch McConnell,
líder de la minoría republicana en el Senado, declararon
hoy que están dispuestos a trabajar con Obama, siempre y
cuando el presidente se apegue a lo que insistieron fue el
mensaje del “pueblo”: reducir el gasto y el tamaño del
gobierno, reducir impuestos y revertir parte de la reforma
de salud, entre otras cosas. “Estamos determinados a
frenar la agenda que los estadounidenses han rechazado.
Trabajaremos con la administración cuando estén de acuerdo
con el pueblo, y los confrontaremos cuando no”, afirmó
McConnell.
Pero según las encuestas a boca de
urna, los votantes no expresaron ninguna preferencia de un
partido sobre otro. De hecho, la mayoría reprobó a ambos
con una opinión desfavorable casi igual (entre 52 y 53)
hacia republicanos y demócratas.
El Pew Research Center concluyó al
analizar estos sondeos, que “el resultado de la elección
de este año representó un repudio al statu quo, en lugar
de un voto de confianza al Partido Republicano o una
afirmación de apoyo a sus políticas”.
La elección fue determinada por un
incremento de participación de votantes conservadores
blancos, sobre todo los de mayor edad (de 32 por ciento en
las pasadas intermedias de 2006, a 41 por ciento este año),
junto con más votantes independientes que votaron a favor
de los republicanos que en los últimos dos ciclos
electorales. Un 23 por ciento del voto fue de mayores de 65
años (en 2008 sólo fueron 16 por ciento del voto total).
Los blancos fueron 78 por ciento del voto, comparado con 74
por ciento en 2008.
A la vez, con una mayoría de votantes
que desaprueba la gestión de Obama y preocupados de que sus
políticas no ayudarán al país a largo plazo, y un
pronunciado nivel de desencanto de que no se ha realizado el
“cambio” que prometió, la base electoral que lo llevó
a la Casa Blanca y consolidó el control demócrata del
Congreso se fragmentó este año.
Los jóvenes, votantes de entre 18 y 29
años, sólo fueron 11 por ciento de los participantes este
año, un desplome de 18 por ciento que participó en 2008
–y que fueron un factor clave en el triunfo de Obama–,
lo que marca el nivel más bajo en dos décadas. Otros
sectores claves que redujeron su participación fueron los
latinos, que representaron 8 por ciento de voto emitido (en
2008 fue 9 por ciento), y los afroestadounidenses que en
esta ocasión llegó a sólo 10 por ciento del total
comparado con el 13 por ciento hace dos años).
Los políticos de ambos lados continuarán
con su afirmación de que representan la voluntad del
pueblo, competencia que durará de aquí hasta la contienda
presidencia de 2012. Los dos partidos disputarán quién es
el mensajero del pueblo y representa sus mejores intereses,
pero en los sondeos del día electoral, como en encuestas de
estas últimas semanas, no se expresó una preferencia por
los políticos ni por políticas en particular. De hecho, el
único mensaje popular registrado fue que la economía es la
mayor preocupación y que una abrumadora mayoría desaprueba
al Congreso y a la cúpula política en general.
En suma, no hay un mensaje coherente más
allá de un hartazgo y falta de confianza en el gobierno,
del partido que sea, y tampoco hubo consenso sobre qué
dirección o políticas se favorecen.
Pero el hecho que los republicanos, y
dentro de ellos, el nuevo poder del movimiento
ultraconservador Tea Party, hayan triunfado electoralmente,
sí tendrá implicaciones severas en este país. Y ya hay
consecuencias. Hoy, Obama descartó su iniciativa para
reducir los gases que contribuyen al calentamiento climático.
Se espera que habrá más concesiones en los próximos días,
como en torno a los impuestos sobre los más ricos del país.
Y los republicanos ya han anunciado que buscarán
desmantelar en todo lo posible la reforma de salud
promulgada por Obama.
“Éxito” en debate
sobre mariguana
Aunque la Proposición 19 en
California, iniciativa para legalizar la mariguana, fue
derrotada, sus promotores calificaron como un éxito el
hecho de que ganó un 46 por ciento del voto, el nivel más
alto para cualquier iniciativa estatal para la legalización
hasta la fecha. Ethan Nadelmann, director del Drug Policy
Alliance y uno de los principales estrategas de estas
iniciativas, declaró hoy que sólo el hecho de que se
realizó un voto sobre esta medida es un triunfo, ya que con
ello “elevó y legitimó el debate nacional sobre la
legalización”. Los promotores subrayaron que esto sólo
marca el inicio de un mayor esfuerzo para promover el fin de
las políticas de prohibición en varias partes de Estados
Unidos.