Todo el
mundo discuten lo que la revista Fortune está llamando el
“torbellino griego”... y todo el mundo señala con el
dedo a otra persona. ¿De quién es la culpa?
El Gobierno griego está acusado de fraude y de permitir
que los griegos vivan por encima de sus posibilidades. La
Unión Europea está acusada de haber creado una
arquitectura imposible para el euro.
¿O es culpa de Goldman Sachs? Se le acusa de haber
facilitado al gobierno griego la falsificación de sus
cuentas cuando anhelaban unirse al sistema monetario del
euro. Se le acusa además de participar en CDS (credit–default
swaps), que hacen la situación del gobierno griego aún más
vulnerable, aunque benefician al banco.
El jefe de estrategia de crédito de UniCredit en München
dice que esto es como “comprar un seguro para la casa de
tu vecino... y luego creas un incentivo para quemar la
casa”. La canciller alemana Angela Merkel llama
“escandalosas” a las actividades de Goldman Sachs y
Christian Lagarde, ministro de Hacienda de Francia, pide
ahora la regulación de los CDS.
Niall Ferguson dice que “una crisis griega está
llegando a Estados Unidos”. Lo define como “una crisis
fiscal del mundo occidental.” Ferguson está sermoneando
sobre los males de la deuda pública y el concepto de
“tenedor libre keynesiano”, que al final resulta ser un
“lastre para el crecimiento”.
Paul Krugman dice que es un “eurodesastre” porque
Europa no debería haber adoptado una moneda única antes de
estar lista para una unión política. Pero ahora al euro no
se le puede permitir desintegrarse, pues provocaría un
colapso financiero mundial.
Mientras tanto, todo el mundo está presionando al
gobierno griego para reducir su deuda pública de más del
12% del PBI al 4% en digamos cuatro años.
¿Pueden hacerlo? ¿Deberían? El gobierno griego dice que
hará algo. Este “algo” ha sido suficiente para provocar
huelgas masivas de los obreros, los agricultores,
trabajadores de los hospitales, los controladores aéreos,
oficiales de aduana, y
de todos a los que se les pide que reduzcan sus
ingresos en medio de una crisis económica y un aumento del
desempleo.
¿Alemania debe hacer algo? Los alemanes no quieren, por
dos razones principales. La primera, es la previsible
demanda futura de otros estados en dificultades económicas
(España, Italia, Portugal, Irlanda, etc.). La segunda, es
la presión interna de sus ciudadanos que entienden
cualquier ayuda a Grecia es dinero que se les está quitando
a ellos, cuando también están sintiendo los aprietos económicos.
Por otra parte, si los gobiernos de Grecia y otros países
presionan a sus ciudadanos a pagar la deuda, eso implica
también una reducción del poder adquisitivo de las
importaciones: en primer lugar, de Alemania. Y esto
significa a su vez una desaceleración de la economía
alemana. Josef Joffe, editor del alemán Die Zeit, se
queja: “Europa se ha convertido en un gran welfare state
(estado de bienestar) para todos, para los estados y para
las personas”.
Mientras tanto, el euro se derrumba y el dólar es una vez
más, por un momento, un “refugio seguro”. Pero Ferguson
nos alerta que “la deuda del gobierno de los EEUU es un
refugio seguro tal Pearl Harbor fue un refugio seguro en
1941”.
Cuando un analista del Financial Times sugirió que
Alemania iba, después de todo, a salvar a Grecia, un lector
alemán comentó: “Lo que estás diciendo es que les das
tu dinero para que compren en tu tienda.” Pero, ¿no es
eso precisamente lo que los chinos hacen cuando compran
bonos del Tesoro de EEUU?
El
problema es mundial y estructural
Lo que estos distintos análisis de ganancias y pérdidas
a corto plazo no advierten es que el problema es mundial y
estructural. Los bancos existen para hacer dinero. Los
juegos que Goldman Sachs ha estado jugando (y otros bancos
también) no sólo han sido con Grecia, sino con muchos,
muchos otros países: incluso con Alemania, Francia y el
Reino Unido, y los mismos Estados Unidos.
Esto es así porque los gobiernos desean sobrevivir. Para
ello, tienen que gastar el dinero suficiente para prevenir
un “torbellino” y una rebelión civil. Y si no obtienen
de los impuestos lo suficiente como para hacerlo (porque no
quieran aumentarlos y/o porque una economía débil tiene
menos ingresos fiscales), deben “masajear” sus cuentas
con préstamos.
Y el endeudamiento encubierto (con los bancos, por
ejemplo) es mejor que el endeudamiento abierto, ya que
permite a los gobiernos a evitar las críticas... hasta el día
en que se revela el secreto, y hay una “corrida
bancaria”.
Entonces, los problemas de Grecia son también los
problemas de Alemania. Los problemas de Alemania son también
los de Estados Unidos. Y los de los EEUU son también los
problemas del mundo entero.
Analizar quién hizo qué en los últimos 10 años es
mucho menos útil que discutir qué hacer en la próxima década...
si es que se puede aún hacer algo.
Lo que está sucediendo hoy es como un “game
of chicken”
(juego de la gallina)[1]. Parece que todos están esperando
a ver quién va a ceder primero. Pero alguien finalmente va
a cometer un error. Entonces tendremos lo que Barry
Eichengreen ha llamado “la madre de todas las crisis
financieras”. Incluso China se verá afectada por ella.
(*) Immanuel Wallerstein, sociólogo e historiador estadounidense,
continuador de la corriente historiográfica iniciada por
Fernand Braudel, es ampliamente conocido por sus estudios
acerca de la génesis y transformaciones históricas del
capitalismo. Su monumental trabajo “El moderno sistema
mundial”, cuyo primer tomo publicó en 1976, analiza el
desarrollo del capitalismo como “economía–mundo”.
Actualmente es Senior Research Scholar en la Yale University.
En
el 2003 publicó “The Decline of American Power: The U.S.
in a Chaotic World” (New Press).
Nota del traductor:
1.– El “game
of chicken”
(juego de la gallina) es un caso de la teoría de los
juegos. Consiste en un enfrentamiento creciente entre dos
bandos, de consecuencias cada vez más graves para todos,
pero del que nadie se retira porque entonces pierde. Por
ejemplo: el juego de dos autos que avanzan en direcciones
opuestas por el mismo carril a velocidad creciente , y en
que pierde el primero que se aparta por cobarde (chicken”,
“gallina”).