Grandiosa ola de huelgas obreras y
estudiantiles...
...y monumental traición de las
burocracias sindicales
Por Flor Beltrán, corresponsal en
Francia
y Claudio Testa, redacción de SoB, 23/11/07
París.- Desde la jornada de huelgas
y manifestaciones del 18 de octubre (ver edición de SoB del
21/10/07) hasta mediados de esta semana, una grandiosa y
creciente ola de huelgas obreras y estudiantiles sacudió y
paralizó Francia.
Los paros y movilizaciones contra los
planes de Sarkosy se extendieron por todo el país, uniendo
en la lucha a los más diversos sectores: ferroviarios,
trabajadores del metro, estudiantes universitarios y liceístas,
abogados, trabajadores de la Ópera, del gas, de la
electricidad, bancarios y finalmente entraron en escena los
empleados públicos, principalmente del magisterio,
telecomunicaciones y correo.
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Obreros y estudiantes contra Sarko
A pesar de que los sindicatos, desde
el primer momento hicieron de todo para frenar la lucha, múltiples
sectores de trabajadores se enfrentaron a los planes de
Sarkosy. Y fue también muy importante a principios de
noviembre también los estudiantes tomaran las universidades
para impedir la reforma de la educación superior.
El gobierno pretende darle “autonomía”
a las universidades, es decir permitir su privatización,
ya que no tendrían otra manera de financiarse. Se trata no
solamente de que los estudiantes tendrán que pagar
matriculas sino que la empresa privada financiaría la
educación.
Nos explica una profesora: “El
gobierno pretende convertir las universidad en empresas con
fines de lucro, lo que significa que el estudiante será
formado para satisfacer necesidades inmediatas, para servir
a ciertos sectores económicos, y como no tendrá las
suficiente bases teóricas científicas. Al cabo de 10 años
sus conocimientos no le permitirán adaptarse a las nuevas
situaciones. Esto es lo que llaman «profesionalización».
Algunos estudiantes
aceptan la reforma porque creen que tendrán un
empleo rápidamente, pero les decimos que es una mentira del
gobierno.”
Por su parte, las causas de la lucha
de los ferrocarrileros, trabajadores del metro, la
electricidad y el gas son el aumento de los años de
servicio necesarios para el retiro (jubilación) de 37,5 a
40 años. El gobierno los acusa de “privilegiados”,
porque los otros sectores deben trabajar 40 años, como en
el caso de los empleados públicos. Estos últimos fueron
traicionaros por sus sindicatos en 2003, cuando
luchaban para
impedir el aumento de los años de servicio necesarios para
retirarse.
En otra nueva traición de los burócratas
sindicales, trataron de frenar el movimiento de conjunto
para “negociar” con cada empresa por separado.
Pero los trabajadores no quieren eso, sino el retiro total
de la reforma. También rechazan una “reforma” del
sistema de retiro que sea “compensada” por un aumento de
salarios.
Una novedad en este movimiento otros
sectores también iniciaron luchas como los trabajadores de
la famosa Ópera de Paris. Los empleados públicos, incluido
el magisterio, correos y telecomunicaciones también pararon
el martes 20 por aumento de salarios, puestos de trabajo,
los servicios públicos y las condiciones de trabajo.
El 22, hicieron huelga los bancarios
también por salarios. Y hasta abogados y jueces llevan
varias semanas en lucha contra la “racionalización” de
la justicia, que comprende la eliminación de tribunales en
las ciudades del interior del país. Hemos visto también
enfrentamientos violentos entre policías y abogados. Los
trabajadores de la justicia realizaron huelga con toma de
los tribunales contra la reforma judicial de Sarkosy.
En durante todo el tiempo hubo un
frente único de hecho entre las direcciones sindicales y el
gobierno para impedir la extensión de los conflictos que
podría conducir a una “huelga interprofesional”; es
decir, a una huelga general política contra el
gobierno. Ya el secretario general de la central sindical
CFDT declaraba el miércoles 14 por televisión que querían
evitar a toda costa una huelga política, y que había
negociar con el gobierno y detener la huelga. Los burócratas
de la CGT y FO hacían declaraciones menos “francas”,
pero en los hechos llevaban exactamente la misma política.
(FB)
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Esto culminó el martes 20 con una
jornada de manifestaciones en las principales ciudades de
Francia, que reunió más de 700.000 trabajadores y
estudiantes. Fue una de las movilizaciones más
impresionantes desde que el estallido de 1995 abrió un
largo período de años de luchas intermitentes, con
sucesivos intentos de los gobiernos y la patronal de
infligir una derrota categórica a los trabajadores para
imponer una contrarreforma neoliberal modelo Thatcher, y
también sucesivas respuestas de la clase obrera y los
estudiantes que les impidieron ir hasta el final. Y el
charlatán y fanfarrón de Sarkozy ya había comenzado a
perder su locuacidad.
Sin embargo, pese a las dimensiones
alcanzadas por las huelgas y las movilizaciones en las
calles, dos o tres días después del 20 de
noviembre, el movimiento había cesado. Y Sarko, recuperando
el habla, se proclamaba vencedor por knock out. ¿Qué
había pasado?
Ni tanto ni tan poco: las dimensiones de una derrota
Aunque varios burócratas sindicales
han tenido la desvergüenza de decir que “se consiguió
algo”, los trabajadores y estudiantes no debemos engañarnos:
este “primer round” lo ganó Sarko. Ha sido una derrota,
que no podemos permitir que sea pintada de color de rosa,
como pretenden los canallas de las cúpulas de la CGT, Force
Ouvriére, CFDT y Cía para eludir sus responsabilidades. La
mejor manera de remontar esta derrota es decir la dura
verdad, y sobre todo ir hasta el fondo de por
qué sucedió esto para tenerlo muy en cuenta en la próxima
batalla que seguramente no va a tardar.
Al mismo tiempo, debemos rechazar de
plano la campaña desmoralizadora que hacen los medios
burgueses, que exageran más allá de todo límite este
triunfo del gobierno y de nuestros enemigos de clase.
Sarkosy cantó victoria muerto de la risa por la televisión.
Pero nadie entre los trabajadores cree que esto se va a
quedar así.
El triunfalismo de los medios
franceses y del resto del mundo, comparan a Sarkozy con la
Thatcher, que al derrotar en 198..... a los mineros del carbón,
dejó fuera de combate durante dos décadas al proletariado
británico y logró así imponer una brutal contrarreforma
neoliberal, sin paralelo en Europa continental y que sirvió
de modelo en todo el mundo.
Sin embargo, esta comparación
seguramente es exagerada. No estamos en 198.... Y la
diferencia no es sólo de calendario. La situación mundial
es muy distinta a los tiempos de la cruzada triunfante del
neoliberalismo, que culminaría poco después con la
restauración del capitalismo en la ex URSS, el Este y
China.
Por supuesto, la “matriz” de la
economía capitalista mundial sigue siendo neoliberal. Sin
embargo, esto no sólo ha perdido “legitimidad”
(comparando con su arrolladora imposición en los 80 y 90),
sino que hoy tropieza con una creciente resistencia en
muchos países y regiones. Dejando de lado el caso de América
Latina –que es el ejemplo más notorio pero alejado de la
realidad europea–, el movimiento de huelgas en Francia se
da en momentos en que también Alemania hay luchas obreras
como no se veían desde hace décadas. Asimismo, en Italia y
otros países se manifiestan resistencias y rechazos a la
profundización de las contrarreformas.
Es, además, importante que, tanto en
Francia como en Alemania, estas luchas están motorizadas
por una nueva vanguardia más o menos radicalizada,
que se mueve con relativa independencia de las
burocracias sindicales y de la “izquierda” del sistema,
utilizando los métodos de la democracia obrera,
principalmente el de las asambleas generales.
Asimismo en el Reino Unido, Margaret
Thatcher pegó sobre sectores en decadencia de la economía.
Con el cierre de las minas (y los despidos en los sectores más
obsoletos de la industria, los puertos, etc.), liquidó “físicamente”
a esos sectores de la clase trabajadora que se contaban
tradicionalmente entre los más combativos. No podría ser
ése el caso, por ejemplo, del metro o los ferrocarriles
franceses.
Balance y lecciones del movimiento: ¿“tous
ensamble” o todos divididos?
Extraer las lecciones de lo que sucedió
es la base imprescindible de los triunfos de mañana. Y la
principal de estas lecciones es que los podridos burócratas
de las cúpulas de la CGT, Force Ouvrière, CFDT y Cía. son
los primeros responsables de la derrota. Sin su
colaboración, Sarkosy se hubiese precipitado a una crisis
mayúscula.
A nivel político, esto hizo juego
con la conducta del PS y el PCF. Con algunos puntos y comas
de diferencia, los “socialistas” están de acuerdo con
las “reformas” antiobreras de Sarko. Y en cuanto a los
“comunistas”, simplemente se borraron de la escena,
dejando hacer a sus burócratas sindicales.
Desde hace mucho tiempo, en las luchas
y manifestaciones, la consigna más popular que corea la
gente es “tous ensamble” (todos juntos). En
cambio, podríamos decir que la gran consigna de los burócratas
fue “todos divididos”.
Efectivamente, el eje de la traición
fue mantener al movimiento doblemente dividido: tanto
en las medidas de fuerza como en el programa de
lucha. La consigna explícita de los burócratas
de todos los colores fue que cada cual pelease por cosas
distintas con acciones de lucha por separado.
Si finalmente, en los días que
precedieron al 20 de noviembre, las distintas luchas
amenazaron converger en un sólo movimiento, poniendo
nervioso a Sarko, fue porque las asambleas de base
(en primer lugar de los ferroviarios) impusieron, contra
las cúpulas burocráticas, la prolongación de las
medidas de fuerza. Hubo una rebelión de las bases, con
formación también de comités de huelga
independientes de los aparatos. El terror, tanto del
gobierno como de los burócratas traidores, era que todo
esto desembocara de hecho en una huelga general
obrera y estudiantil.
Es que en el ferrocarril como también
en otros sectores ha sido decisiva la actuación de una
nueva vanguardia, la mayor parte de jóvenes trabajadores,
que impusieron el método de las asambleas generales y
promovieron resoluciones de continuidad de la lucha contra
las directivas de las cúpulas.
El problema de la unidad, tanto de
las luchas como del programa, tiene también otro aspecto
esencial. Sarkozy (como todos los gobiernos del mundo) trató de poner a la
población contra los huelguistas por ser
“privilegiados”. Esta maniobra tiene su eficacia y aquí
también pegó sobre los sectores más atrasados (aunque
mucho menos de lo que dijo la mentirosa prensa burguesa, con
sus falsas “encuestas”9.
Los
burócratas sindicales también le hicieron el juego a esto,
planteando reivindicaciones solamente corporativas,
que de por sí son incapaces entonces de atraer el apoyo y
simpatía del resto de los trabajadores y la población.
Esta
es una de las traiciones más “sutiles” de los burócratas
sindicales. Al lado de los burócratas de la CFDT que
directamente son esquiroles, están los burócratas que se
presentan como “luchadores”, pero que jamás
pelean por algo que no sea corporativo, que no sea de su
propio sector.
De
esa manera, evitan de que las luchas confluyan a un
movimiento general, huelga general, etc., única
forma de derrotar a la burguesía cuando realiza un ataque
también generalizado. Es muy bonito gritar en las
manifestaciones “tous ensemble”... pero eso es sólo
una frase hueca si no se le da el contenido
concreto de las reivindicaciones comunes por
las que vamos a pelear “todos juntos”...
El
papel y las responsabilidades del trotskismo
La
traición abierta del PS y la deserción vergonzosa del PCF
agravaron la crisis de la clase obrera y los estudiantes con
esas organizaciones a las que décadas atrás consideraban
como sus partidos y que aún vienen votando, por lo
menos como “mal menor” contra la derecha.
La
crisis de esta “izquierda” del régimen, en medio de
grandes luchas obreras y estudiantiles, ha creado un
relativo vacío político en el cual ha quedado resaltada lo
que aquí llaman “extrema izquierda”, que es
esencialmente el trotskismo y, en primer lugar, la LCR (Liga
Comunista Revolucionaria).
Durante
las últimas semanas, Olivier Besancenot (ex candidato
presidencial de la LCR) pasó a figurar en la primera fila
del escenario político, mientras “socialistas” y
“comunistas” no sabían dónde esconderse. A tal punto
que un diputado de la derecha declaró en el diario “Liberation”
que hoy “entre Sarkosy y Besancenot no hay nada”.
Por supuesto, se trata de una exageración, pero que refleja
una realidad política.
Y
no se trata sólo ni principalmente de un fenómeno “mediático”.
El trotskismo en general y la LCR en particular tienen una
importante presencia en esa vanguardia obrera y estudiantil
que fue el factor decisivo para que el movimiento comenzara
a desbordar los cauces trazados por los burócratas. Esto se
percibe también las manifestaciones, donde se destacan las
columnas de la Juventud Comunista Revolucionaria (de la
LCR).
La
LCR y las demás corrientes trotskistas se distinguieron
netamente del resto de organizaciones políticas de
“izquierda”, porque apoyaron con todo, activamente,
las huelgas y movilizaciones de los trabajadores y los
estudiantes.
Sin
embargo, hay luces y sombras. Al mismo tiempo, fue un
desastre la política con que intervinieron en el
movimiento, tanto la LCR y Lutte Ouvrière (el otro partido
trotskista que le sigue en importancia).
Esta
política puede resumirse así: no alertaron jamás sobre
la traición que, desde el primer momento, llevaban adelante
las cúpulas sindicales burocráticas.
Podemos
leer hasta la última coma de “Rouge” o de “Lutte
Ouvrière”, como también de los panfletos de la LCR o
LO, y las declaraciones de Besancenot o Arlette Laguillier,
sin encontrar jamás una línea de alerta sobre la puñalada
por la espalda que preparaba abiertamente y desde el primer
día la burocracia.
El 20 de noviembre, los trabajadores, al grito de “¡traidor!”,
expulsaron de la manifestación a uno de los más
importantes burócratas de la CGT. Es lamentable que
mientras las bases hacían esto, los principales dirigentes
del trotskismo se callaran la boca durante todo el
movimiento, acerca del papel que ya estaban jugando
estos entregadores.
Cuando en octubre comenzaron las primeras luchas, dijimos
aquí que “bajo
distintas formas, tanto la LCR como LO creen que el
necesario frente único obrero contra Sarko, lo van a
lograr, a nivel sindical, implorando a la burocracia que una
a los trabajadores para luchar, sin hacerle crítica alguna;
y, a nivel político, haciendo exorcismos sobre el cadáver
hediondo del Partido Comunista Francés, para que resucite y
además se vuelva anticapitalista.
“Lamentablemente,
los dirigentes de la LCR y LO desechan la principal
experiencia de más de una década de lucha del
proletariado francés: desde las grandes huelgas de 1995
hasta el movimiento de los estudiantes–trabajadores del
2006, ninguna gran movilización victoriosa se desarrolló
por obra y gracia de la podrida burocracia, sino contra
ella, desbordándola y generando organismos,
acciones y direcciones independientes.” [1]
Esperamos
que tanto la nueva vanguardia obrera y estudiantil, como los
militantes trotskistas que tienen un lugar importante en
ella, hagan un balance adecuado de esta extraordinaria
lucha, con sus aciertos y errores.
Nota:
1.- Flor Beltrán, “Primera respuesta fuerte de los
trabajadores - Huelgas contra Sarko paralizan el país”,
19/10/07 (Edición del 21/10/07).
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