La
estrategia de salida del euro,
crucial para los griegos
Por
Costas Lapavitsas (*)
The Guardian, 21/06/11
Sin Permiso, 26/06/11
Traducción de Lucas Antón
El impago y la
salida de Grecia [del euro] han constituido en todo momento la
salida más probable de la crisis de la eurozona. Lo cierto es
que la unión económica y monetaria ha fracasado, en
particular porque ha creado una brecha insostenible entre el
centro y la periferia. Es probable que para los países periféricos
formar parte de la UME (unión monetaria europea) sea fuente
de estancamiento y desigualdad de rentas. Ya ha supuesto para
Grecia un fracaso de proporciones históricas.
El problema al
que se enfrentaba el país en 2009–10 tenía mucho en común
con el resto de la periferia, una enorme deuda pública y
privada, baja competitividad, ingentes déficits por cuenta
corriente y un déficit y una deuda públicas que se estaban
disparando rápidamente. La respuesta de la UE fue obtusa. Se
adelantó a Grecia el llamado rescate, pero a tasas del 3% y
el 4% por encima de las pagadas por Alemania. Se impuso una
severa austeridad, recortando la renta nacional en 4,5% en
2010 y probablemente en un 4% este año.
Hasta un alumno
de primero podría llegar a entender que lo último que
necesita alguien en bancarrota son más préstamos punitivos y
un recorte de los ingresos; inevitablemente el plan de
estabilización ha sido un desastre, fracasando en todos sus
objetivos originarios. Las cifras son impresionantes. Con las
actuales medidas políticas, la "troika" UE/FMI/BCE
(Banco Central Europeo) espera que la deuda soberana aumente
hasta el 200% del PIB en 2015, desde un 150% aproximadamente
en la actualidad. El servicio de la deuda costará un 12% del
PIB – enormemente más que el gasto en salud y educación
– mientras que el déficit del gobierno estará en un 15%
del PIB. El país quedará incuestionablemente en bancarrota.
Plenamente conscientes de esto, los mercados financieros se
están negando adelantar un céntimo más en nuevos préstamos
privados. Y dado que la troika había planificado que Grecia
retornase a los mercados en 2011 a lomos del esperado éxito
del plan de estabilización, la crisis ha llegado al
paroxismo.
La respuesta de
la troika revela el fracaso sistémico registrado en el corazón
de la eurozona. Grecia recibirá otro ingente préstamo, pero
debe imponer una mayor austeridad que incluya recortes
salariales y de pensiones, acaso la pérdida de 150.000
empleos en la administración, más impuestos y una
privatización radical. ¿Y qué es probable que ocurra si el
país acepta esto? Según los cálculos de la troika, en 2015
la deuda soberana constituirá el 160% del PIB, el servicio de
la deuda costará el 10% del PIB y el déficit supondrá el 8%
del PIB. En resumen, Grecia seguirá estando en bancarrota.
¿Qué sentido
tiene entonces este nuevo rescate? La respuesta es que se
trata de rescatar a los tenedores de bonos y comprar tiempo
para los bancos. Jean–Claude Trichet, el presidente del BCE
– un burócrata no elegido – le ha impuesto su voluntad a
Angela Merkel, la política más poderosa de Europa. En 2015,
Grecia se encontrará en bancarrota, pero su deuda estará
abrumadoramente en manos de entidades crediticias públicas:
la UE, el BCE y el FMI. Cuando se produzca el impago, los
bancos ya estarán fuera de ello y la carga recaerá en los
contribuyentes europeos. Mientras tanto, Grecia habrá pasado
bajo el rodillo de la austeridad y presentará un desempleo
oficial de en torno al 15%. Y cuando la UE cancele la deuda
griega, como debe, le impondrá desmesuradas exigencias, entre
las que tal vez se cuente una abierta presión para que
abandone la eurozona.
Por desgracia
para la troika, esta vez el pueblo griego ha entendido la
maldad de lo que se propone. Se siente profundamente furioso
con sus políticos y por ser objeto de calumnias. Al fin y al
cabo, los griegos trabajan más horas que la mayoría de la
gente de la UE y en tanto que asalariados, no pueden evitar
los impuestos. Parece que se ha cruzado el Rubicón, pues el
país está sopesando abiertamente la opción del impago y la
salida.
En caso de que
esto sucediera, sería un golpe de envergadura para la economía.
Pero los griegos están preparados para habérselas con una
situación apurada si ven una senda que lleve a la recuperación,
algo que les niega la política de la UE. Una fuerza política
que prometiera ejecutar el impago y la salida de forma democrática
y soberana poniendo a la gente por delante de los bancos
arrasaría con lo que se le pusiera por delante. Por lo que
respecta a la UE, tendría que lidiar con la situación
posterior en lo tocante a los bancos y la UME, con la
esperanza de encontrar a alguien que no sea Trichet para que
sirva de guía.
(*)
Costas Lapavitsas es profesor de Economía en la School of
Oriental and African Studies (SOAS) de la Universidad de
Londres, y el principal de los especialistas que, a modo de
narradores, aparecen en el reciente documental griego “Debtocracy”.
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