Frente a la crisis, Grecia e
Irlanda han adoptado programas «de reforma» bajo la tutela conjunta del FMI,
la Comisión Europea y el Banco Central Europeo (BCE). Los programas son
similares a los que se impusieron a los países del Tercer Mundo tras la
crisis de la deuda externa de 1982. Aunque la expresión no aparece como tal
en el discurso y los documentos oficiales, se trata de programas de ajuste
estructural (PAS) [1] destinados a responder al problema del endeudamiento.
Dichos programas de inspiración neoliberal cuyos efectos negativos en el Sur
se han demostrado ampliamente, ahora se «imponen» a los países del Norte
reflejando la dinámica de «tercermundización» del conjunto del planeta.
Debido a la grave situación
económica se posibilita imponer el ajuste presentándolo como la única
solución que podría permitir una salida de la crisis. Para Grecia e Irlanda,
dos de los pequeños «cerditos» de Europa (PIGS), el ajuste se lleva a cabo
con la asistencia y bajo el control del FMI, la Comisión Europea y el BCE. La
presencia del FMI en el dispositivo europeo puede justificarse por la
experiencia de la institución en materia de ajustes, en especial en los países
del Sur, pero también para hacer el papel de chivo expiatorio frente a las críticas
justificadas de los programas [2].
La lógica
del ajuste
Oficialmente se trata de
restablecer los grandes equilibrios macroeconómicos para recuperar el camino
del crecimiento y desendeudarse progresivamente. Con respecto a Grecia: «Estimado
señor Strauss–Kahn […] las políticas del Gobierno… están totalmente
orientadas hacia la viabilidad de las finanzas públicas, la protección de la
estabilidad del sistema financiero y el estímulo del crecimiento económico
potencial y de la competitividad» [3].. En realidad, para las finanzas
internacionales, se trata de imponer una reducción drástica del consumo
interno de «excedentes» liberados en el país, movilizar la parte que no se
consume y exportarla sin trabas hacia las zonas sin ley (paraísos
fiscales…). El aumento del volumen del «excedente» producido, generado por
el crecimiento, no es verdaderamente una prioridad ya que sigue siendo problemático,
incluso si se inscribe en la lógica depredadora coorganizada por el FMI. La
consecución de los objetivos requiere un ajuste neoliberal.
El ajuste
conforme al «consenso» de Washington
Los programas de ajuste se
inspiran en el Consenso de Washington, del cual podemos recordar brevemente
los diez mandamientos:
I. Disciplina presupuestaria:
el déficit presupuestario debe mantenerse modesto porque un déficit excesivo
genera inflación y fuga de capitales.
II. Reorientación del gasto
público para una mayor eficacia.
III. Reforma fiscal: ampliar
la base de la fiscalidad y moderar las tasas marginales.
IV. Liberalización
financiera.
V. Adopción de una tasa de
cambio competitiva.
VI. Liberalización del
comercio.
VII. Eliminación de barreras
a la entrada de los inversores extranjeros directos y refuerzo del atractivo
del territorio nacional.
VIII. Privatización de las
empresas públicas.
IX. Desregulación: suprimir
las barreras a la entrada de nuevas empresas en el mercado nacional y eliminar
cualquier obstáculo a la competencia.
X. Derechos de propiedad:
promover y garantizar el derecho de propiedad [4].
Obviamente el contenido de
los programas de ajuste puede sufrir ligeras adaptaciones en función de las
particularidades del contexto nacional. Por ejemplo, en el caso de Irlanda y
Grecia, a falta de la posibilidad de ajuste de la tasa de cambio, el programa
contará con la «desinflación» competitiva.
Contenido
de los programas
La lógica del ajuste implica
liberar el máximo de recursos para garantizar el servicio de la deuda. Se
invita a rebajar drásticamente el gasto público, donde el grueso está
constituido por la masa salarial de la función pública. Se reduce el
personal al mismo tiempo que los gastos de los funcionarios así como los
desembolsos vinculados a la protección social. La privatización de empresas
y de algunos servicios públicos deberá, al mismo tiempo, generar recursos
complementarios y suprimir los gastos en subvenciones. Paralelamente, la
fiscalidad se revisa al alza de forma discrecional según la estrategia de los
gobiernos que consiste en dividir para imponer. Las medidas a tomar forman
parte de los condicionamientos exigidos por los proveedores de fondos para
conceder los préstamos. La progresión hacia los objetivos es objeto de una
evaluación regular.
El
sometimiento a la tutela conjunta
El ajuste requiere un
sometimiento a la tutela conjunta (FMI, Comisión Europea, BCE…) que
engendra una pérdida de soberanía nacional. Los desembolsos trimestrales de
la ayuda financiera están «sometidos a exámenes trimestrales de los
condicionamientos mientras dura el acuerdo»I [5] (tres años renovables). «La
liberación de los tramos se basará en el respeto de criterios cuantitativos
de realización»Í [6]. En otras palabras, los tutores conjuntos vigilan la
aplicación del ajuste neoliberal impuesto y pueden sancionar cualquier
incumplimiento deteniendo los desembolsos. Sin embargo, para los ajustadores
no es cuestión de asumir su responsabilidad en caso de un eventual fracaso de
las políticas de ajuste.
Librarse
de toda responsabilidad en caso de fracaso
Por una parte nos presentan
que, sin lugar a dudas, las políticas neoliberales son las más adecuadas. A
propósito del programa de ajuste griego Dominique Strauss Kahn, director del
FMI, y Olli Rehn, Comisario europeo, declaraban conjuntamente en mayo de 2010:
«creemos que este programa es lo mejor que se puede hacer para devolver la
economía al buen camino» [7]. Oficialmente esas mismas personalidades
apoyaron «firmemente el programa económico anunciado hoy [28 de noviembre de
2010] por Irlanda. Se trata de una respuesta enérgica […que] Irlanda
necesita para dar una solución permanente de la crisis» [8]. Por otra parte,
el FMI sólo interviene a petición expresa de los gobiernos, que solicitan
asistencia financiera por medio de una «carta de intención» en la cual
exponen sus dificultades y proponen soluciones. Los gobiernos peticionarios se
apropian de las reformas [9] (ownership) ya que, oficialmente, el FMI no
impone nada. Finalmente, como hicieron en el Tercer Mundo, si no se cumplen
los objetivos los «ajustadores» siempre podrán argüir que el fracaso
incumbe a los gobiernos de los países que no han aplicado plenamente las políticas
prescritas, ya que los programas de ajuste han dado resultados positivos en «los
países que los han aplicado eficazmente», tanto en lo que concierne al «crecimiento
de la renta per cápita» como a la «reducción del porcentaje de su población
que vive en la pobreza» [10].
Pero, a
largo plazo, el ajuste neoliberal está condenado al fracaso
El primer objetivo es el
restablecimiento de la «confianza» de los mercados financieros para que los
países puedan obtener efectivamente la financiación y en condiciones
aceptables. Las agencias de calificación dictan su ley y el país en cuestión
tiene que demostrar que multiplica los esfuerzos para dotarse de los medios
para reembolsar su deuda. La reducción de la demanda originada por las políticas
de austeridad impuestas tiene necesariamente un efecto «procíclico» que
acentúa la depresión. Joseph Stiglitz denunció esta dinámica a propósito
de la intervención del FMI, en 1997–1998, durante la crisis asiática.
El segundo objetivo es el
restablecimiento de la competitividad con el fin de aumentar las exportaciones
nacionales y liberar un excedente adecuado para reforzar la capacidad de
garantizar el servicio de la deuda. Se trata, por medio de una mayor inserción
en la globalización neoliberal, de intentar posponer los efectos de las
crisis nacionales sobre el resto del mundo. Durante un breve período este
enfoque puede producir crecimiento, pero a costa de un empobrecimiento de las
poblaciones víctimas de la competencia de países que practican el dumping
(fiscal social, regulatorio, monetario…). En todos los casos el ajuste se
hace «por abajo». Pero la experiencia demuestra que los «milagros» del
ajuste neoliberal siempre son «espejismos». Por ejemplo, en África, Ghana
ilustra claramente nuestro planteamiento.
Las
lecciones de la experiencia del Tercer Mundo
Aunque la historia no se
repite, la experiencia del tratamiento de la deuda de los países del Sur tras
la crisis de 1982 puede permitirnos aclarar el futuro. Al principio nos
presentan la crisis financiera como un problema temporal de liquidez, ya que
los bancos necesitan ganar tiempo para intentar sanear sus balances reduciendo
sus compromisos, liquidando sus créditos dudosos y reforzando sus fondos
propios. Para hacerlo es imperativo mantener la ilusión de la solvencia de
los países súper endeudados, principalmente por medio de previsiones muy
optimistas sobre los resultados de las políticas de ajuste. «En este
contexto, las soluciones propuestas […podrían resumirse] en el aplazamiento
o ampliación de los vencimientos, la capitalización de los intereses (los
intereses de demora se añaden al stock de la deuda)… así como la aportación
de dinero nuevo para reembolsar ficticiamente la deuda. Esas soluciones [podrían
ser] objeto de negociaciones en el marco del ‘Club de París’ [11] y del
‘Club de Londres’ [12] …La aportación de dinero nuevo… garantizada
por el FMI y el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera debería permitir a
los bancos… socializar sus costes transfiriendo indirectamente una parte de
sus deudas a esas instituciones» [13].
Ocultando el problema de la
solvencia de los países endeudados y la necesidad de una acción sobre el
stock de la deuda, esta primera fase de gestión del endeudamiento aumentará
considerablemente el coste para los deudores, especialmente en términos de
empobrecimiento de sus poblaciones. A continuación, una vez que los bancos
comerciales salgan del atolladero, cabe pensar que se reconocerá «oficialmente
la existencia de una crisis estructural de solvencia que necesitará una
reducción del stock de la deuda» [14].
En todos los casos, «en
contrapartida del tratamiento de su deuda, los países ‘beneficiarios’»
deberán proseguir «la aplicación de los programas de ajuste estructural según
la ideología neoliberal del Consenso de Washington que supuestamente
restaurará su capacidad de reembolso » [15]
Para la
anulación de la deuda
Desde el principio de la
crisis financiera, la deuda pública ha conocido una evidente aceleración,
justificada por la necesidad de «salvar» a los bancos. Ese salvamento
beneficia, sobre todo, a una élite, pero hipoteca el futuro de las
poblaciones que deberán pagar la mala gestión de las finanzas
internacionales. En estas condiciones, a la manera del Comité para la Anulación
de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM), se puede calificar esta deuda de odiosa
[16] y exigir su anulación. Esta medida deberá ir acompañada
imperativamente de la recuperación de una forma de soberanía monetaria por
medio del retorno a los movimientos directos de los bancos centrales de los
Estados para evitar el desvío por parte de las finanzas internacionales que
retienen, indebidamente, su diezmo de paso.
Notas:
[1]
Sin embargo, a propósito de Grecia, leemos en un documento oficial: «las
necesidades de ajuste no tienen precedentes y llevarán tiempo», IMF, Greece,
Request for Stand–By Arrangement, Prepared by the European Department in
Consultation with Other Departments, Approved by Poul M. Thomsen and Martin
Muhleisen, 5 de mayo de 2010, p.1
[2]
Por ejemplo, se podrá invocar la responsabilidad del FMI por su contribución.
[3]
IMF, Greece: Letter of Intent, Memorandum of Economic and Financial Policies,
Technical Memorandum of Understanding, and Memorandum of Understanding on
Specific Economic Policy Conditionality (European Commission and European
Central Bank), 6 de agosto de 2010, p.1. http://www.scribd.com/doc/37489455/...
(traducción del autor)
[4]
Véase Bernard Conte, La Tiers–Mondalisation de la planète, PUB, Burdeos,
2009, p. 99–100.
[5]
MF, Greece: Letter of Intent… art, cit. p. 31, (traducción del autor)
[6]
dem.
[7]
IMF, «Joint Statement on Greece by EU Commissioner Olli Rehn and IMF Managing
Director Dominique Strauss–Kahn», Press Release número 10/177, 2 de mayo
de 2010. http://www.imf.org/external/np/sec/... (traducción
del autor)
[8]
IMF, «Joint Statement on Ireland by EU Commissioner Olli Rehn and IMF
Managing Director Dominique Strauss–Kahn», Press Release número 10/461, 28
de noviembre de 2010 (traducción del autor)
[9]
«En primer lugar quiero señalar que el programa es el que definen las
autoridades griegas», Transcripción de conferencia de prensa de Caroline
Atkinson, directora del Departamento de Relaciones Exteriores, Washington DC,
6 de mayo de 2010, http://www.imf.org/external/np/tr/2..., (traducción del
autor).
[10]
Banco Mundial, «El ajuste estructural y los pobres», resumen número 96,
Washington, 1995.
[11]
Véase: http://www.clubdeparis.org/
[12]
Véase http://www.banque–france.fr/archipe..., pp. 75–76.
[13]
Bernard Conte, La Tiers–Mondialisation de la planète, op. Cit.,
p. 110–111.
[14]
Ídem.
[15]
Ídem.
[16]
Odiosa porque esta deuda se contrajo para objetivos ajenos a los intereses de
la nación, a los intereses de los ciudadanos, http://www.cadtm.org/Dette–odieuse