La
huelga contra Sarkozy reactualiza
la resistencia sindical al ajuste
IAR
Noticias, 07/09/10
Francia vive este martes otro
experimento de rechazo social al ajuste con los sindicatos movilizados, y el país paralizado como respuesta a las impopulares
medidas tomadas por el gobierno racista y conservador de Nicolás Sarkozy. Si
bien se trata de una reacción puntual contra la reforma de pensiones, la
movilización sindical contra el ajuste marca una tendencia masiva en una Unión
Europea en proceso de crisis
y de ajustes salvajes descargados sobre las espaldas de los asalariados
y de los sectores que menos tienen.
Los sindicatos franceses
prepararon este martes una prueba de fuerza, con paros y manifestaciones en
todo el país contra la impopular reforma de las pensiones, pero el presidente
francés, el conservador Nicolas Sarkozy, ha dicho está decidido a aplicar.
Según los sondeos, dos
tercios de los votantes creen que el plan de Sarkozy de retrasar la edad de
jubilación de los 60 a los 62 años y alargar los años de trabajo para
recibir una pensión es injusto y apoyan la huelga.
"Nunca en la historia de
los sondeos han estado los franceses tan convencidos de que hay una injusticia
social", dijo a Reuters el analista político Roland Cayrol, de la
universidad de Ciencias Políticas de París.
La mayoría de las grandes
economías europeas tienen una edad oficial de jubilación de 65 años, y
algunos, como Alemania, España y Reino Unido, tienen previsto retrasarla
gradualmente hasta los 67 o más allá, pero la edad efectiva de jubilación
en Francia es similar a la de sus vecinos, según la Organización Económica
para la Cooperación y el Desarrollo.
Los dirigentes sindicales
proyectan sacar a dos millones de personas a la calle, parar hospitales y
colegios y provocar cortes en el tráfico aéreo y ferroviario, aprovechando
el descontento creciente con los gobiernos europeos por los recortes en unos
gastos que les han dejado fuertemente endeudados.
François Chereque, líder
del sindicato CFDT, declaró a la cadena RTL que el Gobierno haría mal en
ignorar lo que calificó de "la mayor participación en la última década".
Según los primeros cálculos
gubernamentales, la participación estaba siendo significativa.
"Después de hoy está
en manos del Gobierno. Si quieren mejorar las cosas, más vale que vengan con
propuestas (para cambiar la reforma)", agregó
Bernard Thibault, líder del
otro sindicato mayoritario, la CGT, insinuó la posibilidad de una huelga
general: "Si no responden y no prestan atención, habrá una continuación
y no descartamos nada a estas alturas".
Sin embargo, los analistas
han dicho que incluso aunque los sindicatos obtengan una participación
masiva, es poco probable que logren convertir un día de protesta en un
movimiento a largo plazo que pueda forzar al Gobierno a dar marcha atrás.
La jornada de protesta
incluye una huelga en sectores públicos clave, como los transportes, las
televisiones y radios, los hospitales o la compañía de correos, pero también
en el sector privado, en bancos o en grandes empresas como la petrolera Total.
El cese de actividades
perturbaba fuertemente el servicio ferroviario –con un 42% de huelguistas
con un 25% de vuelos anulados– y urbano, como los subterráneos parisinos,
que circulaban con menor frecuencia y estaba repletos en las horas punta.
El 73% de
los franceses se declararon a favor de la jornada de protestas
Días después del inicio del
ciclo lectivo, los docentes también adherían a la huelga, muchos de ellos
desde el lunes, en protesta contra el recorte de decenas de miles de puestos
de trabajo. En las escuelas primarias la tasa de huelguistas era superior al
30%, según entidades gremiales.
"Ya vemos que los
trabajadores se están movilizado", afirmó a la radio privada RTL el
secretario general del segundo sindicato francés, la CFDT, Francois Chereque.
Unas 200 manifestaciones están
previstas en diversas ciudades francesas. Francia, con más de 15 millones de
jubilados, es uno de los países europeos donde la edad mínima para tener
derecho a jubilarse es más baja, aunque eso sí, habiendo trabajado 40 años.
Con los niveles de aprobación
de Sarkozy cercanos a sus momentos más bajos, sus dos asesores principales
insinuaron el domingo que podría modificar un "escudo fiscal"
ampliamente criticado y aprobado para asegurar que los más ricos no pagan más
en impuestos del 50 por ciento de sus ingresos.
Claude Gueant, su jefe de
gabinete, declaró en la emisora Europe 1 que en contra de algunas
percepciones públicas, Sarkozy "no es en absoluto el presidente de los
ricos".
En medio también se
encuentra el ministro de Trabajo, Eric Woerth, muy dañado por un escándalo
sobre supuesto conflicto de intereses y donaciones políticas ilegales. Woerth
presentará la reforma de las pensiones en el Parlamento, que se espera la
apruebe en octubre.
Sarkozy lo ha apoyado a pesar
de las revelaciones sobre sus vínculos con la mujer más rica de Francia, la
heredera de L'Oreal Liliane Bettencourt, y el gestor de sus fondos, Patrice de
Maistre. El ministro ha negado haber cometido cualquier ilegalidad y se ha
negado a dimitir.
Sin embargo, el escándalo ha
debilitado su posición y ha alimentado las protestas contra la ley de las
pensiones, considerada la reforma bandera de Sarkozy y la plataforma de
lanzamiento para las elecciones de 2012, en las que intentará ser reelegido.
Francia tiene una larga
tradición de protestas sindicales, aunque solo el 10 por ciento de sus
trabajadores – la mayoría en el sector público – están afiliados.
En 1995, un movimiento de
protesta obligó al entonces presidente Jacques Chirac a abandonar una
propuesta de reforma de las pensiones y de la sanidad, y en 2006 los
estudiantes lograron acabar con un contrato que preveía salarios bajos para
los jóvenes.
Esta jornada de protestas
coincide con la presentación, en la Asamblea Nacional, del proyecto de
reforma, uno de cuyos puntos claves es elevar a 62 años la edad mínima de
jubilación a partir de 2018..
El Gobierno conservador y
racista de Sarkozy, para quien esta reforma es una "prioridad
absoluta" de los 18 meses de mandato que le quedan, cuenta con que su
aprobación parlamentaria sea a fines de octubre. Ello pondrá fin a una
conquista social emblemática en Francia desde 1983, durante la presidencia
del socialista Francois Mitterrand.
El ejecutivo francés
justifica la reforma en la necesidad de salvar un sistema amenazado por el
aumento de la esperanza de vida y las consecuencias de la crisis económica
que triplicó el déficit del sistema de jubilaciones elevándolo en 2010 a
32.000 millones de euros, según datos de un organismo independiente.
Francia paró
contra la reforma
del sistema de pensiones
Por
Eduardo Febbro
Corresponsal en Francia
Página 12, 08/09/10
Según quien difunda las
cifras, entre un millón cien mil personas y casi tres millones salieron a las
calles para manifestar contra el proyecto gubernamental que aumenta la edad
para jubilarse. Los sindicatos restauraron la unidad y lograron una movilización
masiva.
París.– Los sindicatos
franceses plantaron ante la reforma del sistema de jubilaciones que empezó a
debatirse ayer en la Asamblea Nacional una marea de manifestantes al tiempo
que paralizaron buena parte del país con las huelgas en los servicios públicos.
Entre un millón cien mil personas y dos millones ochocientas mil salieron a
las calles del país para manifestar contra el proyecto gubernamental que
apunta, en un primer momento, a aumentar las cotizaciones necesaria para
jubilarse de los 60 a los 62 años. Las cifras, como siempre, difieren entre
sindicatos y policía pero es inobjetable que las centrales sindicales del país
cumplieron con la apuesta: movilizar más gente que en la última manifestación,
organizada el pasado 24 de junio.
Tanto las cifras oficiales
como las de los sindicatos son muy superiores a las de junio. Cerca de 230
ciudades de Francia vieron desfilar ayer a nutridos cortejos de manifestantes
cuyas pancartas representaban por escrito lo que el habla popular expresa en
la calle y los bares. “Imbéciles, xenófobos, arrogantes, deshonestos,
atacan a los más débiles para juntarse con los más ricos. Expulsémoslos”,
decía un cartel visto en la manifestación de París, de la que, según los
sindicatos, participaron 270 mil personas (80 mil según la policía). Otro
cartel rezaba “Escudo fiscal para los ricos, palazo social para los
pobres”. Nicolas Sarkozy y su ministro de Trabajo, Eric Woerth, acapararon
todos los espacios de la burla, la caricatura y hasta el insulto en los
incontables carteles, pegatinas y pintadas que la gente llevaba por las calles
de París.
Las marchas se llevaron a
cabo el mismo día en que la Asamblea Nacional iniciaba las discusiones en
vistas a aprobar en octubre la reforma del sistema de jubilaciones. Comparado
con el clima festivo de las manifestaciones, la discusión en la Asamblea fue
una batalla campal. Los socialistas se esfumaron en un papel discreto, pero
los comunistas desencadenaron una batahola que condujo a la suspensión momentánea
del debate. Los diputados del Partido Comunista francés se abalanzaron sobre
el banco del primer ministro para “entregarle” –volaron muchos
papeles– las cien mil firmas del petitorio contra la reforma. No fue la única
incoherencia del día. El hombre que está hasta el tuétano en el escándalo
L’Oréal, el ministro de Trabajo Eric Woerth, fue quien pronunció el
discurso de apertura. A pesar de la afluencia masiva en las calles, Woerth y
Nicolas Sarkozy recalcaron que se mantendrá el núcleo clave de la reforma,
ya que ésta es “inevitable” si se consideran los parámetros demográficos.
El secretario general de la
CGT, Bernard Thibault, consideró que se había alcanzado el objetivo y que
“el gobierno no podrá hacer como si hoy nada hubiese ocurrido”. Metro,
buses, trenes de corta y larga distancia, correo, educación nacional y
transporte aéreo fueron los sectores más afectados por los paros. Según
datos del mismo gobierno francés, la huelga tuvo más impacto que en junio
pasado. Casi una cuarta parte de los trabajadores de la función pública
estuvo en huelga. Después de esta rotunda demostración de fuerza social, los
sindicatos prometieron nuevas huelgas y movilizaciones hacia finales de
septiembre, mientras que el Ejecutivo aclaró que no tocaría el corazón de
la reforma, es decir, el paso de los 60 a los 62 años.
El jefe del Ejecutivo, François
Fillon, dijo en la Asamblea que cuando el gobierno propuso 62 años para la
jubilación “se hizo una elección razonable y al mismo tiempo insoslayable
para garantizar la financiación de la jubilación de los franceses”. Cálculos
oficiales estiman que si de aquí a 2020 no se toman medidas, el déficit de
las cajas de jubilaciones ascenderá a 50 mil millones de euros. “Las
manifestaciones no cambian las leyes de la demografía”, había dicho en
junio pasado Fillon. Pero la extraordinaria respuesta a la convocatoria de
ayer puede cambiar la relación de fuerzas entre los actores sociales y el
Ejecutivo. Los ocho sindicatos (CGT, CFDT, FO, CFTC, Cfecgc, Unsa, Solidaires
y FSU) restauraron en la calle su unidad perdida y casi igualaron el record de
2003, cuando tres millones de personas salieron a manifestar. La querella técnica
–que es política– sobre el número real de manifestantes no resta validez
a lo que ya se perfila como el renacimiento de la combatitividad social
francesa.
Fiel a su estilo, el entorno
presidencial minimizó la importancia de las manifestaciones. Las expresiones
de repudio que Página/12 constató ayer en las calles de París excedían en
mucho el marco de la reforma. Los sondeos señalan que existe una suerte de
mayoría doble: una que comprende la necesidad de cambiar las reglas del juego
(53 por ciento), otra que respalda las huelgas y las manifestaciones (70 por
ciento). En el medio se deslizó el escándalo L’Oréal, los lazos entre el
ministro de Trabajo, Eric Woerth, y Liliane Bettencourt –la heredera de L’Oréal–
y con el gestor de su fortuna, Patrice de Maistre. El mantenimiento de Woerth
al frente de la cartera de Trabajo reforzó la sensación de que Sarkozy es el
presidente de los ricos. Ayer eran incontables las pancartas y carteles que
aludían a Bettencourt, a los “ricos privilegiados”, a Eric Woerth y a
Nicolas Sarkozy como protectores de la clase alta y sepultureros de los
beneficios del pueblo.
Las
manifestaciones contra la reforma de pensiones
reúnen a millones de franceses
El
Periódico, 07/09/10
París.–
Las manifestaciones convocadas por sindicatos franceses contra la reforma del
sistema de pensiones han reunido hasta primera hora de la tarde de hoy a más
de 1,12 de personas, según datos comunicados por las autoridades francesas,
cifra que llega a los 2,7 millones según los sindicatos. Como consecuencia de
la huelga, los medios de transporte, los colegios y otros servicios públicos
han quedado paralizados.
Conforme a los datos
policiales, 1,12 millones de personas han participado en las diferentes
marchas convocadas en varias ciudades del país, un número superior al del
pasado 24 de junio en la primera manifestación contra la importante reforma
impulsada por el presidente francés, Nicolas Sarkozy. Los sindicatos
aseguraron entonces que dos millones de personas salieron a las calles y, por
el momento, no han ofrecido datos totales y definitivos de la participación
en las marchas de hoy.
La manifestación de París
ha sido la más seguida, con unas 270.000 personas según el sindicato CGT, y
80.000, según la policía, y con la presencia de los principales líderes
sindicales y representantes de partidos políticos de izquierdas. Con la
jornada de huelga general, los sindicatos quieren que el Ejecutivo no inicie
su reforma de las pensiones, que prevé retrasar la edad mínima de jubilación
hasta los 62 años, frente a los 60 actuales. El proyecto comenzó a ser
debatido hoy entre los diputados, defendido por el ministro francés de
Trabajo, Eric Woerth, debilitado por su presunta implicación en el caso de tráfico
de influencias entorno a la heredera del imperio cosmético L'Oréal.
La mayor
movilización de los últimos años
Mientras los diputados
comenzaban el análisis de la propuesta gubernamental, que cuenta con la
oposición de los partidos de izquierda, en la plaza de la República ha
comenzado la marcha parisiense en un ambiente festivo. "Es la mayor
movilización de los últimos años", aseguraba el líder del sindicato
CFDT, François Chérèque, mientras que su colega de la CGT, Bernard Thibault,
no dudaba en declarar que "la movilización es superior a la del pasado
24 de junio".
"Ese era nuestro
objetivo y el Gobierno no podrá obviar lo que está pasando", ha
agregado. Entre los manifestantes se han multiplicado los lemas en contra de
un Sarkozy que consideran que ha engañado al país con esta propuesta.
"Hay otras soluciones que retrasar la jubilación", ha afirmado a
Efe Helene, una militante de la CGT. Enfermera y responsable de la sección de
salud del sindicato Sud, Christine Fararik ha asegurado que "no es
posible" retrasar la edad de jubilación. "Hacemos noches, vamos a
trabajar los fines de semana... Ya a los 55 años estamos cansadas y no
podemos más. Para nosotros es inaceptable", ha comentado.
Reparto de
pensiones
François se ha convertido
hoy en un hombre–anuncio y en sus carteles podía leerse las pensiones que
cobran algunos de los más ricos empresarios franceses. "¿Acaso no sería
mejor repartirse parte de sus pensiones antes que obligar a todo el mundo a
trabajar más años?", se preguntaba este veterano sindicalista.
Bertrand, metalúrgico de
origen español, considera que el debate de la reforma de las pensiones afecta
a todo el mundo. "En España pasa lo mismo que aquí, nos quieren matar a
trabajar, ir hasta los 65 años, los 67 y luego hasta los 70. Y eso no puede
ser", ha señalado.
"Fachas
con traje"
Bajo una bandera española
estaba Christophe, un militante de FO "amante de España" que blandía
la enseña española para mostrar que el debate no afecta solo a Francia y
"para apoyar a nuestros camaradas españoles en su huelga general".
"Todos los ciudadanos españoles deben plantearse esta lucha contra esta
nueva dictadura. Ahora los fachas no son militares, visten traje y corbata y
trabajan en las agencias de calificación de riesgos", ha agregado.
Christophe ha llegado acompañado
de Carmela, una gallega a quien la huelga general le ha encontrado de visita
en París y que no ha dudado en sumarse a la marcha.
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