Desde
noviembre del 2010 y hasta finales de junio el presidente de
la Reserva Federal de Estados Unidos, el señor Bern
Bernanke, lanzó una iniciativa financiera llamada
“quantitative easing”, (respiro cuantitativo), en su
segunda fase, QE2, con la finalidad de que el gobierno
comprara alrededor de $600,000 millones de dólares de los
bonos del tesoro (treasury bonds) emitidos precisamente por
el mismísimo gobierno, los cuales representan millones de dólares
regados por todo el mundo, es decir deuda. Así, en
promedio, se adquirieron $75,000 millones mensuales de
dichos papeles bursátiles, todo para evitar un muy probable
colapso de tales bonos, así como para evitar o aminorar
otro nuevo, fuerte descalabro de la economía
estadounidense, peor, incluso, del que ha estado sufriendo
desde el 2008, como veremos.
El
déficit fiscal federal estadounidense suma ya $1.6 billones
de dólares ($1,600,000 millones de dólares, más o menos
1.6 veces el PIB que tuvo México en el 2010) y una manera
de, digamos, “financiar” ese déficit (o más bien
ocultarlo y tratar de prevenir el desastre que viene, como
analizo más adelante), ha sido a través de la venta de
tales bonos del tesoro, desde hace muchos años (algo que
normalmente hacen todos los gobiernos, pero que el de EEUU,
aprovechando su declinante dominio económico, en los años
recientes, ha sobrevendido dichos bonos y ya ha sobrepasado
su capacidad de pago, ya no digamos para recomprarlos, sino
ni siquiera para pagar los intereses que devengan dichos
bonos).
Obviamente
que en esos viejos tiempos, con la entonces digamos que
aceptable economía estadounidense (por lo menos, no tan
deficitaria y débil, al borde del colapso, como lo es en la
actualidad), era muy atractivo adquirir bonos del tesoro,
pues se trataba de una muy sólida manera de asegurar una
futura, cómoda y aceptable inversión, sobre todo en ese país,
tan dado a la “fiebre inversionista”, en donde los ávidos
inversionistas están siempre a la caza de las mejores
“oportunidades” de invertir su dinero y sacar rápidas y
muy buenas ganancias (ver en este mismo blog mi artículo: Oportunista
capitalismo salvaje o de cómo enriquecerse con guerras,
desastres y enfermedades).
Sin
embargo, las constantes crisis y recesiones económicas
habidas desde entonces, especialmente la iniciada en el 2008
(que aún no concluye, y, al contrario, está empeorando),
provocada por la burbuja inmobiliaria, han tenido el efecto
de disminuir gradualmente el interés que han rendido tales
bonos, que llegó a ser de un 7%, y que actualmente se ubica
en un magro 3%, teniéndolos 10 años como mínimo (las
tasas de interés bajan durante las crisis como una manera
de alentar tanto el consumo, así como la inversión. Por
ejemplo, otro país que no ha remontado la crisis económica
que sufre desde mediados de los 90’s es Japón, provocada
también por una burbuja inmobiliaria, el cual ahora, con el
temblor, tiene muchos más graves problemas económicos.
Desde hace muchos años, mantiene su tasa de interés
cercana al 1%, pero ni así ha salido de la hecatombe
financiera y económica).
Parecería
absurdo que el propio gobierno se compre sus bonos del
tesoro, pero eso es para, en primer lugar, no haber tenido
que pagar los intereses prometidos, especialmente durante la
“peor” fase de la crisis (como señalo antes, que, al
contrario, empeorará aún más). En segundo lugar, es una
manera artificial de elevar el atractivo que dichos bonos
tengan entre los posibles compradores, que consideren que
invertir su dinero en documentos fiscales tan aparentemente
seguros, sigue siendo una “gran oportunidad”.
Sin
embargo, como cada vez son menos atractivos o de plano ya
no, por esa razón Bernanke se puso a comprarlos, a ver si
la gente se anima. Sobre todo porque el 3% ofrecido a
diez años de tenerlos, es, según los analistas, de reírse.
Comparado tal rendimiento con la inflación promedio al
consumidor, de 3.6%, o la de los fabricantes, de 7.2% (ésta,
se pasa a los consumidores), no es negocio (además, con
tantas especulativas inversiones privadas, que pueden
ofrecer intereses muchas veces superiores y en menor plazo,
y que a pesar de la crisis siguen existiendo, ¡pues
menos!).
Pero
esos bonos tan masivamente comprados, ahora, de nueva
cuenta, requieren venderse, con tal de que el gobierno pueda
financiar su déficit fiscal (esto, en pocas palabras,
significa que el gobierno de EEUU está gastando más de lo
que puede pagar). El problema que tiene Bernanke es que sus
tradicionales compradores, que eran China y Japón, fuertes
tenedores en el pasado de los bonos del tesoro, ahora ya no
están dispuestos a seguir cargando con el déficit fiscal
del gobierno de EEUU, sobre todo, en vista de que no tiene
caso meter más dinero bueno al malo, como se dice, pues es
claro que EEUU no tiene ya capacidad de pago, está
quebrado.
EEUU
está actuando, permítaseme la analogía, como un banco sin
fondos o una empresa en bancarrota, que pueden seguir
emitiendo y vendiendo sus acciones, prometiendo altos
intereses, sólo para pagar sus deudas con el dinero
obtenido, pero si en determinado momento los tenedores de
dichas acciones solicitan su dinero, más los intereses
prometidos, entonces el engaño se cae, junto con la empresa
generadora del fraude.
De
hecho, China se ha desecho de más del 8% de los bonos del
tesoro estadounidenses que tenía, como medida de precaución
por lo que pueda venir. Japón no lo ha hecho, pero
ahora con sus incrementados problemas económicos, sobre
todo por el terremoto (que le va a costar unos $300,000
millones de dólares en gastos de reconstrucción y unos
diez años), mucho menos podrá comprar más de esos bonos
(que ya casi son chatarra, según señalan algunos
analistas).
Así
que al prácticamente no haber compradores, el déficit de
EEUU no podrá aliviarse y se avizora lo que se ha dado en
llamar en la jerga de Wall Street un “colapso del mercado
de los bonos” (bond market crash), que algunos ubican tan
cercano como este próximo diciembre. Eso, señalan en Wall
Street, será el comienzo de la cuenta regresiva para que
los problemas económicos generados por la actual crisis
empeoren aún más y generen más graves complicaciones,
entre otras una inflación sin precedentes en la historia de
EEUU (algo así como el “error de diciembre” mexicano de
1994). He platicado con algunos amigos de ese país y me
confirman que, en efecto, cosas como los combustibles o los
alimentos están cada vez más caros. Sobre todo, al emplear
al maíz como base para hacer etanol, en lugar de que sirva
para alimentarse en este cada vez más hambriento mundo,
también ha contribuido mayormente a tal encarecimiento, me
han señalado.
De
acuerdo, por ejemplo, con el analista Porter Stansberry,
director de la firma de investigación financiera Stansberry
& Associates, ubicada en Baltimore, “Estados Unidos
está en las primeras fases de una crisis que sacudirá sus
fundamentos esenciales”. Y alude a recientes protestas
sociales que han tenido lugar en estados como Wisconsin,
Indiana, Ohio y Kansas. Incluso menciona todos los
movimientos antigubernamentales que ha habido en países
supuestamente desarrollados, como Inglaterra, Francia, España,
Italia, Alemania, Grecia (que este país, también, está
totalmente quebrado y es una causa adicional que recrudecerá
la actual crisis).
Según
Stansberry, el colapso económico estadounidense comenzó a
generarse desde el 2008, cuando el gobierno decidió
“resolver” la crisis de enorme deuda y déficit fiscal,
simplemente imprimiendo billones de dólares, sin un apoyo
económico real. Para que se comprenda mejor esta parte,
supongamos que lo que un gobierno vale, sus activos,
digamos, son cien millones de dólares. En teoría, sólo
puede haber circulante, o sea, papel moneda, en un monto
similar, es decir, esos cien millones de dólares, con tal
de que exista un equilibrio financiero. Esto es lo
mismo a que si se tratase de un trabajador que sólo gastara
lo que realmente tuviera de dinero. Pero si en cierto
momento, ese gobierno gasta cada vez más y más, su momentánea
ventaja es que puede imprimir dinero, a diferencia del
trabajador, que no puede hacerlo. Y si el gobierno cada vez
aumenta la impresión de dinero, llegará el momento en que
éste sea tanto, que el valor nominal de cada billete no
corresponda con su valor real.
Siguiendo
con el ejemplo dado, si el gobierno imprime 200 millones de
dólares, cada billete de a cien dólares, en realidad valdrá
cincuenta. Si el gobierno imprime 400 millones, cada billete
de a cien, valdrá ahora 25… y así por el estilo. Como
cada vez el dinero valdrá menos, todo lo que se deba de
comprar costará más caro (la gente seguirá ganando lo
mismo) y eso comenzará a incrementar los índices
inflacionarios más y más… hasta llegar a procesos de
incrementos de precios tan fuertes, como los que
caracterizaron a muchas economías latinoamericanas en los
80’s, incluida la mexicana, en que se daban índices
inflacionarios de hasta 2000, 3000% (o sea, un producto que
valía 100 unidades monetarias al principio del año,
terminaba costando 2000 o 3000 unidades monetarias hacia el
final).
Eso,
además de los agravantes económicos, declara Stansberry,
generará muy fuertes tensiones a lo largo y ancho de EEUU,
tal y como si se tratara de un país latinoamericano, por
ejemplo, Argentina o Chile de los setentas.
Véase
cómo el capitalismo salvaje en que vivimos es tan
destructivo que hasta a sus propias cunas y santuarios, como
hasta hoy lo ha sido EEUU, su defensor acérrimo, al final
está sufriendo los mismos males que ya antes el resto del
mundo, sobre todo los países atrasados, hemos
experimentado.
Otro
analista, el señor Martin Weiss, fundador y presidente de
la firma Weiss Research, declara que “¡Un Apocalipsis
estadounidense se aproxima. Desmedido gasto gubernamental,
deudas enormes, descontrolada impresión de dinero,
inimaginable cobardía política, están por perpetrar un
enorme impacto en los ciudadanos estadounidenses. Ahora que
esas enormes deudas están comenzando a implosionarse, y que
el dólar está devaluándose en todo el mundo, el estilo de
vida estadounidense cambiará radicalmente. Millones de
estadounidenses están por perder su ingreso, sus ahorros,
su poder adquisitivo y sus casas” (ya de por sí muchos
perdieron sus casas con el estallido de la burbuja
inmobiliaria en 2008, el origen de la actual crisis o hasta
sus fondos de pensiones, por los desfalcos financieros).
Y
en efecto, muchos ciudadanos de ese país comienzan ya a
sentir los efectos devastadores que la crisis provocó,
agravados por la manera tan elitista en que Obama trató de
“resolverla”, rescatando sólo a los bancos: han perdido
cientos de miles sus trabajos, sus casas, sus fondos de
pensión, sus ahorros… el tan presumido “american way of
life” es cosa del pasado, algo que en la actualidad no es
ni remotamente vigente para las grandes mayorías.
Y
hay que recalcar que los analistas que mencioné arriba no
son sociólogos marxistas, ni mucho menos, son analistas
financieros y expertos en inversiones, que se han atrevido a
hacer declaraciones tan aparentemente “radicales”, dada
la gravedad del problema que se viene.
Aun
así, hasta de crisis como la actual, hay pequeños grupos
que le sacan jugo a todo y sólo ven la oportunidad de hacer
más dinero y enriquecerse.
Como
es un hecho que el dólar como divisa de pago y de ahorro
está dejando de serlo, esos especuladores, sectores
pertenecientes a las elites de Wall Street, ahora aplican
sus esperanzas de enriquecimiento en los metales preciosos,
en particular el oro. Y ha habido en los meses recientes
intentos artificiales de subir el precio de ese metal, que
de todos modos, por la fiebre especulativa a la que me
refiero, subirá estratosféricamente su cotización, que
actualmente ronda los $1600 dólares por onza, aunque esto
también se debe a que la extracción del oro tiende a
disminuir, las minas se están agotando. El señor William
Patalon explica cómo los especuladores más poderosos,
apoyados por Wall Street, logran incrementar el precio o
cotización de lo que sea, creando demandas artificiales, y
llegado el momento, cuando el precio es muy alto, venden las
acciones masivamente, lo que provoca una baja, en la que los
únicos perdedores son los pequeños inversionistas, los
secundarios, que pierden mucho dinero en esas manipuladas y
fallidas operaciones.
Y
esta fiebre por proteger las fortunas comprando oro, en
todas sus formas, es algo que nos está llevando a los
tiempos antiguos, cuando el atesoramiento se hacía
almacenando oro o plata. Además, en estos momentos de
hecatombe económica, es algo que se está haciendo a nivel
mundial, tanto para atesorar, así como para aliviar deudas.
Por ejemplo, se pronostica que la Reserva Federal tendrá
eventualmente que vender algo de las enormes reservas de oro
que tiene, como ya han hecho varios países, incluyendo
Rusia o Suecia.
El
problema, como dije antes, es que la presente crisis no se
está resolviendo, sino, al contrario, tiende a
profundizarse, con eventos como el enorme déficit y
endeudamiento fiscal estadounidense. Hablando de su deuda,
tanto pública, como privada, asciende a $14,850,000 dólares,
o sea, casi el 95% de su PIB, lo que muestra que EEUU está
endeudado hasta los dientes, como se dice, y eso lo ha
logrado, hasta ahora, por el reconocimiento de divisa fuerte
que tenía el dólar.
De
eso se ha valido el gobierno de aquel país para seguir
imprimiendo dólares sin un verdadero respaldo, apoyando
sobre los hombros del resto del mundo su colapso financiero
y económico, vendiendo, además, los mencionados bonos del
tesoro, que también han contribuido a solventar su
parasitismo. Otro factor en contra de EEUU es que se ha ido
desindustrializando. Por ejemplo, en 1953, poco más del 28%
de las actividades se concentraban en el sector
manufacturero, y actualmente sólo un 11.7% tienen que ver
con dicho sector. Las corporaciones han preferido irse a
lugares con materias primas y mano de obra más barata, como
China. Por tanto, al vender mucho menos de lo que exporta,
no existe, en realidad, una base sólida para dicho
intercambio comercial.
Pero
es en medio de la crisis que se está viendo la debilidad
estructural de la antes “sólida economía
estadounidense”, y en todo el mundo o se están
deshaciendo de sus bonos del tesoro basura o ya no se está
aceptando al dólar como medio de pago.
Y
eso está en el centro de un recrudecimiento de la crisis,
que será mucho peor que lo sucedido en 2008, que aún tenía
EEUU margen de maniobra, antes de que se descubrieran sus
debilidades estructurales, que finalmente son las del
capitalismo salvaje, sistema que se autodestruye y carcome
las bases económicas de un país y de toda la sociedad, sin
importar que, como EEUU, sean sus defensores acérrimos.
Consideremos
lo que sucede en estos momentos en la así llamada comunidad
económica europea, afectada también severamente por la
crisis, como es el caso de Grecia, país igualmente
quebrado, con una enorme deuda encima de $350,000 millones
de euros, que representa 120% de su PIB, y que con las pocas
actividades económicas que dicho país desarrolla, no se ve
ni para cuando pueda liquidar tan enorme endeudamiento.
Incluso, se dice que ya está por “contagiar” a países
como España y Portugal, que también tienen baja
productividad industrial, en relación con países como
Italia, Alemania o Francia. Por eso la necesidad de parte de
la eurozona de “rescatarla”, pero no por el bien de sus
ciudadanos, no, sino porque ese “rescate” sólo servirá
para pagar su deuda (de pasada comento que una baja producción
industrial ha sido la causante de que países como Grecia
estén quebrados, pues al haber realizado la unificación
europea, se abrieron tanto las fronteras entre los
ciudadanos de los países miembros, así como las de las
exportaciones e importaciones.
En
dicho esquema, evidentemente que a los países mejor
desarrollados industrialmente, como Alemania, les fue mejor
con esa política de “fronteras abiertas” al comercio,
ya que han logrado exportar mucho más, que cuando existían
restricciones. Pero los países menos industrializados,
justo como Grecia, pues todo compran y poco producen para
vender, y de ahí el enorme endeudamiento. Es como si a un
empleado se le hubiera estado pagando su salario por muchos
años sin que trabajara, y de repente se le exigiera que
repusiera todo lo que no trabajó durante tanto tiempo, ya
sin salario, pues todo se le adelantó. Así de engañosos
son esos tratados de “libre comercio”, que sólo
benefician a los países más fuertes industrialmente
hablando, como el que a nuestro país le ha estado afectando
el tratado sostenido con EEUU, TLC, que éste país es el
que realmente ha salido ganando y nosotros nos hemos ido
desindustrializando y empobreciendo).
Y
la única “esperanza” que EEUU tiene en estos momentos
de evitar la brutal recaída está en el famoso debate sobre
su “techo de endeudamiento”, es decir, que se le permita
endeudarse al gobierno de Obama con dos billones de dólares
más ($2,000,000,000,000) para que se tenga un presupuesto
para el año entrante “adecuado”. Ese dinero representa
casi 14% de su deuda actual, que, como ya dije, es de casi
$14.9 billones de dólares, 95% del PIB del presente año.
Así, de darse ese endeudamiento extra, EEUU estaría
entrando al reino en donde las deuda de un país, supera su
capacidad económica de un año, como en el caso de Grecia.
Y
si se le concede ese “techo de endeudamiento”, eso no
quiere decir que los problemas económicos de EEUU – o
del mundo entero – ya estén resueltos, no, sino que ese
dinero sólo servirá para solventar deudas, no para impulsar
un crecimiento económico real. Esto equivale a que un
trabajador sumamente endeudado pidiera prestado no para
seguir viviendo y haciendo mejoras para su familia o su
hogar, sino simplemente para pagar sus deudas. Y si no se le
concede el endeudamiento, según los analistas, lo peor del
recrudecimiento de la crisis estallaría inmediatamente. Es
decir, si los ambiciosos y voraces barones del dinero le
conceden más créditos a EEUU, la recaída de la crisis se
retardará por unos meses más, pero de todos modos aquélla
no podrá evitarse, la que, como he venido señalando, será
mucho peor de lo que se ha vivido en los pasados tres años.
Y la quiebra de EEUU y su fin como factor mundial de
estabilidad económica, habrá llegado a su trágico fin. (y
el reino del capitalismo salvaje, en su fase de enfermedad
crónica terminal, también se estará acercando, si no a su
fin, sí a que se le vaya haciendo de lado y pronto se
encuentre una nueva vía económica, más justa y más
equitativa).
De
paso, a México, pues ya saben cómo le afectan las caídas
y recaídas de EEUU: ¡de forma inmediata y varias veces
multiplicada! (a pesar de lo que Ernesto Cordero, nuestro
igualmente inepto, actual secretario de hacienda, diga, que
nuestra economía es “muy sólida”. Y tan no lo es, que
de nuevo está aumentando la tasa de desempleo, así como el
cierre de industrias y comercios, por la desaceleración
económica que EEUU está otra vez mostrando).
Mientras
tanto, a pesar de esos inicios de la nueva recaída de la
hecatombe económica en que aún nos hallamos, una suerte de
modernos gambusinos continúan haciendo buenos negocios, con
todo lo que se pueda, y ahora es comprando mucho oro, con
tal de seguirse manteniendo como los superricos del mundo, a
pesar de que sigan destruyendo con sus infames, voraces
acciones, las bases económicas de todos los países y sus
respectivos sectores sociales y de que el 70% de la
humanidad no tenga asegurado ni siquiera su alimento de este
día.
Contacto: studillac@hotmail.com