Una respuesta llena de cabos sueltos
Por Alejandro Bolaños
El País, 27/10/11
La cumbre del Eurogrupo atiende
todos los frentes de la crisis europea: Grecia, la
recapitalización de la banca y la ampliación del fondo de
rescates.– Pero habrá que esperar semanas para comprobar cómo
se desarrollan los acuerdos anunciados.
"Pasos importantes para un camino
largo" o "una solución integral, pero no
permanente". A finales de la semana pasada, las
autoridades alemanas precisaban ya qué esperar de la que se
había vendido como la cumbre de cumbres europeas; en palabras
del rimbombante presidente de la Comisión Europea, Jose
Manuel Durao Barroso, "un acuerdo para salvar la
estabilidad del mundo". La reunión de líderes de la
zona euro se ha saldado con el final que anticipaba Alemania,
que para eso ha oficiado de guionista, director y actor
principal. También, con una ausencia significativa, la del
Banco Central Europeo, al que el Gobierno alemán se niega a
dar más protagonismo en la resolución de la crisis.
Es un pacto que plantea soluciones para
los principales frentes de la crisis europea: Grecia, banca y
eficacia del fondo de rescates. Pero, también, es un acuerdo
con multitud de cabos sueltos. Y la historia reciente de las
decisiones europeas, invariablemente superadas por las
crecidas de la crisis financiera, se ha ganado a pulso el
escepticismo. Para concluir que ayer se puso la primera piedra
de una solución definitiva a la crisis, como promociona Durao
Barroso, habrá que comprobar si el edificio resiste los
embates de los mercados cuando acabe de construirse. Y la
situación obliga a culminar el proyecto esbozado ayer, a
despejar un sinfín de dudas, en un puñado de semanas.
Segundo rescate a Grecia (diciembre).
¿Será suficiente?
La canciller alemana, Angela Merkel,
adelantó esta madrugada que el segundo plan de rescate a
Grecia se aprobará en diciembre. La precaria situación del
país mediterráneo impone que el acuerdo, que involucra también
al FMI, deba cerrarse primero, aun cuando su desarrollo está
muy condicionado porque otras medidas lleguen a buen puerto.
La idea es otorgar otro crédito de 100.000 millones de euros
a las autoridades griegas para mantener su menguante Estado y
afrontar los pagos por la deuda hasta 2014. A cambio, Grecia
tendrá que aceptar una supervisión permanente de la UE, que
se queda a un paso de la intervención. Y deberá destinar
buena parte de los inciertos ingresos del programa de
privatizaciones a devolver el dinero prestado. El primer
ministro griego, Yorgos Papandreu, asegura que el rescate,
junto a la amplia quita de la deuda pactada con la banca,
permitirá estabilizar la deuda griega (al 120% del PIB) y que
Grecia vuelva a los mercados antes de diez años. En contra,
las nulas perspectivas de crecimiento (y de generar ingresos
fiscales) de la economía griega, ahogada por los recortes.
Planes de recapitalización de la
banca (finales de año). ¿Será eficaz?
El acuerdo más avanzado es el de
recapitalizar a los grandes bancos europeos con 106.000
millones. La Autoridad Bancaria Europea refinará sus cálculos
en noviembre, con información de las cuentas de las entidades
al cierre del tercer trimestre. Y los bancos tendrán que
comunicar a sus supervisores como piensan lograr el capital
antes de final de año. La sorpresa negativa se la ha llevado
(otra vez) la banca española. A los cinco grandes, que han
detallado hoy uno a uno sus necesidades, se les pide 26.161
millones más, lo que equivaldría a decir que el sector
financiero español es el más débil, solo después del
griego. La singularidad es que esa exigencia de capital no se
debe, en su mayoría, a la depreciación del valor de la deuda
pública en cartera, casi toda española. Si no a que la banca
española ha encajado peor el nuevo listón de capital (se ha
pasado del 5% al 9% de los activos ponderados por riesgo)
fijado por la Autoridad Bancaria para pasar el examen. La
clave está en lo que cada supervisor entiende como activo
ponderado por riesgo, un criterio que no está unificado, y
que, en el caso español, sugiere balances llenos de
inversiones arriesgadas (con el ladrillo a la cabeza).
Para las entidades españolas, la duda,
de resolución inmediata, es si les dejarán computar los
bonos convertibles en acciones, que aliviarían en 10.000
millones las exigencias. En cualquier caso, aseguran, saldrán
de esta con sus propios recursos. Para el conjunto del sector
financiero europeo, la incertidumbre es si el plan valdrá
para ahuyentar las dudas. La falta de claridad sobre cómo
computan los bancos centroeuropeos los activos tóxicos
heredados de la crisis hipotecaria estadounidense, tres años
después, es una incógnita que este plan no despeja.
Suspensión de pagos a la griega
(enero). ¿Será verdad?
En la mejor tradición de las cumbres
europeas, los principales actores no se levantaron de la mesa
hasta alcanzar un acuerdo. Y esta vez hubo que esperar a las
tres y media de la madrugada. El último obstáculo era la
reticencia de los representantes de los bancos a asumir la
propuesta de la UE para ampliar la quita a los bonos griegos,
pactada en el 21% el pasado julio, hasta el 50%. Charles
Dallara, director ejecutivo del Instituto de Finanzas
Internacionales, que aglutina a los principales bancos
acreedores, solo dio su brazo a torcer cuando la eurozona
ofreció movilizar 30.000 millones para garantizar el pago del
resto de la deuda griega. En este caso, al acuerdo le falta
casi todo: medios griegos anticipaban que se ofrecerá a los
bancos bonos a 30 años, con un tipo de interés del 6%,
equivalentes al 35% del valor teórico de la deuda griega en
cartera. Y habrá un pago en metálico, equivalente al 15%, al
cancelar la deuda viva. Y lo que no está claro en absoluto es
que, esta vez, los acreedores se avengan a una suspensión de
pagos amistosa. Como señala un análisis de Barclays, a
diferencia de lo pactado en julio, una quita del 50% se acerca
mucho (cuando no supera) a los niveles que activarían las pólizas
de seguros (credit default swaps) contratadas por los bancos,
que cubren toda o casi toda su inversión.
Ampliación del fondo de rescates (sin
fecha). ¿Habrá para todos?
Los líderes de la zona euro optaron por
combinar las dos soluciones validadas por Alemania. El
objetivo confeso por Angela Merkel es elevar la capacidad de
fuego del fondo de rescates sin poner más dinero y sin
involucrar al Banco Central Europeo. La cantidad mágica es un
billón de euros, una cifra tan redonda que inspira
desconfianza. Aquí entra en juego la primera propuesta
alemana, el dinero del fondo de rescate serviría para avalar
un 20% de las nuevas emisiones de deuda de países
cuestionados por los mercados: es decir, para garantizar que,
en caso de suspensión de pagos, los inversores tienen
asegurado cobrar un 20%. Las cuentas son sencillas: como al
fondo de rescates le quedan entre 220.00 y 250.000 millones
operativos, se podría avalar emisiones por, al menos, un billón.
Pero están muy justas: de los 440.000 millones iniciales,
116.000 están comprometidos en la primera ola de rescates
(Grecia, Irlanda, Portugal) y otros 66.000 millones, al menos,
se destinarán al segundo rescate griego. Eso deja menos de
258.000 millones, de los que 30.000 –esto está sin
aclarar–, quedarían inmovilizados para garantizar los bonos
griegos tras la quita pactada. El resultado (238.000 millones)
está en la banda estimada, pero del remanente del fondo tendría
que salir también el dinero para recapitalizar la banca,
cuando no sea posible ni por inversores privados ni por
autoridades nacionales (Grecia, de nuevo, es el caso más
evidente). Y, también, la compra de bonos en el mercado
secundario, un papel en el que Alemania quiere que el fondo
sustituya al BCE. Aquí, es la segunda propuesta –crear un
vehículo de inversión para facilitar la intervención del
FMI y de fondos de países emergentes en la compra de
bonos–, la que evitaría que el fondo se quede sin munición.
Pero la idea está muy verde aún. En una semana, el G–20
puede dar alguna pista.
La
crisis se profundizará y se alargará
el periodo de estancamiento
Una bazuka, un bumerán
Por Alejandro Nadal (*)
La Jornada, 26/10/11
La austeridad fiscal dictada por
los dogmas neoliberales seguirá imponiendo un estrecho y
pesado yugo sobre las economías europeas. La crisis se
profundizará y se alargará el periodo de estancamiento.
Sarkozy y la Merkel tienen semanas
prometiendo la solución a la crisis del euro. Se supone que
una fórmula mágica se anunciaría en la cumbre europea del
26 de octubre por la tarde en Bruselas. En la mañana de ese día,
el parlamento alemán decidirá si autoriza la ampliación del
Fondo europeo de estabilidad financiera (EFSF). La señora
Merkel podría viajar a Bruselas con las manos vacías. En ese
caso, las cosas se pondrían realmente interesantes.
Sarkozy ha tenido que someterse a la
insistencia alemana de que el Banco Central Europeo (BCE) no
intervenga en combatir la crisis. El BCE ha quedado
imposibilitado de intervenir a la manera de la Reserva Federal
en Estados Unidos o del Banco de Inglaterra. Ésta es una mala
noticia para Sarkozy porque la perspectiva de una moratoria en
Grecia y de una reestructuración con quitas de 50–60 por
ciento en el principal es una amenaza mayor para los bancos
franceses. Para recapitalizarlos con recursos públicos, hasta
la calificación triple A de la deuda soberana francesa podría
estar en riesgo por las siniestras agencia calificadoras.
En compensación, la Merkel ha ofrecido
que el EFSF sería fortalecido: el monto de los recursos
nuevos llevaría su capacidad de artillería pesada al rango
del billón de euros. El Fondo respaldaría a los países con
problemas a través de una especie de garantía sobre la deuda
soberana. Para estas operaciones de apalancamiento los nuevos
recursos del Fondo provendrían de los países de la eurozona,
del Fondo Monetario Internacional y de países como China y
Brasil (a través de nuevos vehículos financieros para
robustecer el mercado secundario de bonos en Europa).
Cuando se habla de tantos apoyos, es que
algo anda realmente mal y la solución podría descarrilar. Lo
que podría calmar las inquietudes de Sarkozy y sus patrones
en los bancos franceses es que el margen de maniobra del Fondo
sería más amplio y también le permitiría recapitalizar
bancos privados.
Ahora bien, puesto que los gobiernos de
la zona euro son los integrantes y garantes del Fondo, surge
un problema de circularidad pues en el Fondo participan los
mismos países que serían rescatados. ¿Pueden los gobiernos
de economías con problemas ofrecer garantías de que se
rescatarán a sí mismos?
Hay otra pesadilla que le quita el sueño
a más de uno en Europa en estos días. Se trata de las
consecuencias de una reestructuración de la deuda griega. Los
bancos acreedores tienen coberturas en la forma de swaps de
deuda, los temibles credit default swaps o CDS, que no son
otra cosa que un seguro en caso de impago. A su vez, los
bancos que han emitido esos CDS están en ambos lados del Atlántico
y estarían en serias dificultades si tuvieran que hacer
buenos esos seguros sobre la deuda griega. ¿En qué casos
podría la reestructuración de la deuda griega detonar lo que
ya se denomina un evento CDS? Es decir, ¿podría una
reestructuración generar una estampida de cobros de CDS que
regresaría la amenaza financiera, como por un efecto de bumerán,
Estados Unidos, epicentro de la crisis?
Los típicos contratos de CDS indican que
la reestructuración griega podría generar la obligación de
pagar el seguro si conlleva la reducción de la tasa de interés
pactada, si se reduce el monto del principal al vencimiento,
si se pospone la fecha de vencimiento, si se subordina el bono
de deuda soberana a algún otro título o si se cambia la
divisa en la que se debe realizar el pago. Además, para que
se pueda activar el contrato CDS todos estos casos deben estar
vinculados a una decisión unilateral debido al deterioro de
la condición financiera o crediticia del soberano.
Si dichos tenedores aceptan
voluntariamente la reestructuración, ese caso es considerado
una modificación del compromiso original y no el reemplazo de
una obligación por otra. Por lo tanto, no califica para
generar el pago del seguro al amparo de un swap de deuda tipo
CDS. Por ese motivo, se ha colocado una fuerte presión sobre
los bancos europeos con mayor exposición en Grecia para
aceptar voluntariamente una reestructuración con pérdidas de
hasta 60 por ciento. Los recursos ampliados del Fondo de
estabilidad financiera servirían para la recapitalización de
estos bancos.
Cuando estalló la crisis en Estados
Unidos, el entonces secretario del Tesoro Hank Paulson
pronunció su frase célebre, si la gente sabe que tienes una
bazuka en la bolsa, probablemente no tendrás que utilizarla.
Se refería a la necesidad de contar con un fondo más grande
para enfrentar la crisis. Jamás ha existido una metáfora tan
estúpida. Si la bazuka lanza dinero, habrá muchos
interesados en que comience a disparar.
Como siempre, los problemas centrales
siguen sin atención. La austeridad fiscal dictada por los
dogmas neoliberales seguirá imponiendo un estrecho y pesado
yugo sobre las economías europeas. La crisis se profundizará
y se alargará el periodo de estancamiento. La bazuka no podrá
impedir que el boomerang regrese a tierras americanas.
(*) Alejandro Nadal es
economista, profesor investigador del Centro de Estudios Económicos,
El Colegio de México, y colabora regularmente con el diario
mexicano de izquierda La Jornada.
¿Funcionará?: el
plan europeo deja
muchas preguntas sin responder
Por
Stephen Fidler
Wall
Street Journal, 28/10/11
BRUSELAS.– ¿Funcionará? La positiva
reacción de las bolsas al acuerdo alcanzado en las primeras
horas del jueves por los líderes de la zona euro no refleja
la cautela generalizada que impera entre economistas y
analistas.
La mayoría enfatizó que los anuncios
carecían de detalles críticos que deben ser negociados en
las semanas y meses siguientes. "El desafío de la
implementación es tan alto, por no decir más alto, que el
desafío del diseño", advirtió en una entrevista
Mohamed El–Erian, presidente ejecutivo de Pimco, el mayor
fondo de renta fija del mundo.
Otros exhibieron un pesimismo
estructural, al sostener que ni el acuerdo para condonar la
deuda de Grecia en 50%, ni el plan para dotar de más artillería
al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, el fondo de
rescate de la zona euro, serán suficientes para sofocar la
crisis de la deuda europea.
Muchos enfatizaron que la única manera
de impedir una nueva crisis de confianza es que el Banco
Central Europeo continúe brindando apoyo a los mercados de
bonos de la región. Algunos incluso sostuvieron que el talón
de Aquiles del acuerdo era que carecía de un plan para
estimular el crecimiento.
"El paquete constituye un paso en la
dirección correcta, pero no prevemos que calme a los mercados
de forma permanente", escribieron Guillaume Menuet y
Jalrgen Michels, economistas de Citigroup, en una nota de
investigación.
En realidad, los mercados más
importantes para la salud financiera de la zona euro tuvieron
una reacción más tibia que las bolsas. Las tasas de interés
sobre los bonos soberanos de Italia y España, las dos economías
grandes que corren el riesgo de ser arrastradas por la crisis,
cayeron levemente pero siguieron por encima de los niveles
considerados cómodos para sus respectivos gobiernos: los
retornos de bonos italianos a 10 años bordearon 5,7% y los de
bonos españoles 5,3%.
Eso podría indicar el escepticismo de
los inversionistas sobre los planes de usar ingeniería
financiera para usar el fondo de rescate con el fin de reducir
los costos de financiamiento de España e Italia.
Los gobiernos de la zona euro esperan
hacer esto de dos formas, cada una diseñada para atraer a una
clase distinta de inversionistas.
En el primero de los planes, Italia e
España utilizarían el fondo de rescate para asegurar una
proporción, digamos 20%, de sus nuevas emisiones de bonos
gubernamentales contra una cesación de pagos. Este tipo de
instrumentos, que se transan en forma separada de los bonos,
buscan tranquilizar a los inversionistas temerosos de que no
les devuelvan la totalidad de su inversión. Pero no queda
claro si tendrán éxito.
En primer lugar, los mercados de bonos
soberanos se caracterizan principalmente por la ausencia de
cesaciones de pagos o por registrar grandes defaults, en los
cuales los inversionistas sufren importantes pérdidas. Los
inversionistas, por lo tanto, podrían no sentirse seguro tan
modesto.
El éxito también depende de que los
inversionistas crean que las garantías funcionarán tal y
como lo prometen.
Los gobiernos no tienen idea de si los
inversionistas aceptarán el plan de seguros y es probable que
realicen ejercicios para evaluar el interés de los
inversionistas y determinar las combinaciones más efectivas
de bonos asegurados y no asegurados.
En el segundo modelo, a su vez, vehículos
de propósito especial con "capital de primera pérdida"
proveniente del fondo de rescate buscan tentar a los fondos
soberanos y otros potenciales inversionistas a invertir en la
deuda soberana de la zona euro. Las perspectivas de este
modelo, en todo caso, son muy inciertas.
Las propuestas son "incompletas,
sumamente complejas, muy dependientes del apoyo de los
inversionistas privados y, lo que es más importante, no
involucran al BCE, la única institución con la credibilidad
suficiente para salir al rescate de los mercados de deuda
europeos", dijo Nicholas Spiroof, de la consultora
londinense Spiro Sovereign Strategy.
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