Atenas.- Estos días, en
Grecia, cada ciudadano es un economista en potencia. Tanto oír hablar de la
crisis, la gente ya maneja los términos económicos como los del tiempo. Y
cada cual tiene su teoría. «El problema de nuestro país es la excesiva
dependencia del turismo. Hemos acabado con la agricultura y no tenemos
industria», opina Thanisis, recepcionista de un hotel. El ágora de Atenas,
la capital, ya no está a los pies de la Acrópolis como antaño, sino en las
animadas terrazas de los cafés, donde se conversa sobre la situación del país
bebiendo frappé, tras las revueltas de los últimos días. Las culpas se
reparten: de los políticos a los bancos.
Pero, ¿cómo ha llegado
Grecia hasta el borde de la bancarrota? Una de las causas es la política de déficits
de un sistema político de cambio de votos por favores. Así, el Ejecutivo de
Costas Caramanlis (2004-2009), a pesar de haber prometido a la Unión Europea
(UE) reducir el peso del funcionariado, contrató a 55.000. Actualmente, uno
de cada cuatro empleados trabaja en el sector público.
“La
crisis se hubiese solucionando devaluando, pero con el euro es imposible”
Otro de los graves problemas
de la economía griega es su escasa competitividad y la falta de variedad
productiva. Los bajos intereses en los préstamos han llevado, además, a un
endeudamiento general de la sociedad griega. El Gobierno ha tratado de
financiar su déficit con bonos, una deuda, degrada por las agencias de
rating, que ahora es incapaz de pagar.
«En anteriores ocasiones
–afirma Giorgos Glynos, del think tank ELIAMEP–, la crisis se
hubiese solucionando devaluando la moneda, pero con el euro es imposible».
La única solución que ha
encontrado el Gobierno del socialista Giorgos Papandreu ha sido la imposición
de draconianas medidas que permitirán ahorrar 30.000 millones de euros a
cambio del apoyo de la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI) que, en su
mayoría tendrá que devolver con un interés de hasta el 5%.
Hoy Papandreu detallará la
reforma de las pensiones, uno de los puntos polémicos, que ya ha provocado
protestas que la semana pasada se saldaron con tres muertes.
Las
medidas contraerán la economía
Las medidas de ajuste
contraerán la economía y supondrán «miles de dramas individuales», opina
un economista. Un profesor de escuela con 30 años de antigüedad, que hasta
ahora cobraba 2.100 euros al mes, perderá 300 en cada mensualidad.
Los jóvenes griegos de la
llamada generación de los 700 euros, el salario que cobran, pasará a ser la
de los 540. Algunos, como Stéfanos, que estudia arquitectura, dicen: «tendremos
que acostumbrarnos, no hay otra salida... «si quiero labrarme un futuro debo
irme de aquí, es la única solución». Stéfanos estudia Arquitectura en el
Politécnico de Atenas, una de las sedes universitarias que ha centrado las
revueltas.
Pero
otros opinan distinto. Ilyas, que descansa sobre su taxi en la céntrica plaza
de Sintagma sabe que a él le afectan doblemente las medidas del Gobierno: por
un lado se liberalizará su sector; por el otro, las manifestaciones en el
centro impiden su trabajo: “Claro que apoyo las protestas. La gente tiene
razón, hay que protestar contra esos 300 malakas (canallas) del
Parlamento”.