Tiempo
de elecciones
Por
Txente Rekondo (*)
Rebelión, 26/11/07
Las próximas
elecciones parlamentarias para formar la nueva Duma en
Rusia, junto a las presidenciales del próximo año han
envuelto la realidad rusa con un denso carácter
electoralista. Y en esa misma línea los numerosos
“expertos occidentales” o “kremlinalistas” se han
dispuesto a analizar la compleja realidad de aquel país
desde unos parámetros eurocéntricos y en muchas ocasiones
inútiles para aportar claves.
Tras las
elecciones del 2 de diciembre, pocos partidos cuentan con
serias posibilidades para superar el límite del siete por
ciento. El nuevo parlamento probablemente estará dominado
por el partido Rusia Unida, encabezado por Vladimir Putin, y
en segundo lugar se situaría el Partido Comunista. A ellos
se podrían sumar, aunque no es fácil que finalmente lo
consigan, el Partido Liberal–Demócrata de Rusia (LDPR) de
Zhirinovsky y Rusia Justa. Además, algunos comentaristas
locales apuntan a que
estas elecciones pueden representar el acta de defunción
política para los partidos “liberales” Yabloko y la Unión
de Fuerzas de Derecha (SPS).
En ese
escenario parlamentario que se adivina se basan buena parte
de las críticas de algunos expertos occidentales hacia la
legitimidad democrática de Rusia. Basándose en algunos tópicos
señalan que un parlamento dominado por una fuerza y donde
apenas acceden otros partidos difícilmente puede
catalogarse de democrático. Tal vez habría que preguntar a
esos sesudos analistas cuántos partido lo hacen en el
Congreso o Senado estadounidenses o en el parlamento británico.
Desde Rusia se señala además que en estas elecciones
parlamentarias, catorce partidos políticos han logrado
inscribirse y competirán para acceder a la Duma, al tiempo
que serán más de seis candidatos los que pugnarán por
hacerse con uno de los 450 escaños en juego.
Desde que
Putin movió sus fichas hace unos meses, nombrando a Viktor
Zubkov como primer ministro, el desconcierto se apoderó de
las filas de muchos “expertos”. A partir de esa fecha
quedó claro que tan sólo el líder ruso conoce los
entresijos de su plan, y que movimientos como ese muestran
razones “estratégicas, no tácticas”.
Lo que más
teme Putin es que su sucesión se convierta en una lucha
entre los diferentes intereses, ideologías y grupos que
conviven bajo el manto que presenta el actual presidente
ruso. La realidad política de Rusia en estos momentos va más
allá de la lectura uniforme que nos quieren presentar
algunas fuentes occidentales. Si el control de Putin es
obvio, también lo es la presencia de diferentes pulsos por
hacerse con una mejor situación en el esquema de poder
ruso.
En esta
pelea el gran vencedor en materia ideológica bien podría
ser el definido como “nacionalismo ruso”, al que algunos
señalan como “una fuerza que siempre ha mostrado su
fortaleza y que en estos momentos es la fuerza dominante en
Rusia”. Durante los últimos años algunos han señalado
la existencia de “tres epicentros” en la política rusa.
El primero lo formarían los llamados “liberales” con un
fuerte contenido occidentalizador y representado por los
partidos liberales y figuras opositoras como Kasparov o
Kasyanov. El segundo sería el formado por las fuerzas
conservadoras o revolucionarias de corte “eslavófilo” y
que tiene varias tendencias a lo largo de la historia (los
pochvenniki o tradicionalistas, los euroasiáticos…), el
Partido Comunista y otras formaciones se situarían en este
grupo. Finalmente encontramos el epicentro conservador o
preservacionista, situado en el entrono de las fuerzas que
apoyan al presidente Putin. Apuestan por “un contrato de
estado y cuentan además con el apoyo de los recursos
administrativos”.
Dentro del
propio Kremlin también podemos encontrar diferentes
posturas ideológicas que pugnan por el poder. Los
“liberales” en torno a Grez y Kudrin, y con sectores
económicos y empresariales detrás suyo; los “tecnócratas”
con Medvedev y Millar, controlando el monopolio del gas; los
“siloviki” con raíces en los servicios de inteligencias
y en torno a la ciudad de San Petersburgo, Schin, Ivanov y
Patrushev serían algunos de los más importantes miembros
de este clan, cuentan
con gran poder dentro del Kremlin y controlan también
sectores claves de la economía rusa. Finalmente podríamos
añadir los llamados “chinovniki”, la nueva burocracia
creada en los últimos años del mandato de Putin y con
presencia de oficiales de las administraciones regionales y
central, y con un fuerte peso en Rusia Unida.
Si las
elecciones del próximo domingo son importantes para
determinar algunas claves del futuro político en Rusia, la
gran pregunta es saber quién será el sucesor de Putin en
la presidencia del país. El alto índice de popularidad de
Putin es un factor clave en el resultado de las elecciones
presidenciales del próximo marzo. Según una encuesta
reciente, dos tercios de los votantes rusos estarían
dispuestos a apoyar al sucesor que reciba el visto bueno del
actual presidente. Las mismas fuentes señalan además que
tres candidatos se perfilan como los mejor situados, el
actual primer ministro Zubkov, y los viceprimer ministros
Ivanov y Medvedev.
De momento
todas las fuentes señalan que el Partido Comunista
presentará su candidato a la presidencia, y su líder
Zyuganov parece el mejor situado. También ha anunciado su
intención de presentarse Mikhail Kasyanov, sin embargo a
tenor de lo apuntado antes, el candidato que cuente con el
visto bueno de Putin podría ganar las elecciones en la
primera vuelta.
Dentro de
ese círculo de posibles elegidos se encontraría Zubkov,
cuyo nombramiento como primer ministro desconcertó en
Occidente y abrió la puerta a un sinfín de especulaciones
sin mucha base. Este antiguo líder de una granja colectiva,
con pasado en el Partido Comunista, es un firme aliado de
Putin y cuenta con una importante campaña contra la
corrupción a sus espaldas. En unas semanas ha alcanzado una
popularidad cercana a la que tiene otros dos de los
anteriores “sucesores potenciales”, Ivanov y Medvedev.
Otros nombres que se barajan en ese círculo serían el de
Sergei Naryshkin y el presidente de los Ferrocarriles rusos
Vladimir Yakunin. Algunos analistas rusos también mencionan
posibles candidatos con fuerte peso en las regiones, como
Valentina Matviyenko de San Petersburgo, Alexander Tkachev
de Krasnodar o Alexander Khloponin de Krasnoyarsk.
Finalmente tendrían algún resquicio de ser nombrados
Alexei Kudrin o Dmitry Kozak, recientemente promocionados en
el escalafón gubernamental de Rusia.
De momento
Putin sigue controlando la agenda rusa, pero simplificar
aquella realidad a eso es un craso error, y lo que muchos expertos deberían reconocer es su
incapacidad analítica a la hora “de entender, y mucho
menos predecir, los complejos acontecimientos que tiene
lugar en la Rusia actual”.
* Txente
Rekondo, del Gabinete Vasco de Análisis Internacional
(GAIN).
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