La
responsabilidad de la “izquierda” del régimen
Es necesaria una alternativa obrera y
verdaderamente socialista
Por Claudio
Testa
Socialismo o Barbarie, periódico, 05/06/08
Esta
avalancha reaccionaria hubiese parecido inconcebible poco
tiempo atrás. Basta recordar las inmensas movilizaciones de
julio de 2001 durante la reunión del G-8, también con
Berlusconi en el gobierno, cuando fue asesinado el joven
Carlo Giuliani
en Génova. Desde allí, hubo no sólo grandes despliegues
del llamado “movimiento antiglobalización”, sino también
importantes luchas del movimiento obrero. Esto fue llevando
a un desgaste creciente de Berlusconi y las fuerzas de
derecha, que finalmente perdieron el gobierno en mayo del
2006.
La responsabilidad de su regreso triunfal dos años después
recae totalmente sobre la “izquierda” del régimen. El
gobierno de “centroizquierda”, presidido por Romano
Prodi y apoyado incondicionalmente por Rifondazione
Comunista, se ganó el repudio de amplios sectores obreros y
populares. Es que el capitalismo italiano viene en un
curso de crisis y decadencia que Prodi y sus lacayos
pseudo “comunistas” hicieron pagar a las masas
trabajadoras con la profundización de las medidas
neoliberales. La
situación obrera la sintetiza bien el titular de un diario
italiano del mes pasado: “Sin puestos de trabajo y con
el salario por el suelo”.
Esta traición
de la “sinistra” produjo una inmensa confusión en
las masas obreras y una grave desmoralización de la
vanguardia que había encabezado las luchas de los
primeros años del siglo XXI.
Mientras tanto, la derecha fue convenciendo a muchos
trabajadores desilusionados,
que tradicionalmente votaban a la izquierda, de que
si no hay empleos y el salario está por el suelo, la
culpa la tienen los inmigrantes, que además son
delincuentes.
Así, la Lega Nord logró en las pasadas elecciones de
abril el apoyo de una importante franja de trabajadores.
Este éxito llevó a Humberto Bossi a jactarse de que la
Lega es “el nuevo partido de la clase obrera”. Otros
sectores que tradicionalmente votaban a la “sinistra”
prefirieron abstenerse. El “voto castigo” golpeó
especialmente a los renegados de Rifondazione y su
“Coalición Arcoiris”, que por primera vez en la
historia quedaron fuera del parlamento.
Como vemos, lo de Italia presenta contornos más sombríos
que otros triunfos electorales de la derecha europea. Sin
embargo, también sería un error sobredimensionarlos,
algo que es utilizado frecuentemente como chantaje para que
la gente apoye al “mal menor”; en este caso, al Partido
Demócrata de Walter Veltroni, cuyo programa y política sólo
se diferencian en los modales de los de Berlusconi. Basta
recordar que fue Veltroni el iniciador de las razzias
anti-inmigrantes cuando era alcalde de Roma.
Berlusconi no oculta que la ofensiva antiinmigrante no es
más que el punto de partida de su “Revolución
Conservadora”. La gran ópera del Cavaliere está aún
en su obertura. Lo decisivo es si en los siguientes
actos, cuando se levante el telón, logra arrasar con lo que
queda de las conquistas económicas, sociales y políticas
que el proletariado italiano logró en la posguerra. La
infame campaña racista tiene como propósito desarmar y
dividir a los trabajadores para esas batallas decisivas.
En esa
perspectiva, está claro que todas las variantes de la
“izquierda” del régimen –desde el rosado Partido Demócrata
hasta los “rojos” de Rifondazione– sólo han servido
para pavimentar
el regreso al gobierno de Berlusconi y sus (no tan) “ex”
fascistas.
Por eso, es
necesario y decisivo que, de la resistencia que opongan los
trabajadores, los estudiantes, los inmigrantes y todos los
sectores populares, surja una alternativa política
obrera y verdaderamente socialista.
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