El
drástico ajuste que impulsa el gobierno
provoca incertidumbre
Por
Adrián Sack
Corresponsal en Madrid
La Nación, 16/05/10
Madrid.- La sucesión de
negocios con persianas bajas, la proliferación de locales de empeño de
alhajas y las colas de taxis estacionados que parten con cuentagotas ya no
sorprenden ni asustan a ningún mortal en la España de hoy.
El verdadero miedo, aquel que
paraliza, es la sola idea de perder el tren del Primer Mundo, y se refleja en
las tapas de los diarios, en las discusiones en las oficinas, en los bares y
las calles de la ciudad, donde nada ni nadie puede escaparle a la amarga
sensación de incertidumbre que siguió al anuncio del ajuste más brutal en
la historia reciente del país.
El recorte oficial de 15.000
millones de euros en el gasto público, proyectado el miércoles pasado por
presión de los mercados internacionales para intentar cerrar el abismo de un
déficit fiscal de dos dígitos, fue el detonante que pareció acabar con la
paciencia de muchos españoles.
Aunque el apoyo de las
centrales sindicales al gobierno y el "efecto anestesia" generado
por el amplio seguro de desempleo español conspiran aún contra la realización
de grandes protestas populares, el "quiebre" del presidente José
Luis Rodríguez Zapatero terminó por profundizar la percepción de vivir un
antes y un después de una crisis inédita.
España pasó del sueño
dorado al ajuste; de la ostentación al ahorro. Todo eso, en muy poco tiempo.
"Hace dos años me ofrecían
créditos hasta para dar la vuelta al mundo, y los empleados de los bancos no
te dejaban ir hasta que no te convencían de que debías aceptarlo", dice
La Nación a Alvaro Iturbide López, integrante, desde la semana
pasada, del grueso de los 4,6 millones de desocupados que dependen del seguro
de desempleo para asegurar su subsistencia.
"Hoy estoy agradecido de
que no tomé ni ese ni otro préstamo superfluo, pero estoy preocupado porque
no sé cómo voy a hacer para terminar de pagar la hipoteca de mi único
departamento, que es mi hogar", agrega.
Pero su desazón no es una
experiencia exclusiva del gran número de desempleados que existe hoy en día
en España.
Tras conocerse la intención
del gobierno de recortar las remuneraciones de los empleados públicos un 5%
en promedio, crece en general la preocupación por la posibilidad de nuevas
medidas que avancen sobre sueldos y los beneficios del todavía frondoso
sistema de contención social. Todo eso amenaza con alejar aún más a los
españoles de sus abandonados sueños de prosperidad sin límites, tan al
alcance de la mano apenas un año atrás.
Aprendizaje
forzoso
"Fuimos aprendiendo
desde 2008, y en forma acelerada, todas las malas palabras de la economía:
desocupación, deflación, caída del crecimiento, freno del consumo... y
ahora, además, nos desayunamos con el «ajuste»", afirma José Antonio
Solá, un jubilado de 68 años.
"Yo creo que ya nos
hemos graduado de especialistas en crisis, aunque todavía nos falta aprender
mucho más", comenta, mientras señala, desde el madrileño Puente de
Toledo, las excavadoras que ahora parecen dormidas a la vera del río
Manzanares. Los trabajos de restauración del entorno del río también serían
alcanzados por la crisis.
Si bien horas antes de
anunciarse el plan de ajuste se inauguró un nuevo tramo de las obras de
restauración del entorno de la vía fluvial, el gobierno ya adelantó que la
obra pública va a sufrir el mayor recorte. Serán 6045 millones de euros
menos. El único proyecto que tendría su continuidad garantizada es la del
tren de alta velocidad entre Madrid y Valencia, que circulará a partir de
fines de este año. Pero sobre el resto aún no se sabe nada.
"Ni el mismo rey es más
misterioso que nuestra situación económica en estos momentos, aunque yo creo
que ni nuestros gobernantes saben qué van a hacer", protesta este ex
empleado de ferrocarril.
Sin embargo, en las últimas
horas, desde el poder no ha habido empeño en demostrar lo contrario.
Ante la presunta falta de
respuestas claras sobre el alcance de los recortes, la vicepresidenta primera,
María Teresa Fernández de la Vega, ensayó anteayer una explicación que sería
muy comentada por los medios locales.
"Hacen falta recortes
excepcionales para atender una situación excepcional", deslizó, con su
aplomo habitual, la número dos de Moncloa y siempre número uno en la
administración socialista de Rodríguez Zapatero a la hora de enfrentar a la
prensa.
Escepticismo
en alza
Sin embargo, la gran excepción
esta vez fue el fracaso de la funcionaria en convencer a personas y mercados
de que la gran poda millonaria servirá para hacer reverdecer en el corto
plazo a la reseca economía española.
Sus palabras fueron seguidas
por el mayor derrumbe del año de la bolsa madrileña, además de crecientes
versiones de la primera huelga general en ocho años y la sugerencia de los
organismos de crédito internacionales de practicar un ajuste todavía mayor
para poder llevar a cifras honrosas el déficit público de 11,2% proyectado
para este año.
Pero las consecuencias de sus
declaraciones tienen sin cuidado a Felipe Suárez, uno de los tantos taxistas
que aprovechan los alargados tiempos de espera en las colas formadas en las
paradas para leer de punta a punta los diarios gratuitos.
"Para mí, la palabra «déficit»
no es nueva. Hace un año y medio, tenía una recaudación diaria que, como mínimo,
orillaba los 250 euros", afirma.
"Hoy tengo que estar
contento si logro recolectar 150, de los que tengo que deducir una buena parte
para poder pagar la cuota del crédito de la licencia del taxi, que me costó
180.000 euros. Si lo mío no es saber de déficit, vamos, ¿qué es?",
pregunta.
La respuesta, una vez más,
es la gran ausente en estos días.
Presionado,
Zapatero anunció un fuerte ajuste en España
Procura
ahorrar unos 15.000 millones de euros
Por
Adrián Sack
Corresponsal en Madrid
La Nación, 13/05/10
El temor a caer en el mismo
abismo que Grecia y las crecientes presiones de los mercados internos y
externos para que se cambie el rumbo de la economía resultaron demasiado
poderosas para un hasta ahora obstinado José Luis Rodríguez Zapatero.
Tras haberse negado en sus
seis años de gobierno a reducir el gasto público y a poner en peligro el
apoyo de las centrales sindicales a su gestión, el presidente del gobierno
español anunció ayer la aplicación de un drástico "tijeretazo"
en los presupuestos del Estado con el fin de ahorrar 15.000 millones de euros
e intentar, así, evitar el hasta ayer casi seguro camino al colapso de la
economía de su país.
Sin embargo, el "golpe
de timón" anunciado ayer en el Congreso no será fácil de digerir para
quienes hasta ahora habían apoyado al mandatario socialista por su apasionada
defensa de la poderosa red de contención social que posee hoy España.
Especialmente, porque la tijera pasará por primera vez en la historia por los
sueldos de los empleados públicos y los haberes de los jubilados, hasta este
martes dos de los sectores más reivindicados por el discurso oficialista.
En su mensaje ante el
Congreso, difundido apenas unas horas después de que el presidente de Estados
Unidos, Barack Obama, le recomendara en una llamada por teléfono a su par
español "medidas urgentes" para reducir el déficit público,
Zapatero anunció un "recorte promedio" del 5% en las remuneraciones
y pensiones del sector estatal.
Esta reducción generalizada
de salarios, que fue calificada de "ajuste a la griega" por más de
un medio local, será aplicada en forma paulatina a lo largo de 2010 y será
seguida por un congelamiento de los haberes el año próximo.
A través de esta medida, sin
dudas la más resonante y controvertida del paquete de reducción del gasto público,
el gobierno pretende conseguir un ahorro de 3900 millones de euros.
Pero el mayor recorte lo
padecerá la inversión pública, que actualmente está a cargo del Ministerio
de Fomento.
Esta cartera, a la que se le
había asignado la función de incentivar la reactivación de la economía a
través de la realización de obras públicas, verá mermadas sus arcas en
6045 millones de euros, lo que supone un verdadero golpe a uno de los medios más
concretos y visibles para la salida de la crisis.
Además, se contemplan
reducciones significativas en el área de sanidad (1300 millones) y de fondos
asignados a las comunidades y municipalidades (1200 millones), aunque el
"tijeretazo" más comentado por estas horas tiene que ver con la
supresión del llamado "cheque bebe".
Este beneficio, que había
sido implementado cuando Zapatero aún no había completado su primer mandato,
fue considerado en su momento una "medida estrella" para fomentar la
natalidad a través del pago de 2500 euros a los padres de cada recién nacido
y, al mismo tiempo, un recurso proselitista para promocionar la reelección
del presidente, que finalmente obtendría al año siguiente.
Pero ayer, el "cheque
bebe" pasó a ser un recuerdo de épocas mejores, junto con la intención
presidencial de evitar todo tipo de ajuste social y, por lo tanto, de prevenir
que la alarmante tasa de desempleo, hoy del 20,05%, generara un ejército de
"parados" en estado de movilización.
Por esta razón, los primeros
en protestar por este cambio de dirección en la política económica fueron
los sindicatos.
Cándido Méndez, titular de
la Unión General de Trabajadores -una entidad generalmente afín a las políticas
de la actual administración socialista-, advirtió sobre una "quiebra
del discurso político" de Zapatero y afirmó que ve "muy difícil"
que se pueda mantener el diálogo con el gobierno debido al "conflicto
social" que prevé después del plan de ajuste.
También el secretario de las
Centrales Obreras, Ignacio Fernández Toxo, tildó de "injusto" y
"antieconómico" el anuncio gubernamental y no descartó
"protestas masivas" en caso de que el paquete de medidas sea
aprobado mañana por el Consejo de Ministros.
Más lejos fue Cayo Lara, el
líder de Izquierda Unida (IU), una agrupación política con fuerte raigambre
gremial, que señaló que el presidente "ha pasado una raya roja",
al tomar decisiones que son "impropias de un gobierno que se llama
socialista".
En ese partido, así como en
algunos sindicatos, se barajaba ayer la posibilidad de convocar, incluso, a
una huelga general. Esta medida de fuerza no se lleva a cabo desde 2002,
cuando los sindicatos protestaron contra la intención del gobierno de
centroderecha de José María Aznar de modificar aspectos básicos del sistema
laboral y las prestaciones por desempleo.
Tampoco el Partido Popular (PP)
aprobó el plan oficial, a pesar de que su conducción solicitó en numerosas
oportunidades una drástica reducción del gasto público.
En la tarde del miércoles más
agitado de los últimos meses, el líder de esa fuerza política, Mariano
Rajoy, acusó a Zapatero de efectuar "un gran recorte de derechos
sociales" que "pagarán todos los españoles".
Con una alta dosis de
oportunismo e ironía, el líder del PP afirmó que el ajuste "no hubiese
ocurrido" si el presidente "hubiese actuado a tiempo" y hubiese
seguido las indicaciones de ese partido.
En tanto, anoche el Fondo
Monetario Internacional y el comisionado de la Unión Europea respaldaron públicamente
el plan impulsado por el gobierno español.
Los
principales puntos del plan
Salarios públicos: habrá
una reducción del 5%, en promedio para 2010 y un congelamiento para todo
2011. Se baja el sueldo un 15% a los miembros del gobierno.
Inversión pública:
se prevé una reducción de 6045 millones de euros en 2010 y en 2011.
Jubilaciones y subsidios:
se suspende en 2011 la revalorización de las pensiones, excluyendo las mínimas.
Se elimina el "cheque bebe" de 2500 euros a partir del 1° de enero
de 2011.
Ayuda al desarrollo: se
reducen en 600 millones de euros entre 2010 y 2012.
Salud pública: reducción
y racionamiento de los medicamentos para alcanzar un consumo más eficiente y
vinculado con las necesidades reales de los pacientes, de acuerdo con las
indicaciones de la comunidad científica. Dispensación de medicamentos en
unidosis, mediante el fraccionamiento de los envases.
Ahorro: con estas
medidas, el gobierno español ahorraría unos 5000 millones de euros en 2010 y
otros 10.000 millones en 2011.
Impuestos: Zapatero no
descartó ayer nuevas medidas fiscales que incluirían la suba de los
impuestos a la renta.
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