El
mundo se ha vuelto inflamable y
la revuelta de Atenas es el
primer chispazo
Por
Mike Davis (*)
Sin
Permiso, 21/12/08
Traducción
de Ramón Vera Herrera
1.
Pienso que nuestras sociedades están supersaturadas con
rabia no reconocida, una que repentinamente puede
cristalizar en torno a algún incidente aislado de abuso
policiaco o de represión estatal. Aunque las semillas de la
revuelta se han sembrado flagrantemente, la sociedad
burguesa casi no reconoce que es su propia cosecha.
En
Los Ángeles en 1992, por ejemplo, cada adolescente en las
calles (o para el caso todo policía de turno, a pie) supo
que venía el Armagedón. Las ensanchadas líneas de quiebre
entre la juventud de las barriadas y el gobierno de la
ciudad debieron haber sido visibles hasta para el más
ingenuo de los observadores: arrestos masivos semanales,
innumerables tiroteos de policías contra chavales
desarmados, una indiscriminada caracterización de los jóvenes
de color como gángsters, unos injuriantes dobles criterios
de justicia, y así por el estilo. No obstante, cuando
ocurrió la erupción, en la ola del veredicto de la corte
que exoneraba al policía que casi había matado a Rodney
King a golpes, las elites políticas y de los medios
reaccionaron como si alguna fuerza secreta, impredecible, se
hubiera desatado desde las profundidades de la Tierra.
Subsecuentemente,
los medios (que sobrevolaban en helicópteros casi todos)
intentaron manejar la percepción mundial del motín
mediante la simplificación y el estereotipamiento drásticos:
las pandillas de negros estaban en las calles incendiando y
saqueando. De hecho, el veredicto en torno al caso Rodney
King se volvió el núcleo respecto del cual diversos
agravios se aglutinaron. De los miles arrestados pocos eran
en realidad los miembros de pandillas y únicamente un
tercio era siquiera afroestadounidense.
La
mayoría eran inmigrantes pobres o sus hijos, que fueron
arrestados por robar pañales, zapatos y televisores de las
tiendas locales. La economía de Los Ángeles estaba (aún
está) en un profunda recesión y los barrios latinos pobres
al oeste y al sur del centro de la ciudad fueron los más
afectados, pero la prensa nunca había informado de su
miseria existencial, así que casi se ignoró por completo
la dimensión de "motín por pan" del
levantamiento.
De
modo semejante, en la Grecia actual, una atrocidad policiaca
"normal" finalmente dispara un brote que se
estereotipa como furia inexplicable y se culpa a los
anarquistas de las sombras, cuando que, de hecho,
"guerra civil de baja intensidad" es el término
que mejor caracterizaría lo que desde hace mucho es la
relación entre la policía y varios estratos de jóvenes.
2.
No estoy calificado, en lo absoluto, para comentar la
especificidad de las condiciones griegas, pero tengo la
impresión de que hay importantes contrastes con la Francia
de 2005. La segregación espacial de los jóvenes
inmigrantes y pobres parece menos extrema que en París,
pero las perspectivas de empleo para los muchachos pequeñoburgueses
son considerablemente peores: la intersección de estas dos
condiciones trae a las calles de Atenas a una coalición más
diversa de estudiantes y jóvenes adultos desempleados. Más
aún, heredan una continuada tradición de protesta y una
cultura de la resistencia que es única en Europa.
3.
¿Qué demanda la juventud griega? Seguramente percibe con
claridad implacable que la depresión mundial cancela las
reformas tradicionales del sistema educativo y el mercado
laboral. ¿Por qué habrían de tener fe alguna en la
repetición seriada del Pasok (el Panellinio Sosialistiko
Kinima o Movimiento Socialista Panelénico) y sus promesas
rotas?
Pero
sí, están ustedes en los cierto: ésta es una especie
original de revuelta, prefigurada por los motines anteriores
en Los Ángeles, Londres y París, pero que surge de un
nuevo y más profundo entendimiento de que el futuro ya lo
saquearon por adelantado. De hecho, ¿qué generación en la
historia moderna (aparte de los hijos de la Europa de 1914)
ha sido tan totalmente traicionada por los patriarcas?
Me
angustia esta pregunta porque tengo cuatro hijos y aun el más
joven entiende que su futuro puede ser radicalmente
diferente que mi pasado. La cohorte de mi generación [los
llamados bayboomers] le hereda a sus hijos una economía
mundial rota, extremos de inequidad social que aturden,
brutales guerras en las fronteras imperiales y un clima
planetario fuera de control.
4.
A Atenas se le mira ampliamente como la respuesta a la
pregunta: "¿Y después de Seattle qué?"
Recuerden las manifestaciones contra la OMC y la
"batalla de Seattle" en 1999, que abrieron una
nueva era de protestas no violentas y activismo de base; la
tremenda popularidad de los Foros Sociales Mundiales; las
demostraciones de protesta contra la invasión de Irak por
Bush en 2003, que tenían la fuerza de millones de personas,
y el amplio respaldo hacia los Acuerdos de Kyoto, todo esto
auguraba una enorme esperanza de que un "mundo
alterno" podía aún nacer.
Desde
entonces, la guerra no ha terminado, las emisiones de gases
con efecto invernadero aumentaron muchísimo y el movimiento
del foro social ha languidecido. Un ciclo completo de
protesta llegó a su fin justo en el momento en que estalló
la caldera de Wall Street del capitalismo globalizado, y
deja en su ola problemas más radicales y nuevas
oportunidades para el radicalismo.
La
revuelta en Atenas termina con la reciente sequía de rabia.
Sus cuadros parecen tener muy poca tolerancia hacia las
consignas esperanzadoras o las soluciones optimistas, lo que
los distingue de las demandas utopistas de 1968 o el espíritu
anhelante de 1999. Esta ausencia de demandas de reforma (y
como tal, de cualquier manejo convencional de las
protestas), por supuesto, es lo que es más escandaloso, no
los cocteles molotov o las vitrinas rotas. No recuerda tanto
a la izquierda estudiantil de los años 60 sino a las
intransigentes revueltas del anarquismo de los descastados
de Montmartre en la década de 1890 o del Barrio Chino de
Barcelona a principios de la década de 1930.
Algunos
activistas estadounidenses, por supuesto, consideran esto
como la renovación de la protesta al estilo Seattle, con la
cuota temporal de pasión mediterránea. Encaja con una idea
de que "Obama–traerá–cambios", en un
paradigma de entendimiento que es una repetición de los
movimientos de reforma política de los años 30 o los 60.
Pero
otros jóvenes que conozco rechazan esta interpretación
sacada de la manga. Se identifican a sí mismos (igual que
los anarquistas de fin d'siecle) como una "generación
condenada" y miran en las calles de Atenas la métrica
apropiada de su propia rabia.
Hay
el peligro, por supuesto, de sobrestimar la importancia de
una erupción en un escenario nacional específico, pero el
mundo se ha vuelto inflamable y Atenas es el primer
chispazo.
(*)
Mike Davis, miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso, es
profesor del Departamento de Historia de la Universidad de
California. Antes de graduarse, fue obrero de la industria
de la carne, conductor de camiones y dirigente estudiantil
en el movimiento contra la guerra de Vietnam. Ha producido
numerosos textos de historia y análisis de la sociedad
estadounidense desde el punto de vista marxista, y escribe
regularmente para publicaciones de izquierda de EEUU y
Europa. Sus libros más recientes son:
“In Praise of Barbarians: Essays against Empire” (Haymarket
Books, 2008) and “Buda's Wagon: A Brief History of the Car
Bomb” (Verso, 2007).
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