Declaración
de la corriente internacional Socialismo o Barbarie, 23/05/11
¡Viva
el “Mayo Español”!
¡Viva
la protesta de los jóvenes y los trabajadores
“indignados”,
que se niegan a pagar la crisis capitalista!
¿Qué
rumbo hay que tomar?
Desde el 15 de
mayo, una multitudinaria protesta juvenil y popular iniciada
en Madrid se ha ido extendiendo por todo el Estado español.
Grandes
multitudes, principalmente de jóvenes desempleados o con
miserables trabajos precarios, han colmado las plazas públicas,
desafiando las amenazas de represión.
Este hecho insólito
ha tenido al mismo tiempo una extraordinaria repercusión
europea y mundial. En decenas de ciudades de Europa y otros
continentes, se han registrado acciones de apoyo y
solidaridad. Es que la protesta desatada en el Estado español
hace vibrar una cuerda común a todos los pueblos del mundo:
la pretensión de las corporaciones, los bancos y los
gobiernos a su servicio de hacerles pagar la monumental crisis
del capitalismo. ¡Una crisis de la que no tienen la más mínima
responsabilidad, pero deben hacerse cargo de los platos rotos!
Los
acontecimientos se iniciaron en Madrid a partir de la marcha
convocada por “Democracia Real, Ya!” (DRY), un colectivo
en el que participan intelectuales y activistas sociales. Esta
movilización reunió una importante columna, pero fue apenas
el prólogo de lo que vendría luego.
Por propia
iniciativa, un sector de los participantes en esa marcha
decidió quedarse a acampar en la Puerta del Sol, centro histórico
de Madrid. Allí, como lo reconocen los mismos dirigentes de
DRY, se inició un nuevo y gran movimiento que fue más
allá de su control, y que se expandió rápidamente por
todo el Estado.
Este colosal
movimiento popular no es un hecho aisladamente “hispano”.
Es parte de una situación mundial no sólo golpeada por la
crisis sino también por el ejemplo de grandes rebeliones.
En lo inmediato, lo del Estado español se inspira explícitamente
en la lucha de la Plaza Tahrir de El Cairo. También recuerda,
más lejanamente, el “Argentinazo”, la gran rebelión de
diciembre del 2001 en Argentina.
Más en general,
lo de España es sintomático de una etapa de acumulación de
experiencias significativas de la lucha de clases, donde la
juventud y sectores de la clase trabajadora salen a pelear.
Algo muy diferente a lo que sucedía muchos años atrás,
especialmente en continentes como Europa.
Muchas
y enormes razones para estar indignados
Aunque en este
movimiento participa gente de todas las edades, su vanguardia
y también su núcleo fundamental son los cientos y cientos
de miles de jóvenes desempleados o que apenas logran empleos
precarios, con contratos de pocos meses y salarios infames
de 500 ó 600 euros.
El capitalismo
español ha llevado al colmo la tendencia al desempleo
juvenil y la precarización, que imponen la patronal y los
gobiernos de la Unión Europea. ¡Éste es el principal
secreto de la rebelión de Puerta del Sol! El desempleo
juvenil llega casi al 50% y esta presión determina las más
abyectas condiciones de trabajo y salario para el resto.
Esto golpea además
sobre una nueva generación de trabajadores asalariados con
altas calificaciones de estudio y especialización. Esta
nueva generación ve hoy que está condenada a vivir mucho
peor que sus padres, y sin mayores esperanzas de escapar a
este abismo sin fondo de “descenso social” que se abre
ante sus ojos.
Pero ésta no es
la única vertiente que alimenta la justa indignación
popular. En el Estado español ha sido, de hecho,
reestablecida la esclavitud por deudas de la antigüedad. La
escandalosa estafa de las hipotecas golpea a millones de
hogares. El capitalismo español y los bancos, con luz verde
del estado, embaucaron a medio mundo en la burbuja
inmobiliaria, haciendo comprar inmuebles a precios súper–inflados.
La posterior desocupación masiva y el derrumbe de los precios
impiden ahora a muchas familias afrontar el pago de las
hipotecas y son despojadas de sus hogares. Pero resulta que,
por la ley española, esto no cancela su deuda. ¡Aunque ahora
estén en la calle, deben seguir esclavizadas de por vida,
pagando el precio absolutamente ficticio que los bancos
fijaron a su vivienda!
Por último, y
quizás lo más indignante: Mientras están en curso los
dramas sociales del desempleo, del trabajo precario con
salarios de hambre, del remate de las viviendas y la
esclavitud de por vida para pagar el saldo restante, el Estado
español se hace cargo graciosamente de las pérdidas de los
grandes capitalistas, especialmente de los delincuentes de la
banca.
Estamos ante la
más gigantesca operación de “socialización de las pérdidas”
(de los capitalistas) en toda la historia de España. ¡Decenas
de miles de millones de euros han ido a los bolsillos de los
“chorizos” de las cajas y los bancos!
Es
principalmente por ese motivo que el Estado español está al
borde del default. ¡Y el remedio propuesto desde arriba
–compartido tanto por el PSOE como por el PP– es recortar
los “improductivos” gastos sociales! ¡Basta de medicina
gratuita! ¡Impongamos los “copagos”: que se cure el que
tenga dinero para pagar y el que no, que reviente! ¡Basta de
gastar en subsidios a los desempleados! Si no consiguen
trabajo, debe ser por holgazanería: ¡que se mueran de
hambre! ¡Basta de derrochar dinero en educación!
La consecuencia
de todo esto es un enorme desprestigio de toda la “clase
política”, de los partidos y, en general, de todo el
régimen político.
Ilusiones
y realidades
Estos hechos
implican socialmente la perspectiva de descenso a los
infiernos de amplios sectores de la clase trabajadora y la
pequeña burguesía, en primer lugar, de la joven generación.
La percepción de esa realidad, es el motor que está detrás
del inmenso estallido de indignación social.
Sin embargo,
esto no significa que las cosas estén totalmente claras en la
conciencia de los millones de indignados.
Seríamos
pedantes ridículos si pretendiéramos que la enorme masa de
“indignados” se pusiera en acción con una conciencia
cristalina acerca del capitalismo y de las instituciones políticas
y sociales con que la burguesía domina (y embauca) a las
masas trabajadoras: en el caso de España, en primer lugar, la
monarquía heredada de Franco, cabeza de un Estado que se
autotitula “democrático”, seguida de los partidos del régimen
(PP, PSOE, IU, etc.), la “justicia” que en últimas
siempre falla a favor de los de arriba, los burócratas
sindicales (UGT, CCOO, etc.) encargados de domesticar al
movimiento obrero, la prensa y los medios que asumen la tarea
de mentir e idiotizar a las masas, los curas que amenazan con
el infierno a los insumisos, etc.
En este colosal
movimiento se mezclan, entonces, en la cabeza de la
gente los más diversos elementos correctos e incorrectos,
falsos y verdaderos, ilusiones y realidades.
Hay, como decíamos,
un rechazo y odio a la mal llamada “clase política”, por
la desastrosa experiencia con la única “política” que la
mayoría conoce: el PSOE, el PP, IU y los principales partidos
de las autonomías. Pero, simultáneamente, muchos, para
“castigar” a Zapatero, acaban de votar por el PP que es
igual o peor que el PSOE.
Enorme paradoja:
simultáneamente a este gran movimiento, el PP gana
abrumadoramente las elecciones para seguir aplicando,
profundizada, la misma política del PSOE al servicio de
los bancos y las corporaciones. Dicho de otra manera: ¡giro
a la izquierda en las calles y giro a la derecha en
las alturas del régimen político!
Al mismo tiempo,
para muchos de los indignados, el rechazo a la “clase política”
en general se combina con las ilusiones sobre la
“democracia”, en el sentido de “mejorar” o
“sanear” las instituciones existentes.
Lo mismo, en
relación al capitalismo. La idea de un capitalismo
“malvado” (bancos, finanzas, especulación, etc.) y otro
bueno (emprendedor, “productivo”, etc.) sigue siendo
creencia general.
Cuando
no se avanza, se puede retroceder
El vertiginoso
crecimiento de este movimiento en los días posteriores a la
marcha del 15 de mayo, lo pone dialécticamente, en un difícil
trance: si no sigue avanzando, corre el riesgo de retroceder.
En estos momentos, después de las elecciones del domingo, los
medios y la prensa burguesa –con no disimulada satisfacción–
comienzan a anunciar el “desinfle” del movimiento.
Pérfidamente,
el PSOE jugó a eso desde el primer momento: a un desgaste
“por cansancio”, que vaya debilitando el movimiento.
Ha sido una política mucho más astuta que la dura represión
exigida inicialmente por voceros del PP como doña Esperanza
Aguirre, Condesa de Murillo y Grande de España, y presidenta
de la Comunidad de Madrid.
Es obvio que es
difícil continuar indefinidamente un acampe multitudinario en
Puerta de Sol, Plaza Catalunya, y otros espacios públicos.
Sin embargo, habría que hacer todo lo posible para no perder
los lugares conquistados. Pero este no es un problema “técnico”
u “organizativo” sino político: depende de qué rumbo
tomará de ahora en más el movimiento.
En varias
ciudades, se ha propuesto como solución la de trasladarse a
los barrios para impulsar asambleas populares. Pero esta
medida en sí misma no resuelve el doble desafío de
este movimiento, el desafío de definirse y desarrollarse tanto
social como programáticamente.
Eso implica, en
primer lugar, que los jóvenes luchadores deben directamente dirigirse
a la clase obrera y trabajadora, rompiendo el cerco de los
podridos aparatos burocráticos de UGT–CCOO. La asamblea de
la Plaza de Catalunya (Barcelona) ha formado un “comité
de relación” para dirigirse a las empresas, con la
propuesta de hacer el mes próximo una gran manifestación
conjunta.
Aunque en las
movilizaciones han participado trabajadores ocupados, los núcleos
principales de la clase trabajadora con empleo no se han
movilizado... aún. En eso influyen, por un lado, el terror al
despido en medio de un desempleo pavoroso. Pero, también, por
otro lado, han sido una barrera fundamental los aparatos
burocráticos sindicales, en primer fila UGT–CCOO, dedicados
a fragmentar a los trabajadores, y mantenerlos en la pasividad
y el asilamiento corporativo, mientras el capitalismo los va
reventando tranquilamente lugar por lugar.
Sin embargo,
amplios sectores de obreros y trabajadores ocupados comparten
plenamente dos de las consignas con que fue convocado el
15–M: “La patronal nos explota. Los sindicatos nos
venden.” Si el gran movimiento nacido en Puerta del Sol se
dirige a los trabajadores ocupados, va a encontrar que muchos
de ellos –probablemente la gran mayoría– tienen la misma
opinión. La fuerza del movimiento del 15–M puede ser un
gran punto de apoyo para que los trabajadores ocupados
desborden a sus miserables burócratas. Para que pasen al
frente los sectores clasistas, independientes y combativos de
la vanguardia sindical.
¡Ir hacia la
clase obrera y trabajadora es, entonces, la primera premisa
para que el movimiento no se desvanezca en el aire, como
algo socialmente “gaseoso”!
Pero ir hacia la
clase trabajadora exige también llevar propuestas claras y
concretas de lucha, más que expresiones de deseos acerca
de “mejorar” la “democracia”.
Eso implica
discutir y formular un programa de lucha por
reivindicaciones de los trabajadores, la juventud y los
sectores populares, que comience con los problemas
fundamentales del empleo y el salario, terminar con la
estafa de las hipotecas, las subvenciones a los bandidos de la
banca, etc., etc. Y, si queremos acabar con “las mentiras de
los políticos”, que determine cómo establecer una democracia
de los trabajadores, basada en organismos obreros y
populares, cuyo esbozo hemos visto en las asambleas de los últimos
días.
El
actual régimen político monárquico–bipartidista no va más!
El “estado de
indignación” está motivado por el desastre social,
pero se concreta en la rabia generalizada hacia la “clase
política” y sus partidos.
En la confusión,
más de un 60% de los electores ha seguido votando,
aprisionados en la doble trampa del “voto castigo” (voto
por el PP para pegarle al gobierno del PSOE) o del “voto por
el mal menor” (voto al PSOE porque el PP es peor aun). Pero
esto no nos debe engañar acerca del inmenso desprestigio
tanto de la clase política como del régimen monárquico–bipartidista,
sucesor de Franco. Ha ido creciendo una pérdida de
legitimidad –especialmente en las nuevas generaciones–
que las farsas electorales bipartidistas pueden disimular cada
vez menos.
Esto ha sido un
importante tema de debates entre los “indignados”, y
aparecen todo tipo de propuestas, desde modificaciones a la
Ley Electoral hasta la institución de referéndums. Pero
creemos que la solución no es ponerle parches “democráticos”
al actual régimen, sino luchar por una demanda democrático–revolucionaria:
por una asamblea constituyente
(o Cortes Constituyentes, en la tradición política de
España) que cambie totalmente el régimen político,
desde la monarquía impuesta por la dictadura de Franco hasta
el sistema bipartidista PP–PSOE. Y que ponga también en
cuestión todas las medidas que han engordado a las bancos y
corporaciones, y llevado al desempleo y la miseria a los
trabajadores y los jóvenes.
Por supuesto,
unas Cortes Constituyentes que expresen democráticamente los
intereses y la voluntad del pueblo trabajador, no podrán ser
un mero producto de las actuales instituciones. Pero la
movilización revolucionaria de las masas trabajadoras y
juveniles podría imponerla.
¡Sí;
la lucha es política!
Finalmente, hay
que acabar con un malentendido de nefastas consecuencias.
Hay una justa indignación y rechazo entre los jóvenes
y los trabajadores con los partidos y los políticos del régimen:
PSOE, PP, IU, etc. Como para muchos son los únicos que han
conocido, eso lleva a un rechazo global a cualquier acción
y organización política.
Pero ir hacia la
clase trabajadora y luchar coordinadamente por un programa de
reinvindicaciones obreras, juveniles y populares, es una lucha
política. Y de la misma manera que no se puede ir a la
guerra sin un ejército organizado, no se puede dar esa pelea política
sin una herramienta o instrumento político,
movimiento o partido.
Es que, en última
instancia, la lucha de la juventud y los trabajadores del
Estado español podrá ganar tal o cual demanda, pero nada
cambiará en el fondo si siguen mandando los de siempre.
El punto crucial –insistimos– es si seguirán mandando el
Banco Santander, Telefónica, Repsol, BBVA e Iberdrola a través
de sus agentes políticos, el rey, el PSOE, el PP & Cía.,
o si mandarán los trabajadores y los jóvenes que comienzan a
expresarse en este movimiento.
En
perspectiva, esta alternativa de
hierro implica una lucha por el poder, que no puede
tomarse ni ejercerse sin amplios organismos democráticos de
las masas –como los que se esbozan en el Mayo Español–
pero también sin instrumentos y herramientas políticas;
es decir, partidos!! Sólo así la clase trabajadora,
los jóvenes y los sectores populares, con el poder en sus
manos, podrán satisfacer plenamente sus demandas. “¡Fuera
del poder, todo es ilusión!”
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