¿Va camino de agravarse la incipiente
protesta político–social de los trabajadores europeos?
Preguntas y respuestas en torno a la
gran cuestión
Por Peter Popham (*)
The Independent, 30/01/09
Sin Permiso, 01/02/09
Traducción de Roc F. Nyerro
¿Por qué preguntamos esto ahora?
A medida que las consecuencias del
desplome crediticio se hacen sentir por toda Europa,
disparando las tasas de desempleo y rebajando los niveles
salariales, la protesta baja a la calle en cada vez más países
para expresar el descontento.
¿Cómo, en dónde?
Ayer se vieron las primeras
manifestaciones de masas contra la respuesta gubernamental
–o la carencia de ella— a la crisis económica en
Francia, en donde, en lo que constituye la mayor protesta de
los últimos años, más de un millón de manifestantes
desfilaron por todo el país exigiendo del presidente
Sarkozy una acción más enérgica para contener la sangría
económica. El transporte público quedó drásticamente
reducido, y un tercio de los profesores se mantuvieron fuera
de sus escuelas. Trabajadores de fábrica, de correos, de
hospitales y muchos otros empleados secundaron la huelga.
Hasta se añadió a la protesta un parte del personal de la
bolsa de París.
¿Dónde comenzó todo esto?
El acribillamiento de un adolescente
por un policía en Atenas el pasado diciembre desencadenó
semanas de devastadoras manifestaciones, no sólo en la
capital griega, sino por todo el país. Aun si le motivo
inicial fue el asesinato, era claro que lo que subyacía
alas protestas y les confería tamaña dimensión era el
galopante malestar económico del país.
¿Por qué empezó en Grecia?
Como miembro el más débil económicamente
de la eurozona, Gracia sufre desapoderadamente las
consecuencias del desplome crediticio y le faltan los
colchones socialmente amortiguadores existentes en los países
europeos septentrionales. Carente de una industria y de una
agricultura competitivas, se ha hecho muy dependiente de los
servicios, de la navegación y del turismo, que sufren ahora
las consecuencias del recorte del consumo a escala
planetaria. La pasada semana, Standard&Poor’s añadió
leña al fuego degradando la calificación del crédito
griego con el argumento de que la crisis había empeorado
todavía más la “crónica falta de competitividad“ de
la economía griega.
¿Cómo se traducen todos estos
factores en problemas para la vida cotidiana de los griegos?
Las
protestas fueron mayoritariamente protagonizadas por la
juventud, y los jóvenes constituyen el grupo de población
más radicalmente afectado, con tasas de desempleo
superiores al 30% y una muchedumbre de licenciados
universitarios obligados a desempeñar trabajos menestrales.
Pero esta semana otro sector descontento ocupó el foco de
atención en Grecia cuando los agricultores bloquearon la
capital con más de 9.000 tractores para exigir al gobierno
un paquete de apoyo de emergencia por valor de 500 millones
de euros.
¿En dónde más han estallado
protestas?
Aparte de Francia, los países que se
han visto afectados son países pequeños e históricamente
débiles que se hicieron ricos rápidamente durante el
pasado boom y que ahora se ven golpeados por la crisis desde
todas las direcciones posibles, con tasas crecientes de
desempleo y recortes salariales y presupuestarios,
combinados, en el caso de Letonia, con unas subidas de
impuestos exigidas por el FMI. Es en países como Letonia y
Lituania en dónde se ven ya al vivo las heridas causas por
el desplome crediticio. Dominique Strauss–Kahn, jefe del
FMI, clasificó recientemente a Letonia, Hungría,
Bielorusia y Ucrania como los países más vulnerables y
prontos a los desórdenes.
¿Qué pasa en Letonia?
Durante el boom, sus tasas de
crecimiento eran de doble dígito, lo que la colocó entre
los campeones de la UE; pero el año pasado la economía se
encogió un 2%, y los pronósticos apuntan a un ulterior
decrecimiento del 5% en 2009, mientras que el desempleo se
ha doblado en el pasado semestre hasta alcanzar un 8%, tres
veces más entre la población joven.
¿Están descontentos los lituanos?
Mucho. Se trata de un país con una
magra historia de protesta violenta, pero a comienzos de
este mes una pequeña manifestación pacífica de ms de
10.000 personas en la capital, Riga, degeneró en una áspera
trifulca con 25 heridos y 106 detenidos. El descontento público
con el estado de la economía se exacerbó en diciembre
cuando un dirigente parlamentario, requerido en un programa
televisivo por las razones de la crisis, contestó a su
entrevistador: “nada en especial”. La frase soliviantó
los ánimos de muchos lituanos, y pasó a convertirse en irónica
consigna de los manifestantes.
¿Qué exigen las protestas?
Que se vayan todos a casa y dejen paso
a otros. En vano argüían los portavoces gubernamentales
que el problema echaba sus raíces en temerarias decisiones
económicas tomadas por el gobierno anterior.
¿Era muy incoherente la protesta?
Ese es un rasgo de todas las protestas
hasta ahora, y refleja la propia confusión de los gobiernos
contra los que protestan los manifestantes. Las autoridades
están soltando todo el lastre que pueden imaginar para
contener la crisis, desdiciéndose de años de
adoctrinamiento económico y pulsando cualquier resorte al
alcance de la mano en la esperanza de algo termine por
funcionar. Hasta ahora, nada ha funcionado. Salvo la
evaporación de decenas de miles de millones de euros en el
proceso. A medida que el pánico se apodera de los gabinetes
gubernamentales en Europa,
Ese es un rasgo de todas las protestas hasta ahora, y
refleja la propia confusión de los gobiernos contra los que
protestan los manifestantes. Las autoridades están soltando
todo el lastre que pueden imaginar para contener la crisis,
desdiciéndose de años de adoctrinamiento económico y
pulsando cualquier resorte al alcance de la mano en la
esperanza de algo termine por funcionar. Hasta ahora, nada
ha funcionado. Salvo la evaporación de decenas de miles de
millones de euros en el proceso. A medida que el pánico se
apodera de los gabinetes gubernamentales en Europa, las
poblaciones van siendo ganadas por la furia.
Pero no ha caído todavía ningún
gobierno, ¿no?
Falso. La coalición que gobernaba en
Islandia sucumbió la pasada semana, tras sofocar con gases
lacrimógenos la protesta de 8.000 manifestantes. Un
gobierno de transición se ha hecho cargo del país, y están
convocadas elecciones para dentro de dos meses.
¿Adónde irá a para todo esto?
No terminará nada bien: hay amplio
consenso al respecto. Los tradicionalmente escépticos
respecto de la validez< de la Unión Monetaria Europea
están exultantes con el hecho fde que los miembros más débiles
de la Eurozona, a veces ofensivamente bautizados como los
PIGS [cerdos, en inglés; T.], es decir, Portugal, Italia,
Grecia y España, pugnen desesperadamente por alcanzar sus
objetivos dentro de una moneda (relativamente) fuerte que
debilita su competitividad y dispara sus déficits, poniendo
de manifiesto lo que los escépticos han visto siempre como
contradicciones ínsitas en la amalgama en una sola divisa
de economías tan distintas como la alemana y la griega.
¿Qué predicen que pasará?
Algunos predicen que uno o más PIGS
podrían saltar por la borda de la Eurozona. Incluso quienes
excluyen radicalmente eso –observando que, en plena
tormenta económica y política, Islandia pretende sumarse
al euro—, temen que las economías más fuertes terminen
pagando un terrible precio para mantener en el mismo carro a
las más débiles.
¿Qué clase de precio?
Básicamente, imponer la obligación de
recortar sus hinchados déficits. Por ejemplo, Jean–Claude
Juncker, el primer ministro de Luxemburgo, ha propuesto que
el conjunto de la Eurozona se haga cargo de las deudas de
los miembros más débiles. A cambio, los gobiernos de esos
países tendrían que someter sus presupuestos a la
conformidad de Bruselas. Recortes presupuestarios drásticos
en medio de una profunda recesión en países como Italia,
con una larga historia de protesta callejera violenta, podían
ser la mejor receta para disparar la rebelión política.
¿Se difundirá la protesta a los
demás países europeos?
Sí, porque:
• A pesar de haber gastado ya
enormes sumas, ningún gobierno tiene la menor idea de cómo
frenar la crisis.
• La tecnología online
facilita la propagación por todo el continente, como si de
fuego se tratara, de la indignación política.
• Incapaces ya de buscar una
salida propia de la crisis por una vía devaluadora, las
economías débiles de la Eurozona, están paralizados como
poltrones.
No, porque:
• La Eurozona estará a la
altura del reto, y sus miembros más débiles se tragarán
obedientemente la medicina.
• A pesar de la avalancha de
problemas, Alemania y el Reino Unido no han visto todavía
protestas masivas de envergadura.
• Los augurios catastrofistas
son inevitables, pero este pánico pasará antes de lo que
sospechamos.
(*) Peter Popham es un periodista
económico británico, columnista habitual del diario The
Independent.
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