En un momento en el que se ha convertido en un cliché
decir que Ocupa Wall Street ha cambiado la conversación política de la nación
–atrayendo una atención a las luchas del 99% que debería haber existido
hace tiempo– la política electoral y la elección presidencial de 2012 son
casi exclusivamente definidas por el 1%. O, para ser más precisos, por el
0,0000063%.
Son los 196 donantes individuales que han suministrado
casi un 80% del dinero reunido por los súper PAC (comités de acción política)
contribuyendo con 100.000 dólares o más cada uno.
Esos PAC, creados por la decisión 5-4 Citizens United de
la Corte Suprema en enero de 2010, pueden reunir cantidades ilimitadas de
dinero de individuos, corporaciones o sindicatos con el propósito de apoyar u
oponerse a un candidato político. En teoría se prohíbe legalmente a los súper
PAC que se coordinen directamente con un candidato, aunque en la práctica no
son más que una extensión más tenebrosa de las campañas políticas y
realizan las mismas funciones que
una campaña tradicional sin ninguna de las responsabilidades
correspondientes.
Si 2008 fue el año del pequeño donante, cuando
numerosos expertos políticos (incluido yo mismo) predijimos que la fusión de
la organización de base con el ciberactivismo transformaría la forma de
desarrollo de las campañas, 2012 es “el año del gran donante”, cuando la
valía de un candidato es proporcional a la cantidad de dinero de su súper
PAC. “En esta campaña, cada candidato necesita sus propios
multimillonarios”, escribió Jane Mayer en The New Yorker.
“Esto en realidad es la venta de EE.UU.”, afirma el
ex candidato presidencial y presidente del Partido Demócrata Howard Dean.
“Hemos sido vendidos por cinco jueces gracias a la decisión Citizens
United”. En realidad, nuestra democracia se vendió al mejor postor hace
mucho tiempo, pero en la elección de 2012 la explosión de los súper PAC ha
desviado la mirada del público hacia la asombrosa desigualdad en nuestro
sistema político, tal como el movimiento Ocupa iluminó la brutal desigualdad
de la economía. Las dos, claro está, se complementan.
“Vamos a derrotar el poder del dinero con el poder
popular”, dijo Newt Gingrich después de perder ante Mitt Romney en Florida
a finales de enero. Encarnación ambulante del complejo lobby-industrial,
Gingrich hizo esa declaración a pesar de que su candidatura está siendo
impulsada por un súper PAC financiado por dos donaciones de 5 millones de dólares
del magnate de los casinos de Las Vegas Sheldon Adelson. Habría sido más
divertido si la primaria presidencial republicana no fuera un caso real de una
contienda con mucho dinero y poca participación.
Wesleyan Media Project informó recientemente de un
aumento de 1.600% en anuncios en la televisión patrocinados por grupos de
intereses en este ciclo en comparación con las primarias de 2008. Hasta ahora
Florida ha resultado ser la batalla campal de los súper PAC Allí, el súper
PAC pro Romney, Restore Our Future, gastó cinco veces más que el súper PAC
pro Gingrich, Winning Our Future. Solo en la última semana de la campaña,
Romney y sus aliados transmitieron 13.000 anuncios en la televisión en
Florida, frente a los 200 para Gingrich. Un 92% de los anuncios fue de índole
negativa de los que dos tercios atacaban a Gingrich, quien irónicamente, fue
un ferviente defensor de la decisión Citizens United.
Con la excepción de la candidatura perdedora de Ron Paul
y la perturbadora victoria de Rick Santorum en Iowa –donde casi no gastó
dinero pero visitó los 99 condados del Estado– los candidatos republicanos
y sus súper PAC aliados prácticamente han abandonado la campaña al menudeo
y en la base. Han preferido gastar sus fondos de campaña en la televisión.
Los resultados ya se pueden ver en las primeras
elecciones primarias y asambleas electorales: una acometida del dinero y un
electorado desmovilizado. Indudablemente no es coincidencia que, en comparación
con 2008, la participación haya bajado un 25% en Florida y que, esta vez,
hayan participado menos republicanos en todos los Estados que han votado hasta
ahora, con la excepción de Carolina del Sur. Según los politólogos Stephen
Ansolabehere y Shanto Iyengar, los anuncios negativos en la televisión
contribuyen a “una implosión política de apatía y abstinencia”. El
columnista del New York Times Tim Egan, ha calificado la era post Citizens
United de “una democracia con metanfetamina”.
La primaria del 0,01%
Más de 300 súper PAC están registrados ahora en la
Comisión Electoral Federal. El financiado por la mayor cantidad de pequeños
donantes pertenece a Stephen Colbert, quien ha convertido su show en la
televisión en un brillante comentario sobre el deformado paisaje de los súper
PAC. El satírico súper PAC de Colbert, “Estadounidenses por un mañana
mejor, mañana” ha reunido un millón de dólares de 31.595 personas,
incluidas 1.600 que dieron un dólar cada una. Hay que considerarlo como una
rara demostración de poder popular en 2012.
Aparte de eso, los súper PAC de ambas partes son
financiados por un 1% del 1%. El súper PAC de Romney “Restaura nuestro
futuro”, fundado por el abogado general de su campaña de 2008, ha
encabezado el rebaño, juntando 30 millones de dólares, un 98% de donantes
que dieron 25.000 dólares o más. Diez millones de dólares proceden solo de
10 donantes que dieron un millón cada uno. Estos incluían a tres
administradores de fondos de alto riesgo y al republicano de Houston Bob
Perry, patrocinador de Swift Boat Veterans for Truth en 2004, cuyos abusivos
anuncios hicieron un trabajo tan efectivo en la destrucción de las
posibilidades electorales de John Kerry. Un sesenta y cinco por ciento de los
fondos ingresados al súper PAC de Romney en la segunda mitad de 2011 procedían
del sector de las finanzas, seguros y bienes raíces, conocidos también como
la gente que causó la catástrofe económica de 2007-2008.
La campaña de Romney ha juntado el doble que su súper
PAC, más de lo que se puede decir de Rick Santorum, cuyo súper PAC –Rojo,
Blanco y Azul– ha reunido y gastado más que el propio candidato. Un 40% de
los 2 millones de dólares que se han invertido hasta ahora en Rojo, Blanco y
Azul provinieron de una sola personas, Foster Friess, un multimillonario
conservador de los fondos de alto riesgo y cristiano evangélico de Wyoming.
Después de las sorprendentes victorias de Santorum en
Colorado, Minnesota y Missouri el 7 de febrero, Friess dijo al New York Times
que había reclutado un millón de dólares para el súper PAC de Santorum de
otro donante (anónimo) y había aumentado su propia parte, aunque no dijo cuánto.
No lo descubriremos hasta la próxima revelación de la campaña dentro de
tres meses, para cuando es casi seguro que la primaria del Partido Republicano
estará decidida.
Por ahora, el amigo ricachón de Gingrich, Adelson, ha
prometido que se mantendrá con su vacilante campaña, pero también ha dado
señales de que si el expresidente de la Cámara pierde, está dispuesto a
donar aún más dinero de súper PAC a una candidatura presidencial de Romney.
Y hay que recordar que nada posterior a la ley Citizens United impide que un
donante como Adelson, resuelto a impedir que el gobierno de Obama bloquee un
ataque israelí contra las instalaciones nucleares de Irán, entregue 100
millones de dólares, o en realidad, todo lo que quiera.
Antes de Citizens United, la cantidad máxima que una
persona podía donar a un candidato eran 2.500 dólares; un comité de acción
política, 5.000; un comité de un partido político, 30.800 dólares. Ahora
no existen límites para los súper PAC, y lo que es aún más inquietante,
cualquier donante puede hacer una contribución ilimitada a un 501c4, grupos
definido por el IRS [Servicio de Impuestos Internos] como “ligas cívicas u
organizaciones sin fines de lucro operadas exclusivamente para la promoción
del bienestar social”, y para empeorar las cosas, esa contribución se
mantendrá eternamente secreta. De esta manera, la política estadounidense
desciende aún más a las tinieblas, y los 501c4 ganan rápidamente influencia
como “súper PAC anónimos”.
Un reciente análisis del Washington Post estableció
que, a un coste de 24 millones de dólares, un 40% de los anuncios en la
televisión en la contienda presidencial procedieron de esos grupos “de
bienestar social” exentos de impuestos. American Crossroads, destacado súper
PAC conservador fundado por Karl Rove, que ataca a candidatos demócratas y al
gobierno de Obama, también dirige un 501c4 llamado Crossroads GPS. Ha reunido
el doble de dinero que su grupo hermano, todo de donaciones cuyas fuentes
permanecerán ocultas a los votantes estadounidenses. Evidentemente el
servicio de fondos secretos de los casos especiales de los multimillonarios
ahora se llama “bienestar social”.
La Industria de Defensa de Ingresos
En su libro Oligarchy, el politólogo Jeffrey Winters se
refiere a los actores desproporcionadamente acaudalados e influyentes en el
sistema político como la “Industria de Defensa de Ingresos”. Si quieres
saber de qué forma la clase adinerada, que prosperó durante los años de
Bush y Clinton, encontró un modo de destruir o adulterar casi todo a lo que
objetaba en los años de Obama, basta con que mires al control del 1% del 1%
sobre nuestro sistema político.
Este simple hecho explica por qué los administradores de
fondos de alto riesgo pagan una tasa de impuesto inferior a la de sus
secretarias, o por qué EE.UU. es la única nación industrializada sin un
sistema de atención sanitaria financiado por los impuestos organizado por el
gobierno, o por qué el planeta sigue calentándose a un ritmo sin precedentes
mientras no hace nada por combatir el calentamiento global. El dinero
generalmente compra elecciones y, sea quien sea el elegido, casi siempre
compra influencia.
En la elección de 2010, el 1% del 1% representó un 25%
de todas las donaciones relacionadas con la campaña, totalizando 774 millones
de dólares, y un 80% de todas las donaciones a los partidos demócrata y
republicano, el mayor porcentaje desde 1990. En la competición al Congreso de
2010, según el Center for Responsive Politics, el candidato que gastó el máximo
ganó un 85% de las elecciones a la Cámara y un 83% al Senado.
A los medios les encanta la historia del desaventajado,
pero actualmente es menos probable que pueda ganar. En vista del precio de las
campañas y la abrumadora ventaja de gastar más que tu oponente, no es
sorprendente que casi la mitad de los miembros del Congreso sean millonarios y
que el patrimonio neto promedio de un senador de EE.UU. sea de 2,56 millones
de dólares.
La influencia de los súper PAC ya se hizo evidente en
noviembre de 2010, solo nueve meses después del dictamen de la Corte Suprema.
John Nichols y Robert McChesney de The Nation señalan que de los 53 distritos
competitivos de la Cámara donde la organización Crossroads de Rove gastó más
que los candidatos demócratas en 2010, los republicanos ganaron en 51. Pero
resultó que la última elección fue solo un aperitivo de la extravagancia
monetaria que es 2012.
Los republicanos vuelven a contar con la ventaja de los súper
PAC este año, cuando los costes de la contienda presidencial y de todas las
demás por los puestos federales aumentarán de 5.000 millones en 2008 a 7.000
millones el próximo noviembre. (La elección de 2000 costó “solo” 3.000
millones de dólares). En otras palabras, la cantidad gastada en esta
temporada electoral será aproximadamente el equivalente al producto interno
bruto de Haití.
El mito de los pequeños donantes
En junio de 2003, el candidato presidencial Howard Dean
consternó al establishment político al juntar 828.000 dólares en un día
por Internet, con una donación promedio de 112 dólares. Dean, de hecho,
obtuvo un 38% de los fondos totales de su campaña de donaciones de 200 dólares
o menos, sembrando las semillas de lo que muchos pronosticaron que sería una
revolución de pequeños donantes en la política estadounidense.
Cuatro años después, Barack Obama reunió un tercio de
los 745 millones de dólares sin precedentes que obtuvo para su campaña de
pequeños donantes, mientras Ron Paul juntó 39% de pequeños donantes en el
lado republicano. Gran parte de la campaña de Paul fue financiada por
“bombas de dinero” en línea, cuando partidarios entusiastas generaron
millones de dólares en breves estallidos coordinados. La cantidad de dinero
reunido en pequeñas donaciones por Obama, en particular, provocó esperanzas
de que su campaña hubiera encontrado un camino para romper el asidero mortal
de los grandes donantes sobre la política estadounidense.
En retrospectiva, la utopía de pequeños donantes que
rodea a Obama parece ingenua. A pesar de toda la atención mediática
adulatoria sobre sus pequeños donantes, el candidato obtuvo la mayor parte de
su dinero de grandes donantes. (Normalmente, en la actualidad, los miembros
titulares del Congreso obtienen menos de un 10% de los fondos de su campaña
de pequeños donantes, cuya cantidad disminuye cuando se llega a los ámbitos
gubernativos y de legislaturas estatales). Los principales donantes de Obama
incluían a empleados de Goldman Sachs, JP Morgan Chase, y Citigroup, de
quienes no se puede decir que sean abanderados de los indefensos. Por razones
obvias, la campaña prefirió destacar en su narrativa a los pequeños
donantes por sobre los grandes, y lo sigue haciendo en 2012.
Curiosamente, tanto Obama como Paul reunieron más dinero
de pequeños donantes en 2011 que en 2008: el 48% y 52% de sus sumas totales,
respectivamente. Pero en la era del súper PAC ese dinero ya no tiene el mismo
impacto. Incluso Dean duda de que su campaña de 2004 contra el establishment,
alimentada por Internet, tuviera el mismo éxito actualmente. “Los súper
PAC han hecho que una campaña en la base sea menos efectiva”, dice. Todavía
se puede realizar una campaña en la base pero el problema es que ahora se
puede abrumar por televisión y por el envío de correos sucios… Es un gran
cambio desde 2008”.
Obama es un candidato con doble personalidad, lo que hace
que su campaña sea igualmente esquizofrénica. La campaña de Obama afirma
que obtiene un 98% de su dinero de pequeños donantes y que está
“organizando la mayor campaña en la base en la historia de EE.UU.”, según
el jefe de su campaña Jim Messina. Pero las ingenuas estadísticas y la retórica
que las acompaña son profundamente engañosas. De los 89 millones de dólares
reunidos en 2011 por el Fondo de la Victoria Conjunta de Obama, una colaboración
del Comité Nacional Demócrata (DNC) y de la campaña de Obama, un 74%
provino de donaciones de 20.000 dólares o más y un 99% de donaciones de
1.000 dólares o más.
La campaña tiene 445 “empacadores” (apodados
“recabadores voluntarios de fondos” por la campaña), que reúnen dinero
de sus amigos acaudalados y lo empacan para Obama. Han reunido por lo menos
74,4 millones de dólares para Obama y el DNC en 2011. Sesenta y uno de esos
empacadores reunieron 500.000 dólares o más. Obama realizó 73 actos de
recolección de fondos en 2011 y 13 solo el mes pasado, donde el precio de
admisión fue casi siempre 35.800 dólares por persona.
Un aumento de las contribuciones de pequeños donantes y
una oleada de recaudadores de grandes cantidades de dinero no fueron
suficientes, sin embargo, para otorgar a Obama una ventaja por sobre los
republicanos en la búsqueda de dinero. Por eso la campaña de Obama, que
hasta hacer poco se oponía firmemente a los súper PAC, repentinamente cedió
y declaró su apoyo a un súper PAC pro Obama llamado Priorities USA.
Un día después del anuncio de que la campaña, como las
de sus rivales republicanos, utilizaría los súper PAC, Messina habló en el
Club Core en Manhattan, solo para miembros, y “aseguró a un grupo de
donantes demócratas de la industria de servicios financieros que Obama no
satanizará a Wall Street mientras reafirma los llamados populistas en su
campaña para la reelección”, informó Bloomberg Businessweek. “Meddina
dijo al grupo de donantes de Wall Street que el Presidente tiene la intención
de competir contra Romney, no contra la industria que hizo ganar millones al
exgobernador de Massachusetts”.
En otras palabras, no hay que esperar un retorno
convincente al tema de la gente contra los poderosos en la campaña de 2012, a
pesar de que Romney, si fuera candidato, sería particularmente vulnerable a
esa línea de ataque. Después de todo, hasta ahora su campaña ha obtenido
solo un 9% de sus donaciones de pequeños donantes, mucho menos que el 21% del
senador John McCain en 2008, y el 26% de George W. Bush, en 2004.
En el cuarto trimestre de 2011, Romney obtuvo más fondos
que Obama de las principales firmas de Wall Street por un margen de 11 a 1.
Sus tres máximas contribuciones a la campaña provienen de empleados de
Goldman Sachs (496.430 dólares), JPMorgan (317.400 dólares) y Morgan Stanley
(277.850 dólares). Los bancos han perdido popularidad, pero su dinero para la
campaña es indispensable para la clase política y por lo tanto siguen siendo
tan poderosos como siempre en la política estadounidense.
Recientemente, en su show, Stephen Colbert señaló que
la mitad del dinero (67 millones de dólares) reunido por los súper PAC en
2011 provino solo de 22 personas. “Es 7 millonésimas partes del 1 por
ciento”, o sea, aproximadamente el 0,000000071%, dijo Colbert mientras
rociaba con un extintor de incendios su calculador humeante. “Por lo tanto:
Ocupa Wall Street, vais a tener que cambiar esas pancartas”.
(*) Ari Berman es escritor y colaborador de la
revista Nation y Asociado de Investigación periodística en el The Nation
Institute. Su libro: “Herding Donkeys: The Fight to Rebuild the Democratic
Party and Reshape American Politics” (Picador) apareció ahora en rústica
con un nuevo epílogo.
Una
elección del 1 por ciento, para el 1 por ciento y por el 1 por ciento
Curiosidades
de una elección presidencial
Nueva
York.– Que la elección presidencial estadounidense parece estar reducida,
con su tsunami de fondos ilimitados y no regulados, a un concurso entre
millonarios para imponer a su favorito en la Casa Blanca ya no es noticia.
Para muchos la impresión es que, más que cualquier otra, esta es una elección
del 1 por ciento, para el 1 por ciento y por el 1 por ciento, guiada, diseñada
y coreografiada por los mejores técnicos especializados en crear una ilusión
de democracia mientras los dueños del juego se dedican al negocio del poder
real. Por lo tanto, tal vez lo más interesante ahora son los detalles raros y
absurdos de este concurso, o las cosas que se revelan de la clase política
por accidente.
Por
ejemplo, el sábado pasado hubo un revuelo en el estado más orgullosamente
antimigrante del país, Arizona. Ahí, una de las figuras más machas de la
política estatal, un sheriff reconocido por su feroz posición antimigrante y
su fama de ser ex militar y gran defensor de la ley y orden, quien también es
candidato al Congreso, de pronto tuvo que renunciar como copresidente estatal
de la campaña presidencial del republicano Mitt Romney. La razón: una bronca
pasional con un hombre, que además es... ¡un inmigrante mexicano!
Paul
Babeu, político muy popular en Arizona, sheriff del condado de Pinal, anunció
su renuncia después de publicarse versiones en los medios locales de que había
amenazado con deportar a un ex novio, originario de México, cuando éste
–identificado como José– rehusó callar una relación que, afirmó, duró
años. José declaró alPhoenix New Times que rehusó firmar un acuerdo de que
jamás revelaría su relación con Babeu, y por ello fue amenazado con la
deportación. El sábado, Babeu debió confesar, en conferencia de prensa, que
tuvo una relación personal con José, pero rechazó que hubiera amenazado con
deportarlo, aunque admitió: la verdad es que soy gay. Las primarias en
Arizona se realizarán a finales de mes y lo último que deseaba Romney, quien
enfatiza sus credenciales de conservador extremo, es que alguien asociado con
él sea gay.
Hablando
de extranjeros, los republicanos aún intentan nutrir la sospecha de que Obama
no es americano. Entre filas ultraconservadoras se sospecha todavía de la
veracidad de su acta de nacimiento, y aunque los precandidatos han abandonado
esa línea de ataque que utilizaron en la elección de 2008, desean generar la
idea de que aun si Obama es estadounidense, sus ideas sí son extranjeras. A
falta de poder llamarlo africano o musulmán, como intentaron antes, ahora el
peor insulto es que es un socialdemócrata o socialista estilo europeo. El
precandidato presidencial republicano Newt Gingrich lo ha acusado de estar a
favor del socialismo europeo; Romney ha afirmado que promueve un estado de
bienestar estilo europeo en contraste con el suyo, que es de un país libre.
Como señala el columnista Harold Meyerson, del Washington Post, la
culpabilidad por asociación era mucho más simple cuando la asociación, o
supuesta asociación, era con comunistas. En su ausencia, los republicanos han
tenido el reto de volverse más ridículos y lo han logrado.
Mientras
tanto, hubo un intenso debate sobre la libertad de religión cuando los
obispos católicos proclamaron su oposición a que hospitales y escuelas católicas
paguen el costo de contraceptivos para sus empleados, como estipula la reforma
de salud impulsada por Obama. Cuando el gobierno de Obama logró dar la vuelta
a la férrea oposición de la jerarquía católica, al decir que las
aseguradoras y no sus instituciones pagarían esos costos, los obispos
insistieron en que nadie debe pagar por algo tan lleno de maldad como la
contracepción. Ahora algunos republicanos atacan a Obama como enemigo de la
religión.
El
espectáculo de la jerarquía –por definición de puros hombres–
defendiendo sus supuestos principios morales sobre la sexualidad, a pesar de
que una vasta mayoría de sus fieles no comparten su punto de vista y de que
no hay ninguna mención de tal cosa en la Biblia, fue triste. Pero lo más
notable, casi obsceno, señalaron cómicos y satíricos, fue que una institución
que pasa por una de las peores crisis de su historia –y paga indemnizaciones
multimillonarias– por las perversas actividades sexuales cometidas con
menores de edad por varios de sus pastores espirituales, y luego encubiertas
por sus líderes, aún crea que tiene autoridad moral para pronunciarse sobre
esto. Pero reveló, una vez más, esa combinación tan letal de política y
religión en este país.
Tal
vez el ejemplo más extremo de esta mezcla entre política y religión entre
los republicanos es el precandidato Rick Santorum, quien no sólo se pronuncia
en contra de la anticoncepción, sino también descarta el calentamiento
global, la teoría de la evolución, afirma que el sexo gay es bestial y hasta
cuestiona el papel del Estado en la educación (sus hijos fueron educados en
casa), todo en nombre de su fe católica. Que sea un candidato viable para la
presidencia provoca que muchos aquí griten: ¡Dios nos salve!
Y
mientras tantas cosas serias ocurren, el reventón continúa en Wall Street.
Hace un par de semanas se realizó un rito anual de una fraternidad de
banqueros y ejecutivos de Wall Street que se divirtieron burlándose de Ocupa
Wall Street y de cómo fueron rescatados de la crisis por el tesoro público.
Todo culminó con el rito de inducción de nuevos miembros, quienes deben
vestir ropa de mujer, bailar, cantar y someterse a un bombardeo de pastelitos
y servilletas empapadas de vino exclusivo. Éstos son, como reportó el New
York Times, los que toman decisiones cotidianas que colectivamente pueden
hacer o romper los mercados financieros globales.
Sólo con estos ejemplos –y hay tantos más– se puede
concluir que, por un lado, los conservadores aquí tienen razón: la inmigración,
el socialismo y el sexo amenazan a Estados Unidos. Por otro, que tal vez el
estribillo de la canción tema de la gran película Cabaret es el mejor
ejemplo para describir la coyuntura en este país: "la vida, mi amigo, es
un cabaret".
La guerra de clases ataca duro al país
Escuelas en ruinas plagadas de tuberías que gotean, la
pintura desconchada, aires acondicionados descompuestos, edificios antiguos y
poco efectivo.
No, esa no es la situación de las escuelas públicas en
Ruanda o Burundi, las dos naciones más pobres del mundo. Es una descripción
del estado actual de escuelas en Estados Unidos, la autoproclamada “nación
más rica del mundo”, y específicamente de las escuelas públicas del Sur
de la Florida, una región donde residen
muchos de los ricos y famosos del país, una zona salpicada de miles de
mansiones colosales y marinas repletas de yates fabulosos.
Miami-Dade, el cuarto en tamaño de los distritos
escolares del país, está arruinado en términos de dólares de capital, según
su principal funcionario de finanzas, y tiene en sus libros de contabilidad al
menos $1,7 mil millones de dólares de necesidades no resueltas de capital y
mantenimiento aplazado para las escuelas e instalaciones. “¿Cómo se
sostienen las cosas? Principalmente con cinta adhesiva. Hemos estado haciendo
todas las chapucerías que hemos
podido para poder seguir funcionando”, dijo un director de escuela.
La mitad de las áreas escolares tiene al menos cuarenta
años. Este es un asunto de seguridad personal, no es solo que va a ser incómodo…”,
dice el funcionario de instalaciones escolares Jaime Torrens. “No, no se
puede impartir clases en una escuela sin ventanas y sin aire acondicionado”.
Para empeorar las cosas, la Florida ha suspendido a las escuelas tradicionales
el flujo de fondos para la construcción y mantenimiento que proviene del
gasto capital de educación pública del estado (PECO), mientras continúa
financiando el PECO de las escuelas semiautónomas.
Por tanto, realmente no sorprende a nadie que las
escuelas públicas de Miami-Dade estén buscando fuentes estables de ingresos,
incluyendo la propuesta de un recargo al impuesto sobre las ventas con el fin
de financiar la construcción y mantenimiento de escuelas. Desde 2007-2008, el
capital primordial global de Miami-Dade, incluyendo el dinero para
construcciones de importancia y el mantenimiento regular, ha disminuido en 43
por ciento. El principal candidato como fuente de nuevos ingresos para las
escuelas es un recargo al impuesto sobre las ventas. Pero los impuestos sobre
las ventas son regresivos. Golpean más fuertemente a los pobres y a la clase
media que a los ricos. Cualquier incremento de ese tipo necesitaría la
aprobación de la legislatura, el mismo órgano que durante años se ha
dedicado a recortar alegremente los impuestos. Así que buena suerte con eso.
Por otra parte, quizás los proponentes de un incremente del impuesto sobre
las ventas sean conscientes de que hay un tipo de impuesto que les gusta a los
republicanos: los impuestos regresivos, como el impuesto sobre las ventas, y
el impuesto de seguridad social sobre las nóminas.
Mientras tanto en Tallahassee, la capital del estado, los
legisladores recortan impuestos y le pasan la cuenta a las ciudades. A medida
que la legislatura aprueba recortes de impuestos favorables a los negocios,
los gobiernos locales deben recortar sus gastos –o incrementar los impuestos
para financiarlos. En total, la legislatura ha fomentado nuevos recortes de
impuestos no financiados por valor de varios miles de millones de dólares
que, si se aprueban, tendrán que salir de los fondos de las ciudades y
condados de todo el estado. Los legisladores estatales iniciaron el año
pasado gran parte de su movimiento a
favor de los recortes de impuestos, reduciendo los impuestos corporativos y
aprobando una disminución del impuesto a la propiedad que se espera que los
electores aprueben en las elecciones de noviembre. El costo para los gobiernos
locales será de $616 millones anuales.
El pasado año, los desesperados comisionados del condado
de Hernando hasta consideraron terminar con el control de mosquitos, cerrar
parques y recortar los beneficios para los empleados públicos.
Mientras tanto, los legisladores favorables a los
negocios y al gobierno reducido continúan avanzando con un plan de recortes
de impuestos. Cuando los legisladores estatales no están haciendo lo
imposible por inventar la forma de reducir los impuestos de los que tienen,
han estado ocupados en realizar una guerra poco disimulada contra los que no
tienen. O como dice Dorene Barker, la directora legislativa del Servicio Legal
de la Florida, la legislatura está realizando un “ataque sin precedentes
contra los pobres” –desde exigir a los que reciben dinero de la Seguridad
Social que pasen una prueba de drogas, a desviar a los pacientes de Medicare
hacia los seguros de salud privados y hacer más difícil que la gente
mantenga sus beneficios de desempleo.
En Miami, algunos residentes se han indignado debido al
aumento de casas abandonadas y de edificios en proceso de ejecución de
hipotecas. Sin mantenimiento, muchos se han deteriorado hasta niveles
peligrosos o se han convertido en guaridas de drogadictos y prostitutas. La
solución preferida por la que se ha decidido la Ciudad de Miami
–en medio de una epidemia de gente sin hogar y carencia de espacio
para refugios– es la demolición.
Curiosamente, la más alta tasa de demoliciones es la del
distrito más rico de la ciudad, Coconut Grove. La respuesta al acertijo es
que en el área de Coconut Grove que se conoce como Black Grove residen
algunos de los más pobres de la ciudad. No es de extrañar que algunos
residentes negros consideren que las demoliciones son otro paso hacia el
aburguesamiento. “Debieran reparar los edificios en vez de declararlos
inhabitables y demolerlos”, dijo uno de los residentes de la zona. “Hacer
eso y construir viviendas más económicas en vez de tiendas como CocoWalk.”
Los datos mencionados provienen directamente –en
muchos casos literales aunque sin comillas– de recientes artículos
publicados en The Miami Herald, en especial en la edición del domingo 12 de
febrero de 2012. Por tanto, doy
crédito al periódico por todo el material que he extraído de sus páginas,
así como de buenos reportajes acerca de: la especulación con las escuelas
semiautónomas, la organización del plan de la Legislatura por parte de una
ideología abiertamente a favor de los negocios y afincada por corporaciones,
su dinero y sus ejércitos de cabilderos; la guerra contra los pobres
realizadas por sucesivas legislaturas republicanas e intensificada bajo el
gobernador Rick Scott; y las fatales consecuencias para las necesidades
locales, desde las escuelas a las implicaciones de salud pública por la
carencia del control de mosquitos.
La razón por la que he omitido las comillas es para
demostrar que, a pesar de los buenos reporteros y del hecho de que la
información está ahí para los lectores exigentes, hay algo ausente y vacío
en el periodismo, especialmente el periodismo norteamericano con sus promesas
de fidelidad a los falsos dioses de la “objetividad” y “balance”,
conceptos que en última instancia se hacen polvo ante el capricho del editor
de un medio o los intereses políticos o económicos de los caciques
corporativos ante los que responden los editores.
Ese vacío es la ausencia de juicio crítico y de una
narrativa coherente en medio de la valiosa pero deshilvanada información
contenida en artículos inconexos. Es más, hay un prejuicio en contra de la
narrativa y verdad desnuda del tipo de “según la Sociedad de la Tierra
Plana tal cosa, según sus críticos tal otra” que quiere hacerse pasar por
objetividad y balance en la prensa corporativa.
Al agregar el contexto y el comentario y al conectar por
la línea de puntos, mi propósito fue demostrar que existe un patrón, el de
una guerra de clases multifacética de arriba hacia abajo realizada por los
republicanos en un estado que, lejos de ser una anomalía, es un modelo de lo
que está sucediendo en muchos otros estados, así como el microcosmos del
plan que el Partido Republicano tiene para la nación.