Líneas
ocupadas
Por David
Brooks
Corresponsal en EEUU
La Joranada, 10/10/11
Nueva York, 06/10/11.– Ocupa
Wall Street ha logrado ubicarse en la parte central del debate nacional,
apenas tres semanas después de aparecer en escena y con ello empezar a
transformar el panorama político del país.
En los últimos días, la cúpula
ha sido obligada a comentar acerca del fenómeno que empieza a cercarla.
Pienso que expresan la frustración que siente el pueblo estadounidense,
respondió el presidente Barack Obama al ser interrogado sobre Ocupa Wall
Street. Culpan, con cierta justificación, al sector financiero por llevarnos
a este desorden y están insatisfechos con la respuesta política aquí en
Washington. En cierta medida, no los puedo culpar, comentó Ben Bernanke,
presidente de la Reserva Federal. La líder de la minoría demócrata en la Cámara
de Represenantes, Nancy Pelosi, dijo que Ocupa Wall Street es un movimiento
joven, espontáneo, enfocado y será efectivo, y otros legisladores demócratas
también han expresado desde su simpatía o comprensión hasta su apoyo explícito
a las protestas.
Jeffrey Sachs, el famoso
economista, antes promotor de políticas de austeridad y ahora reformista,
apareció en el plantón de Wall Street para felicitar y expresar su acuerdo
con algunos de los planteamientos de los manifestantes. Los economistas premio
Nobel Paul Krugman y Joseph Stiglitz ya respaldado las protestas.
Para conservadores y defensores
de los ricos, las protestas son alarmantes. Eric Cantor, líder de la mayoría
republicana en la Cámara de Representantes, advirtió: “yo… estoy cada
vez más preocupado sobre la creciente chusma que ocupa Wall Street y otras
ciudades del país”. El precandidato presidencial republicano Mitt Romney
advirtió que esto es peligroso, es guerra de clases, mientras Herman Cain,
otro precandidato republicano, afirmó: no culpen a Wall Street, no culpen a
los grandes bancos; si no tienes empleo y no eres rico, cúlpate a ti mismo.
El influyente representante federal Peter King acusó a los manifestantes de
ser anarquistas y no tener otro propósito que ser antiestadounidenses y
anticapitalistas, pero advirtió: “debemos tener cuidado en no permitir que
esto adquiera legitimidad… no podemos permitir que eso ocurra”.
Pero, como dirían aquí: too
late; ya ocurrió.
El New York Times, en su
editorial principal de este domingo, dio la razón a los manifestantes: están
exactamente en lo cierto cuando dicen que el sector financiero, con
reguladores y funcionarios electos coludidos, infló una burbuja de crédito,
con la que también lucró, y que al estallar costó a millones de
estadounidenses sus empleos, ingresos, ahorros y equidad. Ante críticas de
que Ocupa Wall Street no ha formulado un mensaje claro, el Times opinó: en
este momento, la protesta es el mensaje: la desigualdad de ingreso está
triturando a la clase media, incrementando las filas de los pobres y
amenazando con crear una subclase permanente de gente con voluntad, pero
desempleada. En un nivel, los manifestantes, muchos de ellos jóvenes, están
dando voz a una generación de oportunidad perdida. El Times concluye que,
porque los políticos no han abordado ni resuelto los problemas de
desigualdad, estas expresiones públicas de protesta son un fin legitimo e
importante en sí mismas. También es la primera línea de defensa contra un
retorno a las formas de Wall Street que hundieron al país en una crisis económica
de la cual aún no logra salir.
Esta ola de protestas, en 21 días,
ha obligado a los medios a cubrir cada vez más este fenómeno. Un análisis
del New York Times revela que el 17 de septiembre, al iniciarse la acción, sólo
hubo 10 reportes en los medios tradicionales (televisión y medios impresos).
Cuando la policía realizó una primera represión, una semana después, este
número se elevó a 96 reportes, y siete días más tarde se incrementó a 115
notas/reportes en la segunda represión en el puente de Brooklyn, con el
arresto de 700 manifestantes. El 2 de octubre llegó a 258; al día siguiente
a 391, y a 482 el 6 de octubre, al registrar la marcha masiva de apoyo en
Nueva York. El promedio ahora a lo largo de las tres semanas de la existencia
de Ocupa Wall Street a nivel nacional es de 144 reportes diarios en los medios
tradicionales de noticias.
Pero si bien Ocupa Wall Street
ha provocado un debate entre las cúpulas, lo más notable es el diálogo que
ha generado en las calles. En la Plaza Libertad de Nueva York hay foros casi a
diario en los cuales se presentan figuras como Michael Moore, Naomi Klein,
Slavoj Zizek y el extraordinario ambientalista Bill McKibben, quien
recientemente impulsó una de las acciones de desobediencia civil más grandes
de los tiempos modernos contra un proyecto de oleoducto transcontinental (de
Canadá a Texas). También se llevan a cabo foros con la Alianza de Taxistas
de Nueva York, representantes del Movimiento de Alianza Nacional de
Trabajadoras Domésticas, y con la Red de Justicia para Prisioneros.
A la vez, llegan representantes
de movimientos en otros países: un par de griegos, unos españoles del
15–M; Mohammed, un egipcio que afirmó que este movimiento ahora abarca
desde la primavera árabe a la caída de Wall Street. Agregó: muchas cosas
nos mantienen separados: fronteras, inseguridades internas, ejércitos, policías
y empresas. Ellos tienen sus leyes, pero nosotros tenemos nuestra revolución.
Somos el 99 por ciento.
Estos diálogos se realizan y
repiten en las decenas, tal vez cientos, de espacios públicos que se van
ocupando casi a diario a lo largo del país. Pero también se lleva a cabo en
el universo cibernético. Según algunos informes, más de 200 cuentas de
Facebook y Twitter han sido creadas en ciudades de todo el país para abordar
tanto los temas nacionales como los locales relacionados con las protestas, así
como para coordinar acciones y mítines.
Aún está por verse si esta
expresión disidente se limita a ser una ola de protestas o logra volverse un
movimiento. Pero por ahora, desde Wall Street, el sitio más antidemocrático
del planeta, ha logrado hacer soplar una brisa democrática por este país.
Empieza a brotar lo que siempre hay abajo: cooperación, colectividad,
compartir alimentos e ideas, reconocer que nadie por sí solo puede existir.
Renace aquí tal vez el elemento más precioso en el mundo: la solidaridad.
Si eso logra florecer, será un
triunfo mucho mayor que sólo ser reconocido por la cúpula. Por ahora, están
muy ocupadas las líneas de un nuevo diálogo en las calles, casas y plazas en
este país.
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