La
xenofobia invade Europa de la mano de Sarkozy y Berlusconi
Inmigrantes
convertidos en criminales
IAR
Noticias, 23/05/08
Sin
lugar a dudas, Nicolás Sarkozy y Silvio Berlusconi son los
dos más firmes aliados de Washington y los propulsores
convencidos de la "guerra contraterrorista" en
Europa, luego del alejamiento del poder de Tony Blair, y
antes, de José María Aznar.
A
tono con esa "línea ideológica", el actual
presidente de Italia, y su homólogo francés, se han
convertido en los abanderados emblemáticos de la ola de
racismo xenófobo que se extiende (y contagia) como una
mecha de pólvora por todos los países que integran la Unión
Europea.
Tras
el proceso de "criminalización del inmigrante"
iniciado por Nicolas Sarkozy en Francia, primero, y por
Silvio Berlusconi en Italia después, sobrevino esta semana
la aprobación en el Consejo de la Unión Europea de una
directiva que coloca a los inmigrantes ilegales en un régimen
jurídico de "delincuentes y criminales", y que
sorprende por su dureza hasta a los mismos representantes de
la derecha política.
Con
las nuevas medidas, que apuntan principalmente a la
inmigración de origen islámico, y que se expanden como pólvora
entre los países miembros, la Unión Europea avanza un paso
más y complementa su alianza estratégica con Washington en
materia de la "guerra contra el terrorismo"
impuesta como nueva lógica de invasión de países y de
conquista de mercados tras el 11–S.
Coincidiendo
con la estrategia impulsada por Bush y Blair tras los
atentados de Londres, en julio de 2005, la ONU, entonces
conducida por Koffi Annan, solicitó a los gobiernos del
mundo una "definición más clara" del terrorismo.
En
sintonía como siempre con los intereses de Washington, ese
año el secretario de la ONU llamó a una
"convención de la ONU contra el
terrorismo" la que serviría después de plataforma
encubierta para un plan "antiterrorista global"
con epicentro en Washington y en la Unión Europea, y cuyo
meridiano serían el Pentágono y la inteligencia
anglo–estadounidense con la CIA a la cabeza.
Tras
los atentados de Londres, además de promover legislaciones
y operativos más duros en sus propios países, tanto Blair
como Bush movieron sus piezas diplomáticas orientadas a
presionar a los gobiernos europeos para que profundizaran
sus acuerdos contenidos en el "plan
contraterrorista" regional creado después del atentado
del 11–M en España.
La
columna vertebral (o elemento primario) de ese plan continúan
en el presente con las distintas políticas anti–inmigración
que apuntan básicamente contra las comunidades islámicas
"sospechadas" de albergar "células
terroristas".
La
ola xenófoba y racista
impulsada por los gobiernos derechistas europeos
aliados de Washington es sólo la máscara que encubre un
plan de persecución y encarcelamiento de extranjeros dentro
de la guerra contra
el "terrorismo islámico" que utilizan tanto
Washington como la UE para reformular sus políticas
internas de poder.
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"Inmigrantes
presos: la criminalización de la pobreza" |
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Dentro
de ese contexto, hay que interpretar a Silvio Berlusconi y a
su partido ultraderechista que el miércoles comenzaron
a convertir en realidad la política de lucha contra
la "inmigración ilegal"
en Italia que habían prometido durante la campaña
electoral.
Por
medio de un decreto, dos proyectos de ley que deberán ser
aprobados en el Parlamento (en el que cuenta con una mayoría
absoluta) y tres decretos legislativos que entrarán en
vigor en dos meses, el gobierno de Berlusconi endureció en
forma drástica la política inmigratoria.
Roberto
Maroni, ministro de Interior y número dos de la xenófoba y
racista Liga Norte, ha ultimado en apenas diez días un
decreto ley, conocido como el "paquete de
seguridad", que incluye en principio 30 propuestas.
Las
medidas consisten básicamente en convertir la inmigración
clandestina en delito (penado éste último con entre seis
meses y cuatro años de cárcel), prolongar el internamiento
de los inmigrantes hasta 18 meses, ampliar los motivos para
su expulsión y agravar en un tercio las penas de los
delitos cuyo autor sea un "sin papeles".
Además,
serán expulsados todos los "clandestinos"
condenados a penas superiores a dos años (ahora el mínimo
es de 10 años) y encarcelados hasta tres años quienes
alquilen casas a los irregulares.
Además,
bajo el proyecto de ley, la entrada de familiares del
inmigrante legal sería reducida a la de sus hijos y padres.
Y como ocurre actualmente en la Francia de Sarkozy, los
padres serán sometidos a exámenes de ADN, política que ha
suscitado indignación entre organizaciones no
gubernamentales y católicas de la región.
También
se amplía desde seis meses hasta dos años el periodo de
convivencia de los matrimonios mixtos para que el cónyuge
extranjero pueda obtener la nacionalidad, se restringe la
reagrupación familiar a padres e hijos y se prohíbe que
los "sin papeles" puedan enviar dinero al
extranjero.
Berlusconi
y su gobierno racista siguen la senda emprendida por el
sionista declarado, Nicolás Sarkozy, que cuando se hizo
cargo del gobierno convirtió a la inmigración en el centro
de "todos los males" de Francia.
En
2007, Nicolas Sarkozy se hizo elegir proponiendo la creación
de un Ministerio de la Inmigración y la Identidad Nacional
y propagandizando la puesta en práctica de una política de
"inmigración elegida y no impuesta".
En
la práctica eso supuso fijar "cuotas" de
inmigrantes a expulsar (25.000 en 2007, 26.000 en 2008) y
negarse a toda regularización masiva.
Finalmente,
el jueves 22, con
casi tres años de debates y una intensa negociación en las
últimas dos semanas, el Consejo de la Unión Europea aprobó
la nueva directiva para repatriar a los inmigrantes
ilegales.
La
legislación permite retenerlos un máximo de 18 meses y
deja a los Estados miembros la libertad de limitar la
asistencia jurídica gratuita.
La
polémica ley, que no obliga a modificar las normas
nacionales de la mayoría de los países de la UE, aunque sí
a establecer topes de internamiento en nueve socios que
carecen de guías, aún debe pasar en junio por la votación
del Parlamento Europeo y el "sí" final de los
ministros de Justicia e Interior de los Veintisiete.
Pero
la negociación, donde se ha involucrado también a la Eurocámara,
está casi cerrada y fuentes diplomáticas consideran
"probable" su aprobación rápida.
El
texto anima a intentar la marcha voluntaria de la UE del
inmigrante ilegal, pero, si no colabora, permite su retención
durante seis meses más un año adicional si el Estado no
logra identificar la nacionalidad del detenido o si su país
de origen no colabora con el papeleo.
Pero
la ola xenófoba que hoy se expande por los países de la
UE, ya se había
instalado previamente en otros gobiernos europeos
aliados de Washington como Alemania y Reino Unido que
conforman, a su vez, la columna vertebral de la guerra
contra el "terrorismo islámico" y la inmigración
ilegal en el continente europeo.
Los
inmigrantes irregulares se encuentran en Alemania con una de
las normativas más estrictas dentro de la UE.
La
ley permite retener a un extranjero bajo arresto preventivo
durante seis semanas en caso de que el juez lo considere
necesario para facilitar el proceso de expulsión o evitar
complicaciones.
Si
el extranjero ha escapado durante procedimientos de expulsión
anteriores o el juez considera que existe un riesgo real de
fuga, la ley permite un arresto cautelar de seis meses que
puede prolongarse por otros 12 meses más. Por lo que un
inmigrante irregular puede pasarse hasta 18 meses encerrado
en espera de su expulsión.
En
Reino Unido, el actual primer ministro, Gordon Brown, ha
anunciado que los inmigrantes sólo tendrán pleno acceso a
ayudas sociales al adoptar la ciudadanía británica, lo que
exige al menos dos años de residencia a los familiares de
un británico y cinco años a los demás.
En
el área de los demandantes de asilo e inmigrantes sin
papeles, el Gobierno de Brown agilizó
los procesos de expulsión restringiendo los derechos
de apelación. La gran mayoría de los expulsados son
demandantes de asilo a los que se les niega su petición
Solo
24 horas después de que el Gobierno de Silvio Berlusconi
aprobase el durísimo paquete de medidas contra la inmigración
ilegal, su ministro de Política Comunitaria, Andrea Ronchi,
acudió a Madrid para explicárselo al Gobierno español, el
que con menos disimulo ha mostrado su "desagrado"
por una reforma que convierte a los indocumentados en
delincuentes.
Le
recibió su homólogo, el secretario de Estado Diego López
Garrido, quien le dijo que "convertir la inmigración
ilegal en delito puede derivar flujos migratorios de forma
desproporcionada hacia otros países".
El
español Garrido reconoció
que también le había expresado al ministro italiano,
"con toda franqueza", la "doble preocupación"
española porque la deriva que ha tomado Italia "no es
la mejor vía para avanzar hacia una política común
europea" sobre inmigración y "puede afectar
negativamente a países del entorno".
El
ministro italiano reconoció que la política de Berlusconi
puede afectar a otros países, pero subrayó que su
prioridad es que los italianos dejen de sentir miedo.
"Que no entre nadie en tu casa, que se respete a tus
hijos y no roben tus propiedades".
En
momentos en que países del Este se incorporan a la Unión
Europea (UE), el gobierno de Berlusconi también pondrá el
ojo en los ciudadanos del bloque europeo, quienes deberán
cumplir mayores requisitos para residir en suelo italiano.
“Los
ciudadanos deberán tener ingresos adecuados para poder
mantenerse y mantener a su familia y no obligar al Estado a
cubrir su seguridad social”, señaló el ministro de
Interior, Roberto Maroni.
De
esta manera, la Italia de Berlusconi y la Francia de Sarkozy
encabezan el pelotón de los "ultraduros" que
quieren complementar el "plan contraterrorista" ya
vigente en la Unión Europea, con el plan de persecución y
detención de
inmigrantes que lo complementa, y que apunta principalmente
a la comunidad de origen islámico.
Con
las nuevas medidas que se expanden como pólvora entre los
países miembro , la Unión Europea avanza un paso más y
complementa su alianza estratégica con Washington en
materia de la "guerra contra el terrorismo"
impuesta como nueva lógica de invasión de países y de
conquista de mercados tras el 11–S.
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