La
manifestación de Barcelona
La
ciudad más rebelde, el domingo más hermoso
Por
Salvador López Arnal
Rebelión, 20/06/11
"Si se
lucha se puede perder; si no se lucha estás perdido”. No
creo que haya muchos otros lemas que recojan mejor la esencia
de la manifestación de esta tarde en Barcelona. Podemos
perder pero el combate ha levantado su vuelo. Y de qué modo.
La batalla no se sabe ni se siente perdida. ¡No han sido
muchas las manifestaciones en la ciudad de Salvat Papasseit y
Gregorio López Raimundo en las que las gentes se mostrasen,
nos mostrásemos, más libres, con menos ataduras, más
dispuestas a seguir adelante, a resistir y a combatir! Saben,
sabemos, que se puede y están dispuestos a ello. Por si nos
faltara algún apoyo, por si algún hilo no había sido
zurcido, Concha Pérez, una mujer libertaria de más de 90 años,
una de las cenetistas que combatieron en el frente estaba esta
tarde con nosotros. En su silla de ruedas, mostrando su
indignación, con los sentimientos a flor de piel. Mejor
imposible.
No puedo
conjeturar una cifra de asistentes. La horquilla de los cálculos
traza un arco que va de los 75.000 manifestantes hasta más de
un cuarto de millón No vale la pena detenerse en esta guerra
de números. Ha sido, nadie dirá lo contrario, una de las
manifestaciones más importantes de la historia de la ciudad y
de Catalunya. Era muy fácil recordar las manifestaciones
contra la guerra de Iraq o contra la permanencia de España en
la Alianza Militar Atlántica. Mucha, mucha gente, que desde
los barrios en algunos casos, desde el centro de la ciudad,
desde poblaciones cercanas o no tan cercanas, no se ha
limitado a pasear desde Plaza de Catalunya hasta Plà de Palau,
cerca del parque de la Ciutadella que hoy de nuevo estaba
cerrado y custodiado por los Mossos, sino que ha manifestado
su indignación, su rabia incontrolada, sus múltiples y
documentadas razones, su compromiso de seguir adelante. Nunca
más, nada va a ser como hasta ahora. No saben cómo parar
esta ola de indignación, no van a poder parar esta marea
humana ciudadana que ha declarado su rebeldía. Una rebeldía
con causa. ¡Qué lo intenten si se atreven! Y no sólo en
Barcelona, sino también en Lleida, en Tarragona y en otras
ciudades catalanas.
Desde la 5 de la
tarde, desde el inicio de la manifestación, que ha durado
hasta las 9 de la noche, los lemas anticapitalistas se han
dejado oír con claridad y fuerza. Nadie quiere que le traten
como una mercancía. No estamos dispuestos a formar parte del
"precariado" maltratado en el que quieren convertir
a todas las clases trabajadoras. El trabajo no puede ser una
condena en instituciones antidemocráticas y militarizadas
como son fábricas y empresas. El paro no puede ser el estado
natural de centenares de miles de jóvenes y de personas no
tan jóvenes durante años. La clase política no puede seguir
al servicio de los designios del capital y sus múltiples tentáculos,
ni nadar como pez en el agua en la corrupción y en los
privilegios inadmisibles. Los banqueros no pueden seguir
aspirando a acumular beneficios y más beneficios en una
carrera alocada hacia el fraude fiscal, la barbarie y el todo
vale.
Los indignados,
por otra parte, lo han gritado insistentemente, no se sienten
representados por ninguna fuerza política. Ellos se
representan a sí mismos… y a la perfección. Le llaman
democracia y no lo es. Y no lo es porque el poder no es del
pueblo, sino de un puñado de privilegiados que quieren obrar
a su antojo.
Pocas pancartas.
La mayoría elaboradas por los propios manifestantes, no por
organizaciones políticas. Banderas tricolores, muy pocas
catalanas, han ondeado en la manifestación. Lo mismo que
numerosas imágenes del Che, el único referente político
que, si no ando errado, ha estado hoy presente.
La lectura final
del comunicado consensuado ha señalado nuevas citas, próximos
encuentros, y una marcha de unos 30 días que partiendo de
Barcelona este próximo 25 de junio para llegar a Vallirana
ese mismo día pretende desembocar en Madrid a finales de
julio.
Nada
ni nadie les va a parar; nada ni nadie nos debe parar
Uno de los
gritos más coreados en la manifestación pedía, exigía más
bien, la dimisión del conseller de Interior. Hay miles de
motivos para ello. Todos justos y sensatos. Pero… que no nos
escuchen. La clase política catalana, que ciertamente actúa
y se comporta como tal, en absoluto representa a la ciudadanía
indignada en pie de justicia y de igualdad. Pero Felip Puig sí
que representa a la perfección este “gobierno de los
mejores” (¡qué risa doña Rosita!) que hace agua por los
cuatro lados y que ha defendido y defiende sin pudor los
intereses de las insaciables capas privilegiadas catalanas y
del nacional–catolicismo catalán. Con la contrarreforma
fiscal, con las nucleares, con los conciertos educativos, con
la ley ómnibus. Para ellos es tan natural como la vida misma.
Su vida.
PS. Un
corolario sustantivo de lo sucedido esta tarde. “Barcelona,
la millor botiga del món” ha sido uno de los lemas –no
digo que sea el único– más infames que ha generado la vida
municipal barcelonesa en estos últimos años. No han sido la
derecha nacionalista o sus fieles aliados españolistas
quienes lo han generado. Se han limitado a aplaudir
encantados. Después de la manifestación ciudadana de esta
tarde, el lema, si les queda algo de dignidad, conjetura que
no está asegurada, ha sido arrojado definitivamente, al baúl
de los trastos inútiles, de las insoportables agresiones a
una cultura de izquierdas que jamás habría debido abonar un
insulto de estas dimensiones.
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