La crisis
estructural del poder norteamericano
y la conformación de
un nuevo
Sistema Internacional Multicéntrico
Por Marcelo
Gullo (*)
Para Socialismo o Barbarie, 28/08/11
A partir del
fin de la Guerra de Secesión (1865) existió, en los
Estados Unidos, una perfecta armonía entre los intereses
del estado norteamericano y los de la alta burguesía
norteamericana. Una alianza que, luego de la Guerra de
Secesión, puso en marcha un gran proceso de industrialización
impulsado por el Estado y protegido de la competencia
externa por fuertes restricciones tarifarias,
pararancelarias y subsidios, tanto encubiertos como
desembozados . Este proceso de industrialización generó
una enorme inmigración europea hacia los Estados Unidos,
retroalimentando un mercado interno en creación y
crecimiento permanentes y generando un verdadero “círculo
virtuoso de crecimiento” cosa que, a su vez, consolidó, aún
más, la
originaria unión de intereses entre la alta burguesía y el
propio estado norteamericano. Aquello que era bueno para la
alta burguesía norteamericana era, también, bueno, para el
propio estado norteamericano.
El análisis
histórico objetivo no deja duda alguna de que, después de
la finalización de la Guerra Civil, los Estados Unidos
adoptaron decididamente como política de Estado el
proteccionismo económico y que, gracias a este sistema,
protagonizaron uno de los procesos de industrialización,
por su rapidez y profundidad, más asombrosos de la
historia. En
1875, los aranceles para productos manufacturados oscilaban
entre el 35% y el 45%. Recién en 1913, hubo una disminución
de los aranceles, pero la medida fue revertida, apenas un año
más tarde, cuando estalló la Primera Guerra Mundial. En
1922, el porcentaje pagado sobre los bienes manufacturados
de importación, subió un 30%. En 1925, la tasa arancelaria
promedio sobre los productos manufacturados era de un 37% y,
en 1931, de un 48%.
Estados
Unidos fue, hasta después de la Segunda Guerra Mundial, el
bastión más poderoso de las políticas proteccionistas y
su hogar intelectual. Convertido luego de la Segunda Guerra
Mundial en la más grande potencia industrial del mundo, en
la economía industrial de más alta productividad y,
estando, tanto el aparato industrial europeo como el
japonés, seriamente destruidos, Estados Unidos,
-tal como lo había predicho el presidente Ulises
Grant-, después de haber usufructuado del proteccionismo
económico, después de haber obtenido del régimen
protector todo lo que este pudo darle adoptó el libre
cambio y se convirtió en el bastión intelectual del libre
comercio. [1]
Con
la adopción del libre comercio durante 30 años, Estados
Unidos obtuvo enormes benéficos.
Aunque es preciso aclarar que, como lo había hecho
Gran Bretaña en su momento, los Estados Unidos actuaron,
también, con una deliberada duplicidad pues, mientras
predicaban el libre comercio seguían manteniendo, para
muchos productos, una enorme protección para-arancelaria
que hacia del mercado norteamericano una fortaleza
inaccesible. Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados
Unidos se esmeró, a través de sus más prestigiosas
universidades, en
sostener para los otros países, los principios del libre
cambio y de la libre actuación del mercado y sus grandes
economistas condenaron como contraproducente, cualquier
intervención del Estado en la economía. Imprimiendo a esa
ideología de
preservación de su hegemonía las apariencias de un
principio científico universal de economía - tal como en
su momento lo había hecho Gran Bretaña -, lograron, con éxito,
persuadir de su procedencia a muchos otros Estados que, así,
se constituyeron, pasivamente, en mercado para los productos
industriales norteamericanos y permanecieron como simple
productores de materias primas.
En
la década de 1970, la completa recuperación industrial de
Alemania y Japón, tolerada por Washington, durante la
Guerra Fría, por una necesidad geopolítica imperiosa,
hizo que los Estados Unidos no pudiesen obtener del
sistema de libre comercio todos los beneficios que habían
planificado pero, no representó un grave peligro para la
economía norteamericana que seguía siendo altamente
competitiva en numerosos rubros.
El
sistema económico mundial, construido por los Estados
Unidos luego de la Segunda Guerra Mundial para su entero
beneficio, sólo va entrar en crisis cuando, en la década
de ´70, se produzca el gran aumento de los precios del petróleo.
Se produjo, entonces, el fenómeno inédito de la estanflación
(inflación con recesión), la aparición de los llamados
petrodólares y la preeminencia, a partir de entonces y,
hasta nuestros días, del capital financiero y especulativo
sobre el capital industrial.
Cuando
el cazador cae en su propia trampa
Con
la llegada de Ronald Reagan a la Casa Blanca, que sella la
alianza de la elite político-militar norteamericana no ya,
con la vieja burguesía industrial norteamericana, sino con
la burguesía financiera internacional, los Estados Unidos
adoptan como doctrina de Estado, el neoliberalismo. Para
salir de la crisis económica la elite política,
intelectual y militar norteamericana cree que los Estados Unidos deben
fomentar una nueva división del trabajo a nivel
internacional donde los Estados Unidos se reservarían para
sí mismos, la producción de la alta tecnología - que exigía
gastos en investigación gigantescos que sólo el gran
Estado norteamericano podía subsidiar-
y el control de cuatro grandes monopolios a saber:
1.)
Los monopolios que operan en el campo del control de los
flujos financieros de envergadura mundial.
2.)
Los monopolios que operan en el acceso a los recursos
naturales del planeta, en este caso en alianza con el poder
británico.
3.)
Los monopolios que operan en el campo de las comunicaciones
y de los medios de comunicación.
4.)
Los monopolios que operan en el campo de las armas de
destrucción masiva. [2]
Con
el control de estos monopolios, la elite norteamericana
pensaba que los Estados Unidos podrían anular los logros de
la industrialización de la periferia, devaluando el trabajo
productivo incorporado a esas producciones al mismo tiempo
que sobrevaluaban el pretendido valor añadido incorporado a
las actividades llevadas a cabo por los nuevos monopolios.
Se produciría entonces, una nueva jerarquía en el reparto
del ingreso a escala mundial, más desigual que nunca,
subyugando a las industrias de la periferia y reduciéndolas
al estatus de actividades menores.[3]
Fue, entonces,
en el esquema de esa nueva división internacional del
trabajo concebida por la elite político-intelectual
estadounidense que, a inicios de esa década de los `80,
comienza producirse,
en los Estados Unidos de Norteamérica, un lento proceso de
desindustrialización cuando, la alta burguesía
norteamericana, en busca de una mayor plusvalía, comienza a
trasladar la producción industrial de los Estados Unidos
hacia los países del Asia. Cierto es que, este proceso de
traslado de empresas norteamericana fuera de sus fronteras,
ya se había
producido, con anterioridad, hacia America Latina, por
ejemplo. Así, durante
las décadas de 1960 y de 1970, numerosas empresas
norteamericanas habían instalado factorías para la
producción de bienes industriales, principalmente en
Brasil, Argentina y México. Pero, las empresas
norteamericanas se trasladaban para fabricar productos
destinados a la venta en esos mismos mercados. El giro que
se produce a partir de los ’80 es absolutamente diferente
porque a partir de la década de los ´80, las empresas
norteamericanas comienzan, principalmente en Asia, a producir
para los Estados Unidos. Es decir que las empresas
norteamericanas, instaladas en el Asia, comienzan a
fabricar, con trabajo extranjero barato, productos que,
luego, se venderían en el propio mercado norteamericano.
Hasta la década
de 1980 lo que era bueno para la alta burguesía industrial
norteamericana era bueno para los Estado Unidos pero, con
posterioridad a esos años y hasta nuestros días, lo que es
bueno para el capital industrial norteamericano - que
instalado fuera de los Estos Unidos está obteniendo enormes
ganancias gracias al bajo costo de la mano de obra -, no es
bueno para el pueblo de los Estados Unidos que ha comenzado
a sufrir los efectos del desempleo endémico y no es bueno
para los Estados Unidos que sufre un déficit comercial crónico.
A nuestro
entender, la crisis que atraviesan hoy, los Estados Unidos
-más allá de cualquier recuperación posible de la economía
norteamericana- es, más que una crisis económica, es
una crisis estructural del poder norteamericano.
Desde
nuestra óptica, estamos ante una crisis estructural
del poder norteamericano porque, por primera
vez desde 1865, hay una contradicción entre los intereses
de la alta burguesía norteamericana y los intereses
nacionales del estado norteamericano. Esto, no había
pasado nunca, hasta ahora.
Un error en
la concepción estratégica
Paradojalmente
la elite política y militar norteamericana, influenciada
fundamentalmente por el pensamiento estratégico de Alvin
Toffler[4],
fomentó y apoyó a la alta burguesía, cuando ésta,
en busca de una mayor plusvalía, comenzó a trasladar la
producción industrial de los Estados Unidos hacia los países
del Asia. La idea sustancial del pensamiento estratégico de
Toffler - aceptado en gran medida por la elite política y
militar norteamericana -
se basaba en que el poder pasaba, ahora, por la
tecnología de punta.[5]
Esta
idea, que en principio es cierta, posee, sin embargo, un error. Desde el punto de vista
de la construcción del poder nacional,
la constitución de un complejo aparato tecnológico
no debía realizarse en desmedro del aparato industrial.
Adoptar uno, no debía significar, desechar el otro. Sin
embargo, partiendo de que el poder consistía, exclusivamente,
en la posesión de la tecnología de punta, Estados Unidos,
comenzó a especializarse, a través de un gran Impulso
Estatal - proveniente del complejo militar-espacial-,
exclusivamente en ella, desechando su aplicación a
la industria básica común, perdiendo por ello,
progresivamente, el liderazgo industrial.[6]
Conviene
recordar al pasar que, el Estado norteamericano, subsidió
ese desarrollo tecnológico dado que las compañías
privadas no lo hubiesen podido hacer, nunca, por sí mismas
(las computadoras y la Internet, por mencionar sólo algunos
ejemplos, fueron desarrollos realizados, en principio, para
el complejo aeroespacial-militar norteamericano). Se trataba
de un subsidio “encubierto” que, a través del sistema
militar-espacial, recibieron las compañías tecnológicas
privadas norteamericanas.[7]
Si bien es
cierto que el poder, pasa por la dominación de la alta
tecnología, lo que no se contemplaba en ese análisis,
realizado por la inteligencia norteamericana, es que se
estaba convirtiendo a los Estados Unidos en una sociedad
exclusivamente dedicada a los servicios y que, esos
servicios, naturalmente volátiles, desplazaban a la más
estable e inelástica producción industrial, la cual a su
vez, es la principal fuente de empleo permanente y mucho más
amplia en cuanto a su capacidad de absorber personal de la más
amplia gama de capacitaciones . Entonces, a medida que los
Estados Unidos transferían su proceso de industrialización
al Asia, se desindustrializaban y perdían uno de los
escalones de su poder nacional. Desde ese momento, y a
partir de la supremacía de su moneda, empezaron a “vivir
de prestado.”
Desde la
llegada de Ronald Reagan, con una balanza comercial cada vez
más desfavorable, la economía de Estados Unidos, comienza
a vivir de una incesante emisión monetaria, con la cual,
los Estados Unidos, importan todos los productos
industriales que consumen. Dólares que terminan dinamizando
la economía de las potencias rivales, mientras que, en los
Estados Unidos, cada vez más trabajadores pierden sus
puestos de trabajo. El desempleo, no toma dimensiones dramáticas
de inmediato, porque un porcentaje de los desempleados
industriales son absorbidos por el sector de servicios pero,
con el paso del tiempo, los servicios, volátiles y de
demanda sumamente elástica, por esencia, también van
desapareciendo, haciendo que el desempleo, se vuelva crónico.
Ese, es el
origen profundo de la crisis del poder norteamericano. Los
problemas financieros que hoy vemos son, así, una
consecuencia y no la causa. El verdadero origen estructural
de la crisis, está en el traslado de la producción
industrial de los Estados Unidos al Asia, porque la plusvalía
que obtenía la alta burguesía norteamericana, era enorme,
en comparación a la que podía obtener, en los Estados
Unidos. Resulta evidente, entonces, que desde el punto
de vista político y económico, Estados Unidos ya no es lo
que era al finalizar la Segunda Guerra Mundial, ni lo
que imaginó que podía ser, luego de la
desaparición de la Unión Soviética.
¿Es
posible un estado post industrial realmente poderoso?
Desde
finales de la década del ’50, los Estados Unidos, gracias
a la reacción desencadenada por un nuevo Impulso
Estatal, lograron comenzar a construir un sector
alta tecnología. De esa forma, comenzaron a elevar,
nuevamente, el umbral
de resistencia que las otras unidades políticas del
sistema necesitaban alcanzar, para mantener su capacidad
autonómica.
Sin
embargo, es preciso aclarar que la sobreestimación de la
Alta Tecnología como factor de poder,
llevó a la elite política y militar de los Estados
Unidos a cometer el error de subestimar la importancia del
sector industrial como factor de poder. Si se sobreestima la
importancia de la Alta Tecnología como factor de poder y se
descuida el aparato industrial, se debilita la pirámide del
poder. Una economía basada exclusivamente en la Alta
tecnología, excluye a una masa laboral enorme que tiende,
necesariamente, a pauperizarse. .
En
efecto, la errónea concepción de que sería posible un
Estado exclusivamente post-industrial capaz de prescindir de
su anterior factor dinámico - la industria - es,
posiblemente, el principal factor del notorio debilitamiento
de economía norteamericana y, consecuentemente, del poder
nacional de los Estados Unidos de Norteamérica. La creencia
de que sólo produciendo tecnología y derivando sectores
crecientes de la población al área de servicios para
transferir el factor industrial a otros países más
atrasados que se fueron convirtiendo, paulatinamente, en
proveedores de todo tipo de bienes elaborados, generó una
estructura laboral y productiva, notoriamente débil.
La
Alta tecnología, por definición, es excluyente de mano de
obra, y la poca que requiere, necesita de un grado de
capacitación extremadamente elevado, poco factible de ser
alcanzado por un alto número de habitantes.
Así,
las grandes masas laborales van perdiendo sus empleos y
pasando a sectores de servicios - notoriamente dependientes
de los vaivenes económicos - y bajando, en consecuencia, la
calidad de su empleo y su capacidad de consumo y
repago. Una economía que no genera ingresos genuinos en
cantidades suficientes - como sólo la industria y el
mercado interno gigantesco que los Estados Unidos supieron
crear en su momento - termina
siendo incapaz de sostener el círculo virtuoso de
crecimiento.
Hoy,
los Estados Unidos, gracias a la reacción desencadenada por
un nuevo Impulso Estatal, se están
convirtiendo en el primer Estado “post-industrial”
de la Historia pero, a la vez, la sobrestimación
de este factor, paradójicamente, está mellando,
gravemente, la base original del poder nacional
norteamericano.
Es que la
derivación de la industria a terceros países está
haciendo que los Estados Unidos se vean sometidos a vaivenes
muy indeseables en su economía. Una economía cada vez más
especulativa, y con peor calidad de ingresos que tiende a
mantenerse sólo mediante un déficit creciente.
En definitiva,
si los Estados Unidos no recomponen a tiempo su sector
industrial, habrán sacado, por un error en la percepción
del valor la Alta Tecnología, uno de los pisos
fundamentales a su pirámide de poder.
En síntesis,
la interpretación de Toffler, podría verse superada por la
realidad de la incapacidad del nuevo factor para proveer de
ingresos y energías suficientes, a la economía
norteamericana. La crisis de las Punto.Com en los primeros años
del siglo y la de las hipotecas de mala calidad en
2007/2008, estarían dando pautas de la faltante de un piso
industrial, que asegure el superior.
Como hoy ya no
es posible concebir un estado autónomo sin la incidencia
determinante del manejo tecnológico propio, va quedando
demostrado que tampoco es posible sustentar un estado
poderoso, prescindiendo de la estructura industrial que no sólo
lo posibilitó, sino que, a través de una producción y
empleo genuinos le hacen posible sostenerse en lo más alto
del escalón tecnológico superior. Algo así, como es de
imposible llegar al peldaño más alto de una escalera, si
se le sacan los inferiores en que el más alto se apoya.
Nuestra
tesis fundamental, creemos corroborada por la
realidad actual de los Estados Unidos, sería, que el poder
nacional se construye mediante la acumulación de factores y
no mediante el reemplazo de unos por otros como pretende
Toffler. Para la construcción del poder nacional, la
edificación de Alta Tecnología es condición necesaria
pero no suficiente.
El abandono
del neoliberalismo en la cuna del neoliberalismo
La crisis
estructural del poder norteamericano
llevó al abandono, en los hechos, de la doctrina
económica, el neoliberalismo - que, por otro lado, era una
especie de “ideología oficial” del estado
norteamericano -, que postulaba, como principio científico,
que el estado no debía, jamás, intervenir en el mercado.
Sin embargo, a pesar de que Estados Unidos sigue siendo el
portaestandarte del neoliberalismo fue, debido a la crisis,
que, por ejemplo, “naves insignia” del poder
norteamericano, como la
General Motors, se convirtieron, prácticamente en
empresas de propiedad del estado norteamericano.
Contrariando la doctrina neoliberal y el supuesto principio
científico de que el Estado no debe intervenir en el
mercado, la administración Obama procedió a rescatar de la
quiebra a General Motors de la cual, el estado
norteamericano pasó a poseer, nada menos, que el 70% del
paquete accionario. Así
también, otro gran ícono
de los Estados Unidos., el Citibank fue también, salvado de
la quiebra. Y son sólo ejemplos resonantes.
Estos simples
ejemplos, nos demuestran, por una parte, que estamos ante la
crisis más profunda de la ideología neoliberal porque,
además, esta crisis se produce en la propia cuna del
neoliberalismo y, por otra parte, que nos encaminamos hacia
un momento en el cual los estados periféricos tendrán la
posibilidad de
rechazar de forma absoluta, y ante su palmario fracaso, el
paradigma neoliberal
¿Por qué?
Por la sencilla razón de que los defensores de este modelo
neoliberal, no encontrarán
forma de defenderlo para aplicarlo en la Periferia dado que
el mismo, ha fracasado en el propio Centro. Hoy, es el
estado norteamericano, el que desembolsa millonarias sumas
de dinero para rescatar a la General Motors, al sistema
bancario y a tantas otras empresas. Todo lo contrario a lo
que ellos mismos predicaron durante 30 años. Es el Estado
el que interviene decisivamente en la economía para salvar
una industria norteamericana, para salvar un banco
norteamericano, y el que va a intervenir, de ser necesario,
para salvar a una universidad norteamericana.
La
caducidad del orden monetario internacional
Desde que
estalló “oficialmente” la crisis económica
internacional - con el famoso colapso del mega banco de
inversiones “Bear Stern” en septiembre de 2008
-, se han sucedido una serie de reuniones del denominado
“G-20”. En todas ellas, Estados Unidos tuvo como
objetivo el de dejar fuera de la discusión, el gran
problema de fondo: la caducidad del orden monetario
internacional instaurado al terminar la Segunda Guerra
Mundial, es decir el orden monetario basado en el reinado
indiscutible del dólar como moneda mundial de reserva y
cambio.[8]
Terminada la Segunda Guerra Mundial, la hegemonía del dólar,
fue la expresión natural del victorioso poder
norteamericano. Tal hegemonía monetaria fue una
consecuencia lógica del poder estructural de los Estados
Unidos. Aniquilado Japón, derrotada Alemania y
completamente exhausta Gran Bretaña - debido a la
calculadamente tardía entrada de los Estados Unidos en la
Segunda Guerra Mundial - la hegemonía del dólar constituyó,
simplemente, la expresión superestructural del poder
estructural de los Estados Unidos. En 1945, era el poder político,
económico y militar norteamericano el que sostenía y
sustentaba, la
hegemonía del dólar como monedada de reserva y de cambio.
A partir del 2009, se hace patente que ahora, es la hegemonía
del dólar la que sustenta y sostiene el poder político,
económico y militar norteamericano. Hoy, la hegemonía
norteamericana se sostiene gracias al
dólar, que detenta aún, el privilegio de persistir
como principal moneda mundial de intercambios.
La realidad
actual, indica que es el dólar el que hoy, sostiene al
poder norteamericano y no - aquello que sería lógico -,
que el poder norteamericano sustentase a su moneda. Este, es
un hecho nuevo que, a la luz de los acontecimientos, resulta
un cambio sustancial, irreversible por razones
estructurales, pues no asistimos - como ya afirmamos - a una
mera crisis coyuntural del poder norteamericano sino, a una
crisis estructural del mismo.
Importa,
por último, destacar que la preeminencia del capital
financiero dentro de la estructura del poder estadounidense,
ha hecho, hasta ahora, que la dirigencia política, en lugar
de tratar de reconstruir las bases estructurales de la
economía norteamericana, sólo haya atinado a crear,
mediante una emisión monetaria gigantesca,
un “Muro de Dinero”, a fin de
tratar de contener el derrumbe de la economía
norteamericana y, como lógica consecuencia, del propio
poder norteamericano. [9]
La
caducidad del actual orden político internacional
Importa
resaltar que la crisis estructural del poder norteamericano
se produce simultáneamente al extraordinario desarrollo
industrial tecnológico del denominado grup
BRIC (Brasil, Rusia, India y China) y que este hecho
podría llevar, hacia el año 2025, en el caso de que esos
países continúen con sus actuales tasas de crecimiento -
hecho que los convertiría en estados continentes plenamente
industrializados - a la incorporación plena de los miembros
del BRIC, al
seno de la estructura hegemónica del poder mundial -que
hasta ahora había estado integrada exclusivamente por
Estados Unidos, los Estados más industrializados de Europa
y Japón- y a
la formación de
un nuevo Sistema Internacional multicéntrico -hoy en
ciernes-, es decir, a la conformación de múltiples centros
de poder mundial y a la configuración, por lógica
consecuencia, de nuevas periferias alrededor de esos nuevos
centros de poder.
Resulta
entonces altamente probable que la crisis estructural del
poder norteamericano conduzca a la formación de un Sistema
Internacional multipolar. Esos nuevos polos de poder se
constituirán, lógicamente,
en el nuevo directorio - formal o informal - del
mundo. Ese directorio, formal o informal, del mundo estará
conformado por
los Estados Unidos que fue el primer estado en constituirse
como un Estado continente industrial y que, a pesar de la
crisis, conservaran factores de poder decisivos. Rusia, un
estado continente en proceso de recuperación, a partir de
Putin. China, un estado continente en un proceso de
industrialización acelerado. La India, que prácticamente
con la misma cantidad de habitantes que China es, también,
un estado continente en proceso de industrialización. Por
fin, un candidato a integrar ese directorio sería el núcleo
duro de la Unión Europea, es decir Alemania y menor medida
Francia, (estados que han construido la unión monetaria
europea a su entero beneficio, razón por la cual España,
Italia, Grecia, Portugal y los otros estados que integran la
unión han quedado completamente subordinados a los dictados
de Berlín y París) si logran coordinar una política
exterior y de defensa común. Por cierto, Brasil aspira a
ocupar un lugar en esa mesa. Es preciso remarcar que Brasil
-que se piensa a sí mismo, desde el comienzo de su vida
independiente, como una potencia mundial-[10]
es, hoy, el único país de la América del Sur que tiene
vocación de actor global, que quiere tener un destino de
potencia mundial y que está construyendo, paso a paso, el
poder necesario para respaldar su aspiración.
Recordemos, al pasar, que Argentina enterró esa
vocación de potencia que hoy tiene el Brasil, con la muerte
del presidente Juan Domingo Perón, el 1º de julio de 1974.
Los
Estados que se sienten en esa mesa, integraran la nueva
estructura hegemónica del poder mundial hoy en ciernes. [11]
Una
lectura objetiva de la historia de la Política
Internacional permite afirmar con claridad que siempre han
sido y, seguirán siendo, las condiciones reales de poder,
las que han determinado la ubicación y el rol de los
Estados en el Sistema Internacional - incluidas en esas
condiciones, la cultura de una sociedad y su psicología
colectiva. Por lo tanto, una evaluación realista de los
elementos que componen el poder nacional de los distintos
estados presentes en el escenario internacional, hace prever
que el Sistema Internacional, a mediados de la próxima década,
estará caracterizado
por la existencia de seis centros de poder y que
estará marcado
por una fuerte asimetría, en la que provendrán de los
respectivos centros, las directrices regulatorias de las
Relaciones Internacionales y hacia los nuevos centros se
encaminaran, los beneficios, mientras las respectivas
periferias serán proveedoras de servicios y bienes de menor
valor, quedando, de este modo, sometidas a las normas
regulatorias de los nuevos centros.
*
Marcelo Gullo nació en la ciudad de Rosario en 1963. El
mismo año en que inició sus estudios universitarios, 1981,
comenzó su militancia política contra la dictadura militar
que, desde 1976 había usurpado el poder. Doctor en Ciencia
Política por la Universidad del Salvador, Master en
Historia y Política Internacional por el “Institut
Universitaire de Hautes Etudes Internationales” de la
Universidad de Ginebra, Diplomado en Estudios
Internacionales por la Escuela Diplomática de Madrid.
Marcelo Gullo, profesor de la Universidad Nacional de Lanús,
es autor de “La insubordinación fundante. Breve historia
de la construcción del poder de las naciones”, Ed. Biblos,
Bs. As, 2008. Este
libro fue traducido al italiano y publicado en el 2010, en
Firenze por la editorial Vallecchi, con el título: “La
costruzione del Potere”.
Notas:
[1].
Aunque todavía
en 1960, Estados Unidos mantenía un arancel promedio
del 13%.
[2].
El esquema de la nueva división internacional del
trabajo pensada por la elite norteamericana y la
conceptualización de los cuatro grandes monopolios, la
hemos tomado del gran economista egipcio Samir Amin.
[3].
Al
respecto ver, AMIN, Samir, El hegemonismo de Estados
Unidos y el desvanecimiento del proyecto europeo,
Madrid, Ed. El viejo Topo, 2001, págs. 40 y 41.
[4].
Alvin Toffler comenzó a influenciar de manera notable a
la elite política y militar norteamericana en el año
1970 con la publicación de su primer libro titulado “El
shock del futuro” donde sostenía la tesis de que
la aceleración de la Historia acarreaba sus propias
consecuencias, con independencia de las orientaciones
reales del cambio, y que la simple aceleración de los
acontecimientos y de los tiempos de reacción
produce sus propios efectos, tanto si los cambios
se perciben como buenos o como malos. Luego, en su obra “La
tercera Ola”, publicada en 1979, Toffler divide la
historia de la civilización en sólo tres partes: una
fase agrícola de “primera ola”, una fase industrial
de “segunda ola” y una fase de tecnológica anti-industrial
de “tercera ola”, que recién estaba comenzando.
Para Toffler, la aparición de la “tercera ola” se
convierte en la clave para interpretar los dramáticos
cambios que se producen en su entorno. La premisa
revolucionaria que le permite interpretar y discernir el
sentido de los acontecimientos. Los cambios que él
observa en la familia, en la sociedad, en el estado,
desde el quiebre de la familia tradicional, la difusión
de cultos, el incremento del horario flexible,
la aparición de los movimientos separatistas, la
crisis del estado nación, no son, para Toffler, cambios
aislados entre sí, frutos del azar, sino partes de un
fenómeno mucho más amplio, “La muerte del
industrialismo y el nacimiento de una nueva civilización”.
(TOFFLER, Alvin, La tercera ola, Barcelona, Plaza&Janes,
1981.)
Años más
tarde, Alvin Toffler, en su libro “El cambio de
poder”, con el que cierra una trilogía dedicada a
explorar el impacto del “futuro”, en la sociedad
contemporánea, concibe al poder como un taburete de
tres patas, conformado por la riqueza, la violencia y el
conocimiento. Imagen que lo lleva a elaborar el concepto
del “poder del equilibrio”. TOFFLER, Alvin, El
cambio de poder, Barcelona, Sudamericana, 1999, p. 491.
[5].
Toffler sostiene que: “La
era industrial bisecó el mundo en una civilización
dominante y dominadora de la segunda ola e infinidad de
colonias hoscas, pero subordinadas de la primera ola (Toffler
entiende por sociedades de la primera ola a las
sociedades agrícolas no industrializadas)... en ese
mundo, dividido entre civilizaciones de la primera y de
la segunda ola resultaba perfectamente claro quién
ostentaba el poder.”
En
la actualidad, afirma Toffler,“…la humanidad se
dirige cada vez más deprisa hacia una estructura de
poder totalmente distinta que creará un mundo
totalmente dividido no en dos, sino en tres
civilizaciones tajantemente separadas, en contraste y
competencia: la primera, simbolizada por la azada, la
segunda por la cadena de montaje y la tercera por el
ordenador” TOFFLER, Alvin, Las guerras del
futuro, Barcelona, Ed. Plaza&Janes, 1994, p.41.
[6].
La ciudad de Pittsburg es un ejemplo paradigmático del
proceso de desindustrialización que vivió Estados
Unidos. Pittsburg era conocida como el “Ruhr
estadounidense”. Es decir: “…el corazón de la
región del acero y el carbón. Su industria entró en
colapso en la década del 80 y se perdieron la mitad de
los empleos industriales, que hoy representan el 8% de
la fuerza laboral. Treinta años después Pittsburg se
ha convertido en
uno de los centros de la industria de alta tecnología y
de la salud norteamericanas, con 35 universidades y 100
centros de investigación. La industria sobreviviente se
concentra en la robótica, la electrónica y la
nanotecnología”. CASTRO, Jorge, “El G-20, en
busca de retomar el control de las finanzas mundiales.
Clarín, Buenos Aires, 9 de septiembre de 2009, p. 15.
[7].
Las investigaciones de la carrera espacial colocaron a
las empresas estadounidenses en la vanguardia tecnológica,
otorgándoles una ventaja competitiva extraordinaria, al
mismo tiempo que modificaron la vida cotidiana en todo
el planeta tierra. El láser, la fibra óptica, las
tomografías computadas, el horno de microondas, el
papel film y hasta las comidas congeladas, tuvieron allí,
su origen. Las técnicas para deshidratar y congelar
alimentos fueron desarrolladas por la NASA para que los
astronautas llevaran su comida en celdas pequeñas y
pudieran prepararlas fácilmente. También fueron frutos
de la investigación espacial, los equipos de diálisis
para el riñón que purifican la sangre, las técnicas
que combinan la resonancia magnética y de tomografías
computada para hacer diagnósticos fehacientes, las cámaras
de televisión en miniatura que los cirujanos se colocan
en sus cabezas para que sus alumnos observen una operación,
las camas especiales para pacientes con quemaduras y
hasta las frazadas térmicas que se usan en los
hospitales. La investigación de la fibra óptica
permite hoy escuchar un CD con un lector láser, que las
centrales de celulares transmitan datos, o que se emita
información bancaria y financiera, en tiempo real,
desde y hacia cualquier lugar del mundo. Como destaca
Noam Chomsky: “Desde la Segunda Guerra Mundial, el
sistema del Pentágono-incluyendo a la NASA y al
Departamento de Energía- ha sido usado como un mecanismo
óptimo para canalizar subsidios públicos hacia los
sectores avanzados de la industria...por medio de los
gastos militares, el gobierno de Reagan aumentó la
proporción estatal en el PIB a más de 35 por ciento
hasta el año de 1983, un incremento mayor al 30 por
ciento, comparado con la década anterior. La guerra de
las galaxias (propuesta por Reagan) fue así un subsidio
público (encubierto) para el desarrollo de la tecnología
avanzada....El Pentágono, bajo el gobierno de Reagan,
apoyó también el desarrollo de computadoras avanzadas,
convirtiéndose - en palabras
de la revista “Science”- “en
una fuerza clave del mercado” y “
catapultando la computación paralela masiva del
laboratorio hacia el estado de una industria naciente,
para ayudar, de esta manera, a la creación de muchas
“jóvenes compañías de supercomputación”.
CHOMSKY, Noam y DIETERICH, Heinz, La sociedad global,
Buenos Aires, Editorial 21, 1999, p.36
[8].
En
los primeros días de enero del 2011, el Presidente
chino Hu Jintao, en una entrevista concedida
conjuntamente a The Wall Street Journal y a The
Washington Post, calificó sin eufemismos, al sistema
monetario internacional basado en el dólar como un
“producto del pasado” y aseguró que
“un proceso moderadamente largo, llevará a la
moneda china, a afirmarse en el plano internacional”. CLARIN,17
de enero de 2011, p. 19.
[9].
Walter Moore, en un interesante artículo titulado “Se
derrumba el Muro del Dinero norteamericano” afirma: “El
PBI de los Estados Unidos que en el año 2008, según el
Banco Mundial, era de 14.305.700 millones de dólares,
disminuyó durante el año 2009, en un 1,9% (o sea 0,275
billones de dólares). El déficit fiscal llegó, en el
mismo período, a 3 billones de dólares y el déficit
comercial a 0,57 billones de dólares. Todas estas pérdidas
se han pagado, emitiendo
dólares, gracias a lo cual, desde el año 2007, la base
monetaria de Estados Unidos se ha multiplicado en un
250%. Según el Banco Mundial, en el año 2008, su déficit
efectivo llegó a 10,2% de su BBI, o dicho de otra
manera, los Estados Unidos están emitiendo
dinero por 110% de su PBI, para pagar a sus
proveedores internos (déficit fiscal) y a sus
proveedores externos (déficit comercial), y eso no
computa la enorme cantidad de dólares que otros países
guardan en
sus tesoros. Pero esa enorme masa de dinero no se ha
destinado a movilizar el sistema productivo (la economía
real), sino a impedir que colapsen los grandes bancos y
organizaciones financieras. Y el resultado está a la
vista, los bancos muestran balances con grandes
ganancias, mientras que la cantidad de desocupados
norteamericanos creció hasta casi un 10% de la población
económicamente activa…La burbuja monetaria creada por
la Reserva Federal norteamericana
es gigantesca. (Además
es preciso tener en cuenta que)… se estima que por
cada dólar que circula en los Estados Unidos, hay 22 dólares
dando vueltas por el mundo. Lo cual implica que, a
medida que el prestigio del dólar se debilita, sus
poseedores intentarán comprar bienes en los Estados
Unidos para preservar el valor de sus papeles, con
bienes reales. Y aunque sólo la mitad de esa enorme
masa de dinero ingresara al circuito monetario de los
Estados Unidos, multiplicaría más de diez veces la
cantidad de dinero en circulación, lo cual generaría
en los Estados Unidos un proceso inflacionario de
tipo similar a la hiperinflación sufrida por la economía
argentina durante la década de 1980.”
MOORE,
Walter, Se derrumba el Muro de Dinero norteamericano,
[10].
Brasil,
emergió del régimen colonial, “…como un
Estado-imperio que formó la nación, atribuyéndose un
manifiesto destino de potencia, no a través de la
dilatación de las fronteras físicas (de lo cual ya no
necesitaba más, aunque todavía anexase, a comienzos
del siglo XX, el territorio de Acre con cerca de 500.000
kilómetros cuadrados), aunque sí, con su consolidación,
y, posteriormente, con el esfuerzo del desarrollo económico,
apuntando a aprovechar y transformar las riquezas
naturales dentro de las existentes y a conquistar, de
acuerdo con aquella percepción, un status de mayor
autonomía en el sistema internacional de poderes. El
hecho de que, al separarse de Portugal, mantuviera sin
ruptura del orden político, la unidad de su vasta
extensión territorial y que disfrutara de plena
estabilidad política casi todo el tiempo del Imperio
durante el siglo XIX, cimentó en sus elites y en su
pueblo, una conciencia de grandeza, suficiencia y
superioridad delante de los demás países de América
Latina.”
MONIZ
BANDEIRA, Luiz Alberto, Argentina, Brasil y Estados
Unidos. De la Triple Alianza al MERCOSUR, Buenos Aires,
Grupo Editorial Norma, 2004, págs ,543 y 544.
[11].
Sin embargo, es preciso aclarar que a ese nuevo
multicentrismo no se llegará, sin pasar por un intenso
periodo de confrontación, dado que,
para Estados Unidos, aceptar una reducción de su
papel en el escenario internacional o, incluso, un
“reparto” de responsabilidades con Europa, Japón,
Rusia, China, India y,
Brasil, entrañaría una reforma del sistema
monetario internacional, la pérdida del privilegio del
dólar y, por lo tanto, lejos de permitir una recuperación
sostenida y estructural de su economía, ahogaría el
flujo de capitales que opera en su favor llevándolo al
colapso económico abrupto que entrañaría,
a su vez, el colapso estratégico militar por
incapacidad de sustentar el gasto de su maquinaria bélica.
Nuestra
principal hipótesis, es que, los Estados Unidos.,
debido, entre otros factores, a la crisis estructural
que atraviesan, van a pasar, paulatinamente, de ser, una
potencia global, a ser una potencia regional. Sin
embargo, es necesario remarcar que los Estados Unidos no
se van a resignar, por lo menos fácilmente, a pasar, de
potencia global a potencia regional. Es razonable
avizorar que el poder norteamericano presentará batalla
- una batalla, posiblemente cada vez más virulenta - ,
en todos los frentes posibles.
En tal sentido, es que creemos que el Sistema
Internacional atravesará por un período de gran
turbulencia.
Durante este
período, los Estados Unidos de Norteamérica,
usarán tanto, su poder blando, como su poder duro, a
fin de retrasar su paso de potencia global, a potencia
regional.
En tal
sentido, es que, por ejemplo, intentan expulsar a China
del África Oriental. Esta operación ya ha comenzando
por Sudán, aprovechando la terrible violación sistemática
de los derechos humanos, que durante años, cometió el
gobierno sudanés, -aliado tradicional de Beijing-
contra la población cristiana del sur de Sudan, se
patrocinó la partición de Sudan en dos estados
independientes.
En cuanto
a Eurasia, los Estados Unidos van a tratar de evitar
algo que, para Europa, es fundamental: la alianza con
Rusia. Europa
necesita de Rusia y Rusia necesita de Europa. Mientras
Rusia encontraría en Europa la tecnología y los
capitales que necesita para su pleno desarrollo, Europa
encontraría en el enorme territorio ruso, la energía y
las materias primas que necesita para seguir
sobreviviendo en un mundo que se encamina hacia una
“crisis de pasaje”.
Una
“crisis de pasaje” es aquella en que, tanto el viejo
patrón energético como el viejo patrón de
industrialización, no terminan de morir y los nuevos
patrones, llamados a reemplazarlos, no terminan de
nacer. Es un período de crisis existencial, porque de
la disponibilidad de diversos minerales escasos e
indispensables para el proceso industrial dependerá la
existencia misma de las grandes potencias. Esta
“crisis de pasaje” sólo podrá ser superada, por
Europa, en alianza con Rusia. Este escenario conlleva,
para los Estados Unidos, el peligro de perder a su
tradicional vasallo europeo.
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