La UE negocia un segundo paquete
de
ajuste para Grecia
El País, 30/05/11
Reuters revela contactos entre
los altos cargos europeos para garantizar los pagos de Atenas
en 2012 y 2013. – La oposición griega exige bajar los
impuestos para apoyar los nuevos recortes.
La Unión Europea está negociando un
segundo paquete de ayuda y ajustes para Grecia con el objetivo
de evitar una reestructuración de su deuda, según han
informado a Reuters en fuentes de Bruselas. Tal y como ha
vuelto a insistir hoy el Banco Central Europeo, la opción
extrema de que Atenas deba pactar una quita con sus acreedores
tendría graves efectos para el conjunto de los llamados países
periféricos del euro, principalmente para Portugal e Irlanda,
y complicaría la salida de la crisis a otros de los Estados
incluidos en este grupo, como España, Italia o Bélgica.
Según explica Reuters, altos cargos de
la UE han mantenido contactos discretamente este fin de semana
con carácter de urgencia para cerrar un eventual segundo
paquete de ayuda a Atenas. Según los planteamientos iniciales
y aúun no cerrados, este dinero sería un préstamo
intermedio para garantizar la capacidad de Atenas de afrontar
sus compromisos de pago en 2012 y 2013 ante la imposibilidad
de volver a los mercados de financiación por su cuenta en el
plazo establecido (2012). El país necesita captar entre
60.000 a 70.000 millones de euros de nueva financiación de
aquí a finales de 2013 para no caer en impago.
El influyente Financial Times (enlace con
suscripción) también publica hoy algunos detalles sobre este
segundo plan de rescate. Según concreta citando a personas
conocedoras de las negociaciones, esta ayuda supondría un
nuevo crédito por hasta 35.000 millones en coordinación con
el FMI e incluiría la posibilidad de que los actuales
tenedores de deuda griega puedan prorrogar de forma voluntaria
los plazos de vencimiento de sus bonos.
Además, el acuerdo que se está
negociando contempla la participación de las instituciones
internacionales junto al Gobierno del país el proceso de
privatizaciones y no descarta que se puedan tomar decisiones
sobre impuestos desde el exterior. El rotativo añade que la
mitad de las necesidades de Atenas para los próximos tres años
se podría conseguir con las ventas de empresas públicas, con
las que el Gobierno quiere captar hasta 50.000 millones hasta
2015, y los acuerdos voluntarios con los acreedores. No
obstante, el FT matiza que al menos uno de los Estados e
instituciones involucradas en los contactos rechaza
frontalmente la propuesta.
Un año de rescate
Aunque ha pasado ya un año de la puesta
en marcha del primer rescate, la presión de los mercados en
contra de Grecia no cede. En este sentido, hoy la rentabilidad
exigida a los bonos a dos años del país se mantenía en el
25% en los mercados secundarios de deuda, donde se negocian
los títulos de deuda soberana una vez emitidos por los
Estados. Estos títulos tocaron el viernes el 26%, un nivel
desconocido para un miembro de la eurozona desde la puesta en
marcha de la moneda única.
El país mediterráneo recibió en mayo
de 2010 un primer rescate de la UE y el FMI por un valor total
de 110.000 millones de euros para paliar sus graves problemas
de financiación a cambio de un estricto y duro programa de
recortes de gasto y reducción del déficit. Por este motivo,
el dinero no se entregó de golpe, sino que se va librando
periódicamente a medida que el personal del Fondo y de la
Comisión Europea comprueban que el país va cumpliendo con
las medidas de ajuste.
Pendientes del dinero
Sin embargo, ante la falta de avances en
los recortes, ya que el país ha fallado en los objetivos de
reducción del déficit, se teme que el próximo tramo de
12.000 millones –en este caso del FMI– no llegue a tiempo.
Ante este panorama, el Gobierno socialista de Yorgos
Papandreu, que insiste en que será capaz de aprobar los
ajustes adicionales necesarios pese al rechazo de la oposición,
ya ha advertido de que si no recibe este dinero en junio
"tendrá que cerrar la tienda", en palabras de su
ministro de Economía, Yorgos Constantinu.
La condición que pone la oposición
griega para respaldar el nuevo programa de ajustes, un extremo
que Bruselas ve imprescindible para autorizar la entrega de
los fondos, es una bajada de impuestos. Aunque esta medida
tendría un impacto negativo a la baja en los ingresos públicos,
algo que admiten, en su opinión es imprescindible para
reactivar la economía.
Grecia tiene una deuda pública de unos
327.000 millones, la mayor parte de la cual está en manos de
bancos alemanes y franceses, pero también en los balances de
las propias entidades del país y fondos de pensiones griegos.
Este pasivo supera ampliamente el tamaño de su economía, que
equivale al 150% de su Producto Interior Bruto.
Coste para los bancos
Por su parte, la banca afronta un golpe
de hasta 41.000 euros por la quita de la deuda griega, según
publica hoy Cinco Días. El banco de inversión estadounidense
Goldman Sachs ha calculado que una depreciación de la deuda
tendría un impacto de entre 13.000 y 41.000 millones sobre la
base de capital de las entidades.
"Una reestructuración de la deuda
[de Grecia] o el abandono del euro serían como una sentencia
de muerte, abolida en la UE", advierte Lorenzo Bini
Smaghi, miembro italiano del Consejo Ejecutivo del Banco
Central Europeo (BCE), que considera que una reestructuración
de la deuda o el abandono del euro desencadenaría un efecto
contagio y perjudicaría así a los contribuyentes de otros países,
ya que, en su opinión, la opción de una reestructuración
ordenada es un "cuento de hadas".
El banquero italiano lo dice en una
entrevista concedida al diario Financial Times, donde asegura
que en el caso de producirse estos "drásticos"
eventos se producirían "efectos contagio que afectarían
a los contribuyentes de otros países", y se pregunta por
qué deberían pagar los ciudadanos de estos países por los
errores de otros.
Las dudas afectan a España
En los mercados de deuda, la persistencia
de las dudas sobre cuándo acabará la crisis han vuelto a
pasar factura a España. Por culpa de las incertidumbres sobre
Grecia, el sobreprecio exigido a los bonos españoles a 10 años
frente a los alemanes en el mercado secundario –la llamada
prima de riesgo– ha subido a 240 puntos básicos, siete más
que ayer.
En cuanto a los países ya rescatados,
tampoco había buenas noticias para ellos. La prima de Grecia
ascendía, aunque ligeramente menos con dos puntos básicos
hasta los 1.345. En el caso de Portugal, el repunte era
superior, de 17 puntos hasta los 677, un nuevo máximo desde
que hay datos de este diferencial en 1997.
En las Bolsas europeas también han
dominado los números rojos, aunque con la ausencia del faro
de Wall Street y Londres, ambas cerradas por festivo, las caídas
han sido leves. En las divisas, el euro ha vuelto a la
tendencia a la baja frente al dólar y su cambio ha
retrocedido un 0,30% hasta los 1,42 dólares.
La
oposición rechaza las nuevas medidas
de austeridad
Sin acuerdo para el ajuste
Agencia EFE, 29/05/11
Atenas (EFE).– Tras el rechazo de la
oposición griega para aceptar las nuevas medidas de
austeridad, lo que pone en riesgo el rescate financiero
internacional, el primer ministro socialista Giorgos Papandreu
anunció ayer que el plan de recortes y privatizaciones se
aplicará "con o sin consenso".
"Tomaremos las decisiones
necesarias, no importa lo que cueste, sea con la oposición o
sin ella", declaró Papandreu, luego de tres horas de
reunión a puertas cerradas con los líderes de la oposición.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) y
la Unión Europea habían demandado a los políticos griegos
que mostraran unidad para aplicar las reformas económicas que
exigieron como requisito para aportar dinero a la endeudada
economía del país.
Sin embargo, la oposición no aceptó el
plan de austeridad y acusó al primer ministro de estar
"ahogando a la economía" con las medidas de ahorro.
Grecia tiene que ahorrar en los próximos
cuatro años más de 110.000 millones de dólares, parte de
los cuales el gobierno quiere conseguirlos con la venta de
propiedades públicas. El país tiene fondos hasta mediados de
julio para hacer frente a sus compromisos y pagar salarios y
jubilaciones. Por ello, Atenas necesita con urgencia el pago
del siguiente tramo del paquete de rescate, que es de unos
17.000 millones de dólares.
Grecia reaviva el fantasma de una crisis
mundial
Temor a un default en Europa
Por Elisabetta Piqué
Corresponsal en Italia
La Nación, 29/05/11
Roma.– Una hecatombe. Un efecto dominó
terrible. Un contagio igual o peor al que ocurrió cuando, a
mediados de septiembre de 2008, Lehman Brothers quebró e hizo
temblar el sistema financiero global y desencadenó la peor
crisis económica desde los tiempos de la Gran Depresión.
Esto podría suceder, coinciden los
expertos, si el cada vez más temido fantasma del default se
hace realidad en Grecia. Ahí la disyuntiva pasa ahora por
profundizar aún más dramáticamente la política de
austeridad o retornar a la vieja dracma (la ex moneda griega),
algo que provocaría un tsunami financiero global todavía más
devastador que el que desató la caída de Lehman Brothers,
según diversos economistas.
Pese a haber recibido hace un año un
megarrescate de 110.000 millones de euros de parte de la Unión
Europea (UE) y del Fondo Monetario Internacional (FMI) a
cambio de un durísimo primer ajuste, el país del Partenón
se encuentra al borde del colapso.
"La sensación es que Grecia va
camino del default, pero la UE no puede permitir algo así",
aseguró a LA NACION el economista Carlo Altomonte, profesor
de Economía de Integración Europea en la prestigiosa
Universidad Bocconi, de Milán.
Altomonte subrayó que tanto el Banco
Central Europeo (BCE) como otros organismos financieros del
Viejo Continente tienen títulos de deuda griega.
Como muchos otros, este experto italiano
no descartó un efecto "peor o, al menos,
comparable" al de la quiebra del banco de inversión
Lehman Brothers, si Grecia cae en default.
"Si Grecia colapsa, nadie sabe dónde
terminaremos", admitió el experto.
En la central plaza Syntagma de Atenas,
frente a la sede del Parlamento, miles de manifestantes
–entre ellos, muchos "indignados" griegos que
tomaron como modelo el movimiento español– protestan desde
hace días contra un segundo e inevitable plan de austeridad
anunciado el lunes pasado por el gobierno socialista de
Georges Papandreou, después del virtual fracaso del primero.
Entre la espada y la pared, presionado
como nunca por la denominada "troika" –compuesta
por la Comisión de la UE, el BCE y el FMI–, Papandreou dejó
en claro que los griegos, que sufren su peor recesión desde
la Segunda Guerra Mundial y una tasa de desempleo del 16% (que
podría saltar al 25% a fin de año), deberán ajustarse el
cinturón aún más, con más despidos de funcionarios públicos,
subidas de impuestos y nuevos recortes a las pensiones.
Aunque el premier griego no dio detalles
de las nuevas medidas con las que el gobierno tratará de
reducir el déficit en 6500 millones de euros y conseguir que
a fin de año baje al 7,5% del PBI (frente al 10,5% con que
cerró 2010), se da por hecho que subirá el impuesto de
circulación, las tasas sobre el gas y sobre las bebidas, y
otros gravámenes.
La oposición conservadora anunció esta
semana que no aprueba esta vez el recorte. Ese consenso era más
que necesario porque ahora, sin acuerdo entre los partidos
griegos, la UE y el FMI pueden retener la próxima cuota del
rescate.
A pesar de que es rechazado por extremo
por la oposición, este ajuste no será suficiente. El Estado
deberá todavía vender todo lo vendible.
En un plan de privatizaciones de lo más
impopular, que debería hacerle recaudar 50.000 millones de
euros antes de 2015 para cubrir la brecha fiscal, el Estado
griego se desprenderá de la telefónica, el correo, dos
puertos, empresas de agua y hasta una compañía que maneja
las carreras de caballos. Todo, menos la Acrópolis y las
islas, satirizó la prensa sensacionalista alemana.
En medio de una alta conflictividad
social –protestas, una convocatoria a una huelga general el
próximo 21 de junio– y el rechazo de parte de la oposición,
sindicatos e "indignados", evidentemente el plan de
ajuste de hace un año no ha dado los resultados esperados.
El objetivo, ahora, es convencer a la
"troika" de que Grecia esta vez hará realmente sus
deberes, por más impopulares que sean. Y que podrá pagar su
deuda, que se espera que llegue a 537.000 millones de dólares
el año que viene, un 157,7% del PBI. Grecia espera recibir, a
cambio, el nuevo salvavidas: plata fresca para hacerle frente
a los vencimientos de la deuda, en la quinta entrega del préstamo
ya aprobado hace un año, una suma de 17.000 millones de dólares.
"Si no recibimos el dinero el 26 de
junio nos veremos obligados a cerrar la tienda y declarar la
imposibilidad de pagar nuestras obligaciones", admitió
hace unos días el ministro de Finanzas, Georgios
Papaconstantinou.
Pero la verdad es que los expertos
consideran que, pese a todo este sangre, sudor y lágrimas, y
a la ayuda internacional, Grecia no podrá hacerle frente a
sus deudas. Y la palabra "reestructuración" suena más
fuerte que nunca. El premio Nobel de Economía Paul Krugman
dijo que "hay un 50% de posibilidades" de que Grecia
pueda salirse del euro.
Fiel reflejo de la tragedia griega que se
consuma, a principios de esta semana una funcionaria de ese país,
la comisaria europea para la pesca, Maria Damanaki, puso negro
sobre blanco los escenarios posibles. "O encontramos un
acuerdo con los acreedores para que nuestro programa de duros
sacrificios tenga resultados, o volvemos a la dracma",
dijo. "La mayor conquista de Grecia de la posguerra, el
euro, y la presencia de nuestro país en el mercado europeo
están en peligro", advirtió la funcionaria.
Riesgo de contagio
Si bien para Altomonte, de la Universidad
Bocconi, una bancarrota de Grecia no repercutiría
directamente sobre el sistema bancario italiano –porque no
tiene mucha deuda de ese país– existe, de todos modos, un
riesgo de contagio. "Si Grecia cae en bancarrota, puede
caer en bancarrota Portugal y puede aumentar la tasa de interés
sobre la deuda italiana, algo que requeriría un ajuste de las
finanzas públicas más pesado, lo que significa más recortes
o más impuestos y menos crecimiento", pronosticó.
Altomonte está entre quienes sostienen
que no hay que abandonar a Grecia y que hay que otorgarle
ayuda financiera, por lo menos hasta el año próximo. Para él,
si se llegó a esta situación al borde de la cornisa es
porque el plan de austeridad puesto a punto el año pasado fue
demasiado ambicioso. Y, también, porque Grecia no ha hecho
bien su tarea.
"Grecia no respetó sus compromisos,
ni en cuanto al tema privatizaciones ni en cuanto al aumento
de los ingresos fiscales a través de una reducción de la
evasión", sostuvo Altomonte.
¿No hay que culpar también a la
eurozona? "La culpa original del área euro es haber
tenido una política monetaria centralizada por el BCE y que
la política fiscal hubiera quedado descentralizada, manejada
por los Estados miembros, sin mecanismos de coordinación o de
apertura de líneas de crédito", opinó el especialista
italiano.
"La gran paradoja es que la crisis,
que ha logrado poner en marcha ciertos mecanismos, ha hecho
mejor a la eurozona, si es que logra sobrevivir", agregó.
Altomonte, sin embargo, está convencido
de que la eurozona tiene el 98% de posibilidades de
sobrevivir. "El problema es político, lo cual me asusta.
Porque desde el punto de vista económico, no hay problemas de
liquidez: la ayuda a Grecia, en verdad, son migajas: se trata
de un pequeño porcentaje del PBI europeo... No hay problemas
de liquidez, sino de voluntad política."
Por qué Grecia
debería abandonar el
euro
Por
Mark Weisbrot (*)
The
New York Times / Center for Economic
and Policy Research
(CEPR), 10/05/11
A veces hay desorden en los mercados
porque un gobierno amenaza hacer lo que es mejor para sus
ciudadanos. Esto parece haber sido el caso en Europa la semana pasada
cuando la revista alemana Der Spiegel informó que el gobierno
griego amenazaba con dejar de usar el euro.
El euro sufrió su peor caída de dos días desde
diciembre 2008.
Funcionarios griegos y de la Unión
Europea desmintieron el informe, pero Grecia debería haber
amenazado con abandonar el euro hace mucho tiempo, y debería
estar preparada para hacerlo. Aunque la medida podría costarle mucho a Grecia a corto
plazo, es poco probable que cueste más que los varios años
de recesión, paralización y alto desempleo que las
autoridades europeas le están ofreciendo.
Deberíamos recordar la experiencia de
Argentina a fines del 2001.
Durante más de tres años y medios Argentina sufrió
una de las recesiones más profundas del siglo veinte.
El peso argentino estaba atado al dólar, lo que se
parece mucho al uso del euro como su moneda nacional, por
parte de Grecia. Los
argentinos aceptaron prestamos del Fondo Monetario
Internacional, y cortaron el gasto público mientras estallaba
la pobreza y el desempleo.
Todo esto resultó inútil al profundizarse la recesión.
Después Argentina dejó de pagar su
deuda externa y abandonó la convertibilidad con el dólar. La
mayoría de economistas y la prensa financiera predijeron que
seguirían años de desastre. Pero la economía sólo se contrajo por un trimestre más
después de la devaluación y el incumplimiento de pagos;
después creció 63 por ciento durante los próximos seis años.
Más de 11 millones de personas, en un país de 39
millones, fueron sacados de la pobreza.
Dentro de tres años Argentina volvió a
alcanzar su nivel de producción de anterior a la recesión, a
pesar de haber perdido más que el doble de su producto
interno bruto de lo que ha perdido Grecia durante su recesión
actual. En
comparación, en Grecia, aun si todo va bien, el FMI proyecta
que la economía tardará ocho años en alcanzar su nivel del
PIB precrisis. Pero
esto es seguramente demasiado optimista – el FMI ha bajado
sus pronósticos de corto plazo para Grecia repetidamente
desde que comenzó la crisis.
La principal razón detrás de la rápida
recuperación en Argentina fue que finalmente fue liberada de
políticas fiscales y monetarias que impedían el crecimiento.
Lo mismo sería verdad para Grecia si abandonara el
euro. Grecia también recibiría un impulso a través del efecto de
la devaluación sobre la balanza comercial (igual que
Argentina durante los primeros seis meses de su recuperación)
ya que sus exportaciones serían más competitivas, y las
importaciones estarían más caras.
Reportajes de la prensa también han
advertido que si Grecia se desata de la zona del euro, su
deuda aumentará como resultado de la devaluación. Pero la
realidad es que Grecia no pagaría esa deuda, tal como
Argentina no pagó dos tercios de su deuda externa después de
su devaluación e incumplimiento de pagos.
Portugal acaba de concluir un acuerdo con
el FMI que prevé dos años más de recesión. Ningún
gobierno debe aceptar ese tipo de castigo. Un líder
responsable señalaría a las autoridades europeas que tienen
el dinero para apoyar a Grecia con políticas anticíclicas
(como el estímulo fiscal) pero están eligiendo no hacerlo.
Desde el punto de vista de los acreedores
– el cual las autoridades de la Unión Europea evidentemente
han adoptado – el país que acumula un exceso de deuda debe
ser castigado para no alentar la “mala conducta.” Pero
castigar a un país entero por los errores de algunos de sus líderes,
aunque quizás satisfaga moralmente a algunos, no es una base
sólida para una política correcta.
También existe la idea de que Grecia –
al igual que Irlanda, España, y Portugal – puede
recuperarse a través de la “devaluación interna.” Eso
implica un aumento en el desempleo, tanto que los sueldos
terminan cayendo lo suficiente como para que el país sea más
competitivo a nivel internacional. Pero el costo social de esa
política es extremadamente alto y casi nunca funciona. El
desempleo ha duplicado en Grecia (hasta 14,7%), subió más
que el doble en España (hasta 20,7%), y más que el triple en
Irlanda (hasta 14,7%). Pero la recuperación es escurridiza
todavía.
Podemos estar
seguros de que las autoridades europeasle ofrecerían a Grecia un mejor acuerdo bajo la amenaza creíble
de que se desprendiera de la zona del euro. De hecho, hay señales
de que tal vez ya hayan actuado en respuesta a la amenaza de
la semana pasada.
Pero al final de todo, Grecia no puede
aceptar un acuerdo que no le permite crecer y salirse de la
recesión. Préstamos que se condicionan a las llamadas políticas
“procíclicas” – recortar el presupuesto y aumentar los
impuestos ante una recesión – se deben quitar de la mesa de
negociación. El intento de contraerse para salir de la recesión
en Grecia ha fracasado. Si eso es todo que las autoridades
europeas tienen para ofrecer, entonces ya es hora de que
Grecia, y tal vez otros, se despidan del euro.
(*) Mark Weisbrot es codirector
del Center for Economic and Policy Research (CEPR), en
Washington, D.C. Obtuvo un doctorado en economía por la
Universidad de Michigan. Es también presidente de la
organización Just Foreign Policy.
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