El 3 de diciembre de 2010 se
anuncia que el paro y el subempleo en los Estados Unidos se mantienen muy por
encima de los niveles establecidos antes de la recesión, que técnicamente
acabó hace un año. En noviembre de 2010, según las últimas cifras
proporcionadas por el Bureau of Labor Statistics, el paro se sitúa en el
9,8%, contra un 9,6% en octubre. Desde hace 19 meses, el paro no ha bajado de
la barrera del 9%. Todo un récord. Y los analistas preven que se mantendrá
por encima de esa cifra durante todo el año 2011.
La tasa de empleo (la proporción
de personas que disponen de un empleo entre las personas en edad de trabajar)
alcanza el 64,5% (66% antes de la recesión). De ello se deduce que el aumento
del paro en noviembre no se debe a la insuficiencia de creación de empleos
para hacer frente al aumento de la población, sino a la pérdida de empleo o
a la imposibilidad de encontrar un trabajo a tiempo completo (con los efectos
negativos en el salario semanal). Los nuevos empleos se crean en los
servicios. La industria manufacturera pierde empleos.
La tasa de subempleo –que
incluye no sólo a los parados y paradas registrados, sino a quienes han
renunciado a buscar un empleo, o que tienen un empleo forzado a tiempo parcial
(sin contar a quienes deben aceptar un empleo que no corresponde a su
cualificación) se eleva al 17%. Dicho de otra manera, 26,6 millones de
trabajadores y trabajadoras se encontraban en el paro o en situación de
subempleo. El "mercado de trabajo" cuenta con 7,4 millones de
asalariados/as menos que antes de la recesión. Y los subsidios de desempleo,
prolongados en el tiempo, van a terminar para unos 2 millones de
asalariados/as, si el gobierno no interviene. Un golpe para decenas de
millares de familias que atraviesan la crisis más prolongada desde los años
1930.
Son algunos elementos de
actualidad que constituyen una parte del trasfondo del análisis de Lance
Selfa, militante de la International Socialist Organization (ISO) y redactor
del Socialist Worker (Redacción de La Breche)
¿Ha girado
Estados Unidos a la derecha?
Los medios de comunicación han
proclamado que la victoria de los republicanos en las elecciones del 2 de
noviembre de 2010 ha sido un triunfo del Tea Party. Pero las encuestas
muestran que las ideas de los ciudadanos no reflejan las posiciones de extrema
derecha del Tea Party.
No era necesario conocer los
resultados exactos de las elecciones del midterm1 para saber los análisis que
iban a hacer los medios de comunicación y los consejos que iban a dar al
presidente Barack Obama y a los demócratas, sin que hiciera falta preguntárselo.
Para comenzar, dirían que las
elecciones prueban que los Estados Unidos son un país de "centro
derecha". Después dirían que Obama y los demócratas tienen que
desplazarse hacia el "centro" (traducción: hacia la derecha) si
quieren conservar una esperanza de viabilidad política en el futuro.
Precisos como un reloj, los
medios de comunicación dijeron exactamente eso. Dan Balz, del Washington
Post, comentando la conferencia de prensa de Obama del 3 de noviembre, cuando
el presidente recitó su mea culpa, escribió que el presidente se resistía
"al parecer, a reconocer que había ido demasiado a la izquierda para
gran número de sus electores que habían creído, cuando se presentó en
2008, que era un centrista".
Por su parte, Peter Baker, del
New York Times, disertando sobre el significado profundo de estas elecciones,
se preguntaba: "¿Es el retroceso del péndulo, natural e inevitable en
un momento de angustia económica, o más bien es el repudio a un gobierno
activista y gastador?". Por lo que parece, la mayor parte de los
editorialistas ya habían escogido de antemano esta segunda explicación.
Obama no les ha llevado la
contraria. Su conferencia de prensa fue una demostración patética del
retroceso respecto a posiciones que había mantenido desde hacía tiempo, así
como de ofertas de colaboración con unos republicanos que se le oponen de
todas las maneras, haga lo que haga. Obama declaró: "Pienso que la gente
ha comenzado a observar más de cerca y ha tenido la impresión de que el
gobierno entraba en sus vidas de forma más intrusiva de lo que estaba
acostumbrada... Creíamos que esto era necesario, paro considero con simpatía
a la gente que ha visto esto y que ha dicho que el gobierno iba potencialmente
demasiado lejos".
El propio Presidente de los
Estados Unidos lo dice: la mayor parte de la gente en los Estados Unidos
desconfía del gobierno y está profundamente preocupada por el déficit.
Si el argumento se niega a
desaparecer es porque está asociado a poderosos intereses. Proporciona una
justificación aparentemente "popular" a la élite política
bipartidista2, decidida a desplazar el centro de gravedad política hacia la
derecha. ¿No véis que sólo están cumpliendo la voluntad del pueblo
americano?
La realidad es que los votos
recibidos por los republicanos en estas elecciones de 2010 fueron sobre todo
una desaprobación de la incapacidad de los demócratas para afrontar los
desafíos de la crisis económica. En los meses anteriores a las elecciones,
los sondeos de opinión mostraron una y otra vez que las únicas fuerzas políticas
aún más impopulares que Obama y los demócratas del Congeso eran los
republicanos y el Tea Party.
El apoyo que han logrado obtener
los republicanos, lo han obtenido a pesar de sus posiciones sobre las
cuestiones en juego, no gracias a ellas. El electorado de estas elecciones del
midterm ha sido mucho más conservador que el mucho más numeroso electorado
de las elecciones presidenciales de 2008. Sin embargo, los sondeos a la salida
de los colegios electorales revelan que a la hora de saber si hay que anular,
mantener o mejorar la reforma del seguro de enfermedad, el electorado está
dividido exactamente al 50/50. Y una mayoría del 52% contra el 39% de
electores se declara favorable a abolir las reducciones de impuestos a los
ricos que había sido aprobadas por George W. Bush.
Además, mientras el 39% de
electores respondía que el gobierno debía priorizar la reducción del déficit,
un37% declaraba que el gobierno debía gastar más en crear empleos. Aunque el
electorado manifestase una extrema hostilidad a los demócratas y a Obama, sin
embargo se inclinaba a acusar de la crisis económica a Wall Street y a Bush,
más que culpar a Obama.
Los resultados de estos sondeos
a la salida de los colegios electorales provienen de una muestra de gente que
es más conservadora que el conjunto de los habitantes de Estados Unidos. Esto
se puede ver en los sondeos de opinión de los meses anteriores a las
elecciones, que mostraron la "falta de entusiasmo" que debilitó la
participación electoral de demócratas y de liberales3, mientras por su parte
la base republicana se movilizaba. La diferencia en los sondeos entre
electores inscritos en las listas electorales y "electores que
probablemente irán a votar" era tan grande que, en algunas
circunscripciones decisivas, una corta mayoría demócrata se convirtió en
una victoria republicana.
La mayor participación
electoral de los electores conservadores republicanos jugó sin duda un papel
central en la victoria de posiciones de extrema derecha en varios referéndums,
como el que abolió la "affirmative action"4 en Arizona o el que
derrotó la proposición de legalizar la marihuana en California. En Iowa, los
tres jueces de la Corte Suprema del Estado que se habían pronunciado a favor
de la igualdad ante el matrimonio fueron revocados por referéndum tras una
rabiosa campaña de la National Organization for Marriage.
Unas elecciones es una de las
maneras de oir la opinión del público, pero como instrumento de medida
resulta de hecho muy tosco. Esto vale también para gran número de encuestas
de opinión cuyas respuestas quedan difuminadas por la opción que ofrece el
redactado de las preguntas.
Por ejemplo, si se observan los
sondeos "a favor/en contra" de la ley sobre el seguro de enfermedad,
votado por la mayoría demócrata a comienzos de este año, se puede constatar
que entre las personas entrevistadas, los opositores son mucho más numerosos
que quienes se declaran a favor. Pero cuando se analiza bajo la superficie,
resulta que una persona de cada cinco se opone a la ley porque no va lo
suficientemente lejos en la reforma del sistema de seguro de enfermedad. Y por
tanto, si se añaden estas personas que quieren una verdadera reforma del
sistema de salud a quienes aprueban la ley, la pretendida mayoría
conservadora opuesta a la reforma se convierte en una minoría.
De forma análoga, en el tema de
la inmigración, una mayoría responde que está a favor de la ley racista SB
1070 en Arizona (control por la apariencia física de los inmigrantes
procedentes de América Latina). Pero una mayoría de los jóvenes de menos de
30 años está contra esta ley. Y es más, una mayoría de las personas que
declaran apoyar esta ley se declaran favorables a "una vía para la
ciudadanía" de los inmigrantes que han vivido y trabajado en el país
desde hace años. Pero esto es justamente lo contrario a la posición de
extrema derecha sobre la inmigración.
En otras palabras, el problema
no es una población monolíticamente conservadora, sino un sistema político
defectuoso que es capaz de movilizar el apoyo necesario para golpear a los
imigrantes y recortar los "derechos sociales", aunque no lo es para
movilizar la voluntad política de crear un verdadero programa nacional de
salud.
No esperen encontrar este análisis
en los grandes medios de comunicación. Están demasiado contentos proclamando
la victoria republicana como un triunfo del fenómeno del Tea Party. El Tea
Party, partiendo de una colección heteróclita de grupos locales, se ha
convertido en una fuerza nacional en el seno del Partido republicano, gracias
a los millones de dólares de financiación por empresas, gracias a la ayuda
de la élite dominante entre los republicanos, y gracias a Fox News5 que es su
brazo armado en los medios de comunicación.
Pero las opiniones del público
no reflejan la oposición del Tea Party a los gastos gubernamentales o a los
programas sociales. Project Vote6, el instituto "liberal" de estímulo
a la inscripción en listas electorales y a la participación electoral,
escribe: "Pese a toda la retórica política de 2010, las encuestas
realizadas por las universidades y por los medios de comunicación, desde 2007
hasta hoy, muestran de forma repetida que la mayor parte de los electores
desean una protección por parte del gobierno contra la privación económica,
así como la continuación de los programas sociales centrales, como la
Seguridad social y Medicare, y los gastos para educación e
infraestructuras".
Los medios de comunicación no
han relatado –ni las empresan han financiado– las movilizaciones de masas
mucho mayores que las mayores concentraciones del Tea Party, desde las
manifestaciones a favor de la igualdad para LGBT (lesbianas, gays, bisexuales
y transexuales) en Washington DC en 2009, a las manifestaciones a favor de los
derechos de los inmigrantes, en Washington y en Arizona en 2010. Y cuando la
Concentración para restaurar el buen sentido y/o el miedo ("Rally to
Restore Sanity and/or Fear") promovida por los humoristas Jon Stewart y
Stephen Colbert, atrajo a muchísima gente, los comentaristas–vedettes de
los grandes medios se mostraron sorprendidos.
En realidad, existe en los
Estados Unidos una gran distancia entre las posiciones del establishment político,
que se desplaza hacia la derecha, y las opiniones de los simples ciudadanos.
Por ejemplo, alrededor de un 60%
de los habitantes de los Estados Unidos se oponen a la guerra en Afganistan, y
un portentaje aún mayor continúa oponiéndose a la guerra en Irak. Pero
estas opiniones no tienen ningún efecto sobre el apoyo bipartidista en
Washington a favor de estas dos guerras.
El sociólogo Charles Derber,
analizando un sondeo del Pew Center, en abril de 2010, sobre las posiciones
políticas en los Estados Unidos, lo resumió de esta manera: "Ante cada
cuestión importante, desde el apoyo al salario mínimo y a los sindicatos, la
preferencia por la diplomacia antes que el recurso a la fuerza, la profunda
preocupación por el medio ambiente, la convicción de que el big business
corrompe la democracia, el apoyo a los numerosos programas sociales, entre
ellos la Seguridad social y Medicare, la posición progresista se ha mantenido
fuerte y relativamente estable".
Vale la pena recordar también
que durante los últimos 18 meses, dos encuestas de opinión nacionales, una
de ellas del muy conservador Rasmussen Reports, han descubierto que en Estados
Unidos, aproximadamente una persona de cada tres tiene una opinión positiva
del "socialismo". Compárese este dato con el 18% que se declara
partidario del Tea Party en una encuesta sobre este movimiento, realizada por
el New York Times y CBS.
¿Quién habría pensado que en
"los Estados Unidos del centro–derecha", los partidarios
potenciales del socialismo superan a los partidarios del Tea Party en una
relación de dos a uno?
Los millones de personas de
Estados Unidos que desean un verdadero cambio, en los próximos dos años
tendrán el desafío de pelear por ello.
La estancada recuperación económica
va a seguir dejando en el paro a millones de asalariados. La crisis de las
hipotecas [subprime] continuará haciendo estragos, y también las dos
guerras. Apuntar a los inmigrantes y a los musulmanes como chivos expiatorios
es el último refugio de políticos y de incitadores al odio que no tienen
ninguna respuesta verdadera a la crisis que viven los simples ciudadanos. Y
durante este tiempo, el establishment bipartidista va a continuar imponiendo
la austeridad a trabajadoras y trabajadores.
No es por ello el momento de
lamentar los resultados de las elecciones. Sino el momento de movilizar y
organizar a la gente contra el programa de la austeridad y la designación de
chivos expiatorios.
Notas:
1.
En el ecuador del mandato presidencial de 4 años, la renovación de la Cámara
de Representantes y de un tercio del Senado y de unos 30 gobiernos de los
Estados.
2,
En los Estados Unidos,se llama "bipartidista" al conjunto de los dos
grandes partidos, demócrata y republicano.
3.
Liberal en los Estados Unidos equivale a decir de izquierda
4.
La "affirmative action" es un conjunto de distintos programas
oficiales aparecidos en los años 1970 orientados a animar y facilitar la
representación de las minorías, en particular de los negros, y el mestizaje
"racial" (el término se utiliza corrientemente en los Estados
Unidos), en las escuelas, las universidades, los empleos, las adjudicaciones
de compras por parte de las colectividades locales, etc.
5.
Cadena de televisión controlada por Rupert Murdoch.
6.
www.projectvote.org