La
abstención en las próximas elecciones europeas va a ser
muy elevada
¿Qué
pasa en la Unión Europea?
Por
Vicenç Navarro (*)
Público.es,
21/05/09
Todas
las encuestas señalan que la abstención en las próximas
elecciones europeas va a ser muy elevada. Tal abstención,
por cierto, no es una novedad. En realidad, ha ido
aumentando en los últimos años, y precede a la crisis económica
y financiera actual. Las causas de esta elevada abstención
son fáciles de ver. Para ello se tiene que entender qué
está pasando en la Unión Europea. Veamos:
1.
El desempleo en el promedio de los países de la Unión
Europea de los Quince (UE–15) ha ido aumentando desde la década
de los ochenta. Europa, que históricamente (1960–1980) se
había caracterizado por tener un desempleo más bajo que
EEUU, pasó a tenerlo más alto a partir de los ochenta.
2.
Las condiciones de trabajo de la población activa se han
ido deteriorando en la mayoría de países de la UE–15. El
porcentaje de la población que dice trabajar en condiciones
estresantes pasó a ser (en el promedio de los países de la
UE–15) del 32% de la población trabajadora en el año
1991 al 44% en el año 2005.
3.
La tasa de crecimiento anual del gasto público en
transferencias y servicios públicos del Estado del
bienestar (como pensiones, sanidad, servicios de ayuda a las
familias, vivienda, y otros componentes de la protección
social), utilizados predominantemente por las clases
populares, ha ido descendiendo en el promedio de los países
de la UE–15, pasando del 6,2% en 1990 al 4,8% en 2004. La
tasa de crecimiento de las necesidades sociales, sin
embargo, ha ido
aumentando.
4.
La cobertura e intensidad de los beneficios laborales (en
caso de enfermedad, discapacidad o desempleo) ha disminuido
en la mayoría de países de la UE–15. Esta disminución
ha sido, en general, más acentuada en los países
gobernados por partidos liberales y conservadores que en
aquellos gobernados por partidos socialdemócratas. Pero, en
todos ellos, tales derechos sociales han disminuido.
5.
Las rentas del trabajo (lo que se llama masa salarial, que
depende del nivel de salarios y del número de asalariados),
como porcentaje de la renta nacional, han descendido en el
promedio de los países de la UE–15 (y ello a pesar de que
el número de asalariados ha aumentado), pasando de
representar un 68% de las rentas nacionales en 1975 a un 58%
en el año 2005.
Tales
hechos son indicadores del deterioro de la situación social
y laboral de las clases trabajadoras y otros componentes de
las clases populares en la UE–15, lo cual ha estado
ocurriendo a la vez que las rentas del capital han crecido
de una manera exuberante. Los beneficios empresariales han
crecido (en el periodo 1999–2006) un 33% en el promedio de
los países de la UE–15 y un 36,6% en los países de la
zona euro, mientras que los costes laborales han aumentado sólo
un 18%. Consecuencia de esta situación es que las
desigualdades sociales han crecido enormemente, alcanzando
cuotas sin precedentes. A los ricos nunca les había ido tan
bien, y ello a costa del bienestar de todos los demás, es
decir, las clases medias y las clases trabajadoras que
vieron sus estándares de vida disminuidos. Y las encuestas
muestran que la población europea es consciente de ello. El
78% de la población en la UE–15 dice que las
desigualdades sociales en su país son excesivas. Nunca se
había visto un porcentaje tan elevado de desaprobación de
las desigualdades sociales en la mayoría de países de la
UE–15.
Esta
polarización social de rentas ha sido facilitada por las
políticas públicas promovidas por el consenso de Bruselas
(que es la versión europea del consenso liberal de
Washington), llevadas a cabo por las instituciones europeas,
tales como la Comisión Europea (encargada de vigilar el
cumplimiento del Pacto de Estabilidad, que ha sido
responsable de la austeridad del gasto público) y el Banco
Central Europeo (cuyas políticas monetarias han beneficiado
enormemente al capital financiero a costa del estímulo económico
y la producción de empleo). Y la población es consciente
de ello. Tanto la Comisión Europea como el Banco Central
Europeo están entre las instituciones europeas menos
valoradas.
El
establishment europeo (el conjunto de instituciones que
lideran la Unión Europea) ha estado promoviendo políticas
liberales, que incluyen desde la desregulación de los
mercados laborales y financieros a la reducción del gasto público
y de los impuestos. De ahí la decepción, cuando no enfado,
de las clases populares hacia la Europa que se está
construyendo y que afecta más a los partidos de
centroizquierda que a los partidos de centroderecha y
derecha, puesto que los grupos sociales más afectados
negativamente por estas políticas liberales han sido las
bases electorales, históricamente más fieles a los
partidos de centroizquierda, tales como las clases
trabajadoras.
La
identificación de los partidos de centroizquierda
gobernantes con las políticas liberales ha sido la causa de
su enorme crisis. No hay que olvidar que la mayoría de
gobiernos europeos habían sido de centroizquierda. La
decepción creada por su liberalismo ha sido la causa de que
sus bases electorales se hayan desplazado a partidos más
radicales (de izquierda y de derecha), aun cuando la mayoría
se ha ido absteniendo, quedándose en casa. Tales partidos
de centroizquierda tendrán que hacer una autocrítica muy
fuerte, abandonando el socioliberalismo si quieren recuperar
el voto perdido.
En
cuanto a las derechas, su éxito se debe a la lealtad de sus
bases electorales, constituidas por los grupos de renta
superior, beneficiados por las políticas liberales, y la de
aquellos sectores de las clases populares atraídos por el
mensaje nacionalista y anti inmigrante, consecuencia de su
gran inseguridad. No es racista el más ignorante sino el más
inseguro, y hay mucha inseguridad en la UE. Por otra parte,
son estas mismas derechas (como el Partido Popular Europeo,
al cual pertenece el PP español) las que trasladan a la Unión
Europea (que tiene un enorme déficit democrático) aquellas
medidas impopulares, como son el retraso de la edad de
jubilación, que bien saben no podrían aprobar en sus
parlamentos.
(*)
Vicenç Navarro es catedrático de Políticas Públicas de
la Universidad Pompeu Fabra y ex catedrático de Economía
de la Universidad de Barcelona.
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