Estado español

El ataque al estado del bienestar

Por Vicenç Navarro (*)
Sistema, revista digital, 31/08/11

La aprobación del pacto PSOE–PP, que intenta establecer un límite al gasto público a fin de equilibrar el presupuesto del Estado, representa una medida que continuará con los enormes recortes de derechos sociales –como es la congelación de las pensiones– que están ya ocurriendo en España. Su inclusión en la Constitución proveerá una herramienta poderosísima para debilitar e incluso desmantelar al ya insuficientemente financiado Estado del Bienestar español.

Aquellos quienes proponen tal medida la presentan como eminentemente razonable, argumentando que, en la misma manera que las familias no pueden gastar más de lo que ingresan, al Estado (que en España incluye el estado central, autonómico y municipal) tampoco debiera permitírsele que gastara más de lo que ingresa. Y para expresar la necesidad y contundencia de tal medida, se proponen incluirla en la Constitución.

Tal argumentación ignora u oculta, sin embargo, que la gran mayoría de las familias gastan anualmente más de lo que ingresan, debido a la existencia del crédito. Cuando una familia se compra una casa, o un coche, o educa a sus hijos invirtiendo en su formación, pide prestado dinero y lo paga en varios años. Y lo mismo ocurre con el Estado, el cual constantemente invierte en infraestructuras físicas (como en carreteras) o sociales (como centros de salud y escuelas públicas) que mejorarán el presente y el futuro de la ciudadanía, no sólo de hoy, sino de las generaciones que nos sigan, necesitando endeudarse para financiarlo. El argumento que repiten machaconamente las derechas de que “es injusto dejarles una deuda pública a nuestros hijos”, oculta que nuestros hijos requieren estas inversiones para que les dejemos un mundo mejor. Negarle al estado la capacidad de endeudarse es semejante a que se les dijera a las familias que no pueden endeudarse. Hoy, por cierto, la deuda pública es mucho menor –60% del PIB– que la deuda privada de las familias (y de las empresas) –189%–.

Naturalmente que la prudencia en pedir préstamos es aconsejable, pero el Estado español (a todos los niveles) dista mucho de haberse extralimitado. La deuda pública es menor que el promedio de la UE–15 (el grupo de países más ricos de la UE). Es más, España tiene el gasto público social (que constituye una gran parte del gasto público por habitante) más bajo de la UE–15. Es sólo el 74% del promedio de la UE–15, mucho más bajo de lo que nos correspondería por el nivel de desarrollo económico que España tiene, que es ya el 94% del PIB per cápita de la UE–15.

La frase que el Sr. Rajoy y Co. utilizan con frecuencia de que “hay que recortar el gasto público social para salvar el futuro estado del bienestar” asume errónea y falsamente que éste está hipertrofiado, postura insostenible a la luz de los datos. Lo que en realidad esconde este argumento es el deseo de mantener, o incluso reducir el sector público, disminuyendo todavía más los escasos recursos que recoge el Estado a fin de privatizar los servicios públicos del Estado del Bienestar, tales como las pensiones, la sanidad, la educación, los servicios domiciliarios a las personas con dependencia, las escuelas de infancia y los servicios sociales, entre otros.

Una consecuencia de tal medida es incrementar todavía más la regresividad del sistema fiscal español, uno de los más regresivos existentes hoy en la Unión Europea. Los niveles nominales de gravación aparentan progresividad. Pero, en la práctica (consecuencia de deducciones, ventajas fiscales y fraude fiscal) los niveles reales son enormemente regresivos. Mientras que la mayoría de la población trabajadora (a la cual se le paga en nómina) paga impuestos en porcentajes similares a sus homólogos en la UE–15 (el trabajador de la manufactura paga el mismo porcentaje en impuestos que el promedio de la UE–15), la gran empresa (que paga mucho menos –en términos proporcionales– que la mediana y pequeña empresa), la banca y las rentas superiores pagan impuestos en porcentajes (que derivan de sus rentas del capital) que son mucho menores (sus niveles de gravación reales son del 10% al 17%) que los de sus homólogos en el promedio de la UE–15. Y ello es consecuencia de su enorme y excesiva influencia sobre el Estado, y de la tolerancia y/o complicidad de este último hacia esta regresividad. Según el sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda, el 80% del fraude fiscal (88.000 millones de euros) lo realizan estos sectores.

Pero además de esta situación de regresividad que caracteriza la situación española, hay otra estructural que ocurre también en la mayoría de países de la OCDE (el club de países más ricos del mundo). En ellos, las rentas derivadas del capital se gravan mucho menos que las rentas del trabajo. Como bien decía paradójicamente Warren Buffet, uno de los hombres más ricos de EEUU, en un artículo del New York Times titulado significativamente “Basta de mimar a los súper ricos” (14.08.11), es profundamente injusto que si una persona recibe 80.000 dólares por tener acciones en la banca pague muchos menos impuestos que otra persona que obtiene tal dinero trabajando.

Esta política se justifica con el argumento de que hay que mimar al capital para favorecer la inversión y crear empleo. Pero como bien dice el propio Sr. Buffet, se creó en EEUU mucho más empleo durante el periodo 1950–1980 –que tenía una carga fiscal más elevada– que durante el periodo 1980–2010 (en que hubo un bajón de impuestos al capital y en general). El Partido Republicano, controlado por el Tea Party, que es la ultraderecha estadounidense, está hoy proponiendo incluir en la Constitución Estadounidense una medida de limitación de gasto público casi idéntica a la que propone el pacto PSOE–PP, habiendo sido también responsable –como lo han sido los gobiernos del PSOE y del PP– de bajar impuestos de las rentas del capital. En realidad, esta disminución de impuestos contribuyó en gran manera a crear el déficit del estado que ahora se intenta resolver recortando el gasto público social. Y todo ello mandado por la Constitución.


(*) Vicenç Navarro es Catedrático de Políticas Públicas de la Universitat Pompeu Fabra y profesor de Public Policy en The Johns Hopkins University.


Los indignados critican el acuerdo entre el oficialismo (PSOE) y la oposición (PP)

En la calle contra el cambio constitucional

Por Adrián Pérez
Página 12, 29/08/11

La reforma pretende imponer un techo al déficit público. Los partidos de izquierda, sindicatos y movimientos sociales advierten que el problema de la crisis es la deuda privada fomentada por los bancos.

Madrid.– Con marchas que se replicaron en las principales ciudades de España, los indignados volvieron a la carga ante una medida que consideran inconsulta y que hace peligrar las conquistas sociales. Para rechazar el proyecto de reforma constitucional consensuado por el Partido Socialista Español y el Partido Popular, que pretende imponer un techo al déficit público, entre 2000 y 5000 personas volcaron su hastío en las calles madrileñas, en un recorrido que comenzó en Atocha y culminó con una asamblea en Puerta del Sol. Bajo el lema “No a esta reforma de la Constitución. ¡Ni un paso atrás!”, los manifestantes, que respondieron a la convocatoria lanzada desde Twitter por las plataformas Democracia Real Ya (@DRYmadrid) y Acampada Sol (@acampadasol), entonaron una vez más el ya clásico “Que no, que no, que no nos representan” para enfatizar un descontento con el sistema bipartidista español. Además, pidieron a gritos que se convoque a un referéndum para opinar sobre la reforma de la Carta Magna y sumaron, entre sus exigencias, el llamado a una huelga general para esta semana.

Setenta y dos horas bastaron para que los dos grandes partidos de España ultimaran los detalles de la modificación del artículo 135 de la Carta Magna. El martes pasado, durante una sesión extraordinaria celebrada en el Congreso de los Diputados, el líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, lanzó su propuesta de reforma constitucional para garantizar la estabilidad presupuestaria, en el mediano y largo plazo, en relación con el déficit estructural y la deuda, que vinculará a todas las administraciones públicas. El proyecto, sellado en un acuerdo con el referente del PP Mariano Rajoy, se inscribe, además, dentro de los reclamos que el presidente francés Nicolas Sarkozy y la canciller alemana Angela Merkel llevan adelante para que los países de la Zona Euro hagan frente a sus compromisos. El pacto entre el PSOE y el PP garantiza que la reforma se apruebe sin la necesidad de un referéndum. La oposición no suma el número mínimo de diputados o senadores necesarios para forzar la consulta popular, que es del 10 por ciento, es decir, 35 diputados o 28 senadores.

Sin embargo, el referéndum podría alcanzarse con ayuda de los diputados del PSOE, donde ya se escucharon algunos voces en contra del proyecto. Tanto el gobierno como la oposición aseguran que el objetivo de la reforma será reforzar la confianza y la solvencia de España. Los partidos de izquierda, sindicatos y movimientos sociales advierten que el problema de la crisis no es el déficit público sino la deuda privada fomentada por los bancos. También aseguran que estas medidas son una respuesta a la presión de los mercados y que, finalmente, afectarán a la recuperación económica y del empleo.

“La reforma (constitucional) forma parte de una decisión que pone en manos de la banca y del capital financiero una situación de privilegio que anteriormente no tenían, es una entrega de soberanía por parte de los poderes democráticos.” Manuel Molla forma parte de la Comisión de Economía de Acampada Sol. El técnico electrónico, a punto de jubilarse, sostiene que con la modificación del artículo 135, el pago de la deuda externa tendrá prioridad absoluta respecto de cualquier otro gasto o compromiso del Estado. Molla advierte en diálogo telefónico con Página/12 que el trasfondo de la modificación constitucional contiene un claro componente ideológico. “En España, la deuda pública no es el problema: ronda el 65 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). El gran problema es la deuda privada que trepa a más del 200 por ciento del PIB.”

“¿Qué sentido tiene actuar sobre la deuda pública?, –se pregunta el activista–. Nosotros entendemos que se utiliza el fantasma de la deuda pública como excusa para atacar los derechos sociales y para repartirse el patrimonio público, la salud y la educación que son inversiones, no gastos.” Molla vuelve sobre la idea que ronda a miles de españoles: la reforma es una medida exprés tomada a espaldas de los españoles. Y señala que con un Parlamento prácticamente disuelto y a toda prisa, realizar una reforma constitucional en agosto hace que la gente no esté al tanto de lo que va a pasar. “Si los parlamentarios no asumen su propia dignidad democrática para oponerse a este chantaje de los mercaderes, entonces les exigimos que se le dé la palabra a la ciudadanía por medio de un referéndum vinculante para que el pueblo se pronuncie”, exige. Ante la consulta sobre si considera inviable la posibilidad del referéndum, Molla señala que si se impone la disciplina partidaria, será muy difícil. “Si los parlamentarios se atienen a lo que realmente piensan eso cambiará. Nos consta que en el PSOE existen claras divisiones ante la irracionalidad y el retroceso que significa esta decisión”, asegura.


El 15–M contra el sindicalismo amarillo

La huelga de profesores en Madrid

Por Ernest Favil
Rebelión, 30/08/11

Se viene la huelga de profes y maestros en la Comunidad de Madrid. Pasado mañana miércoles a las 11 de la mañana habrá una reunión abierta en la calle Lope de Vega 50, la sede de la corporación sindical Comisones Obreras.

A pesar del emplazamiento hostil, la asistencia se prevé multitudinaria y el debate intenso. Los docentes inmersos en los grupos de trabajo de Educación y de Huelga General del 15–M y los delegados de sindicatos combativos (CNT y CGT) y plataformas independientes de profesores interinos como PICAM estarán allí empujando por una huelga indefinida que supedite el comienzo del curso a la retirada de los decretos que recortan, entre otras cosas, en 3.000 personas la plantilla de profesores de secundaria en Madrid. Haciéndoles frente, las cúpulas de los sindicatos amarillos (CCOO, ANPE, CSI–F, FETE–UGT y STEM) intentarán que la reunión sea, igual que la del pasado día 20 de julio en el instituto Beatriz Galindo, un gallinero donde no se puedan alcanzar acuerdos claros ni aprobar horizontalmente un calendario de acciones contundentes. Querrán reconducir el desencanto de los profesores madrileños hacia una huelga parcial de un día o de unas horas, un pasacalles disfrazado de manifestación, una pataleta. Esos profesionales de la desidia, los liberados sindicales, harán todo lo que esté en su mano por asustar al público ante cualquier propuesta valiente que hable de encierros en los centros de trabajo, piquetes, cajas de resistencia, organización asamblearia, acampadas con alumnos, padres y demás familia.

Sin embargo, la situación ha cambiado mucho en Madrid en estos últimos 98 días, y es muy posible que ahora los sindicalistas a sueldo reciban por fin su primer tortazo serio. Los habitantes de Madrid, incluidos los profes, se han acostumbrado a sentarse en asambleas, a escuchar respetuosamente la voz ajena en las plazas públicas y, lo que es más importante, a tomar en colectivo decisiones que afectan a sus propias vidas, pasando olímpicamente de escaños y de escabeles. Incluso los profes que no han participado en el Movimiento a buen seguro pasaron el último trimestre del curso anterior recibiendo, desde las filas de atrás de sus aulas, en las guardias por los pasillos, o en los corrillos de después de los claustros, zumbidos inquietantes de conceptos como "consenso", "pensamiento colectivo", "autogestión" y, ¿quién sabe?, tal vez hasta "lucha de clases". Confiemos en que algunos de ellos dejen en sus casas por una vez los blocs de arandelas, los partes de sanciones y las estilográficas para anotar ceros y positivos, y acudan a la reunión del miércoles solamente con el manual de moderación de asambleas en sus maletines. Después de la experiencia de la caótica reunión de fin de curso en el I.E.S. Beatriz Galindo, aquel manual que difundieron en su día las comisiones de dinamización de las asambleas de Sol y de los barrios, y que tanto bien le hizo al Movimiento, debería convertirse en el libro de texto obligatorio para los profes que se decidan a no empezar el curso. Porque resulta más que evidente que en la dinámica asamblearia irradiada como luz cegadora desde la plaza ocupada de Sol, mejor dicho en la capacidad de los profes madrileños para reproducirla en el seno de su colectivo en lucha, está el futuro de nuestras hijas y nuestros hijos, sus pupilos.

En ese sentido, también es importante destacar que la capacidad organizativa del gremio de docentes madrileño está en estos momentos a años luz de la de cualquier asamblea, grupo de trabajo o comisión emanada del 15–M, lo que dice mucho a su vez del compromiso de los profes con su sociedad, de su molicie de funcionarios hipotecados que, en su mayoría, NI aprenden NI dejan a los niños aprender. Ayer por la noche, después de la manifestación contra la reforma constitucional, ese diferencial de compromiso entre profes y gente del 15–M quedó muy patente en la Asamblea de Sol.

Como primer punto del orden del día, el grupo de trabajo de Huelga General sometió a consenso un breve texto en apoyo a la lucha de los trabajadores de la enseñanza pública madrileña con motivo de la crucial reunión del próximo miércoles. Como se mencionó la ubicación de la asamblea en la sede de la empresa de servicios laborales CCOO, enseguida brotaron los disensos entre los asambleados, y no se pudo llegar a un acuerdo al respecto. Los que disentían pedían unánimemente que la reunión de los profes madrileños se hiciera en la calle, y que la Asamblea de Sol no apoyase de forma explícita ningún evento que tuviese que ver con "los sindicatos". Sospechaban los discordantes sobre el resultado de una reunión que se celebrase en casa del enemigo.

A este humilde redactor le hierve la sangre de horror y de alegría al mismo tiempo cuando escucha ese tipo de manifestaciones. De horror al descubrir que los asambleados del 15–M siguen despotricando de "los sindicatos" de la misma manera que lo hacen de "los partidos", y de alegría al ver que la incorruptibilidad del cuerpo del 15–M continúa siendo notoria a pesar de las maniobras de los dirigentes de Comisiones, UGT e Izquierda Unida para aproximársele y sacar tajada de su milagro. Me explico.

En verdad, me parece un horror que la gente del 15–M, especialmente los más jóvenes, no se hayan percatado todavía de que lo que CCOO, UGT y las demás organizaciones sindicales corporativas precisamente no son es "sindicatos" (del griego δίκη, 'justicia'). El mero hecho de seguir utilizando ese término genérico para referirse sólo a ellos, aunque sea con la intención de descalificarlos y desmarcarse de sus movidas, es una ofensa para la gente que milita en verdaderos sindicatos, especialmente para los que son más viejos. No haberse informado todavía de que en este país sí existen los sindicatos combativos y de clase, y de que alguno de ellos, incluso, lleva más de cien años funcionando con los mismos principios, tácticas y finalidades con las que se desayunan desde hace tres meses muchos de los indignados del 15–M (tomando todas y cada una de las decisiones en asamblea, sin tener representantes, sin recibir subvenciones, sin participar en elecciones, autogestionándose, financiándose únicamente con las cuotas de sus afiliados, defendiendo a ultranza la acción directa y el apoyo mutuo, etc.) es un error de bulto y un horror enquistado.

Pero por otra parte el hecho de observar que los asambleados del 15–M saltan como fieras cada vez que alguien menciona las siglas de una organización política o sindical, denunciando ocultos intereses que ensuciarían el Movimiento, es, en sí mismo, un gustazo para los sentidos. En el caso de ayer me parece que se equivocaban, puesto que incluso los afiliados de las secciones de enseñanza no universitaria de los sindicatos combativos irán a esa reunión de todas formas, y en ningún momento, conociendo sus fuerzas, se han planteado intentar boicotearla o reclamar hacerla en otro sitio.

Así pues, queremos aprovechar estas líneas para animar a los profes madrileños a que acudan a la reunión del miércoles y para que apoyen, sin mirar por una vez su bolsillo, la huelga indefinida en la enseñanza no universitaria. No es ninguna broma lo que está en juego. Aunque muchos de los profes de nuestro país sigan lloriqueando por las esquinas su pérdida de prestigio en la sociedad actual, deben saber que en sus manos está el fuego que podría acabar con esta dictadura en la que vivimos. Si los profes son valientes y tienen la inteligencia para establecer asambleas de distrito y de centros de trabajo, incluyendo en ellas a padres y alumnos, su huelga puede ser el principio del fin del regimen capitalista que nos está estrangulando. El sueño del 15–M de extender el movimiento hacia los centros de trabajo se habrá realizado en el mejor de los escenarios posible: el del colectivo que, por mucho que ellos se lamenten, sigue siendo el más reputado en este país.

A ver qué dicen los tertulianos de Telemadrid cuando los profes y los maestros de la enseñanza pública se pongan en huelga. A ver quién es el guapo en la barra del bar que se atreve a llamarlos pijos engominados, como a los controladores de AENA, o piojosos, como a los limpiadores del Metro, o salvajes locomotores, como a sus maquinistas. Son los maestros y los profesores, y la educación se les supone.

Con el apoyo de las clases medias españolas asegurado, el mayor riesgo que enfrentaría el profesorado madrileño en caso de una verdadera huelga en la enseñanza primaria y secundaria vendría sin duda desde dentro. Una idea fuerte ya ha empezado a comercializarse desde las asociaciones de padres más reaccionarias, una idea que a buen seguro sería apropiada por las cúpulas de los sindicatos verticales tan pronto como las posturas más combativas y la gestión asamblearia de la huelga del 15 de septiembre pusieran en peligro sus privilegios. Consiste en decir que no es nada pedagógico ni nada educativo el gesto de no empezar las clases y dejar a los chicos en casa de sus padres ad perpetuum, o sea que la estrategia del enfrentamiento directo de los trabajadores con la Administración y el Estado para lograr los objetivos de paralización de los recortes en educación es una postura impopular e impropia de profesionales de la enseñanza. Dirán los padres que aún votan a PP–PSOE y los liberados sindicales que la suspensión del principio del curso puede tener consecuencias graves en el diseño curricular del año, en la complexión de los planes académicos, en la proporcionada distribución de los exámenes y las evaluaciones, y que los intereses de los docentes no pueden ponerse por encima de la formación del alumnado. Frente a eso, y en el caso de que se acuerde el miércoles la huelga, ojalá que los profes más conscientes sepan inculcar entre sus compañeros de gremio la idea de que el paro y el enfrentamiento abierto con la Administración del Estado no necesita, no, autocontrol. Todo lo contrario, que es la mejor enseñanza que les pueden transmitir hoy por hoy los docentes españoles a sus alumnos, para que en el futuro no sean NI unos simples NI unos auténticos esclavos. Ojalá, por lo menos, que los profesionales más dignos y más indignados sean capaces de alimentar entre el profesorado, de natural medroso, aquella duda que ya tenía Guyau a principios del otro siglo: si no será mejor dejar a los niños en la pereza que convertirlos en neurópatas (Education et Heredite. Étude sociologique, 1902, p.8).

En Egipto, el 27 de enero de 2011, un recién nacido Sindicato Independiente de Profesores se unió a la Federación por unos Sindicatos Independientes en Egipto, firmando un manifiesto y encabezando, junto a médicos y enfermeros, las subsiguientes invasiones de la Plaza de Tahrir. Quince días después cayó el tirano. Misteriosamente, en su camino a la Plaza de la Liberación de El Cairo, los profes egipcios arrastraron a las calles a miles de otros profesores en un lugar tan alejado del mapa como la ciudad de Madison, en el inhóspito Midwest norteamericano.

Después de las trágicas movilizaciones de profesores y estudiantes en Santiago de Chile hace unos días, este miércoles la pelota les cae como por arte de magia a los profesionales de la enseñanza madrileños. Y es que, si en Madrid los docentes deciden por fin ir a una huelga indefinida el próximo 15 de septiembre, de pronto las tizas de otros lugares del mundo, tal vez en Belgrado, o en Oaxaca, o en la valerosa ciudad de Urmia, estarán apuntando la lección de lo que pasa en España. Será cuestión de seguir aprendiendo, porque la caída del régimen capitalista es un hecho y ocurrirá tarde o temprano. Falta saber la ubicación del estrado donde se derrumbará primero y con mayor estrépito.

Pero no se admiten apuestas. Tendrá que costar lo que cueste.