La
crisis financiera retorna con mayor fuerza y se traducirá
por una crisis económica todavía más profunda que la de
2009. Se combina con una crisis profunda de la construcción
europea que ha demostrado... su inexistencia. La Tribune del
viernes 12 de febrero resume bien la situación:
"Europa se tambalea". El apoyo a Grecia, primera víctima
de los mercados financieros, ha sido solamente –tienen
sentido del humor– "política". Totalmente
insuficiente para dar una señal positiva del fin de la
especulación.
La calma ha durado poco. Actualmente se centra en los títulos emitidos por
los Estados, títulos de préstamo, para financiar su déficit
y las medidas de apoyo. (1) De momento son los PIIGS –
Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España – los que están
siendo escrutados por los mercados financieros. Hay que
decir que la mayoría de estos países, empezando por
Grecia, están todavía en plena recesión. A este país
también se le "castiga" por haber
"trapicheado" con sus estadísticas escondiendo el
montante real –término absolutamente inadecuado, puesto
que las contabilidades nacionales no pueden dar más que un
resultado aproximado por falta de conocimiento de
los libros contables –de sus déficits. El nuevo
gobierno de centro izquierda de Papandreou ha decidido, al
igual que los demás países de la UE y especialmente los de
la zona euro, una política de austeridad reforzada
abordando el gasto público. Puesto que no es posible
aumentar los ingresos, la única solución que queda –a
pesar de la crisis económica y social– es disminuir los
gastos. La política fiscal no cambia. Continua favorable a
las empresas y a los más ricos. No se abre ningún debate
democrático sobre esta política...
Sin embargo el país hasta ahora más en peligro, Grecia, no tiene una
situación económica muy desfasada con los otros países de
la zona euro. Sus déficits públicos se estiman en un 12,7%
respecto al PIB –alrededor de un 8% en Francia– y su
deuda alcanza el 113% de este mismo PIB. No alcanza los récords
de Japón que roza el 200% de deuda pública con respecto al
PIB.
El objetivo de los mercados no es solo Grecia sino el conjunto de la
construcción europea y especialmente de la moneda única.
El descenso del euro es el indicador de la pérdida de
confianza de los mercados. Ello podría ser una "buena
noticia" para las empresas europeas. El descenso del
euro podría permitir a Alemania –el país dominante de la
zona– tener una ventaja competitiva en los mercados
extranjeros frente al dólar y a las mercancías americanas.
En la situación actual este descenso debe considerarse como
la primera crisis del euro.
Dos ausencias
La primera es la no–respuesta a la crisis financiera. Los gobiernos no han
querido volver a reglamentar los mercados financieros para
evitar estas "réplicas" del terremoto de agosto
del 2007. Han proliferado las declaraciones sobre la
necesidad de "moralizar" los mercados financieros
–dixit todavía
Nicolas Sarkozy en Davos hace poco– sin tomar ninguna
decisión política. Obama habla de separar bancos
comerciales y bancos de inversión –la vuelta al orden de
antes de la desregulación de los años 80– sin disponer
de los medios políticos para hacer adoptar estas
decisiones. En consecuencia, ¡los mercados funcionan como
antes de la crisis!
La segunda concierne a la misma construcción europea. Poner en marcha una
moneda única sin haber construido un gobierno, sin haber
definido las estructuras para llevar a cabo políticas económicas
comunes y discutidas en común es un disparate. El BCE,
responsable de la política monetaria, no puede garantizar
la legitimidad política de esta moneda. En la crisis sistémica
actual, la crisis del euro no podía sino manifestarse. (Ver
el "Pequeño manual de la crisis financiera y de las
demás", Syllepse). Es pues una crisis de la construcción
europea en torno a la libertad de los mercados. El tratado
de Lisboa ha caducado incluso antes de haberse aplicado. El
gobierno alemán pide, desde luego, una discusión sobre los
tratados. Estos impiden a los demás países de la zona
ayudar a un país presa de la especulación. Una imbecilidad
que demuestra la absurdidad de esta construcción y del
tratado de Maastrich así como del pacto de estabilidad.
Sabemos que el BCE es una institución que no es ni
democrática ni legítima. Las declaraciones de
Jean–Claude Trichet están todas cortadas sobre el mimo
patrón, hacer disminuir los déficits para diminuir el peso
de la deuda llevando
a cabo políticas drásticas de rigor.
Todos los países de la UE son objeto de diatribas de este tipo, marcadas
con el sello del más puro liberalismo. Precisamente cuando esta ideología está sufriendo, bajo el golpe de esta
crisis sistémica, una crisis de legitimidad fundamental.
(2) Los gobiernos hacen caso omiso. Sin embargo cada vez se
alzan más voces –inclusive Le Monde Economie de fecha 9
de febrero 2010, bajo el título evocador y algo cursi
"¿Hay que salvar al soldado griego?"– para subrayar el contrasentido de una política de disminución
de los gastos del Estado en el contexto de una crisis económica
y social. Querer disminuir los gastos del Estado,
desestructurar la protección social (3), es un disparate
económico. El resultado es conocido. Será una caída más
importante del mercado final –especialmente el de los
consumidores, que habían impulsado el crecimiento estos últimos
años– y una depresión. Esta está planificada. Al mismo
tiempo, las desestructuraciones de los convenios colectivos
se traducirán en conflictos sociales, un retroceso de la
relación de fuerzas para los asalariados y del conjunto del
progreso social. Aprendices de brujo que no ven el peligro a
medio plazo de una política que únicamente responde a
imperativos de corto plazo.
Especulación
sobre los Estados
Los mercados financieros apuestan
por la subida de los tipos de interés de los empréstitos
griegos y, muy pronto, de los demás países de la zona
euro. Y ganan. ¿Quién especula? Los bancos, fortalecidos
con la liquidez adquirida a bajo precio vía los bajos tipos
de interés de los bancos centrales y de los préstamos de
los gobiernos. ¿Qué hacer con esta liquidez? ¿Prestar a
las familias y a las empresas? En absoluto. Las primeras están
superendeudadas, las segundas podrían tener pérdidas, como
indican los resultados de las empresas automovilísticas y
las dificultades de las PIMES y las muy pequeñas empresas.
Lógicamente pues, las deudas crediticias han disminuido en
2009. En buena lógica financiera, los bancos –al igual
que los demás actores del mercado financiero, empezando por
los "hedge funds" (4) que quieren recuperarse
después del tsunami financiero– ven en la especulación
un medio de aumentar sus beneficios. Especular con el
"riesgo soberano", cuyo objeto son los países, es
un buen negocio.
¿Como especular? Haciendo subir el precio de los productos de seguro, en
este caso los CDS, «credit defaut swaps». La subida de
estos productos financieros que se supone deben cubrir los
riesgos de pago de los Estados, provocan una baja de la
confianza de los operadores. El escenario es simple. Si los
CDS suben, el riesgo de impago se considera más importante,
automáticamente suben los tipos de interés de los nuevos
préstamos tomados por el Estado griego –de momento–
provocando un aumento de sus déficits, lo que se traduce en
un aumento de su deuda… La espiral descendente se pone en
marcha. Los mercados financieros exigen una política de
austeridad todavía más drástica. Las agencias de notación
–que todos los gobiernos han puesto en entredicho–
continúan su trabajo degradando la notación de Grecia, así
como de los demás países del Sur de Europa. ¿Cuándo le
tocará a Francia?
Crisis
del euro
La zona euro está completamente desintegrada. Los tipos de interés en alza
en una parte de la zona euro amenazan a toda la zona. El BCE
debería responder lógicamente a esta crisis aumentando sus
tipos de interés –¿tipo básico y tipo de descuento?–.
Si lo hiciera podría tener un efecto negativo sobre el
crecimiento de Alemania... que no lo aceptará. Como tampoco
quiere pagar por los países más pobres. Podría salir de
la zona euro para protegerse. O proponer –como ha hecho
Angela Merkel en la cumbre europea del jueves 11 de
febrero– «instrumentos de presión contra los países
laxistas», es decir reforzar su dominación política.
La crisis del euro muestra toda la lógica destructiva de la construcción
europea. Querer a toda costa construir el mercado único
–Acta única de 1986– luego, sin evaluación, pasar a la
moneda única en base a criterios únicamente financieros,
en 1993, demuestra su imposibilidad. Las únicas políticas
llevadas a cabo se inscriben también en este marco teórico
cuyo fracaso es patente. La ideología liberal en crisis
provoca una crisis de legitimidad global de las políticas
impuestas. Las encuestas lo indican, una mayoría de
franceses contestan la política de Sarkozy. Sería hora de
construir un programa de izquierdas que incluyera la lucha
contra la crisis sistémica haciendo propuestas para la
salida de la lógica de la valorización del capital para la
defensa y ampliación de todos los derechos colectivos.
(*) Nicolas Benies es un economista de la Gauche–unitaire francesa.
Notas:
1.– Hay que hablar, especialmente, de apoyo a los banqueros y no de «relanzamiento».
Las medidas tomadas por los Estados han permitido limitar la
recesión, en ningún caso relanzar la economía. El débil
crecimiento actual lo demuestra, tanto en Francia como en
Alemania o Estados Unidos.
2.– Ha quedado de manifiesto, inclusive en el forum de Davos, que reúne a
los poderosos del mundo capitalista desarrollado. Han
propuesto regular los bancos a nivel internacional sin decir
cómo.
3.– El debate sobre las pensiones forma parte de estas políticas de otra
época, del pasado. Hay que insistir, estas políticas son
anticuadas. Como ha puesto de relieve una artista china, hay
que trabajar menos para ganar más.
4.– Sociedades únicamente financieras cuyo capital está constituido por
títulos o participaciones en otros fondos –de pensión o
de inversión. También se habla de «fondos de fondos».