Gran Bretaña, ante las elecciones más reñidas en décadas
- Incertidumbre política
El temor a una parálisis tras los comicios
tiene en vilo al país
Por Graciela Iglesias
Corresponsal en Gran Bretaña
La Nación, 08/03/10
Londres.–"Tierra incógnita", "aguas desconocidas",
"los comicios de todos los peligros". Estas son
las frases que salen a cada minuto de los labios de todos
los comentaristas en relación con las elecciones generales
que todo parece indicar que tendrán lugar el próximo 6 de
mayo en Gran Bretaña.
Hay varias razones por las cuales las frases no deben descartarse como
exageraciones. La más crucial es que, de acuerdo con la
mayoría de las encuestas, ningún partido va camino a ganar
la mayoría absoluta. La estimación más reciente de la
consultora YouGov otorga a los conservadores un 39% de apoyo
popular, frente a un 37% del oficialismo laborista y un 17%
de los liberaldemócratas.
Los dos puntos de ventaja de los tories, sin embargo, no sólo entran dentro
de los márgenes de error, sino que, a raíz del sistema
electoral imperante, también se traducirían en una mayoría
de asientos parlamentarios.
De cumplirse esta predicción, el resultado sería lo que aquí se llama un
hung Parliament , una suerte de empate que los británicos
no han visto desde 1974. Y esto no es pura especulación:
tanto el gobierno como Buckingham Palace confirmaron estar
preparándose para tal eventualidad. Esto ocurriría, además,
justo cuando Gran Bretaña empieza a salir de la peor recesión
en más de 60 años.
Muchos temen que la combinación de estos dos factores resulte fatal para la
recuperación económica británica, ya que las semanas que
demandarían las negociaciones para la formación de un
gobierno relativamente estable generarían enormes niveles
de incertidumbre. Especialmente en la City londinense, donde
están acostumbrados a que el ocupante de Downing Street
entregue las llaves a su sucesor al día siguiente del
anuncio de los resultados. Esto explica por qué la libra ha
perdido un 7% de su valor con respecto al dólar en lo que
va del año y la tendencia siga siendo hacia la baja.
Bajo el espectro de un hung Parliament, todos los escenarios que se pintan
parecen lúgubres. Durante las negociaciones para formar
gobierno, el primer ministro Gordon Brown permanecería en
su puesto, pero sin poder implementar ninguna política que
comprometa a un gobierno futuro. Es decir que gobernaría
sobre una suerte de "limbo" político.
El líder de los liberaldemócratas, Nick Clegg, dice no tener la más mínima
intención de entrar en negociaciones en busca de una
coalición, pero se cree que tras las elecciones cambiará
de idea. Aunque ideológicamente más cercanos al laborismo,
los liberaldemócratas verían difícil negarse a trabajar
con los tories si éstos obtuvieran una ventaja porcentual
en las urnas.
Pero de insistir en la negativa, los tories podrían ir en busca del apoyo
de los protestantes Demócratas Unionistas del Ulster, lo
que podría desestabilizar el proceso de paz en Irlanda del
Norte. Los laboristas, en tanto, podrían apelar a los
nacionalistas escoceses, quienes demandarían la
convocatoria inmediata a un referéndum para declarar la
independencia de Escocia.
Si las negociaciones colapsaran, la reina tendría que convocar a nuevos
comicios, pero nada garantiza que éstos vayan a producir
tampoco una clara victoria.
Escepticismo
La situación imperante refleja el fracaso de los conservadores en ganarse
la confianza de un electorado cansado del oficialismo, pero
igualmente escéptico frente a sus propuestas. Especialmente
en lo que atañe a lo económico, donde sus anuncios de
recortes presupuestarios y medidas de austeridad no han
hecho otra cosa que despertar el fantasma del desempleo y
las tensiones sociales de la gestión de Margaret Thatcher.
De origen aristocrático y originalmente escogido para enfrentar al fotogénico
Tony Blair, su líder, David Cameron, parece haber dejado de
ser el gran as en la manga de los tories, para convertirse
en un lastre en un país que le ha perdido el gusto a la
cultura de la imagen y ahora lo mira como a un "chico
rico". Poco ha ayudado que el principal donante y
vicepresidente honorario del partido, lord Michael Ashcroft,
haya tenido que admitir que tiene residencia fiscal en el
paraíso fiscal de Belice, a pesar de haberse comprometido a
cambiar su estatus como condición para ingresar en la Cámara
de los Lores hace diez años.
En busca de un resultado electoral decisivo, los líderes de los tres
principales partidos han decidido importar una estrategia
electoral de Estados Unidos: Brown, Cameron y Clegg
participarán en tres debates televisivos, lo que agregará
una dosis de personalismo al parlamentarismo británico.
Crisis política: tres exministros, suspendidos por aceptar dinero por
medidas
de gobierno
Un escándalo de tráfico de influencias azota a
los laboristas
Por Begoña Arce
Corresponsal en Londres
El Periódico, 24/03/10
La precampaña electoral ha empezado para los laboristas británicos con un
escándalo, en el que algunos ven también la oportunidad de
un arreglo interno de cuentas. A pocas semanas de la cita en
las urnas, la dirección del partido ha suspendido a tres
exministros acusados de haberse ofrecido a influir en la política
del Gobierno a cambio de dinero.
El exsecretario de Estado de Transportes Stephen Byers, el extitular de
Defensa Geoff Hoon y la exresponsable de Sanidad Patricia
Hewitt están siendo investigados después de que un
periodista, haciéndose pasar por representante de una compañía
ficticia, les filmara secretamente hablando del posible
trato comercial. En el programa Dispaches, de la cadena
Channel 4, Byers, declara ante la cámara estar disponible y
«a la venta», al precio de 5.500 euros diarios, mientras
se jacta de haber concluido acuerdos secretos en el pasado.
Los tres acusados niegan cualquier tipo de malversación y el propio Byers
pidió una investigación al comité de estándares de los
Comunes, el organismo que vela por la limpieza
parlamentaria. Su presidente, sir Christopher Kelly, lamentó
que este nuevo suceso «dañe aún más la percepción que
la gente tiene de los miembros del Parlamento».
Delfines
de Blair
El Partido Laborista ha suspendido de militancia a los sospechosos y ha
anunciado el inicio de sus propias indagaciones, mientras
desde el Gobierno les acusan de estupidez supina. Haber caído
en una trampa de este calibre, a pocas semanas de las
elecciones, ha despertado sospechas. Curiosamente, los tres
acusados son afines a Tony Blair y han tratado en el pasado
de terminar con el mandato de Gordon Brown. El último golpe
fallido tuvo lugar el pasado mes de enero.
Algunos comentaristas políticos sugieren que los seguidores de Brown están
tratando de hacer limpieza interna, por si los laboristas
pierden las elecciones. El ministro de Justicia, Jack Straw,
negó ayer rotundamente que la suspensión del trío tenga
«nada que ver» con sus simpatías por Blair.
Según con la actual normativa, los diputados británicos pueden trabajar
para compañías, pero deben declarar los pagos que reciben.
Quienes fueron ministros han de recibir una autorización
especial durante los dos años posteriores a haber dejado el
cargo para asegurarse de que no hay conflictos de intereses.
El conservador David Cameron ha pedido una investigación
gubernamental, que Brown rechaza.
El posible caso de tráfico de influencias no es el último escándalo que
afecta a la clase política, muy desacreditada por los
excesos de los gastos parlamentarios. La BBC difundió ayer
una encuesta en la que muestra como más de 20 diputados de
todos los partidos han violado en más de 400 ocasiones las
reglas sobre viajes pagados al extranjero.
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