Una
política de nuevo cuño que se distancie del aventurerismo
de Bush, brilla por
su ausencia en EEUU
La
Europa del Este y los Estados Unidos
Por
Dmitri Kosirev
RIA Novosti, 23/017/09
La
gira del vicepresidente yanqui por Joseph Biden por Ucrania
y Georgia para afirmar su ingreso a la OTAN y cerrar el
cerco militar alrededor de Rusia, confirma que la política
global de EEUU sigue siendo esencialmente la misma, más allá
de los coloridos discursos de Obama.
Moscú.–
La gira emprendida recientemente por el vicepresidente de
Estados Unidos Joseph Biden por Ucrania y Georgia estuvo
precedida de una ofensiva ideológica que no pasó
desapercibida por los expertos.
Parte
de esa ofensiva incluyó una carta abierta firmada por líderes
políticos de la Europa del Este remitida a la Administración
estadounidense, y también, lo que se puede considerar la
respuesta a esa carta, en la forma de una nota editorial
publicada por el diario Washington Post.
A
partir de estos dos documentos, se puede valorar de la forma
adecuada la diplomacia de Biden en Ucrania y Georgia, y más
exactamente, el interés de la nueva administración en la
Casa Blanca por comprender parte la crisis de la política
exterior de EEUU, y esa parte se llama Europa del Este.
Más
que todo Europa del Este desde el punto de vista de su
influencia en
las relaciones internacionales, que se complicaron al máximo
tras los acontecimientos que ocurrieron hace un año tras la
agresión de Georgia contra Osetia del Sur, el 7 y 8 de
agosto de 2008, la actitud adoptada por Rusia tras esa
agresión y las
convulsiones políticas que desató el conflicto
ruso–georgiano en las relaciones internacionales.
Vale
la pena recordar que el comienzo del conflicto
ruso–georgiano, los medios de prensa europeos y
estadounidenses con obstinación explicaron los hechos de
tal forma que la opinión pública creyó que la agresora en
esa guerra fue Rusia.
Posteriormente,
los europeos establecieron la forma en que se desarrollaron
los acontecimientos en Osetia del Sur y al fin y al cabo,
comprendieron que en el norte del Cáucaso habían ocurrido
cosas muy diferentes.
Sencillamente,
un pequeño país con un régimen específico apoyado por
EEUU provocó una guerra entre dos potencias mundiales en el
espacio europeo. Además, Ucrania, (primer país en la gira
de Biden) en cara de su presidente, Víctor Yúschenko
suministró armas a Georgia para la agresión de manera
clandestina, lo que motivó protestas en algunos sectores
políticos ucranianos.
Y
los líderes de la Europa del Este, en general, los mismos
que ahora escriben cartas abiertas a Washington, se
manifiestan en calidad
de ideólogos y activistas de la política, "defender a
Georgia".
En
esencia, no fue una política,
sino más bien una confabulación con el propósito
de utilizar a EEUU para desatar una guerra (además de Iraq
y Afganistán) o por lo menos provocar una grave crisis en vísperas
de los comicios presidenciales estadounidenses. En resumidas
cuentas, cosas muy difíciles de perdonar.
La
carta de los europeos de oriente supone un extenso documento
firmado por personalidades como Lech Walesa (Polonia);
Vaclav Havel (República
Checa); Vaira Vike–Freiberga (Letonia); Valdas Adamkus
(Lituania) y otros políticos destacables.
Los
autores de la carta se autodenominan "atlantistas"
y advierten que la popularidad de EEUU en sus países
disminuye y que al poder llega gente nueva. Los firmantes
exhortan a Washington conservar vínculos especiales con la
"nueva Europa", incluir a Ucrania y a Georgia en
la OTAN, contrarrestar la influencia de Moscú, entre otras
cosas, con la construcción de nuevos gasoductos que no
pasen por el
territorio ruso y otras cosas.
Y
las propuestas del presidente de Rusia, Dmitri Medvédev en
relación a la creación de una nueva arquitectura de
seguridad en Europa, una
horrible pesadilla que exige el reforzamiento de la
OTAN.
En
resumen, un llamamiento a continuar la política que
desarrolló Washington antes que llegara el nuevo presidente
estadounidense, Barack Obama, seguir la política que terminó con la catástrofe de
Georgia,
Algo
parecido a la brusca polarización ideológica que ocurre
actualmente en EEUU por parte de los neoconservadores y
partidarios del ex presidente Dick Cheney opositores categóricos
a que Obama desarrolle una política exterior diferente a la
que promovió Cheney.
En
la historia de EEUU, una situación muy poco común,
comparable probablemente con las luchas ideológicas e
intentos de renovación ocurridos en la Unión Soviética en
la década de los años 80.
En
respuesta a la carta abierta de los líderes de la Europa
Oriental, la nota editorial del Washington Post opina que la
Administración estadounidense debe interpretar esta carta
como un estímulo y no tanto como un reproche.
Porque
no son muchas las naciones que reclamen relaciones más
estrechas con EE.UU., relaciones basadas en los ideales de
la libertad y la unión.
La
élite intelectual de EE.UU. se da cuenta de que la política
anterior era insensata y hasta peligrosa. No obstante, una
política de nuevo cuño que se distancie del aventurerismo
de la Administración de Bush pero tampoco signifique una
cesión brilla por su ausencia en EE.UU..
De
igual manera, los pensadores de la época pasada en Europa
del Este se empeñan en mantener la política de antes, sin
que haya visos de algo nuevo.
Pero
también Rusia, que durante largos años se opuso a la política
de Bush–Cheney, debería expresar con mayor claridad sus
apreciaciones tanto negativas como positivas de la línea
seguida por Washington.
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