Rusia
trata de librar a Georgia de su locura
Por
John Helmer (*)
Asia Times, 12/08/08
Rebelión, 13/08/08
Traducido por
Germán Leyens
Una palabra
explica el motivo por el cual EE.UU., la OTAN y la Unión
Europea se han forzado a cruzarse de brazos, mientras Rusia
defiende sus ciudades, y sus intereses nacionales en el Cáucaso,
y libera a los georgianos de la demencia de su impopular
presidente, Mikheil Saakashvili. Esa palabra es Kosovo.
Rusia envió
tropas a la región separatista georgiana de Osetia del Sur
para enfrentar a soldados georgianos que habían avanzado
dentro de ese territorio. Cuatro días de duros combates han
causado miles de víctimas y la retirada de las fuerzas
georgianas. Se informó que las tropas rusas seguían
combatiendo el lunes en partes de Georgia, incluso alrededor
de la capital Tbilisi.
Ochocientos
años de historia caucásica explican por qué Saakashvili
ha impuesto semejante destrucción e ignominia sobre sus
compatriotas durante los últimos días. La reina Tamar, la
más importante soberana georgiana (1184–1213), es
responsable por el hábito mostrado por los gobernantes
georgianos durante el último milenio de tratar a sus
vecinos Armenia, Azerbaiján, Osetia y la costa de Turquía
en el Mar Negro como si fueran protectorados. Pero como
Tamar también enseñó a sus compatriotas, a la ambición
georgiana siempre se le acaba la fuerza cuando los vecinos
resultan ser igual de ambiciosos, ricos o duros.
El número
300 explica lo que significa ser más duro – es la suma de
la cantidad de piezas de artillería rusa que fueron
desplegadas solo a Osetia del Sur, una vez que Saakashvili
despachó sus soldados entrenados por EE.UU. e Israel para
que entraran en acción en Tsjinvali, capital de Osetia del
Sur. Ese ataque, según el pensamiento militar ruso, no tenía
la intención de retener a Tsjinvali en Georgia, sino de
destruirla, y retirarse rápidamente a Georgia –
terminando con la secesión surosetia a través de la
liquidación de su pueblo.
Queda por
ver cuán duros son ahora los objetivos de guerra rusos –
a diferencia de sus métodos. Según fuentes georgianas, no
hay refugio para los atacantes en la propia Georgia,
mientras la artillería rusa golpea duramente a las unidades
militares georgianas dentro de su alcance; la fuerza aérea
rusa bombardea toda unidad y depósito militar en territorio
georgiano; y la flota rusa del Mar Negro responde al fuego
de barcos georgianos frente a Ochamchire, el puerto regional
abjazio.
Para todos
los rusos, no sólo para los que tienen parientes en Osetia,
la destrucción casi total por cañones georgianos de
Tsjinvali es un crimen de guerra. Las muertes de unos 2.000
civiles en el ataque georgiano, y la fuga forzada de unos
35.000 sobrevivientes de la ciudad – el último censo de
la población de Tsjinvali fue de 30.000 – han sido
descritas por los dirigentes rusos, y son entendidas por la
opinión pública rusa, como una forma de genocidio. Noventa
por ciento de la población de la ciudad, son ciudadanos
rusos.
Para los
rusos, el ataque georgiano del 8 de agosto parece ser el
mismo tipo de “limpieza étnica” que EE.UU. y las
potencias europeas han tratado como un crimen contra la
humanidad, cuando fue cometido en el antiguo territorio de
Yugoslavia federal.
Pero los
rusos ven la guerra internacional que despedazó Yugoslavia
como un ensayo para despedazar el Cáucaso ruso, primero al
armar al secesionista chechenio Dzhokar Dudayev; luego, al
financiar terrorismo anti–ruso en las provincias rusas de
Chechenia e Ingushetia; y ahora por la arremetida militar
georgiana contra Osetia del Sur.
Ya que
EE.UU. y la Unión Europea han obligado hace tan poco tiempo
a Serbia a aceptar la toma albana de la provincia Kosovo de
Serbia, el punto de vista abrumador en Rusia es que no se
permitirá que esto vuelva a ocurrir. “Osetia no es
Kosovo” es hoy un refrán generalizado en Moscú.
“Si [el
antiguo presidente yugoslavo] Slobodan Milosevic tuvo que
ser juzgado – la opinión en este país es que lo mismo
debería pasar con Saakashvili," dice un destacado
analista moscovita.
Pero ¿es
ahora un objetivo de guerra ruso expulsar del poder de
Saakashvili? Dicen que el Ministro de Exteriores ruso,
Sergei Lavrov, dijo a la Secretaria de Estado de EE.UU.,
Condoleezza Rice, durante el fin de semana que Saakashvili
"debe irse". Bernard Kouchner, Ministro de
Exteriores francés, en una misión de mediación entre las
capitales georgiana y rusa, oirá el mismo punto de vista en
Moscú el lunes.
El
argumento ruso es que, desde su llegada al poder en 2003,
Saakashvili ha militarizado su país con armas,
entrenamiento militar y dinero de EE.UU., la OTAN e Israel,
sin otro propósito que amenazar a Rusia, y a las
nacionalidades minoritarias de la región, que buscan la
protección de Moscú – los abjazios y los osetios.
Saakashvili,
dice el argumento ruso, ha iniciado una escalada militar
durante el último año porque su base política se ha
resquebrajado y su apoyo interior disminuye. La oposición
política georgiana en el interior, y en el exilio, está de
acuerdo. Acusa al presidente y a su familia, incluyendo al
poderoso Timur Alasaniya, tío de Saakashvili, de
enriquecerse de un modo corrupto con el tráfico de armas y
de apoderarse de los recursos del país, de concesiones
portuarias y comerciales para ellos y sus partidarios.
Alasaniya, hermano de la madre de Saakashvili, tiene la
posición oficial de representante georgiano ante una Comisión
de Desarme de Naciones Unidas en Nueva York (nada que ver
con Irakly Alasaniya, embajador de Georgia ante Naciones
Unidas).
Los
dirigentes de la oposición georgiana casi lograron derribar
a Saakashvili durante el otoño pasado. El presidente se vio
obligado a imponer el estado militar en Tbilisi, mientras su
ex ministro de defensa, Irakly Okruashvili, lo acusaba públicamente
de asesinato y corrupción. Okruashvili se encuentra
actualmente en París, donde el gobierno francés le otorgó
asilo político. En junio, un tribunal francés rechazó la
orden de detención de Saakashvili para el arresto y
extradición de su antiguo amigo y actual crítico más
encarnizado. Okruashvili no está comprometido por antiguos
vínculos profesionales con Moscú, como una serie de
dirigentes de partidos políticos en Tbilisi. Okruashvili es
un probable candidato para reemplazar a Saakashvili, siempre
y cuando la opinión pública se vuelva contra el
presidente.
Pero esto
no puede suceder mientras continúen las operaciones
militares rusas contra objetivos georgianos. Destacadas
personalidades de la oposición dentro del país, como
Shalva Natelashvili, jefe del Partido del Trabajo Georgiano,
creen que deben mantenerse en silencio por el momento. Según
Irakly Kakabadze, organizador independiente de la oposición
basado en Nueva York: “Una vez que terminen los
bombardeos, creo que Saakashvili no sobrevivirá.” En la
primavera, Kakabadze fue arrestado y encarcelado en Tbilisi
por hombres de la seguridad de Saakashvili que trataban de
desorganizar una protesta callejera contra el régimen del
presidente.
La opinión
pública en Georgia ya culpa a Saakashvili por la locura y
la pérdida de la aventura osetia. Incluso antes de que
comenzara la semana pasada, dirigentes de la oposición
llamaron a terminar con la militarización del país. Sin
embargo, como dijo un dirigente opositor el lunes, los
bombardeos deben detenerse: “De otra manera, los rusos
estarán convirtiendo a Saakashvili en la víctima.”
El problema
para los rusos es que la detención de la campaña militar
no pone fin a las amenazas de Saakashvili. Tampoco existe
confianza alguna en Moscú, a ambos lados del muro del
Kremlin, en que se pueda confiar en que Rice y en Kouchner
controlen a Saakashvili, incluso si prometieran hacerlo.
Si esta
semana se acuerda un cese al fuego, georgianos y rusos podrían
ponerse de acuerdo en que Saakashvili tiene una
responsabilidad por la guerra que comenzó el 8 de agosto.
Sin embargo, ni los críticos internos de Saakashvili, ni el
gobierno ruso, esperan que los estadounidenses abandonen
ahora a su hombre – menos todavía, que lo escolten al
tribunal de crímenes de guerra de La Haya.
Ya que los
franceses tienen a la alternativa presidencial georgiana,
Okruashvili, bajo su tutela en Paris, lo que hagan a
continuación podría colmar la brecha que abrió la
artillería de Saakashvili el viernes pasado.
(*)
John Helmer ha sido corresponsal en Moscú desde 1989,
especializado en la cobertura del mundo de los negocios
ruso.
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