Ex
altos jefes militares rusos critican cese de
la operación contra Georgia
Nezavisimaya
Gazeta / RIA Novosti, Moscú, 14/08/08
Varios
expertos que ocuparon en el pasado cargos de alto nivel en
el estamento militar de Rusia critican la actuación de su
país en la llamada operación de coerción a la paz contra
Georgia, constata hoy Nezavisimaya Gazeta.
El general
en retiro Leonid Ivashov – en el pasado, responsable de
cooperación internacional en Defensa y, hoy en día,
presidente de la Academia de Geopolítica – piensa que
Moscú se anticipó con el cese de la operación contra
Georgia y el inicio del diálogo con mediadores europeos.
“La
victoria sobre Georgia la cedimos a Nicolas Sarkozy quien ya
cambió las cláusulas del arreglo. Con toda seguridad, ello
tendrá repercusiones muy negativas sobre los intereses
geopolíticos de Rusia”, afirmó Ivashov.
Otro
general retirado, Yuri Netkachev, subjefe del Grupo de
tropas rusas en la región transcaucásica en 1993–2000,
opina que Rusia fue extremadamente ineficiente a la hora de
liquidar los objetivos militares en Georgia.
Moscú, a
su juicio, tenía derecho de extender el embargo naval a la
totalidad de la costa georgiana, no solamente al litoral de
Abjasia, y debía haberse planteado asimismo la posibilidad
de imponer un bloqueo aéreo para impedir que Georgia
recibiera ayuda militar desde el extranjero.
El experto
calificó la actuación del Gobierno ruso como “medias
tintas”. “No hemos destruido la maquinaria bélica de
Georgia y, al aceptar el cese el fuego, hemos limitado en
grado considerable nuestra acción de castigo al agresor”,
dijo.
Un general
próximo a la cúpula de Defensa, Majmut Garéyev, antiguo
subjefe del Estado Mayor del Ejército ruso y, actualmente,
presidente de la Academia de Ciencia Militares, cree que la
agresión georgiana “puso de manifiesto una serie de
deficiencias álgidas en lo que concierne a la preparación
de las tropas rusas y el control de las fuerzas y los
recursos, tanto directamente en el campo de la batalla como
en lo relativo a la tecnología de toma de decisiones en período
militar”.
Uno de los
principales errores, en su opinión, se cometió al nivel de
los servicios de inteligencia y espionaje militar que “no
pudieron descubrir a tiempo los planes pérfidos de
Georgia”. Garéyev atribuye a estos desaciertos la confusión
inicial, las numerosas bajas civiles y militares y la pérdida
de varios aviones, incluido un bombardero estratégico
Tu–22.
Los
bombardeos de bases aéreas georgianas le parecen
“justificados” aunque se realizaron “con mucho
retraso”. “Cuando hablan los cañones o, en este caso,
lanzamisiles múltiples Grad georgianos, es tarde para
esperar órdenes de superiores. Hay que asestar urgentes
golpes demoledores contra las bases y las posiciones de
fuego enemigas. Es el abecedario de la guerra”, comentó.
El general
Anatoli Kornukov, ex jefe de la Fuerza Aérea de Rusia,
afirmó por su parte que a los pilotos del Tu–22 derribado
en el territorio de Georgia “los enviaron a una muerte
segura”, pues no se había detectado a tiempo el arsenal
georgiano de defensa antiaérea.
“¿Qué sentido tenía mandar un bombardero de
largo alcance a Georgia, si tiene frontera con Rusia?”,
inquirió.
Rusia
aprendió bien las lecciones de grandes potencias
Nezavisimaya
Gazeta / RIA Novosti, 13/08/08
La operación
de coerción a la paz en Osetia del Sur demuestra que Rusia
aprendió de forma impecable todas las lecciones que
las grandes potencias le enseñaron a ella y al mundo
entero en esta última década, opina Vladislav Inozémtsev,
director del Centro ruso de estudios sobre la sociedad
postindustrial. La imposición de paz es una medida legítima,
señala él en un artículo publicado hoy en Nezavisimaya
Gazeta.
La primera
lección asimilada por Moscú es que el mundo, con la
experiencia de conflictos en la ex Yugoslavia, Timor
Oriental y otras regiones del planeta, asume una actitud
tolerante ante la defensa armada de minorías étnicas que
son oprimidas de forma brutal por la mayoría. Los
bombardeos de Serbia en 1999, por monstruosos que fuesen,
son indudablemente mejores que la pasividad de las fuerzas
de paz en Srebrenica, en 1995, o en Ruanda, en 1993.
A la hora
de lanzar un ataque contra Tsjinvali, Georgia cometió un
error garrafal al suponer que Rusia se abstendría de una
respuesta militar. Ésta no tardó en llegar y obedeció a
los cánones elaborados por potencias occidentales.
Otra lección
consiste en el uso acertado de la doctrina de intervención
humanitaria. Es la primera vez que Moscú consiguió
hacerlo, tanto al nivel de retórica como en la práctica,
avalando su actuación con referencias al mandato de las
fuerzas de paz otorgado en su día por la ONU.
El término
de coerción a la paz, que el presidente ruso Dmitri Medvédev
escogió para definir la respuesta militar a Georgia en
Osetia del Sur, no tiene nada que ver con las promesas
arrogantes de su antecesor dispuesto a cargarse a los
extremistas "hasta en las letrinas". Al concepto
de intervención humanitaria le espera, probablemente, un
gran futuro: tiene ahora un adversario menos.
En tercer
lugar, Rusia actuó en el marco de la doctrina favorita de
EEUU, la de acción preventiva. Sus bombardeos contra
objetivos militares georgianos apartados de la zona del
conflicto causaron indignación en Occidente pero difícilmente
son criticables: en su mayoría, se asestaron contra
instalaciones que podían usarse para atacar a tropas rusas.
Tal actuación reproduce exactamente la lógica que guió a
Israel cuando bombardeó un reactor nuclear iraní, en 1981,
y el esquema que EEUU ensayó en Iraq en 2003 y se empeña
en aplicar ahora a las instalaciones nucleares en Irán.
El
conflicto en Osetia del Sur hizo a EEUU sufrir un fuerte revés
político, igual de grave que en el caso del Sr.
Saakashvili. Por vez primera, Rusia actuó al estilo
occidental: no rebasó el marco que la ONU había
establecido para sus fuerzas de paz; resaltó el carácter
humanitario de su operación; y recordó su derecho de
liquidar puntos de fuego del enemigo, si éste se opone a la
imposición de paz.
Lo único
que le queda a EEUU es preguntarse hasta qué punto es
cierta su tesis favorita de que una nación democrática jamás
actúa en calidad de agresora.
De forma
inesperada resultó que Rusia tiene asimiladas muchas
lecciones que aparentemente nunca iba a aprender. Es un
resultado alentador. Y contrariamente a lo que piensan
algunos expertos, no hay motivos para suponer que Dmitri
Medvédev se vea influido ahora por los cuerpos de
seguridad. El uso de la fuerza en un caso de necesidad, en
particular, para prevenir la masacre de civiles, testimonia
que el nuevo presidente de Rusia es capaz de dar pasos
adecuados.
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