La idea central del plan es que los
países de la UE decidan unilateralmente si desean ayudar a
Grecia mediante préstamos bilaterales. Se espera que de esa
forma el gobierno de Papandreu elija profundizar el ajuste.
Bruselas,
sede de la UE.–
Esta semana los países de la Unión Europea parecen haber
llegado a un acuerdo para rescatar la maltrecha economía
griega. O al menos eso claman los funcionarios en Bruselas y
las principales capitales de Europa. Pero el plan de rescate
acordado por los países miembros parece haber sido diseñado
para no ser utilizado jamás.
La
idea detrás es que Grecia será capaz de solucionar sus
problemas económicos por sí misma, sin necesidad de ayuda
externa. Se espera que la aparente muestra de solidaridad
sea suficiente para calmar los mercados, lo cual permitiría
a Grecia obtener préstamos a intereses menores.
Actualmente
Grecia atraviesa una de las peores crisis económicas desde
la época de la posguerra. Con un déficit público de 12,7
por ciento y una deuda de 113 por ciento del PBI y una
necesidad constante de obtener créditos para mantener el país
funcionando, el gobierno de Giorgos Papandreu está siendo
severamente presionado desde varios frentes.
La
idea central del plan es que los países de la UE decidan
unilateralmente si desean ayudar a Grecia mediante préstamos
bilaterales. A pesar de que los intereses serán
necesariamente más bajos que los de mercado, éstos
permanecerán a niveles elevados. Se espera que de esa forma
el gobierno del socialista Papandreu opte por profundizar
las medidas de austeridad y se abstenga de pedir ayuda
externa.
El
reajuste sigue los clásicos delineamientos del FMI: reducción
generalizada de los presupuestos del sector público y
aumento de impuestos. La única diferencia respecto de otros
planes del Fondo es que esta vez Atenas no puede devaluar su
moneda ya que el euro está bajo control del Banco Central
Europeo. El proceso está siendo monitoreado de cerca por
autoridades de la Comisión Europea y el FMI.
El
plan tiene la impronta de Alemania, principal opositor a que
Grecia reciba ayuda financiera por parte de la UE. La
administración de la canciller Angela Merkel no sólo se
opone a que Atenas reciba dinero de contribuyentes alemanes,
también bloquea la posibilidad de que otros países presten
ayuda. Una ayuda que no implique la participación alemana
no es aceptable para Berlín, que desea mantener una posición
dominante en los asuntos económicos europeos.
Merkel
se encuentra bajo presión interna debido a la maltrecha
economía de su país. Alemania es altamente dependiente de
sus exportaciones y, por años, se vio beneficiada con los
mercados abiertos de países menos productivos como Grecia,
Italia, España y Portugal. Estos países son los que
actualmente atraviesan las peores condiciones económicas.
Un
43 por ciento de las exportaciones de Alemania van hacia países
de la eurozona. Como forma de incentivar la economía
exportadora, la administración Merkel ha contenido los
salarios, lo cual ha reducido la demanda interna en Alemania
hacia productos de otros países.
Esta
situación coloca a Alemania en una posición altamente
dependiente. La crisis económica mundial ocasionó una
estrepitosa caída de 18,4 por ciento de las exportaciones
alemanas, la mayor desde la Segunda Guerra Mundial.
Recientemente, la ministra francesa de Finanzas, Christine
Lagarde, sostuvo que los desequilibrios comerciales
provocados por la economía exportadora alemana eran
inviables para la eurozona. Según Lagarde, la política
alemana de mantener los salarios estancados para favorecer
las exportaciones estaba teniendo un costo negativo en los
países del sur de Europa –Francia incluida.
Una
recuperación es improbable si Grecia y otros países de la
eurozona continúan con dificultades . Sin embargo, la opinión
pública alemana se opone fuertemente a prestar cualquier
ayuda económica. Muchos temen que ayudar a Grecia pueda
ocasionar una oleada de protestas que podrían hacer
tambalear la coalición del gobierno de Merkel.
El
éxito del actual plan para apoyar a Grecia depende en
calmar a los mercados. La señal de que los países de la UE
esperan enviar es que en caso de ser necesario, acudirán al
rescate y no permitirán que Grecia entre en default. Ahora
todo depende de que los mercados consideren la propuesta creíble,
lo cual permitiría al gobierno de Papandreu obtener crédito
a interese más bajos.
El
plan también depende de que los griegos acepten las medidas
de reajuste, algo para nada seguro. Un 80 por ciento de la
población desaprueba las medidas y ya ha habido huelgas
generales, protestas y enfrentamientos con la policía. El
tercer paquete de medidas de reajuste anunciado por el
gobierno incluye un aumento de la recaudación impositiva de
1,3 billón de euros y recortes en pensiones y salarios públicos
de 1,7 billón. También hubo anuncios de que 200.000
funcionarios públicos serían despedidos. Estas medidas se
suman a anuncios anteriores. Las condiciones están dadas
para un aumento del descontento popular. Parece indicativo
que el gobierno griego haya anunciado medidas de recortes en
prácticamente todos los sectores, salvo en la policía.