La aprobación del duro
ajuste y el anuncio de nuevos impuestos volvieron a ensombrecer ayer el
comprometido panorama de la economía española.
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Manifestación
en Valencia |
Anoche, poco después de
finalizar las primeras marchas sindicales realizadas contra el recorte de
sueldos, el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero anunció que la rebaja
en los salarios de los empleados públicos alcanzará hasta un 7%, y reconoció
que la economía demorará en recuperarse más de lo esperado: según las
nuevas previsiones oficiales, en 2011 el PBI crecerá sólo el 1,3%, medio
punto por debajo del pronóstico original.
El aquí llamado
"tijeretazo", que afectará a cerca de 2,8 millones de empleados públicos
y ayer fue aprobado por el Consejo Extraordinario de Ministros, llevó a los
sindicatos a organizar un acto de protesta en Valencia, donde cerca de 5000
personas expresaron su rechazo por la medida oficial.
La vicepresidenta primera,
María Teresa Fernández de la Vega, admitió por primera vez la impopularidad
del recorte. "No ha sido una decisión fácil de tomar, pero son las
medidas necesarias e imprescindibles que un gobierno responsable debe
adoptar", señaló.
Más temprano, el gobierno se
anticipó a los datos negativos que luego revelaría la ministra de Economía,
Elena Salgado, al ofrecer más detalles sobre el "impuesto especial para
ricos" que había adelantado el martes el propio Rodríguez Zapatero. Según
informaron diversos medios españoles, el tributo será aplicado a los
patrimonios que superen los dos millones de euros, y sería puesto en marcha a
fines del mes próximo. Con esta medida, el gobierno buscará potenciar la
reducción del gasto público, para poder alcanzar así la meta fijada a España
por la Unión Europea (UE) de 15.000 millones de euros en un plazo de dos años.
Sin embargo, los dirigentes
sindicales que convocaron ayer a la marcha de protesta valenciana afirmaron
que las más recientes medidas gubernamentales, en especial el muy comentado
"impuesto a los ricos" son un "maquillaje" destinado a
"contraprogramar" movilizaciones como la de ayer. "Un gobierno
serio debería plantear un plan de viabilidad para corregir todo lo que ha
hecho mal", dijo un vocero de una de las grandes asociaciones gremiales.
En la marcha, se oyeron por
primera vez cánticos, gritos e insultos contra el gobierno de Rodríguez
Zapatero, a quien, incluso en más de un momento, se le pidió su dimisión.
Aunque la movilización de ayer no alcanzó un número significativo de
asistentes, este "quiebre" en contra del presidente podría influir
en el tono que pueden adoptar las futuras manifestaciones de empleados públicos
programadas en Madrid y otras ciudades de España para los primeros días de
junio. Hasta ayer, las críticas de las centrales sindicales hacia el gobierno
se habían caracterizado por su tibieza, pero el ajuste podría marcar un
antes y un después.
En un aparente primer paso
hacia esta escisión, los organizadores del acto central de ayer denunciaron
que Rodríguez Zapatero "incumplió" un acuerdo firmado en
septiembre del año último, en que se garantizaba para los tres próximos años
el poder adquisitivo de los funcionarios.