La
protesta de los estudiantes y docentes paralizo las
principales ciudades del país
Paro
general contra una ley de Berlusconi
Por
Miguel Mora
Desde Roma
El País, 31/10/08
En
Roma, la movilización alcanzó el millón de personas. Los
dos puntos más cuestionados de la reforma educativa son la
supresión de 130 mil lugares de trabajo y el recorte para
los próximos presupuestos.
Roma, Milán,
Nápoles, Cagliari, Catania y Turín. Los estudiantes
italianos se movilizaron ayer de forma masiva contra la
llamada Ley Gelmini y el recorte del presupuesto y la planta
estable de la escuela y la universidad aprobados por el
gobierno de Silvio Berlusconi. Más de un millón de
personas, alumnos en su mayoría, pero también padres,
profesores y alcaldes, participaron en manifestaciones,
sentadas y ocupaciones que paralizaron durante horas las
ciudades. La huelga en el sector de la educación fue casi
total y se extendió a más del 90 por ciento de los
institutos, dijeron los sindicatos. Para el ministerio, sin
embargo, la incidencia del paro entre los profesores no pasó
del 57,1 por ciento.
Fue una
jornada de protesta festiva, y apenas hubo incidentes. Los
estudiantes desfilaron unidos, sin consignas políticas ni
distinciones partidistas. La huelga había sido convocada
por todas las siglas sindicales de forma unitaria, hecho insólito
y definido por los propios sindicatos como “el milagro
Gelmini”. En Milán hubo cortes de tráfico y una
concentración ante la Bolsa de Piazza Affari. En Turín y Nápoles
los estudiantes bloquearon algunos andenes de la estación.
En Roma,
donde los organizadores contaron un millón de personas,
miles de estudiantes rodearon el Ministerio de Educación y
pidieron la dimisión de la ministra. Galvanizados a través
de Facebook, Twenti, los móviles y páginas de Internet
como stopgelmini.org, los estudiantes italianos, asociados
tantas veces con una generación entontecida por Internet y
la televisión, parecían felices y realmente unidos
viviendo su Mayo del ’68. “Mis padres dicen que si
empezamos ya no podemos rendirnos, así que no vamos a dejar
de protestar”, contaba Sandra, una estudiante del Liceo
Virgilio de Roma.
Los
manifestantes romanos cantaron el himno italiano, portaron
fotos de Gelmini y Berlusconi con orejas de burro y culparon
del recorte del gasto en educación al ministro de Economía,
Giulio Tremonti. Padre del concepto “finanzas creativas”
y político inspirado en el lema “Dios, patria y
familia”, Tremonti ha diseñado los presupuestos de los
que parte la reforma educativa; su plan prevé trasvasar
partidas del gasto de Educación a Defensa y abrir la
financiación de la universidad pública a empresas privadas
mediante fundaciones. Las protestas han obviado uno de los
puntos más populares del decreto, la prohibición de
reeditar los libros de texto durante cinco años en la
primaria y seis en la secundaria.
Las
editoriales de manuales ven en la norma, vendida como un
loable ahorro para las familias, un nuevo conflicto de
intereses de Berlusconi. Como dueño de la mayorista
Mondadori, el primer ministro posee una docena de
editoriales de libros de texto y copa más del 50 por ciento
del mercado escolar. Según los editores de manuales, la
norma aniquilará a las casas especializadas, que viven solo
de los libros de texto, y eso desembocará en el oligopolio
de Mondadori.
Este
peligro fue advertido por los líderes de los principales
partidos de oposición de izquierda, Walter Veltroni, del
Partido Democrático (PD), y el juez anticorrupción Antonio
Di Pietro, que adhirieron a la protesta y desfilaron en Roma
codo a codo con los manifestantes. El sábado pasado,
Veltroni había reunido a decenas de miles de personas en el
centro antiguo de Roma para rechazar la reforma educativa
del gobierno de Silvio Berlusconi.
El miércoles
pasado, el Senado italiano aprobó de forma definitiva la
controvertida ley y desoyó las protestas de los
estudiantes, que venían tomando los colegios y las
universidades de todo el país hacía una semana. Los dos
puntos más cuestionados de la reforma es la supresión de
130 mil lugares de trabajo y el recorte de cerca de ocho mil
millones de euros para los próximos tres presupuestos. Ayer
la mayoría de los escuelas de la península, cerca del 90
por ciento, tanto de primaria como de secundaria,
permanecieron cerradas, según indicaron fuentes sindicales.
La
indignación es tal entre los italianos que ya no se trata
de una reivindicación de la izquierda. Ayer el rechazo a la
ley también atrajo a varias organizaciones estudiantiles de
extrema derecha y grupos católicos conservadores.
“Manifestamos y estamos en huelga contra la Ley de Educación,
con la izquierda, para demostrar nuestra madurez política”,
explicó en un comunicado la organización Lotta Studentesca
(Lucha estudiantil), del partido de extrema derecha Forza
Nuova.
Junto a la
derecha desfilaron numerosas mujeres, sobre todo grupos de
maestras con sus pequeños alumnos, acompañadas también
por las madres, las cuales entonaban canciones infantiles
para pedir que se modifique la ley, que introduce la vuelta
al maestro único en la primaria y la calificación de
conducta para limitar los crecientes abusos inclusive entre
los mismos menores.
Por primera
vez, comunistas, conservadores, moderados y xenófobos
marcharon codo a codo. “Esto no es una reforma, sino la
simple aplicación del recorte de gastos. Así se destruye
la escuela pública para reemplazarla por la privada”,
aseguró Domenico Pantaleo, responsable del sector educación
de la mayor central sindical, CGIL. Increíblemente, al lado
suyo estudiantes de extrema derecha lo aplaudían.
Aprobaron
la reforma educativa y hubo protestas masivas
Berlusconi
en su ley
Por
Miguel Mora
Desde Roma
El País, 30/10/08
El
Senado italiano ayer convirtió en ley el decreto que
recortará, en tres años, 7800 millones de euros y más de
130.000 puestos de trabajo de la educación pública. El
Gobierno del Pueblo de la Libertad impuso la fuerza de los números
(162 votos a favor, 134 en contra y tres abstenciones),
mientras en las puertas del palacio Madama miles de
estudiantes protestaban contra la ministra de Educación,
Maria Stella Gelmini, y exigían un referéndum para derogar
la ley. Walter Veltroni, líder de la oposición, confirmó
que el Partido Demócrata promoverá la consulta “ciudad
por ciudad”.
Mientras
los senadores votaban el decreto 137, en la adyacente plaza
Navona hubo, por primera vez en el mes que duran las
protestas, choques entre jóvenes de izquierda y derecha,
saldados con cuatro heridos y 18 detenidos. En el resto del
país, desde Milán a Sicilia, los estudiantes prolongaron
un día más las manifestaciones. La movilización culminará
hoy con la huelga general de la educación, convocada de
forma unitaria por los sindicatos.
La ministra
Gelmini, imperturbable ante la bronca que ha acompañado sus
decisiones, sigue convencida de que su reforma mejorará la
educación pública, y ayer resumió su sensación con un
mensaje simple: “Se cambia. Se vuelve a la escuela de la
seriedad, el mérito y la educación”. A su juicio,
medidas como la introducción de la educación cívica, la
contención del costo de los libros de texto y el regreso
del maestro único a la primaria “son compartidas por gran
parte de los italianos”.
Quizá sea
verdad, pero el clamor que ha suscitado su decreto entre
estudiantes, profesores y padres indica que otra parte muy
significativa del país (incluso entre la derecha y los
grupos de presión católicos) está en contra y dispuesta a
seguir luchando. Mucha gente en Italia piensa que la educación
pública se ha convertido en un mastodonte funcionarial casi
ingobernable (hay más de 1,1 millón de trabajadores, entre
docentes y auxiliares), y coinciden en que es urgente actuar
para racionalizarla.
Pero
incluso los más críticos consideran que la enseñanza
primaria, con la fórmula introducida en los años setenta
de los tres maestros cada dos clases, es un ejemplo de
calidad y está entre las que mejores resultados logra de
Europa. Las protestas, que han tomado estas semanas de forma
pacífica las calles del país, reprochan al gobierno sobre
todo dos cosas: que haya impuesto de forma autoritaria un
criterio economicista para reformar la educación, y que se
haya negado por completo a discutir sus ideas tanto con la
oposición como con los sectores afectados por el recorte
presupuestario, que en breve se extenderá también a la
universidad. “Consideramos gravísima la aprobación a
marchas forzadas en el Senado del decreto 137”, señaló
ayer la Unión de Universitarios (UDU); “las protestas de
los estudiantes no se pararán hasta hacer comprender a la
ministra Gelmini que la reforma de la universidad sólo se
puede discutir si retira antes las medidas que destruyen el
sistema formativo público”.
En un par
de semanas, el gobierno de Silvio Berlusconi presentará su
plan para la enseñaza superior que prevé, entre otras
cosas, convertir las universidades en fundaciones.
Mirella,
una estudiante de Física, explicaba ayer que “la idea de
la fundación, es decir la apertura de la universidad a los
fondos privados, matará la investigación y supeditará el
prestigio al éxito presupuestario. En el norte, las
universidades serán ricas y en el sur serán pobres”.
Berlusconi se limitó a comentar con sarcasmo el voto en el
Senado: “Bueno, ha sido una votación que ha ido como era
lógico que fuese. Me disgusta sólo ver que hay tantos
muchachos engañados por la izquierda”.
La
policía les permitió golpear a los manifestantes sin
intervenir
Neonazis
agreden a estudiantes en Roma
Rebelión,
30/10/08
El
día había comenzado bien, el clima era el típico de las
manifestaciones: por un lado, los manifestantes, por el
otro, un perímetro protegido de policías. Más allá, el
Senado, donde se votaba la conversión en ley del decreto
Gelmini, que reduce gravemente el personal en las escuelas
así como las horas de clase; recorta salarios y fondos;
prevé clases de 30 alumnos y clases separadas para los
inmigrantes; privatiza la universidad, recorta la
investigación creando precarios de por vida y haciendo que
la didáctica dependa de capitales privados, e instaura la lógica
clasista de las universidades para ricos.
De pronto,
llegan los infiltrados, y sucede lo de siempre. A continuación,
recogemos dos testimonios de periodistas presentes en la
plaza. Así lo contó Curzio Maltese, periodista de La
Repubblica y testigo presencial de los hechos:
“Vi cosas
que me habría costado creer de no haberlas visto en
persona. No eran estudiantes, eran neonazis ; llegaron en un
camion lleno de barras de hierro. Bajaron y empezaron a
pegar a los estudiantes al grito de «¡Duce, Duce!».
La Policía los ignoró deliberadamente dejando a los nazis
libertad para pegar a los estudiantes.
“Mañana
se hablará de los incidentes y no de los muchos y buenos
motivos para manifestarse. Los incidentes fueron provocados
premeditadamente y no provenían de los estudiantes.
“La
policia aporreó sistematicamente a los estudiantes
desarmados e ignoró a los que llevaban armas. Espero que no
se haya puesto en marcha una estrategia peor que la del
G8.”
En el mismo
sentido se expresa Silvia Maiorani en Megachip:
"He
vuelto a tener la sensación de impotencia que tanto me duró
después de estar en el G8 de Génova. La policía mira,
espera. Espera. Espera. Espera. Luego de que algún
infiltrado da la orden, los fascistas, los de siempre,
protegidos, comienzan a pegar a diestro y siniestro. Y me
pregunto cuántas veces más tendremos que ver escenas
similares. Cuántas veces más la democracia resultará ser
una dictadura. Cuántas veces más tendremos que participar
en un plan preconcebido. Es la hora de cenar. Los
manifestantes, estudiantes, profesores y padres, cansados y
entumecidos, quizá estén mirando sus blogs. Los poderosos
han tenido una jornada como otras muchas, que, sin embargo
les ha dejado una satisfacción. También este movimiento
que se estaba formando, que sigue formándose entre los
estudiantes de toda Italia lo arrancarán de cuajo. Vuelve
la carne de gallina y la sensación de impotencia. Como hace
7 años...”
Tras el
voto de ayer en el Senado, que convirtió en ley el decreto
Gelmini, el mundo de la escuela llega hoy a Roma desde toda
Italia para manifestarse contra la política en materia de
educación del gobierno Berlusconi. Oposición y estudiantes
piden ahora un referéndum para abrogar la ley.
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