La
última crisis no solo se ha llevado por delante todos los
postulados liberales, millones de puestos de trabajos y toda
la frágil estructura económica del estado español, además
ha terminado con el "estado del bienestar".
Pero,
¿Qué es el estado del bienestar? Se ha definido de muchas
maneras, los sociólogos lo suelen definir como un fenómeno
de las sociedades modernas, el compromiso del estado de
cubrir las necesidades de la población.
Ahora
completo esa definición adaptándola a la historia española
(pues como el materialismo histórico nos ha enseñado,
debemos estudiar nuestra historia, para estudiar el
presente).
En
España el "estado de bienestar" apareció con la
misión de ayudar a las clases más desprotegidas,
asalariados sin poder ni capital, es así como nos vendieron
los partidos progresistas o "socialistas"(PSOE),
en la redacción de la constitución de 1978.
Nuestro
"estado de bienestar" a partir de su base, la
seguridad social, se centró en resolver las
"imperfecciones" del sistema capitalista, hasta la
llegada del gobierno sus ayudas se basaban en sistemas de
protección a los desempleados, y políticas de educación pública.
La
llegada del PSOE debía de haber significado el progreso en
estas medidas que nos debían de acercar a los países de
Europa central, pero para entonces, el PSOE había dejado de
pensar en los trabajadores en la base de la que fue su
aparición, así como las medidas que se iban dando no
significaban grandes pasos adelante.
Una
crisis, provocó que subiera al poder un partido de derechas
(con cierto legado de la dictadura que provocó nuestro
retraso respecto a muchos países de Europa), sus medidas se
basaron en el despido más barato, disminución de los
impuestos a las rentas altas, privatización de la sanidad y
de la educación. Tras 8 años de infierno para la clase
trabajadora, con un gran saldo: la mayor huelga general
acontecida en España (hasta ahora) y la intrusión en una
guerra que no nos pertenecía con muertos tanto combatientes
como civiles.
Al
llegar el actual gobierno era joven, parecía traer ideas
renovadas, propuestas como legalización de los matrimonios
homosexuales (la cual si consiguió llevar adelante), y
ayudas en los ámbitos sociales.
Se
propuso el Gobierno leyes de ayuda como la de la
dependencia, ayudas a las familias que tuvieran hijos, la
regularización de los millones de inmigrantes y la mejora
de las condiciones en las que se encontraban (explotados en
los trabajos más duros y con sueldos bajísimos), querían
introducir la escolarización gratuita en las guarderías,
la igualdad de la mujer y el hombre, la lucha contra la
violencia de género (gracias a un supuesto incremento de
los servicios con la creación de un Ministerio).
Todo
parecía bueno, pero en alguna esquina entre el balcón
donde celebró Zapatero su primera victoria, posteriormente
la segunda, y la Moncloa, estas medidas se fueron perdiendo
entre una neblina de principios de ley que las suavizaban
hasta su transparencia total.
La
segunda legislatura comenzó con el temible cheque de los
400 euros, sería así un vaticinio de la crisis que había
comenzado a gestarse en los grandes capitales, los bancos
empezaban a poner trabas a los créditos de la clase
trabajadora, las hipotecas eran insostenibles y las
prejubilaciones estaban basadas en un sistema calculado con
la teoría económica del despido más barato y con menor
coste para el estado y la empresa. Y todo estalló con la
crisis mundial, el efecto dominó cayó sobre la población
española endeudada más que nunca, los empresarios se
dedicaban a sanear sus empresas mediante la sutil táctica
del despido, los bancos congelaban los créditos y para
colmo el gobierno intentaba engañarnos con la terminología
económica de estancamiento, mientras nos hundíamos en la
recesión y en la crisis mundial, la mayor de la historia
del país y de la historia del mundo.
Las
medidas llegaron tarde y mal, se dio dinero a los sectores
que habían provocado esta crisis, se salvaron bancos sin
condiciones previas, los gestores de los bancos siguieron
sin dar créditos y utilizaron ese dinero del Estado (el
dinero de los trabajadores de este estado) para mejorar el
margen de beneficios a final de año.
Y
como una bomba empujada por un mechero, llegó la U.E para
exigir (no recomendar) al gobierno de España, unas medidas,
dadas a todos los países como si se trataran en todos los
casos de una enfermedad idéntica con un mismo tratamiento.
Este tratamiento fueron las medidas llamadas de austeridad
(en otro siglo serían denominadas por los teóricos
socialistas: como medidas para la sustentación de la
burguesía y los grandes capitales a base de exprimir los
derechos de las clases trabajadoras).
Las
consecuencias de las medidas han sido nefastas, la política
de ahorro a socavado la crisis de la demanda interna, el
paro no ha bajado excepto el estacional, y los trabajadores
se ven traicionados por los sindicatos del gobierno que
firmaron pactos hace varios años donde dejaron en mano de
las empresas el futuro de sus compañeros. Las ayudas para
la educación, la sanidad, y el desempleo han disminuido,
las oposiciones a trabajadores del estado no existen, lo que
significa el deterioro parcial de las instituciones públicas,
se está provocando un principio de marginalidad de zonas
geográficas.
Parece
ser que los trabajadores tras varios años dormidos, han
despertado de este letargo y al ver como les quitan derechos
y privilegios por los que lucharon, están reaccionando.
Debemos
(y me incluyo) al menos recuperar "el estado de
bienestar" por el que lucharon nuestros padres, abuelos
y hermanos. Utilizo el término al menos porque la solución
real, la que acabaría con esta patraña, sería la
destrucción del capitalismo y así acabar con su agonía.
Pues el verdadero "estado del bienestar", no puede
venir desde una forma económica que se basa en desigualdad
social.