A la par de esta forma de manifestar pacífica se está
forjando otra, violenta y desesperada
Francia enarboló las banderas sociales
Por Eduardo Febbro
Corresponsal en Francia
Página 12, 20/03/09
París.– Por segunda vez en el año, la política
conservadora de Nicolas Sarkozy desencadenó una nueva
huelga y una polifónica ola de manifestaciones en todo el
país. El gobierno dijo que no contempla por el momento
poner en práctica otro plan de reactivación.
Nicolas Sarkozy tiene un poder de convocatoria antagónico
persistente. Por segunda vez en el año, la política
adoptada por el presidente francés ante la crisis mundial
desencadenó una nueva huelga y una polifónica ola de
manifestaciones en todo el país. Con la idea central de que
no tienen la culpa de la crisis pero pagan los estragos que
causó, millones de personas salieron ayer a manifestar en
contra de las medidas tomadas por el Ejecutivo. Entre dos y
tres millones de personas –las cifras difieren, como
siempre, entre las fuentes sindicales y las policiales– se
aunaron a lo largo de 213 desfiles organizados en todo el país
bajo la misma consigna: “Juntos frente a la crisis,
defendamos el empleo, el poder adquisitivo y los servicios públicos”.
Este solo enunciado diferencia a Francia del resto del
mundo. Mientras el planeta asiste asustado e impávido a la
escalofriante transferencia de fondos públicos para salvar
de la bancarrota al sector financiero privado y a la pérdida
de decenas de miles de empleos y beneficios, Francia saca
las banderas sociales a las calles para decir que no quiere
ser la víctima colateral de la crisis ni pagar el tributo
de los privilegios de otros.
Bajo un sol tempranamente primaveral, más de 300 mil
personas caminaron en París desde la emblemática Plaza de
la Bastilla hasta la Plaza de la Nación. Al igual que en la
capital francesa, las regiones también conocieron una
movilización espectacular que superó la del pasado 29 de
enero. En cambio, si las manifestaciones callejeras fueron más
densas, el paro afectó mucho menos a los servicios públicos.
Francia se movilizó, pero no se paralizó. El Metro de
París funcionó casi con normalidad, al igual que los
autobuses. Las perturbaciones no trastornaron la vida de la
gente como ocurría en el pasado. Los sindicatos
consideraron ayer que tres millones de personas en las
calles constituía un éxito y que ahora le correspondía al
Ejecutivo dar “respuestas”. Este, por medio de su jefe,
François Fillon, dio una respuesta muy clara: el gobierno
no contempla por el momento poner en práctica otro plan de
reactivación. El primer ministro dijo que había que
esperar a que el plan precedente de 26 mil millones de euros
comience a “producir sus efectos”. El único anuncio
tangible que hizo fue la instalación de un comité de
seguimiento que verificará que las medidas han sido
aplicadas.
Muy poco para los sindicatos. Las ocho organizaciones que
convocaron al paro de ayer se reunirán hoy para decidir el
futuro del movimiento. Se puede apostar por su extensión.
El Ejecutivo francés mira a la gente desfilar por la
ventana, pero no responde a los reclamos. Fillon volvió a
excluir ayer el retiro del tan famoso como controvertido
escudo fiscal mediante el cual las personas con más
recursos se ahorraron mucho dinero. Este curioso dispositivo
ofreció un jugoso regalo fiscal a las clases más
pudientes, y ello en momentos en que la crisis comenzaba a
extenderse por el planeta.
El gobierno casi no ha variado su postura. Con un tono
paternalista, asegura que “escucha” a la calle, que
entiende sus demandas, pero permanece inflexible. Los
sindicatos juzgan insuficientes las medidas sociales
propuestas por Sarkozy el pasado 18 de febrero –unos 2600
millones de euros– y siguen presionando para que el Estado
sea más equitativo con su generosidad. Apoyados por la
opinión pública, los líderes sindicales exigen que los
dispositivos económicos derivados de la crisis financiera
no sirvan sólo para ayudar a las empresas y los bancos en
apuros, sino también a los trabajadores y a los
consumidores. Pero la lógica planetaria ha impuesto esa
conducta: salvar a quienes provocaron la ruptura. El
gobierno sigue diciendo “no” y es la forma de ese
“no” la que saca a la gente a las calles. La protesta
francesa es una mezcla de rabia, decepción e indignación
por el destino exclusivo que han tenido los miles de
millones de euros que fueron a las cajas de las empresas.
Esa indignación es perfectamente palpable en las formas a
la vez violentas y desesperadas, pero también irónicas,
que van adquiriendo las protestas. Sarkozy consiguió en muy
poco tiempo crear un sólido frente común en contra suyo.
Nada más que entre fines de enero y marzo, cerca de cinco
millones de personas manifestaron contra su política. Los médicos,
los estudiantes, los investigadores, muchos intelectuales,
los magistrados y los profesores llevan ya muchos meses de
protestas y paros de todo tipo. Con el correr del tiempo, la
acción social encontró nuevas formas de expresión, ya sea
desde el humor o desde la misma violencia con tomas de
empresas y secuestros de sus directivos.
En las manifestaciones, el mandatario se lleva todos los
premios y las burlas: máscaras, muñecos, juegos de
palabras, retratos deformados, caricaturas, el jefe de
Estado francés inspira a sus detractores. Ayer, un
manifestante parisino llevaba una banderola con Sarkozy
vestido como Napoleón, mientras que otro caminaba a su lado
con dos retratos: uno de Barack Obama, que decía
“Progreso”, y otro de Nicolas Sarkozy, que decía
“Regresión”. El lector apreciará de paso lo que ha
conseguido Nicolas Sarkozy: que un dirigente estadounidense
pase por progresista al lado de un europeo, cuyo país es la
democracia más emblemática del planeta y donde existe el
sistema de protección social más avanzado del mundo.
De hecho, todo lo que hoy encarna Sarkozy se encuentra en
las manifestaciones transformado en broma, caricatura o
juego de palabras: el desempleo, la ayuda a los ricos, la
sociedad policial, los ficheros con los datos de los
ciudadanos, las leyes contra las descargas de música en
Internet y hasta sus propias frases. Una chica de 30 años
con más diplomas que un profesor llevaba un cartel que decía:
“Estudios: bachillerato más seis años de universidad.
Eso es igual a no tener trabajo o tener uno con salario mínimo”.
Otro señor de cierta edad llevaba un cartel que decía:
“Sarko, largá la guita o te secuestramos a Carla”. En
la localidad de Nantes, un grupo de opositores organizó un
taller de “escritura de quejas” para lanzar el
procedimiento de destitución de Sarkozy. Hace unas semanas,
los universitarios franceses manifestaban en París lanzando
centenas de zapados contra las fuerzas del orden, mientras
que otros organizaban un maratón de lectura ininterrumpida
del libro Gargantúa, un clásico de la literatura francesa
escrito por Rabelais.
Pero a la par de esta forma de manifestar pacífica e irónica
se fue forjando otra, violenta y desesperada. El secuestro
del director de Sony durante una noche entera; ataques con
alimentos, huevos y tomates contra el director de una
empresa de transportes; ocupación de una empresa farmacéutica;
saqueo de los locales de las empresas que se aprestan a
cerrar sus puertas o a despedir personal: poco a poco, los
signos de radicalidad se instalan como una opción. Muchos
sindicalistas reconocen que la violencia estalla allí donde
hubo engaño o traición, es decir, promesas incumplidas.
Tensión social por la crisis
- Marcha y huelga en la mayor protesta contra Sarkozy
Una multitud reclamó "medidas populares"
Por Luisa Corradini
Corresponsal en Francia
La Nación, 20/03/09
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Agitación en Europa
Alemania: Miles de empleados de la empresa
Opel se manifestaron a fines de febrero en varias ciudades
del país para protestar por una ola de despidos en la
empresa.
España: Decenas de personas desfilaron a
fines de enero en Zaragoza para exigirle al gobierno del
presidente José Luis Rodríguez Zapatero medidas urgentes
contra el imparable aumento del desempleo.
Gran Bretaña: En el marco de la recesión que
afecta al país, miles de trabajadores del sector energético
se movilizaron a principios de febrero para protestar contra
la contratación de trabajadores extranjeros.
Islandia: Presionado por una masiva ola de
protestas, el gobierno de Islandia se convirtió en el
primero en caer como resultado directo de la crisis
financiera mundial, a fines de enero pasado.
Irlanda: El 21 de febrero, unas 120.000
personas se manifestaron en la capital de Irlanda, uno de
los países europeos más afectados por la crisis global,
para protestar contra el papel del gobierno y de los bancos
en la debacle financiera.
Rusia:
Cientos de personas participaron de una marcha en Moscú
el 23 de febrero para protestar contra las medidas
anticrisis del gobierno de Dimitri Medvedev. Dos días
antes, la oposición había convocado a una manifestación
para demandar elecciones anticipadas.
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Paris.– En la mayor protesta desde la llegada de Nicolas
Sarkozy a la presidencia, en mayo de 2007, tres millones de
personas salieron ayer a las calles de Francia, por segunda
vez en menos de dos meses, en reclamo de "medidas
populares" para mitigar los efectos de la crisis
global. La protesta, que fue acompañada por una huelga,
intentó forzar al gobierno a defender los empleos frente a
los despidos anunciados en una gran cantidad de sectores
económicos.
La multitudinaria manifestación, después de la cual hubo
algunos enfrentamientos entre jóvenes y la policía, fue el
último reflejo del descontento social que amenaza no sólo
a Francia, sino a los gobiernos de toda Europa, a raíz de
la profundización de la crisis mundial.
Sin mostrarse impresionado por la magnitud de la protesta,
el primer ministro francés, François Fillon, excluyó la
posibilidad de lanzar un "nuevo plan de estímulo",
suplementario del que el gobierno anunció a fines del año
pasado y que inyectará casi 30.000 millones de euros, pero
reconoció que las manifestaciones traducían la "muy
legítima inquietud" de los franceses.
Por su parte, Sarkozy, que asistió en Bruselas a una
cumbre de la Unión Europea (ver aparte), no se pronunció
sobre la jornada de protesta y huelga.
Los 213 desfiles organizados en París y en el interior
del país reunieron a unos tres millones de personas, según
las organizaciones sindicales, cifra que representa un
aumento del 25% en relación con la última movilización,
el 29 de enero. La policía, por su parte, sólo reconoció
una participación de 1,2 millones de manifestantes.
En París, unas 350.000 personas desfilaron desde la Plaza
de la República hasta la Bastilla, detrás de una gran
bandera que proclamaba: "Juntos frente a la crisis, en
defensa del empleo, el poder adquisitivo y los servicios públicos".
La policía calculó que la movilización de la capital sólo
reunió a 85.0000 personas.
Anoche, cerca de 300 personas fueron detenidas, luego de
que un grupo de unos 500 manifestantes, algunos de ellos
armados con bastones y barras de hierro, comenzó a lanzar
objetos contra los policías. Nueve de ellos resultaron
heridos.
En Orly, el paro provocó la anulación del 30% de los
vuelos, mientras que en el aeropuerto Charles de Gaulle operó
con normalidad el 90% de las salidas previstas.Los
ferrocarriles estatales cancelaron el 40% de sus trenes de
alta velocidad y larga distancia, y la mitad de los
servicios en los trayectos regionales.
La huelga, sin embargo, sólo afectó a entre el 25% y el
40% de los servicios públicos y fue casi imperceptible en
el sector privado. Ese fenómeno se debió a la actividad
casi normal registrada en los transportes urbanos,
regionales y nacionales para "permitir que los
asalariados pudieran acudir a las movilizaciones".
Muchos empleados suspendieron sus actividades al mediodía
para acudir a las manifestaciones, organizadas, en su mayoría,
a partir de las 14.
El impacto de la huelga se advirtió sobre todo en la
educación. No hubo clases en los establecimientos de
educación primaria y secundaria, mientras que la actitud
fue aún más combativa en el sector universitario, que se
encuentra en conflicto desde hace varias semanas. En total,
un millón de empleados públicos acompañaron la huelga,
sobre un total de cinco millones de trabajadores estatales,
según el gobierno.
Con una iniciativa poco habitual, destinada a desmovilizar
a una parte de los manifestantes, el Servicio de Información
del Gobierno (SIG) publicó una serie de anuncios de una página
en los diarios Libération , Les Echos , Le Figaro y Le
Parisien para explicar las "medidas excepcionales"
adoptadas en favor de "los franceses más afectados por
la crisis".
"Los hogares modestos pagarán este año menos
impuestos" y "tres millones de familias humildes
recibirán en junio una ayuda excepcional de 150
euros", afirmó el texto.
Esa acción de propaganda tuvo un impacto limitado y no
parece haber modificado la determinación de los
manifestantes y huelguistas. Incluso esos cuatro diarios no
saldrán hoy a la venta, pues su personal adhirió a la
medida de fuerza y no trabajó ayer. El vespertino Le Monde
, por su parte, no fue publicado ayer y sólo volverá a
salir con normalidad a partir de esta tarde.
Las radios del servicio público difundieron un programa
musical durante toda la jornada, pero los canales de
televisión, tanto públicos como privados, funcionaron con
normalidad.
La jornada de protesta transcurrió en calma, con excepción
de los enfrentamientos en París y pequeños incidentes en
Rouen y en Compiègne, al norte de la capital, donde grupos
de trabajadores quemaron neumáticos en las calles para
protestar contra el cierre de una planta de la empresa
alemana de neumáticos Continental, que provocará 1120
despidos.
La vehemencia de las protestas ilustra la cólera de los
franceses ante la inexorable parálisis de la economía. El
gobierno prevé una contracción del 1,5% del producto bruto
interno (PBI) este año y unos 300.000 despidos, que se
sumarían a las dos millones de personas sin empleo (7% de
la población económicamente activa).
Según una encuesta publicada esta semana, la movilización
de ayer contó con la aprobación del 80% de los franceses,
que consideran justificada la huelga. Los principales líderes
sindicales afirmaron que la movilización fue un "éxito
sin precedente" y reclamaron nuevas "medidas
concretas".
"El gobierno no puede mirar para otro lado. Debe
volver a sentarse a la mesa de negociación", comentó
el jefe de la central comunista CGT, Bernard Thibault. Por
su parte, el dirigente de la central socialcristiana CFDT,
François Chérèque, pidió acabar con los despidos en el
sector público, aumentar los salarios para reactivar el
consumo y proteger las conquistas sociales logradas en los
últimos años, que, según ellos, el gobierno intenta
derogar, como la semana laboral de 35 horas.
Segundo paro en menos de dos meses
La huelga general en Francia moviliza a
más gente que la
anterior convocatoria de enero
Agencia EFE, 19/03/09
París.– La huelga general convocada hoy por los ocho
principales sindicatos franceses ha movilizado en todo el país
a millones de personas, una cifra que los sindicatos elevan
a 3 millones, pero que en cualquier caso es superior a la
convocatoria del pasado 29 de enero (cuando las autoridades
cifraron en más de un millón los trabajadores que
secundaron los paros).
Los sindicatos han logrado su propósito de aumentar la
movilización, aunque la jornada de huelga general no ha
logrado paralizar el país, toda vez que los servicios mínimos
han hecho que los transportes públicos funcionaran con
relativa normalidad.
El éxito de convocatoria de los sindicatos les otorga
fuerza para negociar con el Gobierno, al que piden medidas
económicas contra la crisis que sean más favorables a los
trabajadores. Se trata de una de las manifestaciones más
masivas que ha visto Francia desde la llegada de Nicolas
Sarkozy a la presidencia de la República.
Los sindicatos han pedido, por ello, un gesto al Gobierno,
al que reclaman que deje de reducir los puestos de
funcionarios, que aumente los salarios para relanzar el
consumo y que no ataque algunos avances sociales logrados en
los últimos años, como la semana laboral de 35 horas.
Las mayores citas, en París, Marsella y Burdeos
La mayor manifestación de hoy ja tenido lugar en París,
donde los sindicatos han asegurado que habían reunido a
350.000 personas. En Marsella han desfilado, según los
convocantes, 320.000 personas, mientras que en Burdeos se
han reunido más de 100.000 personas.
Con este éxito bajo el brazo, los sindicatos se reunirán
mañana para estudiar los efectos de la huelga general y,
eventualmente, convocar nuevas jornadas de paro.
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