Madrid.– Por ahora, Europa ha
sobrevivido al rescate de Grecia. El rescate financiero de Irlanda también es
manejable. Aun cuando Portugal sea el tercer país que sucumba y pida ayuda,
es poco probable que produzca el colapso financiero de Europa.
Pero un eventual rescate de España
–con una economía que duplica las de los otros tres países combinadas–
podría exigir severamente la capacidad de los países más fuertes de Europa
de ayudar a los que son financieramente más débiles y causar graves
problemas al euro, la moneda europea común.
Aunque España, como Irlanda, ha
adoptado un plan de austeridad para procurar evitar un rescate, igualmente
podría necesitar ayuda si su sistema bancario demuestra ser más frágil de
lo que el gobierno supone, tal como ocurrió en el caso de Irlanda.
Esta perturbadora posibilidad ha
puesto nerviosas a las instituciones crediticias, y los costos de los préstamos
españoles han aumentado pese a que Madrid ha reducido el déficit y los
bancos del país sostienen que tienen suficiente fuerza para absorber los créditos
inmobiliarios incobrables.
"Europa puede afrontar el
derrumbe de Irlanda, incluso tal vez el de Portugal, pero no el de España, de
manera que la última línea de defensa española radica en saber que es
demasiado grande para derrumbarse y que representa un riesgo sistémico para
el euro", dijo Pablo Vázquez, un economista de la Fundación de Estudios
de Economía Aplicada, de Madrid.
El problema de España es
"el de las profecías que se autocumplen", dijo Jordi Gali, director
del Centro de Investigación en Economía Internacional de la Universidad
Pompeu Fabra de Barcelona. "Si los inversores esperan que España tenga
problemas para refinanciar su deuda, ahora o en algún momento España tendrá
problemas", afirmó.
"Eso sólo se agrava porque
la reticencia de los inversores a adquirir la deuda pública del país produce
un aumento de la tasa de interés que España debe pagar y, por lo tanto, el
aumento de su déficit presupuestario y de la cantidad de deuda que debe
emitir", añadió Gali.
Elena Salgado, la ministra de
Economía española, insistió anteayer en declaraciones radiales en que España
no necesitará un rescate: "Estamos en la mejor posición de resistir
estos ataques especulativos".
De hecho, algunos dicen que uno
de los puntos fuertes de España es que buena parte de su deuda estatal
–271.000 millones de dólares– son obligaciones con bancos españoles y no
con instituciones crediticias extranjeras. Si la situación financiera del
gobierno empeora, los bancos españoles tendrían más incentivos para
facilitar los términos crediticios que los extranjeros, que seguramente
adoptarían una línea más dura.
Por supuesto, se trata un poco
de una espada de doble filo: si los bancos españoles necesitan flexibilizar
los términos para ayudar al gobierno, podrían verse obligados a absorber
graves pérdidas, lo que perjudicaría su balance de capital.
Nerviosismo
La posibilidad de entrar en
semejante círculo vicioso también podría plantearse el año próximo,
cuando España debe pagar 256.000 millones de dólares a sus prestamistas, lo
que equivale a una quinta parte de su deuda total. Como consecuencia del
aumento de interés que tendría que pagar también por un nuevo préstamo,
España enfrenta un aumento del 18% en el costo de la financiación de su
deuda, según el plan presupuestario del gobierno.
El nerviosismo de los inversores
aumenta justo en el momento en que Madrid trata de enfrentar un déficit
presupuestario que el año pasado alcanzó el 11,1% del PBI.
El presidente José Luis Rodríguez
Zapatero, que inicialmente fue lento para reconocer la crisis, apenas consiguió
hacer aprobar en el Parlamento, en mayo, un paquete de austeridad que incluía
20.000 millones de dólares de recortes en los gastos. Como resultado, el déficit
del gobierno central de España disminuyó un 47% durante los primeros 10
meses de este año, según las cifras publicadas por el gobierno el martes
pasado.
Irlanda también hizo un gran
recorte de gastos, pero de todas formas necesitó un rescate. La razón
principal es que sus bancos estaban en peor estado de lo que el gobierno suponía
y Dublín no podía afrontar el costo de respaldarlos sin la ayuda de Europa.
La pregunta inminente es si los
bancos españoles están realmente tan saludables como afirman ellos mismos y
el gobierno. En julio pasado, emergieron prácticamente indemnes de las
pruebas de estrés realizadas en toda Europa, que demostraron que solamente
cinco entidades bancarias españolas podrían disponer de insuficiente
capital.
Pero desde entonces, la
credibilidad de las pruebas de estrés se ha visto cuestionada por el colapso
de los bancos irlandeses. Más aún, los bancos españoles podrían sufrir si
se empeoran los problemas financieros de Portugal, ya que España es el mayor
acreedor de Portugal: los bancos españoles registran 104.000 millones de dólares
de deuda portuguesa.
"Los bancos españoles ya
tienen grandes problemas, pero su exposición a la deuda portuguesa podría
resultar la gota que colme el vaso y lo arroje al suelo", dijo Edward
Hugh, un economista independiente que reside en Barcelona.