Europa
Oriental se prepara para una violenta
"primavera del descontento"
Por
Jason Burke (*)
The Observer, 18/01/09
Sin Permiso,
01/02/09
Traducción de Lucas Antón
Europa del
Este se encamina a una violenta "primavera del
descontento", de acuerdo con expertos de la región que
temen que la crisis económica global esté generando en las
calles una peligrosa reacción popular violenta.
Cada vez más
afectados por la crisis, países como Bulgaria, Rumanía y
los estados bálticos se enfrentan a una honda
desestabilización política y conflicto social, así como a
un aumento de las tensiones raciales.
La semana
pasada, los manifestantes fueron disueltos con gases lacrimógenos
mientras tiraban piedras contra la policía frente al
parlamento de Vilnius, capital de Lituania, en protesta
contra un programa de austeridad que incluye subidas de
impuestos y recortes de prestaciones.
En
Sofía, la capital de Bulgaria, 150 personas fueron
detenidas y al menos 30 heridas como resultado de la
violencia generalizada. Más de un centenar quedaron
detenidas tras refriegas callejeras entre fuerzas de
seguridad y manifestantes en la capital de Letonia, Riga.
Según las
últimas estimaciones, la economía de varios países de
Europa del Este se contraerá este año hasta un 5%, después
de un crecimiento de casi dos dígitos durante casi una década,
y la inflación alcanzará un pico del 13%. Muchos temen que
Rumanía, que ingresó en la Unión Europea junto a Bulgaria
en 2007, pueda ser la siguiente en sufrir desórdenes públicos
de importancia.
"En
unos cuantos meses, habrá gente en las calles, eso es
seguro", ha afirmado Luca Niculescu, ejecutivo del
sector mediático de Bucarest. "Todos los días oímos
que ha cerrado otra fábrica o se ha deslocalizado. Tenemos
un nuevo gobierno que no se ha mostrado muy eficaz. Y nos
hemos acostumbrado a tasas muy altas de crecimiento. Es una
mezcla explosiva".
Entre las
principales empresas que amenazan con recortes de empleo
masivos se cuentan el fabricante de automóviles Dacia, que
podría suprimir 4.000 puestos de trabajo si no se recuperan
las ventas. Una portavoz de Renault, propietario de Dacia,
ha manifestado que sólo se considerarían recortes de esa
magnitud en una "perspectiva catastrófica", pero
ya lleva interrumpida dos meses la producción en Rumanía
después de que la demanda nacional cayera en picado más de
la mitad. Otras empresas importantes ya han anunciado sus
planes de deslocalización: una fábrica japonesa de cable
se reubicará en Marruecos.
Marius
Oprea, consejero de seguridad del último gobierno rumano,
ha declarado que la crisis entrañaría "problemas
graves para la clase media". Añadió que "se
producirá un descenso de los ingresos tributarios, lo que
causará problemas considerables a los presupuestos del
Estado. También se recortará enseguida el número de
empleados del Estado y sus sueldos se depreciarán cada vez
más".
Otro
problema de Rumanía, lo mismo que del resto de la región,
es que muchos propietarios de viviendas de clase media han
contratado su hipoteca en euros. Con el desplome de la
moneda nacional, afrontar los pagos se hace más difícil.
"Intentaremos
el diálogo, pero si no funciona, defenderemos los intereses
de nuestros afiliados como podamos", declaró un
sindicalista rumano la semana pasada. "Queremos ser
parte de la solución, no del problema, pero la situación
es muy grave".
El Dr
Jonathan Eyal, especialista en la zona del Royal United
Services Institute de
Londres, afirma que los países de Europa Oriental están
mal equipados para encarar las repercusiones de la crisis
global y corren el riesgo de una "implosión
social".
"Son
economías a menudo frágiles...con estructuras políticas
quebradizas, con partidos políticos no muy sólidos e
instituciones débiles. Están mal preparados para lo que se
les ha venido encima", comenta Eyal. "El año
pasado eran los países centrales de Europa Occidental los
que se tambaleaban, ahora es la periferia más débil la que
recibe de lleno el impacto de la crisis".
Las razones
del malestar de la semana pasada son variadas. Los
estudiantes búlgaros protestaban por la muerte de uno de
los suyos en un incidente aparentemente casual de
delincuencia, y culpaban al gobierno dirigido por los
socialistas de no ser capaz de garantizar la seguridad. A
ellos se les sumaron los campesinos enojados por los bajos
precios de sus productos y los problemas con los subsidios
de la UE, frecuentemente desviados por administradores
corruptos.
Las
tensiones se han exacerbado a causa de la crisis del gas, en
la que Bulgaria ha sufrido graves restricciones de calefacción
y electricidad desde que Moscú cerró el grifo tras su
disputa con Ucrania.
"Estamos
hartos de vivir en el país más pobre y más
corrupto", afirmaban en un comunicado los organizadores
de la protesta en Sofía. "Esta protesta única reúne
al pueblo en su deseo de cambio y en su anhelo de vivir en
un país europeo normal".
En Letonia,
años de fuerte crecimiento económico han dado paso a la
recesión, la inflación galopante y el desempleo en
aumento. La confianza en la autoridad del Estado y sus
funcionarios ha decaído de modo catastrófico, tal como
afirmó el presidente Valdis Zatlers la semana pasada,
amenazando con convocar elecciones de inmediato.
La mayoría
de los detenidos en los disturbios de la semana pasada en
Riga ya han sido puestos en libertad. Según el jefe de
policía Janis Reiniks, entre los detenidos había
"parados, trabajadores, estudiantes y escolares",
además de una persona ligada al Partido Democrático de
Letonia y un "skinhead".
El año
pasado Letonia se vio obligada a solicitar un paquete de
rescate de 6.250 millones de libras al Fondo Monetario
Internacional, lo que provocó una reacción patriotera ante
lo que se percibía como "una humillación
nacional".
Con todo,
algunos estados de Europa Oriental parecen estar resistiendo
mejor. El gobierno de Estonia acumuló ingentes reservas
monetarias durante los años de rápido crecimiento.
"Todo el mundo sabe que este año va a ser muy duro.
Pero en Riga y Vilnius están agotados e iracundos y han
perdido la fe en sus dirigentes; eso no ha sucedido aquí",
ha declarado Raimo Poom, jefe de la sección política del
diario Esti Paevaleht, de Tallinn.
Otro temor
es que aumenten los ataques contra las minorías étnicas.
La República Checa, también gravemente afectada por la
crisis, fue testigo de la peor violencia callejera en años
cuando 700 miembros del Partido de los Trabajadores,
ultraderechista, chocó con un millar de
agentes antidisturbios en la ciudad de Litvinov que
les impedían entrar en una zona predominantemente
"roma" (gitana). "El clima político
nacionalista, populista [de Europa del Este] resulta muy
propicio para el sentimiento hostil a las minorías",
ha manifestado Larry Olomoofe,
del Centro Europeo de Derechos Roma de Budapest.
La historia
reciente de la región agrava la crisis, dicen los expertos.
"Estamos
hablando de gente que se mantuvo a flote durante un periodo bastante
nefasto tras el derrumbe de la URSS, cuando sus economías
se redujeron a un tercio, en la creencia de que ingresar en
la UE les traería prosperidad y estabilidad", ha
afirmado Eyal.
"Esta
aspiración es la que se ha demostrado decepcionante y eso
resulta muy desestabilizador".
Los
puntos inflamables de Europa
Bulgaria:
Población: 7 millones. Acosada por la corrupción e
inestabilidad política. Docenas de personas, incluyendo 14
policías, resultaron heridas durante los disturbios de la
semana pasada en Sofía.
Letonia:
Población: 2,2 millones. El gobierno de centro
derecha puede convocar elecciones tras los disturbios
causados por las duras condiciones resultado del rescate del
FMI.
Lituania:
Población: 3,5 millones. Choques callejeros y 86
detenciones después de que 7.000 personas asistieran a un
acto convocado por los sindicatos para protestar por los
recortes salariales del sector público, la reducción de
las pensiones de la seguridad social, el aumento del IVA y
la eliminación de las exenciones fiscales para medicinas y
calefacción doméstica.
Estonia:
Población: 1.4 millones. Hasta ahora en calma, el
gobierno posee mayores reservas monetarias y confianza pública
que en los demás países, pero la contracción de un 3,5%
de la economía en el tercer cuatrimestre del pasado año es
probable que cause problemas. Se desmorona rápidamente el
apoyo al primer ministro, Andrus Ansip, y su gobierno.
(*)
Jason Burke trabaja para The Observer de Londres.
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