Durante años se nos ha contado que el
terror viene del Este...
Reflexiones políticas sobre la tragedia
noruega
Por Aslak Sira Myhre (*)
The Guardian, 24/07/11
Sin Permiso, 24/07/11
Traducción de Mínima Estrella
Como cualquier otro ciudadano de Oslo,
vagué por las calles y los edificios atacados. He visitado
incluso la isla en la que fueron masacrados los jóvenes
activistas políticos. Comparto el sentimiento de miedo y de
dolor de mi país. Pero la cuestión sigue siendo por qué:
esa violencia no fue ciega.
El terror en Noruega no ha venido de
extremistas islámicos. Tampoco de la extrema izquierda,
aunque ambos han sido acusados una y otra vez de constituir
una amenaza interna para "nuestro modo de vida".
Hasta ahora, incluyendo las terribles horas de la tarde del 22
de julio, el poco terrorismo que ha conocido mi país ha
venido siempre de la extrema
derecha.
Durante décadas, la violencia política
en este país ha sido privilegio prácticamente exclusivo de
los neonazis y otros grupos racistas. En los 70 atentaron con
explosivos contra librerías de izquierda y contra una
manifestación del Primero de Mayo. En los 80, dos neonazis
fueron ejecutados bajo sospecha de haber traicionado a su grupúsculo.
En las dos últimas décadas, dos jóvenes noruegos
no–blancos murieron a causa de ataques racistas. Ningún
grupo extranjero ha matado o herido a personas en territorio
noruego, excepción hecha del servicio secreto de Israel, el
Mossad, que asesinó por error a un inocente en Lillehammer en
1973.
Sin embargo, y a pesar de esos elocuentes
antecedentes, cuando ahora nos golpeó este devastador
terrorismo, las sospechas recayeron inmediatamente en el mundo
islámico. Eran los jihadistas. Tenían que ser ellos.
Se denunció sin tardanza un ataque a
Noruega, a nuestro modo de vida. Tan pronto se conoció la
noticia, muchachas vestidas con hijabs y de apariencia árabe
fueron acosadas por las calles de Oslo.
Natural. Durante al menos 10 años se nos
ha contado que el terror viene del Este. Que un árabe es, por
serlo, sospechoso; que todos los musulmanes están marcados.
Regularmente, vemos cómo la seguridad aeroportuaria examina a
gente de color en cuartos aparte; hay infinitos debates sobre
los límites de "nuestra" tolerancia. En la medida
en que el mundo islámico se ha convertido en "el
Otro", hemos empezado a pensar que lo que les distingue a
"ellos" de "nosotros" es la capacidad para
matar civiles a sangre fría.
Hay, huelga decirlo, otra razón para que
todo el mundo esté pendiente de al–Qaeda. Noruega ha sido
parte en la Guerra de Afganistán durante 10 años, durante
algún tiempo intervinimos también en la Guerra de Irak y
ahora tiramos bombas sobre Trípoli. Cuando participas durante
tanto tiempo en guerras foráneas, puede llegar un momento en
que la guerra te visite a domicilio.
Mas, aun cuando todos sabíamos eso,
apenas se mencionó la guerra cuando sufrimos el ataque
terrorista. Nuestra primera respuesta arraigaba en la
irracionalidad: tenían que ser "ellos". Yo temía
que la guerra que librábamos en el exterior pudiera llegar a
Noruega. ¿Y entonces, qué? ¿Qué pasaría con nuestra
sociedad? ¿Con nuestra tolerancia, con nuestro debate público,
y sobre todo, con nuestros inmigrantes y sus hijos nacidos en
Noruega?
Pero no fue así. Una vez más, el corazón
de las tinieblas anida en lo más hondo de nosotros mismos. El
terrorista era un varón blanco nórdico. No un musulmán,
sino un islamófobo.
Tan pronto quedó eso claro, la carnicería
comenzó a ser discutida como obra de un loco; dejó de verse
como un ataque a nuestra sociedad. Cambió la retórica; los
titulares de los periódicos desplazaron el foco. Nadie habla
ya de guerra. Se habla de un "terrorista", en
singular, no en plural: un individuo particular, no un
indefinido grupo fácilmente generalizable para incluir a
simpatizantes o a cualquiera que caiga bajo una fantasía
arbitraria. El terrible acto es ahora oficialmente una
tragedia nacional. La cuestión es: ¿habría ocurrido igual
de ser el autor un loco, pero de origen islámico?
Yo también estoy convencido de que el
asesino está loco. Para cazar y ejecutar a adolescentes en
una isla durante una hora, tienes que haber perdido la
chaveta. Pero, lo mismo que en el caso del 11 de septiembre de
2001 o en el caso de las bombas en el metro de Londres, se
trata de locura con causa, una causa que es tanto clínica
como política.
Cualquiera que haya echado un vistazo a
las páginas Web de los grupos racistas, o seguido los debates
online de los periódicos noruegos, se habrá percatado de la
furia con que se difunde la islamofobia; del odio venenoso con
que escritores anónimos escupen contra los
"pijoprogres" antirracistas y contra toda la
izquierda política. El terrorista del 22 de julio participaba
en esos debates. Ha sido un miembro activo de uno de los
grandes partidos políticos noruegos, el partido populista de
derecha Partido de Progreso noruego. Lo abandonó en 2006 y
buscó su ideología en la comunidad de grupos antiislamistas
de Internet.
Cuando el mundo creía que esto era obra
del terrorismo islamista internacional, todos los hombres de
Estado, desde Obama hasta Cameron, dijeron que estaban al lado
de Noruega en nuestra lucha contra el terrorismo. Y ahora, ¿en
qué consiste la lucha? Todos los dirigentes occidentales
tienen el mismo problema dentro de sus fronteras. ¿Librarán
una guerra contra el creciente extremismo de derecha, contra
la islamofobia y el racismo?
Unas horas después de estallar la bomba,
el primer ministro noruego, Jens Stoltenberg, dijo que nuestra
respuesta al ataque debería de ser más democracia y más
apertura. Si se compara con la respuesta de Bush a los ataques
del 11 de septiembre, hay razones para sentirse orgullosos.
Pero tras la más terrible experiencia que haya conocido
Noruega desde el final de la II Guerra Mundial, a mí me
gustaría ir más lejos. Es necesario tomar pie en este trágico
incidente para lanzar una ofensiva contra la intolerancia, el
racismo y el odio, crecientes no sólo en Noruega, no sólo en
Escandinavia, sino en toda Europa.
(*) Aslak Sira Myhre es un escritor
noruego, director de la Casa de Literatura en Oslo y
exdirigente de la Alianza Electoral Roja noruega.
Un
eurodiputado de Berlusconi apoyó al
atacante
Dice que Breivik tiene “ideas justas y
en algunos casos óptimas”
Por Julio Algañaraz
Corresponsal en Roma
Clarín, 27/07/11
El primer defensor público en el mundo
de del bárbaro asesino de Noruega Anders Behring Breivik, es
Mario Borghezio, el eurodiputado del área del gobierno
Berlusconi que pertenece a la Liga Norte de Umberto Bossi, con
cuatro ministros en el gabinete italiano.
Ayer Borghezio, legendario ultra que
nunca fue sancionado por su partido, dijo por radio que
compartía los delirios difundidos a través de Internet como
“Comandante Templario de Occidente” por Breivik antes de
consumar la masacre de Oslo. Ahora lo quieren echar del
Parlamento Europeo y la Liga Norte pidió disculpas a Noruega
por “los disparates” de Borghezio.
El eurodiputado, ya condenado varias
veces por haber incendiado lugares donde se refugiaban pobres
inmigrantes ilegales, o por haber fumigado los asientos de los
trenes donde se sentaban islámicos, negros o asiáticos,
reconoció que Breivik era un “desequilibrado” y condenó
su violencia, pero agregó que “seguramente fue
instrumentado” por los que quieren las sociedades abiertas
en Europa y favorecen la invasión de bárbaros e infieles.
Breivik lucha “contra el proyecto de
Califato de Europa” que quieren los musulmanes, aseguró el
europarlamentario italiano. Los cristianos “no deben ser
bestias para el sacrificio, debemos defenderlos”, aunque al
noruego masacrador se le fue la mano “con su modalidad
desequilibrada”.
Borghezio hizo cuentas y dijo que las
ideas de Breivik armonizan “en un cien por ciento con muchas
de las posiciones de los movimientos que ahora vencen en las
elecciones cada vez que se vota en Europa”.
Calculó que “en Europa hay una fuerte
respuesta cristiana, incluso en términos de cruzada contra el
avance islámico, terrorista y fundamentalista”. Cien
millones de europeos ya forman el ejército de la resistencia
cristiana, contra la tendencia predominante en Europa “de
rendirse antes de combatir”.
Una realidad
que han pretendido ocultar:
la presencia en Europa y EEUU
de las ideologías de extrema
derecha
Tras los atentados de Noruega
Por Txente Rekondo (*)
Gara, 27/07/11
La matanza cometida en Noruega por
Anders Breivik ha traído a primera plana una realidad que
algunos siempre han pretendido ocultar, la presencia en Europa
y en otras partes del mal llamado “primer mundo” de una
ideología de extrema derecha que no duda, como ya lo ha hecho
en el pasado, en emplear métodos violentos para imponer sus
posturas.
Las reacciones inmediatamente después de
los atentados por parte de buena parte de la prensa de
“status quo” de esos estados debería hacer sonrojar a más
de uno, y sobre todo cuando conscientes de la metedura de pata
al señalar a organizaciones jihadistas como autoras de la
carnicería, han sido incapaces de rectificar.
Durante mucho tiempo los países nórdicos
han venido gozando de una reputación ligada al consenso, el
diálogo y la tolerancia, por ello el aumento institucional de
los últimos años de formaciones populistas y extremistas de
derecha ha sorprendido a más de uno. Así, los partidos con
una agenda reaccionaria, anti–inmigración e islamofóbica
han logrado condicionar en cierta medida la política en esos
estados.
El Partido del Progreso en Noruega ha
logrado situarse en segundo lugar tras los excelentes
resultados obtenidos en las dos últimas citas electorales, el
Partido del Pueblo danés ha condicionado la formación del
nuevo gobierno y ha logrado que éste recoja buena parte de su
programa. En Finlandia y Suecia, el populismo de derecha no ha
tenido el mismo impacto, pero el apoyo al Verdaderos
Finlandeses y a los Demócratas de Suecia ha crecido en los últimos
años, y ambos podrían estar a las puertas de un nuevo vuelco
político en esos países.
Varios factores han contribuido a este
auge populista de extrema derecha en los países nórdicos, y
en buena medida también en otras partes de Europa. Por un
lado se señala el aumento de las solicitudes de asilo durante
los años noventa; por otro lado se habla del vacío y la
crisis de los partidos políticos tradicionales, algo que ha
impulsado el crecimiento de otras formaciones populistas de
derecha; otra clave sería la “transformación” de esas
fuerzas de extrema derecha en los últimos años, conjugando
su ideología con la llamada “cara amable” de sus
dirigentes, que son aceptados como “parte del sistema” por
las demás fuerzas políticas; y por último, no hay que desdeñar
la llamada crisis económico y financiera mundial.
Los llamados “lobos solitarios” ni
están tan solos ni tan aislados. Ese término está siendo
cada vez más utilizado por algunos medios de comunicación,
que acaban dotándolo de una cierta mitología muy bien
aprovechada por los movimientos de extrema derecha. Así,
muchas veces se caracteriza a esos “solitarios” como
individuos aislados, sin conexiones ideológicas o materiales
con las corrientes más reaccionarias de la extrema derecha.
Y es ahí donde topamos un evidente
error. Los llamados lobos solitarios son personas que actúan
individualmente, pero que al mismo tiempo se alimentan de la
cultura de la extrema derecha y pretenden con sus acciones
expandir la misma y atraer a nuevos miembros. En otras
ocasiones, cuentan además con el apoyo material de parte de
esas comunidades extremistas y reaccionarias.
Como señalaba recientemente un estudio,
“cualquier acto de violencia de la extrema derecha cometido
por un solo individuo es un producto extremo de la cultura
activista de esa corriente ideológica”. Además, la extensa
narrativa (novelas como Hunter, o los Diarios de Turner)
idealiza la visión que esos individuos tienen hacia sus
objetivos. La llamada “revolución sin líderes, sustentada
en un ensayo de Louis Beam en 1983, también se une a esa
literatura de “cabecera” supremacista blanca, y que también
sirve para estructurar una ideología común.
Por ello, los intentos por presentar los
atentados (como en otras situaciones similares en el pasado)
de ese tipo como casos aislados no ayudan a afrontar el
verdadero peligro que a día de hoy representan los grupos de
extrema derecha (tan sólo en EEUU, desde el atentado de
Oklahoma han tenido lugar más de 75 complots, conspiraciones
o atentados racistas). Como tampoco lo hace el señalar la
supuesta incapacidad mental del autor de los mismos.
Lo cierto es que este tipo de
organizaciones e individuos llevan tiempo difundiendo su
ideología a través de diversos medios (Internet, música,
encuentros…) y son innumerables los textos que adía de hoy
conforman el corpus de esas tendencias xenófobas y
reaccionarias. El “manifiesto” que el propio Anders
Breivik ha venido elaborando en los últimos años muestra
buen aparte de los pilares ideológicos que sustentan a ese
mundo: una postura antimusulmana, un barniz “histórico”
que le hace presentarse como un cruzado (con las ligazones
metafóricas e ideológicas que ello conlleva), un ataque
hacia las posturas progresistas y hacia el multiculturalismo.
Breivik ha apuntado además otras líneas
a seguir. “El rechazo hacia las formaciones políticas e
instituciones actuales, la prohibición del aborto, un mayor
poder par ala iglesia (algunos ocultan su declaración
partidaria del fundamentalismo religioso católico), defensa
de la pena de muerte, campos de concentración para los
drogodependientes, e incluso forzar la reeducación de los
“marxistas””.
Y lo más peligroso de toda esa amalgama
y retórica es el papel que estarían jugando otras fuerzas
populistas, que en teoría rechazan la violencia empleada por
tipos como Breivik, pero que en el fondo son capaces de
defender esas mismas posturas reaccionarias con “palabras
bonitas y un rostro más agradable”. Los llamamientos contra
la inmigración, contra “el otro”, que durante tanto
tiempo han venido repitiendo los líderes de esos partidos
conservadores han “fomentado un clima donde muchos de sus
impacientes seguidores han comenzado a pensar en el odio o la
violencia como una opción más”.
Algunas formaciones socialdemócratas en
Europa han asumido sibilinamente el discurso de la derecha,
haciendo que el debate político se sitúe en los parámetros
que las fuerzas reaccionarias desean, y donde sin duda se
sienten más cómodos. La actitud de esas formaciones en torno
a la crisis económica o la inmigración son muestras de que
la política que están desarrollando se asemeja al “trabajo
sucio de la derecha”, y ésta mientras tanto puede articular
un discurso que engloba más allá de su tan cacareado
centro–derecha, al tiempo que acoge en su seno a las
opciones más reaccionarias (tal vez por eso en algunos
estados europeos “no se ve” una manifestación organizada
en torno a la llamada extrema derecha, ya que ésta se situaría
dentro del seno de los partidos tradicionales de derecha).
Como ha apuntado estos días un analista,
la caverna ideológica intenta una y otra vez presentar a
Europa en guerra permanente con el “otro” (inmigrantes,
islamismo, minorías), rechazando las políticas
multiculturales y sobre todo “una Europa democrática,
igualitaria y diversa”. Por todo ello frente a esa postura
remarca que “el enemigo es blanco y probablemente habla
perfectamente inglés. Pero no nos engañemos, este enemigo no
es pasivo o educado. Está armado y es muy peligroso”.
(*) Del Gabinete Vasco de Análisis
Internacional (GAIN).
Breivik seguía de cerca las
ideas de la
ultraderecha norteamericana
Un ataque inspirado en la islamofobia de
EEUU
Por Teresa Bouza
Agencia EFE, 27/07/11
Washington.– Los islamófobos de
Estados Unidos son objeto estos días de un minucioso
escrutinio público después de que saliera a la luz que el
autor confeso del doble ataque en Noruega, Anders Behring
Breivik, se inspiró en su incendiaria retórica.
El manifiesto de 1500 páginas del
ultraderechista noruego, que defendió operaciones
"brutales y sobrecogedoras" para frenar la
"colonización islámica en marcha de Europa",
demuestra que Breivik seguía de cerca el acalorado debate
sobre el islam en Estados Unidos.
El texto, que plagia también el
manifiesto escrito en 1995 por el terrorista norteamericano
Ted Kaczyinski (conocido como Unabomber), cita en más de 60
ocasiones al autor y bloguero Robert Spencer, que cree que el
islam tradicional contiene "elementos violentos y de
supremacía".
Además de Spencer, el ultraderechista
noruego se inspiró en islamófobos como Daniel Pipes y
Pamella Geller, que sostiene que el presidente de Estados
Unidos, Barack Obama, es hijo ilegítimo de Malcolm X, el
legendario activista negro que se convirtió al islam y murió
asesinado en 1965.
El propio título del documento,
"2083. Declaración de independencia europea",
parece haberse inspirado en el blog estadounidense "Las
puertas de Viena", que hace referencia al asedio sufrido
por la ciudad en 1683 por parte del Imperio Otomano.
La batalla, de la que en "2083"
se cumplirán 400 años, marca el comienzo del declive del
Imperio Otomano en Europa y supuso, a los ojos de Breivik, un
triunfo clave del cristianismo europeo contra la influencia
islámica.
El que Breivik encontrara inspiración
"intelectual" a este lado del Atlántico preocupa a
los expertos antiterroristas, que creen que Estados Unidos no
presta suficiente atención al radicalismo de derecha.
Extrema derecha
"Llevo haciendo este trabajo 20 años
y nunca había visto una amenaza tan grande como ahora",
dijo Daryl Johnson, ex analista del Departamento de Seguridad
Nacional de Estados Unidos, que dirige ahora una consultora
especializada en la extrema derecha.
Johnson mencionó, en ese sentido, que
los ataques a pequeña escala de grupos ultraderechistas
contra mezquitas, oficinas del gobierno y otros objetivos en
todo el país están aumentando.
"Muchos de esos sucesos sólo llaman
la atención a nivel local y no nacional", señaló el
experto, que cree que el gobierno norteamericano está
demasiado concentrado en el terrorismo islámico.
"Hay cientos de expertos que
analizan la amenaza musulmana y sólo unas docenas
especializados en terrorismo no islámico", dijo Johnson,
autor de un informe de 2009 que indicaba que la victoria del
primer presidente negro y la recesión podían incrementar la
amenaza ultraderechista.
El informe, muy criticado por los
conservadores en el Congreso, se retiró rápidamente de
circulación y llevó al Departamento de Seguridad Nacional a
reducir de seis a dos el número de analistas especializados
en militancia no islámica.
"Creo que nos cuesta trabajo admitir
que tenemos un problema en nuestra propia casa", indicó
Johnson, quien cree "muy probable" que Estados
Unidos sufra un atentado similar al de Oslo.
Devin Burghart, vicepresidente del
Instituto para la Investigación y Educación sobre Derechos
Humanos con sede en Seattle, se muestra también alarmado con
la tendencia.
Burghart dice no tener dudas de que el
joven noruego de 32 años encontró su munición ideológica
en Estados Unidos.
Pero el experto va más allá, al
referirse a una "red transatlántica de islamófobos y
racistas". Mencionó, en ese sentido, las conexiones de
Breivik con el grupo de extrema derecha británico Liga de la
Defensa Inglesa (EDL) y los foros virtuales neonazis suecos.
"Eso muestra que tenemos que prestar
más atención a esa red transatlántica de odio y
fanatismo", dijo Burghart, que tachó de
"irresponsable" el que grandes canales de televisión,
como Fox News, den espacio a ideas radicales como las de
Geller.
Al
igual que Johnson, Burghart cree que la posibilidad de un
atentado como el de Noruega en Estados Unidos es real, dada
"la retórica que deshumaniza a los inmigrantes y a los
musulmanes".
La
herencia del asesino de Oklahoma
Por Joaquín Prieto
El País, 26/07/11
Madrid.– Mucho antes de hacerse
mundialmente famoso gracias a la trilogía de Millennium, el
escritor Stieg Larsson trabajó como periodista para desentrañar
las tramas de la extrema derecha en el norte de Europa.
A través de reportajes publicados entre
1995 y 2004, dejó claro que la ultraderecha nórdica,
inspirada en la mentalidad y los méritos del extremismo
violento norteamericano, no iba a parar hasta lograr una
tragedia de grandes proporciones.
"En Estocolmo también pueden
producirse atentados terroristas", era el título de uno
de sus artículos publicados en 1995 (editados en español por
Destino, con el título La voz y la furia).
Partía de los 168 muertos y 400 heridos
provocados por el atentado de Oklahoma (Estados Unidos), al
que negaba el carácter de locura aislada y lo consideraba
"un asesinato en masa meticulosamente planeado y
conscientemente llevado a cabo".
Colocaba en el centro de las sospechas a
la nebulosa constituida por la agrupación nazi Aryan Nations
(las Naciones Arias), creada a principios de los años ochenta
bajo la pantalla de una iglesia cristiana en Idaho, y dedicada
a denunciar la ocupación de Estados Unidos por el ZOG
(abreviatura inglesa de gobierno sionista de ocupación), al
que atribuían el objetivo de hacer desaparecer la raza aria
incitando a la mezcla racial y a restringir la posesión de
armas.
Agrupaciones similares existen en
Escandinavia. La creación de mitos sobre el comportamiento,
las opiniones, la forma de vida y la fiabilidad de los
musulmanes "ha sustituido a los judíos como el principal
blanco de la propaganda del odio", lo que ha suavizado el
antisemitismo original, según dejó escrito Larsson.
La amenaza representada por la inmigración,
la absoluta convicción de que "nuestra cultura" es
superior a "su cultura", la descripción de los
inmigrantes como una chusma preparada para violar a las
mujeres escandinavas eran, a su juicio, los ejes de ese
extremismo. Pero, para ellos, los verdaderos malos de la película
no son los inmigrantes, sino la elite del poder, que sacrifica
a su país en el altar del "multiculturalismo".
¿Cómo no ver similitudes entre las ya
antiguas denuncias de Larsson y las huellas dejadas en
Internet por Anders Breivik, el atacante de Oslo, que las
autoridades y el público descubren cuando las matanzas ya son
irremediables?
"Sin anticiparse al desenlace de la
trama se puede hacer una predicción: al final, una masacre
como la de Oklahoma ocurrirá también en Suecia. Disponemos
de todos los ingredientes: odio, fanatismo, glorificación de
la violencia y mentalidad sectaria", escribió Larsson en
1995. No acertó con el lugar exacto, pero sí en cuanto a la
zona geográfica y cultural donde iba a producirse.
Unos 16 años después apareció un
noruego "de pura cepa", autor de un doble atentado
con el resultado de casi un centenar de muertos.
Son personas que actúan sin líderes,
pero que forman parte, si no de un grupo jerarquizado, sí de
una mentalidad sectaria orientada al terrorismo político.
Como decía Larsson, cuando el fanatismo
proclama reiteradamente su odio contra la democracia, alguien,
tarde o temprano, va a hacer algo extremadamente estúpido.
Una
mezcla tóxica de la intolerancia antiislámica y
antiinmigratoria, con la profunda
crisis económica
La amenaza que emerge en Europa
Por
William MaClean
Agencia Reuters, 14/05/11
Londres.– El hecho de que el atentado
con bomba y el tiroteo en Noruega hayan sido obra de uno o más
militantes de la ultraderecha enfrenta a Europa con el
fantasma de que esté emergiendo una nueva amenaza
paramilitar, una década después de los atentados de
Al–Qaeda del 11 de Septiembre.
Varios analistas calificaron anteayer los
ataques como el posible "momento Oklahoma City" de
Europa, una referencia al militante de derecha norteamericano
Timothy McVeigh que, en 1995, detonó un camión bomba frente
a un edificio del gobierno federal en Oklahoma City y mató a
168 personas.
Las fuerzas policiales de muchos países
de Europa Occidental están preocupadas por el crecimiento de
la extrema derecha, alimentado por una mezcla tóxica de
intolerancia antiislámica y antiinmigratoria y por la
profunda crisis económica que atraviesa el continente. Hasta
anteayer la violencia rara vez había ido más allá de la
acción de pandillas y del uso de cuchillos.
Anteayer eso puede haber cambiado. Cerca
de 100 personas murieron en Oslo y en Utoya supuestamente a
manos de un noruego que tenía vínculos con el extremismo de
derecha.
"De comprobarse que fue Anders
Behring Breivik, sería muy revelador que se produzca un
ataque de extrema derecha en Europa, más aún en
Escandinavia, algo sin precedente", dijo Hagai Segal,
especialista en seguridad de The New York University.
"Sería el equivalente escandinavo
del episodio de Oklahoma City: el atentado de un individuo con
posturas antisistema extremistas contra el gobierno, a través
de una ataque contra sus edificios o instituciones. Ahora la
clave es saber si actuaba solo o si era parte de un
grupo", dijo.
El informe de Europol, la agencia de
policía europea, sobre la seguridad durante 2010 señala que
el año pasado no se registraron actividades terroristas de
extrema derecha. Pero el documento agregó que la extrema
derecha se estaba profesionalizando, con la producción de
propaganda para Internet de naturaleza antisemita y xenofóbica
y que cada vez tenía más actividad en las redes sociales.
"La profesionalización de su
propaganda y de su organización demuestra que tienen la
voluntad de ampliarse y extender su ideología, y que todavía
plantean una amenaza para los Estados de la Unión
Europea", señaló el informe.
Si el malestar en el mundo árabe,
especialmente en el norte de Africa, hace aumentar el flujo de
inmigrantes a Europa, "el extremismo y terrorismo de
derecha pueden prolongar su existencia si logran articular el
rechazo público generalizado contra la inmigración desde los
países musulmanes", añadió.
Las manifestaciones públicas del
extremismo de derecha suele generar respuestas en de la
ultraizquierda. Tales enfrentamientos invariablemente terminan
en situaciones de violencia física. En mayo de 2010, un
militante de extrema derecha fue atacado y apuñalado en
Suecia durante una manifestación organizada por un movimiento
de supremacía blanca.
El servicio de seguridad de Suecia
consigna en su Web que el "ambiente del Poder
Blanco" está compuesto por individuos, grupos y redes
con opiniones extremistas de derecha, que están preparados
para usar la violencia con fines políticos.
En un informe público sobre la seguridad
nacional publicado por el Servicio de Seguridad Policial de
Noruega (PST) en febrero de 2011, el servicio dijo que
observaba un cuadro "de creciente incertidumbre".
"La extrema derecha noruega está en
contacto con la militancia de extrema derecha sueca, así como
con otros grupos de extrema derecha de Europa. También
existen contactos entre los extremistas rusos", consignó
el reporte.
Un análisis de Michael Whine, director
del Fondo de Seguridad Comunitaria, un organismo de la
comunidad judía en Gran Bretaña, dijo que la disposición
para hacer uso de la violencia extrema en defensa de los
"valores" europeos forma parte evidentemente de la
ideología de diversos grupos, entre ellos los Patriotas Británicos
de la Resistencia Blanca Europea, surgido en 2006 y que se
jacta de contar con seguidores en Croacia, Holanda, Noruega,
Polonia, Serbia, Suiza, Eslovenia y Suecia.
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