Bucarest.-
Como siempre, los derechos y la vida de los trabajadores se ponen muy
por debajo del beneficio económico en la escala de valores de los criminales
capitalistas
Su cólera es tanta que se
manifiesta incluso en forma de reuniones espontáneas a las puertas de las
casas. Las madres, los policías, los pensionistas… se juntan, exasperados.
Empieza la batalla contra el nuevo plan de austeridad, sin precedentes en
Europa, anunciado por el gobierno rumano para satisfacer las exigencias del
FMI. Reportaje.
En Bucarest, la cólera es
cotidiana. Piquetes de huelga, manifestaciones espontáneas al pie de los
edificios se suceden desde que se anunciaron las medidas draconianas
destinadas a reducir el déficit público, para de esta manera satisfacer las
exigencias del Fondo Monetario Internacional (FMI). Los rumanos rechazan en
masa el plan de austeridad que sus dirigentes se disponen a imponerles. En
primera línea de la protesta, casi 1,3 millones de funcionarios cuyos
salarios bajarán un 25% a partir del 1º de junio próximo.
“Esta medida es injusta e
insoportable", se indigna Pompiliu, de 28 años, agente de la función pública
territorial, venido para manifestarse ante la sede del gobierno. “Nuestras
condiciones de vida son ya penosas, nuestros salarios miserables, ¡no podemos
apretarnos más el cinturón !”
A pesar de sus tres másteres
en derecho, en dirección de empresas y en estudios europeos, el joven sólo
percibe 150 euros de salario mensual. Su remuneración debería por tanto
bajar a 114 euros, o sea el salario mínimo garantizado en Rumanía.
“A mi edad, vivo todavía
con mis padres porque un alquiler en Bucarest, es de 250 euros al mes como mínimo.
No puedo independizarme y menos todavía fundar una familia. Para mí la función
pública era vocacional, creía que podía cambiar las cosas desde dentro. Por
eso, voy a luchar hasta que ganemos.”
Buscando asegurarse una nueva
tajada del préstamo global de 20 mil millones de euros concedidos el año
pasado por el FMI, Bucarest prevé igualmente despedir decenas de miles de
funcionarios de aquí a fin de año.
“En teoría, tenemos
derechos, pasamos un concurso pero, en la práctica, ¡rige la ley de la selva
aún más que en el sector privado !" , piensa Andreea, una policía de
42 años. "Iremos hasta el final para que se nos escuche. Y ya que en
nuestro sector no existe el derecho a la huelga, tomaremos incluso de nuestros
días libres para continuar manifestándonos por turnos.”
Subsidios familiares, de
paro, ayudas pagadas a los minusválidos o a los veteranos de guerra… La
lista de los recortes anunciados es proporcional al descontento general. La
televisión rumana retransmite, día tras día, escenas de cólera, como la
corta irrupción de manifestantes en el Palacio presidencial, o los gritos
indignados de las madres pidiendo la dimisión del gobierno o las fotografías
del presidente Basescu quemadas en plena calle por los pensionistas.
Muy pronto, también estos últimos,
casi tan numerosos como los trabajadores, estarán en el punto de mira del
gobierno demócrata liberal de Emil Boc. Porque, en dos semanas, todas las
pensiones, cualquiera que sea su montante, bajarán un 15%.
“Qué queréis, nuestros
gastos se van a restringir todavía más, exclama María, de 69 años",
en un mercadillo cubierto de la periferia de Bucarest. "La vida se vuelve
muy cara, los impuestos aumentan y ahora creemos que nuestras pensiones van a
ser recortadas. Con Ceausescu, teníamos poder adquisitivo pero nada en las
tiendas, hoy es lo contrario. Nuestros dirigentes hacen lo que quieren, y
nosotros, la gente corriente ni tenemos voz ni se nos escucha.”
Gheorge, de 77 años, con
traje y chaleco beige, apoya el movimiento por solidaridad. “Yo tengo una
pensión de 450 euros, no está mal cuando sabemos que muchos rumanos cobran a
veces 60 euros tras cuarenta años de trabajo, relativiza un viejo ingeniero.
Opino que se deben tocar las pensiones altas, los altos salarios y de que se
dejen tranquilos a los que viven con muy poco. ¡Ésa es la solución !”
Para el economista Nicolae
Taran, un tratamiento diferenciado sería en efecto una de las muchas
soluciones que el ejecutivo debería considerar.
“Se podría también
controlar los gastos del Estado o enfrentarse eficazmente a la evasión
fiscal. Es lo que proponen los sindicatos sin que se les escuche. Tal cual han
sido anunciadas las medidas son completamente irresponsables. Porque, si son
aplicadas, el pueblo se va a empobrecer todavía más, el consumo se reducirá
mucho y la recesión sólo será más violenta.”
Sin embargo el gobierno
parece no querer ceder en absoluto. El gabinete del primer ministro Emil Boc
pretende hacer pasar su plan por decreto, y pasar así por encima del
Parlamento. Los sindicatos están en pie de guerra tras la gran concentración
de 19 de mayo en Bucarest. Algunos, como los de la educación y de la
administración, ya han llamado a una huelga general ilimitada a partir del 31
de mayo.
Principales
medidas del plan de austeridad rumano
A partir del 1º de junio próximo,
todos los salarios de la función pública bajarán un 25% ; las pensiones y
los subsidios de paro un 15%. Cuando más de 36.000 funcionarios han sido ya
despedidos desde diciembre, el gobierno prevé despedir al menos 70.000 más
desde ahora a fin de año. Por otra parte, los subsidios familiares, y también
las ayudas pagadas a los minusválidos, a los veteranos y a las viudas de
guerra, bajarán un 25%, mientras que las tasas sobre las transacciones bursátiles
aumentarán un 16%.
Bucarest pretende de esta
manera ahorrar cerca de 1.700 millones de euros de aquí a fin de año, lo que
le permitiría hacer pasar el déficit público del 7,2% al 5,9% del PIB. Y
por tanto satisfacer las exigencias del FMI… El año pasado, el organismo
internacional, asociado a la UE y al Banco Mundial, concedió a este país en
plena recesión un préstamo global de 20 mil millones de euros cuyos plazos
de entrega están condicionados al establecimiento de medidas drásticas.