Los
más ricos de las más ricos (unas 15 mil familias)
lograron aumento record de ingresos
Los
afortunados que designan a quienes gobiernan
Por
David Brooks
Corresponsal en EEUU
La Jornada, 02/04/2012
Los ricos están
gozando más que nadie de la “recuperación" económica
luego de la peor crisis desde la Gran Depresión; o sea, los
mismos que la provocaron son los más beneficiados con el
rescate de la destrucción que generaron.
Los más ricos
de las más ricos son los que gozan más que todos. Unas 15
mil familias, las que cuentan con ingresos promedio de 23.8
millones de dólares, vieron sus ingresos crecer 21.5 por
ciento en 2010 (4.2 millones adicionales). Representan el
0.01 por ciento más rico, y concentraron más de un tercio
(37 por ciento) del incremento de los ingresos en ese año
de recuperación económica.
Los
integrantes del famoso 1 por ciento tan identificado por el
movimiento Ocupa Wall Street recaudaron 93 por ciento del
ingreso adicional creado en el país en 2010 sobre 2009, un
total de 228 mil millones de dólares. El 1 por ciento que
goza de por lo menos 352 mil dólares en ingresos anuales y
en promedio un millón y pico, tuvo un incremento en su
ingreso del 11.6 por ciento (106 mil adicionales).
El 99 por
ciento –o sea, todos los demás– se quedó con sólo 7
por ciento del ingreso adicional generado por la recuperación
en 2010; esto es, 80 dólares por persona.
Estos cálculos,
de una investigación de los economistas franceses Thomas
Piketty y Emmanuel Saez, que estudiaron los datos oficiales
de tributo hacendario, y resumidos en un artículo de Steven
Rattner en el New York Times, sólo confirman lo que todos
sienten a diario: este país hoy es de, para y por los
ricos.
La economía
creció 3 por ciento en el último trimestre de 2011, reportó
el gobierno la semana pasada, comparado con 1.8 por ciento
en el tercer trimestre de 2011. Pero, como sugieren las
tendencias de 2010 –el año más reciente con cifras
completas–, casi todo el tesoro adicional generado se
sigue concentrando en el 1 por ciento más rico.
Robert Reich,
ex secretario del Trabajo, profesor e intelectual público,
señala que las recuperaciones económicas recientes han
beneficiado cada vez más a los más ricos. El 1 por ciento
obtuvo 45 por ciento del crecimiento económico durante la
presidencia de Bill Clinton en los 90, y 65 por ciento
durante los tiempos de su sucesor, George W. Bush. Ahora,
con Barack Obama, obtiene 93 por ciento del incremento en la
generación de la riqueza nacional.
Reich señala
que casi nadie más abajo del 10 por ciento más rico
registró una mejora en su ingreso y que, de hecho, la mayoría
del 90 por ciento de abajo hoy es más pobre. El ingreso
ajustado promedio fue de 29 mil 840 dólares anuales en
2010, 127 menos que 2009 y casi 5 mil dólares menos que en
2000. A la vez, las prestaciones otorgadas por patrones
también están en declive; menos trabajadores gozan de
seguro de salud y planes de jubilación de sus empresas.
Y por supuesto
los ricos son los inversionistas más grandes, y resulta que
la bolsa de valores tuvo un incremento de billón y medio sólo
en el último trimestre de 2011, mientras los del 90 por
ciento tienen casi siempre sus casas como el mayor de sus
bienes, pero el valor de sus inmuebles se ha desplomado más
de un tercio desde 2006.
Peor aún: no
sólo los incrementos en ingresos se han concentrado, sino
ha habido un traslado masivo de abajo hacia arriba. Andrew
Hacker reporta en la New York Review of Books que, según
sus cálculos basados en el censo oficial, desde 1985 el 60
por ciento de la población de abajo ha perdido 4 billones
de dólares, la mayoría de los cuales se han trasladado al
5 por ciento más rico. No es casualidad que Estados Unidos
sea en este momento tal vez el país “avanzado” más
desigual del mundo.
A pesar de
todo, los republicanos en el Congreso y sus precandidatos
presidenciales favorecen hacer aún más marcado este
desequilibrio entre el 1 y el 99 por ciento al presentar
propuestas para reducir aún más los impuestos sobre los más
ricos y reducir cada vez más los servicios públicos de
salud, educación y empleo para las grandes mayorías. Por
su parte, el gobierno de Obama anuncia cada día el gran éxito
de sus políticas económicas evidente en la recuperación,
pero, por supuesto, no menciona que benefician casi
exclusivamente a los más ricos.
Todo esto en
medio de un ciclo electoral donde la economía es el tema
que determinará casi todo. Con ello, el gran debate es
entre las políticas económicas que benefician a los más
ricos con Obama y las de republicanos que dicen que los
ricos se deben beneficiar aún más.
La batalla
electoral, por cierto, es financiada por los más ricos. El
gasto de agrupaciones independientes en las elecciones se ha
incrementado más de 108 por ciento en lo que va de este
ciclo comparado con los niveles en 2008. Todos esperan que
la inversión de los ricos en esta elección será la mayor
jamás ocurrida (recientemente unos donantes acaudalados se
comprometieron a invertir 100 millones para derrotar a Obama).
A través de nuevas entidades conocidas como Súper PAC, los
ricos pueden donar cantidades sin límite para favorecer a
un partido o un candidato, siempre que la entidad no
“coordine” sus esfuerzos con una campaña electoral. En
2011 los Súper PAC recaudaron 62 millones; la mitad de este
total provino sólo de 22 donantes.
Las políticas
que han transformado la economía y a la sociedad en este país
a favor de los más ricos ahora se aplican a la política.
“En el transcurso de las últimas décadas, el poder del
dinero concentrado ha subvertido a las profesiones,
destruido a los pequeños inversionistas, destruido al
Estado regulador, corrompido en masa a legisladores y
exprimido repetidamente a la economía. Ahora ha venido por
nuestra democracia”, afirma Thomas Frank en un artículo
en Harper’s, donde detalla cómo los ricos ahora son los
que seleccionan a los candidatos presidenciales en este país.
Es
cada vez más difícil describir este país como una
“democracia”, a menos que los ricos sean el demos
mientras todos los demás sólo tienen la opción de comprar
boletos de lotería para poder ingresar al 1 por ciento y,
con ello, ser admitidos a participar en determinar el
destino de su país. La democracia aparentemente no es
gratuita.
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