Europa

El referéndum sobre el Tratado de Lisboa

Irlanda impone su rotundo no a Europa

AFP, 13/06/08

Dublin.– Irlanda rechazó el Tratado de Lisboa –que reemplazaría a la constitución europea– y hay preocupación en los países por el futuro del proceso político y económico del bloque. Según el escrutinio oficial de hoy tras el referendo celebrado ayer, en donde 43 de las 33 circunscripciones votaron mayoritariamente en contra de ratificar el Tratado de Lisboa.

Un 53,43% de la población votó en contra del Tratado, y el 46,6% votó a favor, según indican los resultados oficiales difundidos por el gobierno irlandés. La tasa de participación fue de 53,13%, agrega la información oficial.

El claro rechazo por Irlanda de este tratado ––que debía reemplazar a la Constitución Europea que fue rechazada por Francia y Holanda en 2005–– suma a Europa en una nueva crisis institucional.

Incluso antes de la confirmación oficial del rechazo por Irlanda del documento, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, instó a la continuación de las ratificaciones del Tratado de Lisboa en los países de la UE.

"El proceso de ratificación está conformado por 27 proceso nacionales. Dieciocho Estados miembros ya han aprobado el tratado y la Comisión Europea cree que las restantes ratificaciones deben continuar", indicó Durao Barroso en una conferencia de prensa en Bruselas.

Problemas reales. "La brecha se agranda entre la estrategia europea y las preocupaciones a corto plazo de los ciudadanos", indicó el secretario de Estado francés para Asuntos Europeos, Jean–Pierre Jouyet, cuyo país ejercerá la presidencia de la UE a partir del mes de julio.

Para Jouyet, esta "dicotomía" nunca fue tan evidente como en las últimas semanas con la disparada de los precios del petróleo y la ira de pescadores y camioneros en varios países de Europa.

Durante tres semanas, la Comisión Europea no reaccionó, indicando simplemente que había que acelerar la adaptación de la economía europea a la era post–petróleo.

Finalmente, el pasado miércoles cambió de discurso declarando que eran necesarias ayudas nacionales para los más vulnerables y afectados.

"Muchos de nuestros conciudadanos no llegan a asimilar todo lo que debemos hacer y todo lo que hacemos en Europa", reconocía esta semana el primer ministro luxemburgués, Jean–Claude Juncker, un europeo convencido y decano de los dirigentes de la UE.

"Utilizamos un vocabulario que ya no se comprende. Deberíamos trabajar para hablar el lenguaje de aquellos que gobernamos", declaró.

Los dirigentes europeos son conscientes de esta brecha desde hace varios años y por ello al redactar la Constitución de la UE habían decidido convocar una "convención" que incluía a los diputados nacionales y un largo debate público.

Pero tras el golpe que significó el "no" francés y holandés en 2005 a la Constitución, un texto que pretendía ser comprensible para todos, "volvieron al viejo método tecnócrata de hacer las cosas", explica el analista Goran von Sydow, del instituto sueco de estudios políticos europeos en Estocolmo.

En ese sentido, el Tratado de Lisboa renegociado tras el fracaso de la Constitución es un texto incomprensible para quienes no son juristas.


Irlanda rechaza reforma de la UE

BBC World, 13/06/08

Los electores irlandeses rechazaron en un referendo la reforma del tratado de la Unión Europea (UE). El resultado de 53,4% a 46.6% representa un duro golpe para los líderes del bloque, ya que todos los miembros tienen que aprobar el tratado para que pueda entrar en vigor.

A pesar del revés, el presidente de la Comisión Europea, José Barroso, pidió a los demás países seguir con el proceso de su ratificación.

Los partidarios de la campaña del "No" dijeron que se trataba de "un gran resultado para Irlanda". Los irlandeses rechazaron el tratado por 862.416 votos contra 752.451.

Los principales partidos políticos habían pedido a los electores respaldar el Tratado de Lisboa, que busca perfeccionar la toma de decisiones de la UE y reducir los poderes de veto individual de los países.

"Territorio desconocido"

Antes del anuncio oficial el ministro de Justicia de Irlanda, Dermot Ahern, reconoció la ventaja del "No".

Señaló que como todos los demás países de la UE ratificarían el tratado, el resultado de la votación dejaría a la UE en "territorio desconocido".

El referendo era obligatorio en Irlanda, ya que el país necesitaría cambiar su constitución para dar cabida al tratado.

Barroso dijo que habló con el primer ministro irlandés, Brian Cowen, y acordaron que no se trataba de un voto contra la UE. "Irlanda sigue comprometida con una Europa fuerte", indicó.

Hace tres años, el rotundo "No" de los referendos de Francia y Holanda acalló los temores de aquellos que no quieren más transferencia de poder de los países miembros a las instituciones europeas y los que se oponen a la idea de un "superestado".

Pero a finales del año pasado, en una reunión en Lisboa, los líderes de la UE firmaron en la capital portuguesa un nuevo tratado con el que pusieron fin a siete años de negociaciones para, según dijeron, mejorar el desempeño institucional de ese grupo de países y fortalecer su posición en el mundo.

Barroso y los líderes de la UE tendrían que decidir los pasos a seguir en una cumbre que sostendrán la próxima semana.

Sin embargo, la corresponsal de la BBC en Bruselas, Oana Lungescu. señaló que el tercer fracaso de la UE en lograr la aprobación de un referendo sobre las reformas de seguro minará la legitimidad pública del bloque y afectará su confianza cuando tenga que enfrentar a otros protagonistas de las escena mundial.


Europa pende de un hilo

BBC World, 12/06/08

En una jornada que será ansiosamente seguida en toda la Unión Europea (UE), la República de Irlanda decidirá si ratifica un tratado de reforma que pretende sustituir a la fallida Constitución rechazada en 2005.

La razón para el nerviosismo continental es que todos los 27 estados miembros tienen que aprobar el tratado para que pueda entrar en vigor, y sólo Irlanda se arriesgó en esta ocasión a dejar la decisión en manos de la población.

Hace tres años, el rotundo No de los referendos de Francia y Holanda acalló los temores de aquellos que no desean más transferencia de poder de los países miembros a las instituciones europeas y los que se oponen a la idea de un "superestado".

Pero a finales del año pasado, en una reunión en Lisboa, los líderes de la UE firmaron en la capital portuguesa un nuevo tratado con el que pusieron fin a siete años de negociaciones para, según dijeron, mejorar el desempeño institucional de ese grupo de países y fortalecer su posición en el mundo.

Como señala el corresponsal de la BBC en Dublín, Jonny Dymond, si Irlanda la rechaza, la UE se hundirá en una crisis, y hasta que no se cuenten los votos de esta consulta popular continuará el suspenso pues las encuestas de opinión sólo han revelado que la diferencia es demasiado cerrada para predecir el resultado.

Clásica burocracia vs. vida cotidiana

Lo curioso es que la campaña por el Sí cuenta con el apoyo de los tres principales partidos políticos, los sindicatos, organizaciones empresariales y hasta los renuentes agricultores, lo que a primera vista debía garantizarles la victoria.

Además, Irlanda es uno de los países más entusiastas de la Unión.

No obstante, la cantidad de gente con intención de votar en contra del tratado no es despreciable.

Una de las razones del éxito del No es evidente al recorrer las calles: en cada poste de luz hay al menos dos, y a veces hasta cuatro, carteles.

Mientras un mensaje es "Sí, hagamos una Europa mejor", en los otros se lee: "Mantenga a Irlanda fuerte. Vote No", o "Le costará. Más impuestos, menos poder".

Quienes abogan a favor del tratado, se lamentan de que el mensaje que pueden ofrecer no es muy emocionante y es algo complicado: el documento es una obra maestra de la burocracia más clásica.

En contraste, los argumentos de quienes se oponen son claros y hacen eco de preocupaciones presentes en la vida cotidiana de los votantes: su economía, sus derechos, su neutralidad y su peso en la unión.

El futuro en sus manos

Y es ese problema que se han ahorrado los otros 26 miembros de la UE, que decidieron mantener el proceso de aprobación en manos de sus poderes Ejecutivos y Legislativos.

Pero eso significa que un futuro con un presidente comunitario de tiempo completo y una política exterior en manos de un sólo jefe, que es parte de lo que intenta imponer el tratado, depende de la disposición del 1% del total de la población de la unión. Un hecho que al dirigente de uno de los principales grupos opositores al tratado, Libertas, no ignora.

"En toda Europa, las encuestas muestran que el 70% o más de los ciudadanos quieren un referendo sobre este tema, pero la élite en Bruselas y los líderes no lo permiten para evitarse la inconveniencia de un debate", dice Declan Ganley.

"Es terrible que de 500 millones de personas sólo nos dejen votar a nosotros. Ya habíamos dicho No y ahora están insistiendo... ¿quién está dirigiendo todo esto y para quién?".


La recesión planea sobre una economía que
hace 8 años creció un 10%

Por Begoña Arce
Enviada especial
El Periódico, 13/06/08

Dublín.– Irlanda de momento va bien, pero el tigre celta está perdiendo impulso. La crisis comienza a sentirse en un país que desde 1993 se ha acostumbrado a ver como crecía constantemente su economía, culminando con un aumento del 10% en el año 2000. Ahora, la recesión llama a la puerta y para los irlandeses que han abrazado con devoción el consumismo y han cambiado las iglesias por los centros comerciales, el frenazo puede ser muy brusco. La bonanza, tan a la vista en muchos rincones de Dublín, ha favorecido la creación de enormes centros comerciales como el de Dundrum Town, situado a unos 15 minutos del centro de la ciudad, donde la cadena de grandes almacenes de lujo Harvey Nichols ha abierto sucursal, cientos de tiendas, supermercados, restaurantes, cines y cafés.

Ayer por la mañana, mientras los jubilados pasaban el tiempo mirando escaparates y las clientas de clase acomodada dejaban el coche en el párking, las autoridades anunciaron un salto de la inflación, del 4,3% del mes de abril, al 4,7% en el de mayo. No es la única mala noticia. El desempleo, que llegó a alcanzar el 16% en 1993, para quedar en menos del 4% en el 2002, está aumentando de nuevo a un ritmo de 1.000 parados más cada semana. A finales de año, el paro, que afecta especialmente a la construcción y la industria, puede alcanzar al 6% de los trabajadores.

Irlanda se ha convertido además, en un país de inmigrantes y el 90% de los nuevos puestos de trabajo que se crearon el pasado año fueron ocupados por extranjeros. Parnell Street, en pleno centro de la capital, ha conservado el aspecto algo cutre que tenía en el pasado. La diferencia ahora es que allí, la mayoría de los modestos negocios son de ciudadanos chinos o de polacos.

Uno de seis trabajadores

Hay 350.000 extranjeros empleados actualmente en la República de Irlanda, es decir, uno de seis trabajadores. Los irlandeses tienen sentimientos encontrados hacia los inmigrantes. Temen que les quiten los empleos y les reprochan, en el caso de los llegados de los países del este europeo, que todo lo que ganan lo inviertan en su tierra, a donde piensan volver en cuanto puedan. Al mismo tiempo, reconocen que sin ellos muchas áreas de la economía, como la agricultura o la hostelería, no funcionarían.

Otro motor que se ha quedado atascado es el sector inmobiliario. Los precios de la vivienda en Irlanda, desbocados e irreales desde hace ya largo tiempo, han empezado a descender. Los problemas crediticios y la falta de confianza en la economía han ralentizado las operaciones de compra venta de propiedades.

Las inmobiliarias han empezado a cerrar sus puertas, y se augura un descenso de los precios de los pisos, que puede superar el 30%. Ante los nuevos problemas a la vista, los irlandeses desconfían de sus líderes políticos y de Europa. Después de una historia de hambre y penuria, la prioridad es ahora proteger los nuevos privilegios.


El referendo irlandés pone a la Unión Europea a
las puertas de otra crisis

Por Begoña Arce
Enviada especial
El Pertódico, 12/06/08

Dublín.– Los ojos de Europa miran con preocupación hacia Irlanda, donde se somete a referendo el Tratado de Lisboa sobre la reforma institucional. Lo igualado e incierto de los sondeos hace temer una victoria del no que sumiría a la Unión Europea en una profunda crisis. Irlanda es el único de los 27 países de la Unión con una Constitución que le obliga a celebrar tan peligrosa consulta.

El resultado dependerá de los indecisos, que rondan el 25%, y de la abstención. Una alta participación debería favorecer al sí, pero el hecho de que la jornada se celebre en día laborable y de que exista menor motivación entre los defensores del texto pueden ser factores decisivos.

No hay 'plan b'

El primer ministro irlandés, Brian Cowen, que lleva poco más de un mes en el cargo, advirtió en el último mitin de la campaña de que no habrá renegociación del tratado, en caso de que sea rechazado. "Las sugerencias de que habrá otro acuerdo para obtener uno mejor que este son falsas, porque en este se ha resuelto todo lo que nos preocupaba", señaló.

El taoiseach, nombre gaélico con el que se designa al jefe del Gobierno irlandés, confía en que el documento recibirá la luz verde. "Creo sinceramente que en los últimos 10 días hemos clarificado algunos aspectos de lo que hay en el tratado, más que hablar de lo que no hay en el texto", afirmó, refiriéndose a las "falsas alegaciones" realizadas por el bando del no, a quienes acusó de "orquestar la confusión". "Francamente, han realizado una campaña muy deshonesta", señaló.

El 'tocho'

La causa esgrimida por la mayoría de los votantes que rechazan el tratado es la de no ser capaces de entenderlo. El propio Cowen hizo un flaco favor al sí cuando admitió no haber leído el texto "de principio a fin". El ministro de Defensa, Willie O'Dea, también reconoció que las casi 400 páginas son un tocho "más Stephen Hawking que J. K. Rowling". Esa ignorancia, el escepticismo de los votantes, el despunte de la crisis económica y el desprestigio de la clase política irlandesa, se han convertido en las armas más poderosas en manos del no.

La lucha de los detractores de Lisboa ha sido más larga y agresiva y ha contado además con más medios. Su líder es un multimillonario, Declan Ganley, que se califica de proeuropeo y que ha empleado con su organización Libertas 1,3 millones de euros en la campaña. Ganley ha tenido que desmentir varias veces acusaciones de que el dinero para la campaña del no provenía de la CIA.

En ese arco iris opositor que abarca de la extrema derecha a la extrema izquierda, pasando por asociaciones de agricultores y grupos ultracatólicos, el único partido parlamentario es el Sinn Féin, que en la República de Irlanda, con solo cuatro diputados, tiene menos peso político que en el norte de la isla.

Irlanda, uno de los países que más se ha beneficiado de las ayudas económicas de la Unión Europea, ya dijo no al Tratado de Niza en el 2001, aunque lo aprobó un año después. El actual Tratado de Lisboa es una versión simplificada del proyecto de Constitución, rechazado en las urnas por Holanda y Francia en el 2005. Su elaboración es el fruto de mucho trabajo y largas negociaciones. Un no irlandés daría alas a los euroescépticos, especialmente en el Reino Unido, la República checa y Polonia. El presidente polaco, Lech Kaczynski ya afirmó ayer que, si los irlandeses votan no "no sería una gran tragedia", aunque se apresuró a aclarar que espera que gane el sí.

Lo que parece claro es que si hubiera un rechazo de Irlanda el proyecto europeo podría paralizarse de nuevo y esta vez en un periodo de graves convulsiones económicas mundiales.

Otros dos países de la UE, Finlandia y Estonia, ratificaron ayer, a través de sus respectivos parlamentos el mismo tratado cuyo futuro está hoy en manos de Irlanda.