Por la intención del gobierno
de atrasar la edad de la jubilación de los 65 a los 67 años,
la Unión General de Trabajadores, de tendencia socialista,
y Comisiones Obreras, cercano a Izquierda Unida, sacaron a
sus afiliados a la calle.
Fue
lindo mientras duró, pero la crisis económica se lo llevó
por delante. El idilio de seis años entre el gobierno
socialista de José Luis Rodríguez Zapatero y los
sindicatos comenzó a resquebrajarse ayer, luego de que las
centrales mayoritarias convocaran manifestaciones en las
principales ciudades españolas contra la intención del
gobierno de atrasar la edad de la jubilación de los 65 a
los 67 años. La Unión General de Trabajadores (UGT), de
tendencia socialista, y Comisiones Obreras (CC.OO.), más
cercano a las posiciones de Izquierda Unida, sacaron a sus
afiliados a la calle luego de muchos titubeos, conscientes
de que enfrentar al gobierno socialista en estos momentos es
hacerle el juego a la estrategia del Partido Popular. En las
últimas semanas los dirigentes de las centrales barajaron
todas las posibilidades, incluyendo la de convocar a una
huelga general.
La
presión de los mercados financieros, que en las últimas
semanas protagonizaron corridas especulativas contra la
deuda española y pusieron en duda la solvencia del país
para afrontar su enorme déficit fiscal en los próximos años,
llevó al gobierno socialista a elevar una propuesta del régimen
jubilatorio ante la Unión Europea que encendió todas las
alarmas en los sindicatos. Madrid propone retrasar la edad
de la jubilación de los 65 a los 67 años de forma
escalonada y llegó a sugerir en un borrador, aunque luego
retiró esta parte de la propuesta, que se modificaran los años
que se tienen en cuenta para establecer el cómputo de las
pensiones, pasando de los actuales 15 a 25, una medida que
hubiera afectado a las rentas más bajas.
Los
sindicatos, que habían aceptado a regañadientes semanas
atrás la propuesta de modificación de la ley que regula el
mercado laboral y que se han esmerado en tender puentes con
el agobiado gobierno de Rodríguez Zapatero, decidieron que
se había tocado un límite y que dejar a los socialistas
con las manos libres en esta ocasión era enfrentarse a la
posibilidad de verse desbordados por sus propias bases. Ayer
Zapatero quiso dejar en claro que a pesar de las primeras
protestas callejeras contra su gobierno, sigue dispuesto a oír
a los sindicatos. “Saben que el gobierno los escucha”,
afirmó el premier socialista, luego de que Cándido Méndez,
secretario general de UGT, advirtiera sobre “la presión
de los mercados financieros” que “está empujando al
gobierno para que cambie de caballo a mitad de la corriente
y, cuando alguien intenta eso, se lo lleva la corriente”.
Antes Ignacio Fernández Toxo, líder de Comisiones Obreras,
había acusado al presidente socialista de causar “alarma
social” con sus medidas.
Pero
los sindicatos no pudieron evitar ayer recibir el apoyo
amargo del conservador Partido Popular, que se apuró a
bendecir las manifestaciones. “Saludamos a los sindicatos
en el esfuerzo por despertar al gobierno, se los echaba de
menos”, afirmó Esteban González Pons, responsable de
Comunicación del partido en una entrevista con Radio
Nacional de España. El PP se ha negado a darle su apoyo al
gobierno socialista para que lleve adelante reformas económicas
de peso para afrontar la crisis que ha dejado cuatro
millones de desempleados y su estrategia es ahogar a la
administración socialista con la intención de forzar
elecciones anticipadas. Los conservadores sospechan que la
crisis comenzará a amainar a partir del próximo año y no
quieren enfrentarse a Zapatero en 2012 con la tormenta ya
pasada. Los sindicatos, por su parte, no comparten las
recetas del PP, que consisten en eliminar impuestos a
empresas y sectores de más poder adquisitivo y –aunque no
lo dicen de viva voz– llevar a cabo una reforma laboral más
en sintonía con los mercados que la propuesta por el
gobierno socialista.
Desde
el PSOE no se cansan de repetir que la reforma jubilatoria
hasta ahora no es más que una propuesta y en voz baja
afirman incluso que se han visto obligados a ponerla sobre
la mesa para calmar a los mercados, pero que no hay
intenciones serias de llevarla a cabo. Los sindicatos
descreen de este argumento. Sospechan que los socialistas
están lanzando diferentes globos de ensayo tratando de
testear la reacción de la sociedad y las manifestaciones de
ayer son una prueba –dicen– de que la paz social depende
“mucho de las propuestas y posiciones del gobierno”. Las
movilizaciones sindicales continúan hoy en diferentes
ciudades españolas y se llevarán a cabo hasta el 27 de
febrero, cuando se celebre la última en Bilbao. En marzo
las centrales decidirán, de acuerdo con los resultado de la
primera pulseada con el gobierno, si van a seguir subiéndole
el tono al conflicto o si prefieren también ellos esperar a
que la tormenta amaine, para evitar que el PP llegue antes
al poder, como le auguran todas las encuestas y termine
imponiendo medidas contra la crisis que los afecten aún más
a los trabajadores que las propuesta por la administración
de Rodríguez Zapatero.
Los
sindicatos salen a la calle en la
primera manifestación
contra Zapatero
La
de hoy será la primera gran movilización social contra el
Gobierno central. Será la primera ocasión en la que los
trabajadores y otros colectivos salgan a la calle para
evitar lo que denominan "un recorte de derechos".
Desde que estalló la crisis hace más de dos años sí que
ha habido otras grandes manifestaciones por las calles. Pero
eran distintas de esta. En los otros casos –como en el mes
de diciembre pasado– la protesta iba dirigida contra un
modelo económico de desarrollo y no había un culpable
claro ni tampoco un hipotético riesgo de recorte de
derechos.
Ahora
todo es distinto. El Gobierno ha propuesto posponer la edad
de jubilación más allá de los 65 años (hasta los 67) y
coquetea con la idea de prolongar el periodo de cálculo de
la pensión. "Queremos lanzar un aviso al Gobierno de
que no toleraremos recortes de derechos", dijo un
destacado miembro de las cúpulas sindicales. Con la
manifestación de hoy, los representantes de los
trabajadores quieren demostrar también que las
movilizaciones sociales se ajustan en cada momento a la
situación. Por eso ahora aún no es el momento de una
huelga general.
La
protesta convocada por UGT y CC.OO. cuenta con la adhesión
del sindicato USO y de varias asociaciones profesionales y
de diversos colectivos sociales. Los convocantes confían en
que la participación sea similar a la de un primero de
mayo. En el caso de Catalunya han optado por realizar
manifestaciones en las cuatro capitales de provincia, además
de la ciudad de Tortosa.
Fuentes
sindicales dijeron que la jubilación es un asunto muy
cercano al ciudadano y que afecta de forma transversal a
todo el mundo. Por eso es por lo que los convocantes esperan
que la respuesta sea buena.
Además
de las ciudades catalanas y de Madrid –donde participarán
los secretarios generales de UGT, Cándido Méndez, y de
CC.OO., Ignacio Fernández Toxo– se prevén
concentraciones en Oviedo, Logroño, Ceuta, Alicante y
Castellón, entre otros. Las movilizaciones se extenderán a
57 ciudades en total a lo largo de 12 días. El lema será
"En defensa de las pensiones. No al retraso de la
jubilación. La solución no es recortar la protección
social".