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Las
opciones
Rescate: Algunos expertos
creen que el BCE, liderado Jean-Claude Trichet, deberá
rescatar a países como Grecia o Portugal para evitar una
debacle continental, pero los principales líderes de la UE
se resisten a la idea, y consideran que eso pondría en duda
los principios de la eurozona.
Disciplina: Cada vez más
voces pronostican un escenario menos dramático, pero más
dañino: largos años de férrea disciplina fiscal que no
hundirían a esos países en el default, pero tampoco
restaurarían su salud financiera.
Estancamiento: Este último
escenario, sin embargo, llevaría a los países endeudados a
estancarse en un batalla para enderezar sus finanzas, que
implicaría salarios más bajos para trabajadores públicos,
tasas de interés más altas y la imposibilidad de estimular
la economía con gasto público.
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Francfort.- Le guste o no, Jean-Claude Trichet no es tan sólo el presidente
del Banco Central Europeo. Trichet, de 67 años, es también
el presidente de facto de Europa, al menos de las 16
naciones que usan el euro como moneda común.
La Unión Europea acaba de establecer formalmente un nuevo presidente en
Bruselas y la única responsabilidad del BCE es mantener la
inflación controlada. Más aún, el banco con sede en Fráncfort
casi no tiene ninguna herramienta política para ayudar a un
miembro en apuros, como Grecia.
Pero a medida que crece la alarma de los inversores debido al creciente
endeudamiento de Grecia, España y Portugal, la crisis ha
puesto en evidencia la debilidad fundamental de la unión
monetaria europea. Por carecer de un brazo político fuerte
que garantice que los miembros respeten los límites de
endeudamiento, la responsabilidad de intentar resolver la
crisis recae sobre Trichet.
En la situación actual, dijo Joerg Kraemer, economista jefe del Commerzbank
de Fráncfort, sólo el presidente del BCE "tiene la
autoridad y la capacidad necesarias" para manejar la
situación.
El sábado, Trichet declaró, en una reunión de ministros de Finanzas y
presidentes de los bancos centrales del G-7 en Canadá, que
confiaba en que Grecia podría cumplir las nuevas metas de
restricción. Apenas un par de días antes, sermoneó a los
gobiernos sobre la necesidad de recortar rápidamente sus déficit.
"Cuando se comparte con otros una única moneda, la contraparte es que
hay que tener una sólida política fiscal", dijo
Trichet.
Luego, en un gesto que no ayudó a tranquilizar a los nerviosos inversores,
Trichet señaló que el nivel de déficit general de los países
del euro, de alrededor del 6% del PBI, aún se hallaba
bastante por debajo del déficit de Estados Unidos y el de
Japón, que este año consumirá más del 10% de sus
respectivos PBI.
A veces Trichet sostiene que los problemas de las naciones del euro,
individualmente, no deberían ser para el BCE una preocupación
más grande de lo que son los problemas fiscales de cada
Estado para la Reserva Federal de Washington. Después de
que lo acribillaran a preguntas sobre Grecia el jueves,
Trichet respondió: "Dudo de que, en una conferencia de
prensa, Ben Bernanke hubiera recibido una pregunta sobre
Alaska o Massachusetts".
De hecho, Trichet debe ser mucho más abierto y explícito que Bernanke
porque Trichet opera con muchas más limitaciones. La falta
de un gobierno central fuerte que respalde el euro es la
diferencia más obvia. Apenas el mes pasado el Consejo
Europeo eligió un presidente por primera vez, pero tiene
pocos poderes para disciplinar a los 16 miembros de la zona
euro.
"El problema último es la inexistencia de una unión política -dijo
Kraemer-. Ese es el motivo fundamental, el mayor, de todos
los problemas a los que nos referimos."
La otra gran diferencia es que el BCE, a diferencia de la Reserva Federal,
tiene prohibido comprar bonos del gobierno u ofrecer apoyo
directo a los bancos con problemas dentro de su esfera.
Pero, durante la reciente crisis financiera, el banco
demostró que era capaz de encontrar maneras creativas de
reforzar el sistema bancario europeo. Amplió enormemente el
volumen de los préstamos a los bancos, con lo que logró
evitar una crisis crediticia mucho más grave.
En la situación actual, el banco está ayudando a Grecia al aceptar bonos
griegos. Mientras Grecia sostenga sus actuales
calificaciones crediticias, los bonos se mantienen dentro de
las reglas del banco central. Si la crisis se agravara, les
correspondería a los gobiernos europeos instrumentar un
rescate de Grecia o de cualquier otro país en problemas,
como Portugal.
Pero la Comisión Europea carece de la capacidad necesaria para manejar la
delicada mezcla de incentivos y castigos involucrados en
cualquier rescate, según afirman los economistas. El año
pasado, cuando el índice de crecimiento se desplomó en países
de Europa del Este, Bruselas esencialmente derivó la
implementación del rescate al Fondo Monetario Internacional
(FMI).
Los líderes europeos no quieren recurrir al FMI para que los ayude a
rescatar a un miembro de la eurozona, su unidad
nuclear.Probablemente eso los deja con la alternativa de
entregar fondos de ayuda, emitir bonos en nombre de Grecia
que sean respaldados por otros países europeos o garantizar
los bonos griegos.
Mientras el BCE mismo no puede proporcionar el dinero, Trichet está
obligado a desempeñar un rol discreto pero influyente entre
bambalinas. Tiene la ventaja de que puede expresarse con
franqueza sin preocuparse de si será elegido o no. Eso se
convierte en una preocupación mayor a medida que los
contribuyentes europeos toman conciencia de cuánto podría
costarles un rescate.