El
ultraconservador católico Rick Santorum gana las primarias
en Mississippi y
Alabama
La
elección primaria republicana marca
el desánimo de los electores
Del
lado demócrata, el presidente Barack Obama
tampoco genera entusiasmo en el electorado
Por
David Brooks
Corresponsal en EEUU
La Jornada, 14/03/2012
Nueva York, 13
de marzo.- El cuarteto republicano de aspirantes a la
presidencia, universalmente calificados como débiles, se
enfrentó de nuevo este martes en elecciones primarias en
dos estados sureños ante una marcada ausencia de ánimo
entre los votantes, donde otra vez se manifestó la falta de
consenso al interior de este partido político, pero tal vez
lo más notable sucede del lado demócrata, donde en lugar
de beneficiarse por la anemia política de sus contrincantes
conservadores el presidente Barack Obama tampoco está
generando mucho entusiasmo en el electorado.
Rick Santorum
ganó en Alabama y Mississippi, dos estados con amplias
filas de votantes conservadores, donde Dios y las armas son
sagrados, y los resultados implican que la batalla entre
Santorum y Mitt Romney procederá, anulando los deseos de la
cúpula republicana de llevar este concurso a su más pronta
conclusión y coronar pronto a Romney.
Esta noche
Santorum calificó sus victorias como las de un hombre, hijo
de minero, contra el “establishment” de su partido. Habló
de cómo la familia y la fe, y los libres mercados, son el
corazón de su mensaje conservador a los electores
estadounidenses.
Con estos
resultados se complicará la matemática republicana para
designar a su candidato. Newt Gingrich, ex presidente de la
Cámara de Representantes, apostó mucho para lograr un
triunfo más en el sur, pero sólo llegó en segundo lugar
esta noche en los dos estados en juego.
Pero en lugar
de ceder hoy, Gingrich insistió en que tiene la intención
de llegar hasta la convención nacional de su partido, en el
verano. Santorum desea que Gingrich se retire para
transformar la elección en una competencia sólo entre dos:
él y Romney.
Santorum y
Gingrich frecuentemente se presentan ante sus electores como
la alternativa a Romney. Pero al quedar ambos en la
competencia por la nominación, benefician a Romney al
dividir el voto ultraconservador y contrario a Romney
Ron Paul no
figuró en las contiendas de hoy, aunque dice que permanecerá
en campaña.
El resultado
continuará polarizando a este partido político, dividido
entre una cúpula más pragmática que apoya a Romney y las
bases conservadoras cristianas que una y otra vez han
buscado alguna alternativa contra el ex gobernador de
Massachusetts, del cual sospechan que en realidad es un
liberal disfrazado de conservador para conseguir sus votos,
y porque es mormón.
Sin embargo,
la campaña de Romney una vez más insistió en que es casi
imposible para cualquier otro precandidato lograr superar su
ventaja en el número de delegados acumulados a estas
alturas de las elecciones primarias, y que será casi
inevitable que él llegue a ser nominado como el candidato
del Partido Republicano para enfrentar a in de año al
presidente Barack Obama.
Romney goza de
casi el doble del número de delegados que Santorum (465
contra 216 al iniciar el día de hoy) en la carrera para
alcanzar los mil 144 requeridos para obtener la nominación.
Ahora el
debate entre bases republicanas, sobre todo las
conservadoras, se reduce a votar por el que tiene mejores
posibilidades de derrotar al presidente estadounidense en
las elecciones generales de noviembre próximo, o sufragar
por uno que comparte las posiciones sociales y culturales
antigay, antiaborto, antimigrante, pro valores familiares y
contra los programas de asistencia social federales, con la
excepción de los que ellos mismos reciben.
El primero es
Romney, el segundo es Santorum, pero las diferencias entre
ellos sobre lo que más importa al electorado, las políticas
económicas, son mínimas y se resumen en un retorno a la
receta neoliberal.
Pero la
alargada pugna dentro del Partido Republicano ha dañado a
los contendientes generando una percepción pública cada
vez más negativa sobre ellos, y los principales estrategas
de la organización política conservadora, junto con una
buena parte de su cúpula, continúan alarmados porque este
interminable choque interno sólo beneficiará finalmente a
los demócratas, y facilitará la relección de Obama si no
concluye lo más pronto posible.
Los demócratas
no ocultan el placer de observar el proceso republicano con
todos sus tropiezos y revelaciones de flancos débiles y
vulnerables de cada uno de los precandidatos mucho antes de
subirse al ring electoral con Obama. Pero aunque casi todos
suponían que esto debería beneficiar al mandatario demócrata,
por ahora éste no está cosechando todo el beneficio de las
penas y las contradicciones de sus contrincantes.
Según las
encuestas de opinión más recientes, a pesar de leves mejorías
en la tasa de desempleo y las modestas proyecciones económicas
positivas junto con las percepciones negativas de sus
posibles contrincantes, la tasa de aprobación del
presidente Obama se ha desplomado.
Ahora
solamente 41 por ciento aprueba su gestión mientras 47 por
ciento la desaprueba, según una encuesta de opinión de CBS
News/New York Times difundida hoy (hace sólo un mes, el
mandatario demócrata gozaba de 50 por ciento de aprobación).
En la misma
encuesta, en una contienda hipotética entre Obama y Romney
en este momento, el presidente tiene una ventaja de 47 a 44
por ciento, lo que estadísticamente es un empate. Según
los analistas estadounidenses, uno de los factores que han
generado ese desplome es el incremento en el precio de la
gasolina.
Aunque hay un
incremento en optimismo sobre la situación económica
–tal vez el factor más clave en la elección– una
abrumadora mayoría –tres cuartos– todavía considera
que la situación financiera de Estados Unidos es mala.
También hubo
un desplome de 10 puntos durante este último mes sobre la
aprobación de la política exterior de Obama.
Así, mientras
los republicanos enfrentan sus problemas entre sí, los
sondeos de opinión también muestran que el presidente de
Estados Unidos no tiene garantizada su relección, aunque no
cabe duda de que los republicanos le están haciendo un gran
favor al presentar a candidatos que ni siquiera han logrado
consolidar el apoyo de sus propias bases.
Ante la opinión
pública tampoco hay gran respeto por los legisladores
estadounidenses (vale recordar que todas las 435 curules y
un tercio del Senado enfrentan elecciones este año). Según
una encuesta de opinión del Washington Post/ABC News, sólo
un tercio de los estadounidenses aprueba la gestión de los
legisladores demócratas y 23 por ciento la labor de los
republicanos.
Más bien,
todo indica que no hay muestras de confianza entre los
ciudadanos en los líderes políticos de este país.
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