Mientras escribimos esta nota
–domingo 24 de julio– las noticias que llegan desde
Washington, es que por enésima vez y acercándose
peligrosamente y casi sin retorno a la fecha tope del 2 de
agosto, han fracasado las negociaciones en el Congreso para
incrementar el techo de la deuda pública fijado por
ley en 14,5 billones de dólares (que representa el 100% del
PBI yankee). Si el gobierno federal no puede emitir más títulos
de deuda, EEUU corre el riesgo de entrar en cesación de
pagos (default).
No necesitamos subrayar que el default
de EEUU no sólo marcaría un hecho histórico, sino que
tendría repercusiones muy serias en la presente crisis del
capitalismo mundial.
Hagamos un poco de
historia: de donde venimos y adonde vamos
El año fiscal en EEUU va de octubre a
octubre, a diferencia de otros países. Las discusiones
sobre el presupuesto siempre comienzan, entonces, a mediados
de agosto. ¿De dónde sale, entonces, esta “fecha límite”
del 2 de agosto?.
Timothy Geithner, secretario del Tesoro
de USA (equivalente a “ministro de economía”), informó
el 16 de mayo que ya se había alcanzado el tope de los 14,2
billones de dólares de deuda pública federal. Añadió que
sólo mediante algunos artilugios contables estaban
garantizados los gastos estatales (fundamentalmente el pago
de pensiones) hasta el 2 de agosto. Después de esa fecha,
si no puede endeudarse más, subiendo el tope de los 14,2
billones, el estado entraría en cesación de pagos y
obligaciones.[1]
A partir de ese momento se ha iniciado
una maratónica marcha y contramarcha de negociaciones,
acuerdos y desacuerdos. Los republicanos, a cambio de
subir el tope, exigen un plan de reducción de gastos
que en el 2014 tenga como resultado una reducción de 4,5
billones de la deuda pública. Por su parte, Obama y los demócratas
han aceptado un plan de ajuste, pero a cambio de la
reducción de gastos reclaman un aumento de impuestos
a los que tienen ingresos superiores a 250.000 dólares al año
y que se amplíe de todos modos la posibilidad de emitir
más deuda.
Esto ha sido aprobado en el Senado.
Pero en la cámara de Representantes (diputados), donde los
republicanos son mayoría con John Boehner a la cabeza (jefe
de bancada y republicano moderado), han opuesto reparos en
especial al aumento de impuestos a los más ricos, que
según ellos retardaría la creación de empleo y la
recuperación económica.
Además de oponerse al aumento de
impuestos, exigen que los recortes se hagan principalmente
en la salud pública y otras prestaciones sociales que
brinda el Estado.
En la cámara de Representantes tiene
fuerte presencia el Tea Party, sector electo en las listas
del Partido Republicano pero que lleva posiciones propias,
aun más a la derecha que los republicanos tradicionales. Así,
Eric Cantor (representante republicano y portavoz del Tea
Party) se ha opuesto terminantemente a la propuesta que
viene del Senado, negándose a negociar en base a ella.[2]
Esta no es la primera vez que se
discute y negocia el techo de la deuda. El pragmatismo político
norteamericano indicaba que se cumpliría lo que la revista
inglesa The Economist llama la “Teoría del
Compromiso Inevitable”. En buen romance, que también
esta vez la sangre no llegaría al río. Como se piensa que
un default de EEUU es “inconcebible”, se supone que al
final las partes llegarán a un acuerdo, como sucedió otras
veces.
Al borde de un ataque de
nervios
Pero ni EEUU ni la economía mundial
están en la situación de “otras veces”. Al pasar el
tiempo, acercarse el fatídico 2 de agosto y no llegar a un
acuerdo, han comenzado los ataques de nervios.
Así, Timothy Geithner clama que
“tenemos que proteger la confianza y el crédito de EEUU y
evitar catastróficas consecuencias sobre los
ciudadanos”.[3]
El presidente Obama ya había alertado
semanas antes que “sí los inversores mundiales piensan
que el crédito y la buena fe de EEUU no están respaldadas,
si piensan que podemos renegar de nuestros compromisos
crediticios, todo el sistema financiero podría
colapsarse”... y añadió “que podríamos padecer de una
recesión y una crisis financiera aun peor que la que hemos
pasado”.[4]
Ben Bernanke, por su parte, advirtió
sobre las consecuencias dramáticas si no se alcanza un
acuerdo y se llega a la cesación de pagos: “Se produciría
una gran crisis a nivel mundial... llevaría al sistema
financiero al caos y afectaría enormemente a la economía
mundial... Las tasas de interés comenzarían a subir a
medida que los acreedores cuestionaran la capacidad del país
para rembolsar sus deudas, lo que debilitaría nuestra
economía e incrementaría aun más nuestro déficit.”[5]
Dos meses y medio atrás, un
especialista en bonos del Tesoro explicaba por qué, a pesar
de todo, la gente estaba tranquila: “La gravedad de este
tema es la razón por la que la gente piensa que esto no se
va a producir. Es el equivalente financiero a una bomba
nuclear."[6] Pero el detonador de esta bomba nuclear
financiera se ha puesto en marcha y la cuenta regresiva
está llegando casi a cero... La tranquilidad se ha ido
agotando.
Aunque el default no se
produzca, esto no es como las veces anteriores
Mas allá de las apelaciones a la
“cordura” y al “sentido común” de funcionarios y
comentaristas, lo que está claro es que esta vez no es
como las anteriores; incluso aunque se evite el default,
como sería lo más probable.
Hemos entrado en el quinto año desde
que comenzó la crisis económica. ¿Cuál es el cuadro de
situación?
Atrás han quedado los discursos
grandilocuentes de Obama de la campaña electoral, donde
aparecía como el Roosevelt del siglo XXI, que iba a
rescatar a EEUU de otra Gran Depresión. Después de casi
tres años, su gobierno ha sido neoliberal con algunos
atisbos de keynesianismo, pero no en el sentido de impulsar
directamente obras públicas para crear empleos, sino en el
de intervenir con billones de dólares con el único
objetivo de salvar a la banca y congraciarse con Wall
Street.
Los “brotes verdes” de la economía,
de los que tanto se hablaba en 2009, se han marchitado.
Luego, el llamado QE2 [7] no ha servido para reactivar ni el
crédito ni la economía (sólo ha funcionado para alimentar
nuevas burbujas financieras). La economía yanqui languidece
y se arrastra con un crecimiento tan minúsculo que apenas
mueve el amperímetro de las estadísticas. En el último
mes de junio ha vuelto a subir la tasa de desempleo.
Todo esto ha llevado a muchos
economistas burgueses a cuestionarse si en algún momento se
salió de la crisis. Como hemos señalado desde las páginas
de Socialismo o Barbarie Internacional, la crisis será
larga y todavía no ha escrito muchas de sus crónicas.
Se verifica que no es una mera
“crisis cíclica”, con mecanismos de recuperación
relativamente “automáticos”, sino que remite a
problemas estructurales de fondo: centralmente, el papel de
EEUU en la economía mundial.[8]
La novedad es que a la crisis económica
en el centro del capitalismo mundial se le ha agregado una crisis
política en las alturas. El gobierno de Obama ha
perdido las elecciones de medio término (2010) y se prepara
para pelear una difícil reelección en noviembre del 2012.
En la bancada republicana de la cámara
de Representantes hay una fuerte influencia del Tea Party.
Este grupo ultraconservador impidió en febrero que Obama le
quitara el recorte de impuestos a los más ricos (que les
había otorgado Bush). En sus campañas llaman a luchar
contra las medidas “socialistas” de Obama y juran frente
a su electorado no aprobar jamás un suba de impuestos,
aunque sólo afecte a los millonarios.
Por otro lado, la profundización de la
crisis y especialmente del desempleo determina que la imagen
de Obama esté cayendo en picada, con lo cual su reelección
en 2012 está cada vez más difícil.
Las peleas políticas en un año
preelectoral añaden más tensiones y dificultades para
llegar a acuerdos bipartidistas. Republicanos y demócratas
se tiran la pelota de pagar el costo político de ajustar la
economía yanqui. Todos quieren descargar en la cabeza del
otro las responsabilidades del curso calamitoso de la economía...
y la gravedad de los problemas que están por delante. Obama
lo hace, echando la culpa a la “irresponsabilidad” de
los republicanos por no avenirse a firmar el acuerdo para
elevar el techo de la deuda y los impuestos. Los
republicanos, a su vez, por no avenirse Obama a reducir el
gasto público.
A eso se añade que la mayoría de la
población estaría en contra de subir el techo de la deuda.
Según una encuesta, el 60% de la población (40%
republicanos y 20% demócratas) cree que subir ese techo sólo
tiene el objetivo de seguir malgastando dinero. ¿Por qué
entonces los republicanos van a cargar también con ese
costo político?
En esta situación, a Bill Clinton se
le ocurrió una ingeniosa chicana: propone usar una enmienda
de la Constitución –la 14ª Enmienda– que permitiría a
Obama traspasar el techo de la deuda sin aprobación del
Congreso. Pero la 14ª Enmienda, aprobada como medida de
emergencia en tiempos de la Guerra Civil del Norte contra el
Sur (1861/65), nada tiene que ver, ni en su letra ni en su
espíritu, con la presente situación. Recurrir a ella para
emitir deuda, podría derivar en un problema aun mayor,
institucional y de legitimidad. El remedio podría ser peor
que la enfermedad.[9]
Como señalamos, el problema de fondo
–que no se puede solucionar con chicanas– es la
situación estructural de la economía estadounidense en el
marco de la economía mundial. En ese cuadro, parecen
atinados los pronósticos pesimistas del Premio Nóbel de
Economía, Paul Krugman, en el sentido de que pase lo que
pase, las cosas van a ir mal. Tanto si EEUU va al
default o si se llega a tiempo a un acuerdo para evitarlo,
las perspectivas serán difíciles:
“Para aquellos que conocen la
historia de la década de 1930, esto resulta demasiado
familiar. Si alguna de las actuales negociaciones sobre la
deuda fracasa, podríamos estar a punto de revivir 1931, el
hundimiento bancario mundial que hizo grande la Gran Depresión.
Pero si las negociaciones tienen éxito, estaremos listos
para repetir el gran error de 1937: la vuelta prematura a la
contracción fiscal que dio al traste con la recuperación
económica y garantizó que la depresión se prolongase
hasta que la II Guerra Mundial finalmente proporcionó el
impulso que la economía necesitaba.”[10]
Notas:
1.- Timothy Geithner anunció que
cualquiera sea el resultado de las negociaciones en el
Congreso renunciará al cargo. Esta renuncia se agregaría a
las que ya se hicieron efectivas Larry Summers y Paul Volker
(asesores económicos de Obama).
2.- El País, Madrid, 20/07/11.
3.-
“The Theory of Inevitable Compromise, and why it is
probably wrong - Dicing with debt and the future”, The
Economist, July 14, 2011.
4.- “Para Obama, EE.UU. caerá en una
crisis mayor si no eleva el techo de la deuda”, Cronista.com,
15/05/11.
5.- “Bernanke dijo que un default de
EEUU llevaría a un caos mundial”, Agence France-Press
(AFP), 14/07/11.
6.- Aaron Kohli, especialista en bonos
del Tesoro de Nomuro Securities, en declaraciones a la AFP,
14/05/11.
7.- QE2: Quantitative Easing 2,
literalmente, “relajamiento cuantitativo”. Es un
eufemismo para no hablar de emisión de dinero sin respaldo
alguno con el fin de inyectar liquidez en la economía. En
el QE2, que se inició en noviembre de 2010 y finalizó en
junio de este año, EEUU emitió 600.000 millones de dólares
que se destinaron a la compra anticipada de bonos del Tesoro
antes de su vencimiento. Pero los dólares fueron mayormente
a la especulación financiera internacional y muy pocos a
inversiones productivas en EEUU.
8.- Un análisis global de la crisis
puede leerse en “El estado de la crisis económica mundial
- Cuando se prepara una recaída”, por José Luis Rojo, Socialismo
o Barbarie, revista Nº 23/24, diciembre 2009.
9.-
Adam Liptak, “The 14th Amendment, the Debt Ceiling and a
Way Out”, New York Times, July 24, 2011.
10.- Paul Krugman, “La depresión
menor”, El País, 23/07/11.